lunes, 12 de agosto de 2013

NOVELA DE LÓPEZ DE AYALA 34

GUSTAVO (continuación)


— Gustavo es hombre de valor, dijo el del chirlo a su com­pañero.
— No es el valor, respondió el otro, el que decide de estos lances. Su contrario es el tirador más diestro que hay en Madrid, y yo juzgo su muerte segura.
—          Lástima será; ¡tan joven y tan guapo!...
—          Caballeros, dijo Elena con voz temblorosa, después de haber escuchado lo que hablaban los dos, ¿tienen ustedes la bondad de decirme donde está el jardín de la casa de Baños?
—          Señora, está cerrado y me parece imposible que pueda Vd. penetrar en él.
Elena estuvo a punto de desmayarse, Luisa acudió a soste­nerla.
—          Pero espere Vd. un momento, Chico, avisa a Dª Martina, que es quien tiene la llave.
Un momento después apareció Dª Martina.
—          Esta Señorita quiere penetrar en el jardín.
—          Señora, si Vd. me lo permite...
—          Sólo tengo orden para consentir el paso a una Señorita
—          Pues bien; yo soy, vamos corriendo…
—          Mientras Vd. no me diga su nombre, que es la contraseña que tengo…
—          Elena.
—          Puede Vd. pasar, dijo Dª Martina, tomándola de la mano.
—          ¿Es esta joven, -dijo el del chirlo a Luisa, que se disponía a seguir a su ama- pariente del caballero que va a batirse a muerte?
—          ¡Cielos! ¡A muerte!
—          Sin duda.
—          ¡Oh Dios mío, le va a costar la vida a la pobrecita! Pero ¿es el duelo en el jardín?
—          No, Señora; pero aquí debe venir el que quede vivo.
—          ¡Oh! ¡Qué atrocidad!
—          Perdone Vd. si he cometido alguna imprudencia… no creía...
En esto Dª Martina había llegado al jardín, había introducido a Elena, y había echado la llave.
—  ¿Y mi ama?
— Está en el jardín; pero no tengo orden para dejar entrar a nadie: Vd. puede aguardarla en el coche, que no puede tardar mucho tiempo.
La pobre Luisa no sabía lo que le pasaba; volviose al coche y en él se estuvo, con la cabeza asomada por la ventanilla, para ver si vivo o muerto traían al Señorito Gustavo.

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