martes, 30 de octubre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL - 3

                                           Por José Mª Álvarez Blanco


Padre capuchino Diego de Guadalcanal. Este sacerdote guadalcanalense, de igual nombre que el anterior, vivió en Colombia en tiempos de Felipe IV. De él tenemos las siguientes noticias: 

<"En el que se refieren otros sucesos de la misión y la vida que en ella hacía el P. Guadalcanal
Con la muerte del P. Luis quedaron solos el P. Fray Diego [de Guadalcanal] y el hermano Fray Blas; éste en Tunucuna, y en San Sebastián aquél, porque el P. Francisco de Vallecas enfermó tan gravemente que fue preciso transportarlo a Cartagena. Los indios de Tunucuna sintieron mucho la muerte del P. Fray Luis, porque le habían cobrado tal cariño y amistad, que fue cosa admirable hallarse en aquellos bárbaros corazones tal amor con un peregrino.
El hermano Fray Blas prosiguió con su enseñanza, cuidando con mucho esmero de que asistiesen los indios a la explicación de la doctrina, que, aunque no era sacerdote, la explicaba con grandísima claridad. Entretanto el P. Fr. Diego no omitía en San Sebastián ocasión alguna, antes si buscaba muchas en que aprovechar al prójimo sin olvidarse de sí. La vida que allí llevaba este siervo de Dios no solo era penitentisíma en cuanto al cuerpo, sino llena de privaciones y peligros en cuanto al alma. Dieciséis meses enteros se le pasaron sin confesar, por no tener quien le administrase este Sacramento, salvo unos dieciocho días que tuvo por huésped a otro misionero como ahora se dirá; y en todo este prolongado tiempo dijo misa todos los días sin omitir alguno, prueba de la pureza de su alma, (o como él dejo de su mano escrito) testimonio de la misericordia de Dios, que en aquellas soledades le asistió con mayores y más poderosos auxilios; lo cual deben notas los misioneros para no desistir de su buen propósito, cuando se les propusieron los riesgos de la soledad y la falta de confesor, pues este Venerable varón afirma experimentó con singularidad los beneficios de dios y sus favores, cuando más lo necesitaba.
Era muy buena disposición para recibir estos favores de la divina piedad, la cautela con que el P. Fray Diego se portaba entre los Indios, pues había prohibido a las mujeres que fueran solas a visitarlo; y cuando alguna necesitaba de algo, o por lo mucho que lo querían lo iba a visitar, siempre iba acompañada, sin atreverse a ir sola por lo mucho que por esto les reñía; y de estas visitas tenía al día muchas, Tocante a esto afirma el P. Fray Diego en unos apuntes que dejó escritos, una cosa que puede ser confusión y afrenta de los cristianos, y es que siendo tan continuadas estas visitas de las indias, nunca ni por acción, ni por palabra, ni por el más leve indicio, conoció en ella cosa impura, ni menos honesta, portándose siempre en medio del mucho amor   que le tenían con singular modestia, hablando y conversando con él, con aquel miramiento que en sus palabras y acciones podría mostrar una muy buena cristiana. ¡Afrenta a la verdad para las mujeres de estos tiempos que como lazos del demonio andan con sus acciones y palabra, cazando a los ministros del Señor!
No sólo de los peligros del alma libraba Dios a su fervoroso misionero, sino también de los peligros del cuerpo como evidentemente se vio en este lance. Estaba una noche durmiendo en una choza, cuando lo despertó un ruido; abrió los ojos y vio que era un tigre que estaba como seis pasos de su cama, el cual hambriento se había entrado por entre las tablas que formaban las paredes de su bujío a buscar gallinas u otras cosas que comer; y siendo así que podría con grandísima facilidad emplear la ferocidad de su condición, en aquel desprevenido hombre, y saciar con él lo voraz de su hambre, no le ofendió en cosa alguna antes sí, habiendo andado toda la casa se volvió a salir junto a él sin ofenderle en nada.
Además del continuado trabajo que el P. Fray Diego tenía en San Sebastián, enseñando, visitando, y en un todo sirviendo a los indios, como si estos trabajos no bastasen, desando padecer más por la conversión de aquellas almas, iba muchas veces a los pueblos circunvecinos, a instruir a sus moradores en los misterios de nuestra fe, y a enseñarles la doctrina, haciendo estos viajes más a menudo, cuando había algún enfermo, exhortándolo a la conversión de nuestra fe católica, proponiéndole los bienes de la gloria y penas del infierno; y cuando conocía que el accidente era mortal y sin esperanza de vida, entonces lo bautizaba.
De esta manera pasaban sus días los dos solitarios misioneros, iguales en el trabajo o fatiga, aunque desiguales en el uso de las demás cosas necesarias porque el hermano Fray Blas en Tunucuna o Tucunaca las tenía con abundancia y el P. Fr. Diego en San Sebastián carecía de todo, tanto que muchas veces era necesario que el hermano Fr. Blas, le enviase de los frutos de la tierra para poder vivir, como eran naranjas, batatas, cañas dulces y otras raíces sabrosas. Por esto se vio el P. Fr. Diego precisado a romper un pedazo de monte, para sembrar en él algunas cosas necesarias con que poder sustentar la vida, y trabajaba tanto en este cultivo que muchas veces le faltaron las fuerzas, llevando el Siervo de Dios estos trabajos con generosísima paciencia, sin desistir en medio de ellos de enseñar a los indios y procurar por todos los medios posibles la salvación de sus almas.
   

sábado, 27 de octubre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL - 2

Fachada del ex convento de Tecali en Tepeaca (México)
                                                                  Por José Mª Álvarez Blanco

Obsérvese que más de la mitad del texto, que da cuenta de su existencia, se refiere a la terrible enfermedad que acabó con su vida, que no cabe duda se trató de un tipo cáncer muy agresivo como podrá precisar un posible lector oncólogo.
El texto es transcripción literal del CAPÍTULO LXXXIV de "Vidas de los santos religiosos legos fray Diego Sánchez y fray Diego de Guadalcanal" de la obra. "Monarquía indiana” de Fray Juan de Torquemada, publicada en Sevilla en 1615, La segunda edición se hizo en Madrid en 1713. Este texto está tomado de la edición digital de 2010, basada en la 3ª edición en siete tomos aparecida en México entre 1975 y 1983. Sobre su autor Fray Juan de Torquemada [Torquemada (Palencia) hacia 1557- México, 1624], historiador y misionero español en la Nueva España, puede consultarse su biografía en Wikipedia. No se debe confundir con el cardenal español de igual nombre (1388-1468), tio del famoso inquisidor, el dominico Tomás de Torquemada (Valladolid, 1420 - Ávila 1498). El mismo texto puede encontrarse en otras obras de consulta, que no se molestan en reseñar su procedencia y, que, por ello, no merece la pena reseñar.
La ciudad donde estuvo el convento en el que vivió Fray Diego los últimos años de su vida, Tepeacac, actualmente Tepeaca, fue conquistada por los aztecas en 1466 a los tlaltelolcas, grupo chicimeca que habitó el valle de México en el S. XV, y refundada por Hernán Cortés en 1520 con el nombre de Villa de Segura de la Frontera. En 1559 la Corona española le otorgó categoría de ciudad y escudo de armas. Es uno de los 217 municipios del estado mexicano de Puebla, de la que dista 35 km. El convento de San Francisco de Asís, que fue construido en 1543, se levanta al filo de la anchurosa plaza principal, ofreciendo el aspecto de fortaleza inexpugnable. Actualmente no existe como convento, sino como monumento turístico. Su imponente mole, coronada por almenas, y sus contrafuertes rematados por garitas para los centinelas y más que nada los dos pasajes de ronda, denuncian su función templo-fortaleza y es el único con características moriscas. (Datos tomados de Wikipedia).
Consultado los catálogos de Viajeros a Indias, obrantes en el Archivo General de Indias de Sevilla, aparecen varios Diegos nacidos en Guadalcanal, con sus nombres y apellidos, pero sin que el nombre de la villa forme parte de su denominación civil, por lo que infiero que la denominación por la que es conocido la adquirió en México, incluso antes de acceder al estado religioso, por lo que vamos a ver seguidamente. En efecto, en la obra "Proceso, tormento y muerte del Cazonzi, último Gran Señor de los tarascos por Nuño de Guzmán. 1530", de Armando M. Escobar Olmedo,  publicada en México en 1997, aparece un Diego de Guadalcanal, sin condición de clérigo, y como analfabeto, como uno de los tres testigos citados por la defensa en el proceso que tuvo como final la ejecución del Cazonzi (rey, en lengua tarasca) Tzintzincha Tangaxoan II (también conocido como don Francisco, tras ser bautizado). Si se tiene en cuenta, que el Convento de Tepeaca, se erige en 1543, parece lógico pensar que se trata del mismo personaje que en la edad adulta entró como fraile franciscano no ordenado. Los estados mexicanos de Michoacán (donde era el Cazonzi) y de Puebla donde está Tepeaca, si bien no son limítrofes, se encuentran relativamente cerca. El episodio de la ejecución del jefe indígena, es uno más de las manchas negras que jalonan la conquista de América por nuestros antepasados. Así sabemos que el conquistador Nuño de Guzmán (enemigo de Hernán Cortés) fue calificado por el cronista mexicano Vicente Riva Palacio (1832-1896) como «el aborrecible gobernador del Pánuco y quizás el hombre más perverso de cuantos habían pisado la Nueva España», en tanto que previamente Fray Bartolomé de las Casas, de un modo más conciso, pero no menos indulgente, lo calificó de «gran tirano». Lo que no deja de llamar la atención es el hecho de que los datos que le han permitido, al historiado mexicano Escobar Olmedo, documentar el proceso, tormento y muerte del jefe indígena, hace doce años, estaban conservados en el Archivo de Indias, junto con los del Juicio de Residencia1, que reglamentariamente se le hizo a Nuño de Guzmán, cuando regresó a España. Esta circunstancia no la imagino en relación con las tropelías que cometieron los británicos en su imperio y mucho menos los belgas en el Congo, aunque siempre las barbaridades acaban sabiéndose, y así M. Vargas Llosa pudo escribir El sueño del celta.

1El Juicio de Residencia fue un proceso judicial del derecho castellano e indiano. Consistía en que al final del desempeño de un funcionario público se sometían a revisión sus actuaciones y se escuchaban todos los cargos que hubiese en su contra.

jueves, 25 de octubre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL - 1



José María Álvarez Blanco

Nueva serie continuación de la publicada en seis entregas, titulada “Personajes guadalcanalenses”, en la Revista de Feria de Guadalcanal de los años 1991-1996.

A modo de explicación

Hace dieciséis años concluí la serie a la que alude el principio de estas líneas, que jamás pensé que iba a escribir. Si lo hice fue por un doble motivo. Por un lado, mi inveterada curiosidad puso en mis manos los datos de una serie de personas nacidas en Guadalcanal, que destacaron lo suficiente para dejar constancia escrita de su paso por este mundo. Por otra parte, esa labor que era necesaria para completar una faceta imprescindible de la historia de nuestro pueblo, no había sido emprendida por nadie con una formación específica en el campo de la literatura o de la historia, que entiendo son las disciplinas más adecuadas para emprender con solvencia este tipo de trabajos. Por ello, haciendo uso de los conocimientos adquiridos en un curso de documentación científico-técnica, que estimé necesario para el ejercicio de mi profesión, me lancé a la buena de Dios a escarbar en la vida y milagros de cuanto guadalcanalense notable había dejado rastro documental.
En el tiempo transcurrido desde entonces se ha producido el espectacular desarrollo de Internet que todos conocemos, y simultáneamente y, gracias a ello, ha aumentado de forma espectacular el número de personas que ha abandonado su condición ágrafa, de la que, al igual que la lectora, se decía dogmáticamente que había sido potenciada por la cultura de la imagen, en general, y por la televisión en particular. En línea con lo anterior son de sobra conocidos los numerosos blogs, tanto de particulares como de entidades guadalcanalenses, que cada día son actualizados en la www.
En esta tesitura las reseñas biográficas que ahora traigo a este blog de actualidad guadalcanalense, cumplen el requisito de dar noticias de personas de las que hasta ahora, yo al menos no tenía noticias, o facilitar nuevos datos de otras ya documentadas. Contrariamente a la serie de los años 91-96 del pasado siglo, en estos casos no sólo incluiré los datos de la fuente documental, sino que en algunos casos la transcribiré literalmente. Mi intención actual es publicar estas nuevas reseñas en este medio con periodicidad no diaria, y en un futuro recopilar todas las biografías en un libro, incorporando todas las fuentes documentales. Y sin más preámbulo entro en materia, empezando por dos miembros de la familia franciscana, que, curiosamente llevan el mismo nombre, y que ejercieron su ministerio en la América hispana, concretamente en Colombia y México.

* * *

Fray Diego de Guadalcanal, hermano lego en México. Este es el primero de los dos de igual nombre, dentro de la familia franciscana. A diferencia de su homónimo que vivió en Colombia no llegó a ordenarse sacerdote. En una obra clásica de la historiografía novohispana (advierta el lector, que el primitivo nombre de lo que hoy es México fue Nueva España) se dice de él lo siguiente:

"De los claros varones de esta provincia del Santo Evangelio [concluyo] con la vida de fray Diego de Guadalcanal, lego, por haber sido en muchas cosas semejante al bienaventurado San Diego de Alcalá; pues ya tenemos que en el nombre conforman y en el estado de legos y fueron también naturales de una misma comarca y tierra; es, a saber, el uno de San Nicolás, pueblo cerca de Constantina, y el otro de Guadalcanal; y en la vida y muerte harto semejantes también, como aquí parecerá. Tomó el hábito fray Diego de Guadalcanal en el convento de México y fue de los primeros que en esta provincia profesaron. Y como de su natural era hombre simple y sin malicia, de la que el siglo a sus hijos enseña, y se crió con santos religiosos, perseveró en aquella santa simplicidad por todo el discurso de su vida, que fue poco menos de sesenta años en el hábito de la religión, sirviendo a aquellos primeros evangelizadores de esta nueva iglesia con grandísima fidelidad y ejemplo de vida; ayudándolos a destruir ídolos y a plantar la fe del Evangelio, con el talento que el Señor le había comunicado. Fue amigo de los pobres y tuvo siempre cuidado, donde quiera que estaba, de darles de comer y los socorría en sus necesidades. Era muy devoto y dado a la oración y recogimiento y muy observante y amigo de la santa pobreza. Tenía dichos y consejos saludables con que persuadía a la virtud a sus hermanos los frailes y a los seglares que lo trataban como amigo y celoso de lo bueno, y enemigo de lo malo y vicioso; y a veces los ponía por escrito, porque más se dilatasen las fimbrias de su caridad. Visitóle el Señor (como lo había hacer con sus escogidos) al cabo de sus días, siendo de edad de más de ochenta años, morando en el convento de Tepeacac. con una enfermedad de las graves y recias que un cuerpo humano puede pasar; siendo (como fue) de sola una mano, como la que le dio y acabó al bienaventurado San Diego. de apostema o nacido en un brazo. Mas la enfermedad de este siervo de Dios, fray Diego, fue cosa nunca vista ni conocida en cuerpo humano, como lo afirmaron el médico y cirujano que lo curaron en la Ciudad de los Ángeles, hombres muy expertos en sus oficios; y así no le supieron dar nombre. Era una carnosidad que se le crió en el envés de la mano, a manera de clavo, que lo trajo atormentado, por espacio de dos años, en que se le dieron muchos cauterios de fuego y se le hicieron otras curas penosísimas que aunque parecía quedaba sano volvía luego a criar aquel clavo hasta que le horadó y abrió la mano de una parte a otra, y finalmente lo llevó a la sepultura, porque fue necesario irle cortando los dedos de la mano uno a uno,. y al cabo toda la mano. Fue tanta la paciencia del siervo de Dios en este su trabajo que el médico y cirujano estaban admirados. y no lo podían curar sin lágrimas, llamándole otro San Francisco porque nunca le oyeron queja, ni decir otra palabra en los cauterios y tormentos, sino Jesús María. No menos quedó edificado de la paciencia el enfermero, el cual dio testimonio, que por todo el discurso de esta su enfermedad le sintió que traía grandísimas batallas con el demonio; porque pasando de noche por delante de su celda, descuidado, al servicio y necesidades de los otros enfermos, le oía hablar como si platicara con otra persona. Y parándose a escuchar a la puerta, entendía que confutaba al demonio las cosas que le ponía delante, haciendo cuenta de su vida y en lo que había ofendido a Dios, y alegando que de aquello ya había hecho penitencia y que Dios era misericordioso. Y a otras cosas respondía que aquello lo había hecho por la obediencia y no tenía para que darle razón de ello. Otras veces parecía que lo tentaba en las cosas de la fe; y esta tentación, dice un padre sacerdote que había mucho tiempo que la padecía; porque morando los dos juntos en un convento le vio andar inquieto sobre esto e ir muchas veces al coro de noche, donde protestaba delante del Santísimo Sacramento que creía todo lo que tiene y cree la santa madre iglesia; esto protestó más de veras al tiempo de su muerte, recibiendo todos los sacramentos con grandísima devoción como la tuvo en vida no dejando de oír todas las misas que celebraban en la iglesia de San Francisco de la Ciudad de los Ángeles, todo el tiempo de su enfermedad, hasta que murió bienaventuradamente en el Señor, y está sepultado su cuerpo en el mismo convento".

miércoles, 24 de octubre de 2012

CUATRO AÑOS... MIL ENTRADAS




El próximo día 1 de noviembre se cumplen cuatro años, desde que iniciamos nuestra andadura en este blog. Hoy que llegamos a la entrada número MIL, quisiéramos agradecer a todos los que han colaborado con este blog de nuestra Asociación Cultura Benalixa, que han hecho posible que varias veces por semana, pudiéramos ofrecerles artículos interesantes, fotografías y vídeos relacionados con Guadalcanal.

A lo largo de estos años han ido apareciendo otros blogs relacionados con Guadalcanal, que permiten estar informado de todos los acontecimientos que ocurren en nuestra villa, a lo largo del año. Especial mención tengo que dedicar a El Escaparate de nuestro amigo Manuel Rincón, por la gran labor que viene realizando no solamente con temas de Guadalcanal, ya que consigue en poco espacio, contarnos mil cosas de temas variados.

En estos cuatro años ya hemos superado las 72.000 visitas de nuestros amigos. Hay una cosa que nos sorprende y es que últimamente las visitas que asignan procedentes de Francia, en algunos días –como es el caso que aparece en la fotografía- superan las recibidas desde España, cosa curiosa por la temática local de nuestro blog.

Hemos iniciado la recopilación de datos, para intentar escribir la Historia del Guadalcanal del Siglo XX. En estos momentos estamos en el Archivo Municipal, consultando sus documentos y la próxima semana seguiremos por el Juzgado Municipal, así como entrevistas a nuestros mayores, para que nos cuenten de viva voz, las historias ocurridas durante los cien años. Para completar los datos, nos pondremos en contacto con todas las Hermandades de Penitencia, para que nos faciliten información de sus respectivas Cofradías. Igualmente acudiremos a nuestro Párroco para reunir lo acaecido en esa parte importante de Guadalcanal, como es la Iglesia.

Cualquier persona que quiera aportar datos o fotografías de hechos ocurridos en Guadalcanal o a personas nacidas en nuestro pueblo, pueden hacerlo enviándolo a nuestro E-mail: a.c.benalixa@gmail.com.

domingo, 21 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA y 7



Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año  2012
                
                                          - VII -

               López de Ayala y Guadalcanal

Tal fue la personalidad de López de Ayala.
Pero no terminaré sin recabar para Guadalcanal una gloria a más de la que legítimamente le pertenece por ser patria de tan es­clarecido genio.

Ayala frecuentó poco las aulas universitarias y medrado fué el fruto de sus estudios porque ni tuvo vocación para el estudio de una facultad, ni energías para vencerse y dedicar a las disciplinas escolares sus talento. Residió, mientras fué estudiante, más tiempo en Guadalcanal que en Sevilla y consagró más tiempo a la poesía que al cultivo de las ciencias jurídicas.

La formación literaria de Ayala, por tanto, la alcanzó aquí y la perfeccionó en Sevilla en su trato e intimidad con García Gutiérrez: pertenece, pues, la gloria de haber formado literariamente a López de Ayala a su propia familia y a aquel lector exclaustrado del con­vento de San Francisco que fué su preceptor y su maestro. El con­vento de San Francisco, que fundó el Almirante D. Enrique Enriquez en el siglo XVI, gozó siempre de fama legitima por los varones emi­nentes en virtud y en letras que en el florecieron, y fué siempre es­cuela de letras humanas cultivadas con exquisito esmero. Expulsados los religiosos, aquí quedaron muchos de ellos y con un Padre lector, muy conocedor de la buena literatura, aprendió Ayala latín y a los catorce años sabia la Eneida de Virgilio y era un enamorado de los clásicos españoles, en particular de Lope y de Calderón. Las primeras obras de aquel joven poeta, que más tarde seria una de las primeras figuras del teatro, aquí se escribieron y representaron. Pero el hogar de Ayala tambien tiene una influencia decisiva en su formación literaria. El mejor patrimonio de sus padres fué más que la hidalguía y nobleza rancia de su linaje, el cultivo de las vir­tudes cristianas y el amor a los clásicos castellanos, que ponían en las manos de sus hijos para la mejor formación de éstos; y diré más: no era sólo en aquella casa donde se tendía culto a la buena litera­tura entre nosotros, fruto, tal vez, de la influencia de la escuela lite­raria de San Francisco.

Si el padre de Ayala formó a sus hijos en este ambiente, no ha de extrañar que éstos, a quienes el cielo dio talento, brillaran en el campo de la literatura patria, porque los hermanos de D. Adelardo, D. Baltasar y D. José María, sobre todo D. Baltasar, pruebas muy abundantes nos han dejado de la inspiración de su musa.

Estudiando Solsona el drama Rioja escribió estas palabras: Rioja no es un carácter, es un Santo...... ¿Estará allí el fruto de las lecturas de Fray Luis de León, Fray Luis de Granada y Santa Teresa de Jesús, que le aconsejara el cariño maternal en los primeros días de la infancia? ¿Brotaría de las mismas enseñanzas aquel sentimiento religioso de Ayala, que palpi­ta en todos sus actos y declaraciones, documentos y doctrinas polí­tica y literatura?»

He concluido, Señores; perdonad que me haya extendido más de lo que debiera; pero Ayala, que es en frase de Bretón de los He­rreros la mejor mina de Guadalcanal; el primer dramático español del siglo XIX, según Moreno Nieto; y un genio por su encumbrada mente, su rica y viva fantasía y su ánimo entero y generoso, bien merece que se recuerde la grandeza de su personalidad literaria; y termino con unas palabras del mismo Ayala que todos debiéramos tener siempre ante nuestros ojos:


LAUS DEO.

                                                                      NIHIL OBSTAT
Dr. Francisco de TORRES
Censor.

IMPRIMATUR
Sevilla 9 Junio 1927.
DR. JERÓNIMO ARMARIO
Vic. Gral.

jueves, 18 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA - 6


                                Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012

En Ayala, lo mismo que en Núñez de Arce, hay tal energía y concentración de pensamiento, que con pocos rasgos briosos dicen más que en un poema entero, cualidad que en Ayala resalta más en sus composiciones breves, en las que campea la corrección mas exquisita, la sobriedad de la expresión, la fluidez del verso y la pulcritud de estilo que es nota característica de toda obra lírica del autor de Consuelo. La décima A la Pluma, es digna de tan ex­celso poeta, como lo son sus sonetos, a pesar de ser muchos im­provisados, y escritos, como él decía, para el gasto de la casa, des­collando entre ellos, como modelos, La Plegaria, que con música de Arrieta, se cantó en sus funerales y en las honras que en años sucesivos se celebraran en San José de Madrid, y otro titulado Al Oído.

                V
Otras obras literarias
Otros géneros literarios cultivó Ayala, De él nos queda la primera parte de la novela Gustavo, que ha publicado Bonilla San Martin con encomiástico elogio: la descripción de Consuelo, trabajo preparatorio de la famosa comedia de este mismo título y el Discurso sobre Calderón, piezas dignas de tan peregrino ingenio.

Como orador se reveló como hábil e intencionado, correcto y fluido en la defensa del periódico satírico El Padre Cobos, cuando no tenia treinta años de edad; así como en su primer discurso en el Parlamento, en que afirma su posición política con toda indepen­dencia, se acreditó de experto orador parlamentario, ajustando ma­ravillosamente su palabra al pensamiento. Era sobrio de estilo, ma­gestuoso de ademán y escultural de frase, como dice Méndez Bejarano.

Pero la pieza oratoria que sobresale entre todas y que será siempre modelo en su género, es el elogio fúnebre de la Reina Mer­cedes ante el Congreso. . Para la preparación de este trabajo se te ofrecieron libros, recuerdos, tiempo. Mejor  será, contestó Ayala, que cuente lo que he visto, y no necesitaba más para triunfar conmoviendo a cuantos le oyeron, porque tenia un corazón delicado y tierno, una inteligencia poderosa, una imaginación viva y tal dominio sobre la palabra, que nunca dijo mas que lo que quiso decir. Como orador fue apasionado en el Parlamento, razonador en la Academia y su­blime en el elogio de aquella infortunada Reina.

                                                         VI

                                                  El político

No queda completo el estudio de Ayala si no decimos algo del hombre político.

Si tuvo por el teatro una vocación decidida, no la tuvo menos por la política. En su teatro mismo puede encontrarse una prueba de ello, si no la diera plena el decurso de su vida. La primera obra que estrenó en Madrid, Un Hombre de estado, ya muestra esta ten­dencia, como antes, en los agitados días de vida escolar ya tomó parte y muy principal en el motín que se produjo al suprimirse el traje estudiantil y su musa sirvió para alentar a la juventud estudio­sa a la pelea. Este y otros episodios de la vida del poeta han sido narrados con singular gracejo por Eusebio Blasco.


No permiten los estrechos límites de este trabajo el análisis de todos los pasos de la vida política de Ayala; baste decir que tuvo personalidad propia y singular relieve. Fue, dentro de los partidos, independiente; no fue ambicioso y llegó hasta donde quiso y siem­pre puso sobre todo su amor a la patria. "Es uno de nuestros hombres públicos -dice Álvarez Espino- alrededor de cuya frente aun brilla una aureola de respetabilidad y de estimación. Su ministerio es en la vida pública algo como los triunfos de El Tanto por ciento y de El nuevo Don Juan, en su vida literaria. Dentro de los principios fielmente defendidos y brillantemente aplicados a combatir la insurrección separatista iniciada en Jara, de la pluma de Ayala se desprendieron multitud de documentos importantísimos que engrandecieron la gloria de su autor y motivaron la gratitud de la patria. Si aun flota hiniesta nuestra bandera, decía Moreno Nieto, en el elogio fúnebre de Ayala, en aquellas hermosas lejanas provincias (Las An­tillas) que conquistó el valor de nuestros mayores, débese en no pe­queña parte al insigne Ayala" 

lunes, 15 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA - 5


Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012

Calderón es el modelo y guía de Ayala. Entre ellos hay algo muy parecido, muy semejante al padre y al hijo, al creador y al con­tinuador de sus mismas glorias, al propietario y al heredero de méritos análogos. La gloria de Calderón resurge en Ayala, que re­funde El Alcalde de Zalamea y hace de Calderón el más cumplido elogio ante la Academia Española y pone su influencia en ejercicio para conseguir que Madrid levante una estatua al autor de los Autos Sacramentales, la cual se descubrió al pasar ante ella el cadáver de Ayala. También estudió nuestro poeta el teatro de Ruíz de Alarcón; y estos dos poetas «el uno por su maestría en la concepción y dis­posición del plan dramático y el otro por su tendencia moral y co­rrección de forma, fueron los modelos predilectos que tuvo ante su vista para el desarrollo de sus obras>.

¡Dios y Calderón! Las dos religiones, los dos cultos de Ayala.

En la obra dramática del hijo de Guadalcanal descuella y so­bresale su teatro que cultivó desde sus primeros años, como Salga por donde saliere, Me voy de Sevilla, La corona y el puñal, Los dos Guzmanes, La Providencia y otras: de ellas no queda mas que Los dos Guzmanes y por eso figura en el pedestal, aunque no pueda compararse con otras que después escribiera.

En sus primeros vuelos poéticos se nota algún influjo románti­co como en sus primeras obras teatrales una influencia muy marca­da de la escuela clásica. Un hombre de Estado, Castigo y perdón significan muy poco en su teatro; del mismo modo que las zarzuelas que la afición del público por este género arrancó a la avara musa del poeta.

Las obras que le dieron renombre y justa fama y en las que está impreso su sello son: El Tejado de vidrio, EI Tanto por ciento y Consuelo.

Dejad a los críticos que los coloquen por el orden de preferen­cia que ellos quieran: para Cánovas, Consuelo, con El hombre de mundo de Ventura de la Vega y el Drama nuevo de Tamayo, son los modelos que deben estudiar los autores dramáticos españoles: Sil­veIa sostuvo la opinión de que Consuelo es la antitesis del Si de las Niñas y las dos, las comedias de su época respectiva. Revilla prefería El Tanto por ciento en el teatro psicológico de nuestro poeta. Picón prefiere El Tejado de vidrio, como también es preferida por Cejador, que dice: Cañete vacila­ba porque todo lo de Ayala le parecía mejor. Una critica esencial­mente dramática y escénica, dice Solsona, preferiría El Tejado de vidrio; una crítica esencialmente filosófica El Tanto por ciento; una critica esencialmente literaria, Consuelo
López de Ayala es en suma, como afirma Bonilla San Martín, el poeta dramático mas grande que ha producido el siglo XIX.

IV
el poeta lírico
No es abundante la floración lírica de López de Ayala; pero si poseemos suficiente tesoro que le asegura lugar eminente entre los líricos que son gloria del parnaso castellano, principalmente por los primores de arte que encierran sus composiciones. Es joya exquisi­ta del más subido precio la Epistola Moral, escrita en 1856 en Guadalcanal y dirigida a su entrañable y fraternal amigo Emilio Arrieta; pieza literaria que puede parangonarse y ser digna rival de la tan conocida A Fabio.

Con autoridad inexorable residencia el poeta sus propias ac­ciones; describe la lucha entre el bien y el mal, recuerda sus fla­quezas y nos traza el cuadro más íntimo, por así decirlo, de su carácter moral. Sería preciso recitarla toda para apreciar en su justo valor el tono viril que emplea, la austeridad que le guía, la expre­sión sobria y cultural con que se expresa.
Hay una estrofa que no puedo resistir a copiar:

Y estos salvajes montes corpulentos
fieles amigos de la infancia mía
que con la voz de los airados vientos
me hablaban de virtud y de energía,
hoy con duros semblantes macilentos 
contemplan mi abandono y cobardía
y gimen de dolor y cuando braman
ingrato y débil y traidor me llaman.

viernes, 12 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA - 4


Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012

 II
Ideales

Sin ideal no hay arte, como no hay ni puede haber heroísmo. El ideal de Ayala, centro y alma de su poesía, es el ideal Católico, que se manifiesta con toda su grandeza los mismo en la famosa Plegaria que en el drama Rioja, donde brillan los esplendores de un alma, que sostenida por la Religión se exalta hasta la abnegación y el sacrificio.

Si hiciera falta una declaración terminante y precisa, hecha por el mismo Ayala, si no fueran suficientes sus obras, nos bastaría co­piar lo que el mismo dijo en el discurso en que defendía ante el jurado al periódico satírico El Padre Cobos: do que en España no es posible otra religión que la única verdadera y divina de nuestros abuelos>.

Junio al ideal cristiano hay que colocar en Ayala su intención moral, que campea y sobresale en todas sus obras. El programa de Ayala, si vale tal frase, en el orden moral, está contenido en aquella preciosa décima, tan conocida:

Pluma, cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tu puedes
causar en el mundo entero:
Que un rasgo tuyo severo,
puede matar un Tirano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano.
Las obras mas principales de Ayala en este orden y las que la­braron el sólido pedestal de su fama, son aquellas en que examina con escrupulosidad, fustiga con dureza y condena con energía el moderno positivismo, que como ola arrolladora envuelve a la socie­dad contemporánea. El Tejado de vidrio es una demostración de como muchas veces el vicio y el escándalo se vuelven contra el vi­cioso; El Tanto por ciento es el triunfo del amor sobre el vil interés: en El nuevo Don Juan trata Ayala de poner en ridículo el tipo del Tenorio moderno que debe de quedar en situación desairada mas bien que el marido; en Consuelo, la mujer vana y codiciosa que prefiere el lujo y la riqueza al verdadero amor, queda castigada por su egoísmo con el abandono de todos. .

III

El teatro

En Ayala se da como carácter distintivo un feliz y armónico consorcio de todas las facultades, siempre encerradas en sus justos límites y sometidas a una razón serena que las dirige y regula: hay en él algo de aquella serena belleza que tanto nos admira en la mu­sa clásica; sabia sentir y expresar lo que sentía. «Por lo que respe­ta a la forma, ha escrito Alvarez Espino, Ayala es elegante al par que contundente, altivo al par que gallardo; sus versos son fáciles, sono­ros y dulces; su lenguaje es sencillo, gracioso y discreto: dialoga con naturalidad, dibuja con maestría, pinta con riqueza; es ameno porque cambia con facilidad, varia porque es fecundo y es abun­dante porque es perspicaz y escudriñador, y sabe encontrar muchos y muy buenos materiales>.

Con Ayala, hemos dicho, resurge el antiguo teatro español, que tiene su más legitimo representante en Calderón de la Barca, a quien Ayala llamó en su discurso de recepción de la Real Academia Española, el dictador de las leyes del teatro, el ingenio milagroso que en medio de los grandes poetas de su tiempo,
... El cetro adquiere
Que aun en sus manos vigorosas dura.

martes, 9 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA - 3


Por José Mª Álvarez Blanco - Revista de Guadalcanal año 2012

A continuación el discurso completo.
  
ANTONIO MUÑOZ TORRADO
Presbítero
       El poeta López de Ayala
1829-1880
SEVILLA
IMPRENTA DE SAN ANTONIO
1930


Este trabajo fue leído por su autor en la solemne inauguración del monumento erigido en Guadalcanal al Excmo. Sr. D. Adelardo López de Ayala, el día 20 de Septiembre de 1926.

Es una realidad. Ayala, el delicado poeta, el autor de Rioja y de Consuelo tiene, en el sitio de honor de esta villa, que le vió nacer, y donde escribió muchas de sus inspiradas obras, un monumento que recuerde su nombre glorioso, y las aclamaciones que acabamos de oír al ilustre hijo de Guadalcanal son otros tantos aplausos al poeta excelso y al hombre de Estado, que por propios méritos subió las gradas del templo de la fama y cuya gloria es imperecedera, por que vivirá mientras haya quien se extasíe ante la belleza y rinda vasallaje al talento.

Mas que enaltecer a Lopez a Ayala, nos honramos a nosotros mismos: porque el poeta labró con su propio esfuerzo el alto pe­destal de su gloria, y nosotros, al rendirle este homenaje, cumplimos el deber que tienen los pueblos de no olvidar y de perpetuar la me­moria de los hijos ilustres que les han dado renombre y fama.

Un solo título justifica mi intervención en este acto, el de la gratitud; porque a cuantos han contribuido, acogiendo mi idea con entusiasmo y cooperando a que Ayala tenga este monumento conmemorativo, debo decirles: ¡Muchas gracias! El poeta que tantas veces ha recreado mi espíritu, y cuyas obras se leen siempre con placer y enseñan deleitando, recibe, como justamente merece, el homenaje de los que se glorian de haber nacido en este mismo suelo.

No esperéis de mi un estudio acabado y completo del poeta López de Ayala; confieso ingenuamente que no tengo fuerzas para acometerlo, ni arrestos para intentarlo; ni la ocasión pide cosa de tal monta. Bien conocido es su nombre y aquilatada suficientemen­te por la critica su legítima fama.

Tampoco intentaré justificar la razón de este homenaje; porque si algún espíritu hubiera (y no lo hay por fortuna) que pensára de modo distinto, harta sería su desgracia porque su ignorancia seria tal, que no conocería lo que es del dominio de las multitudes: seria un espíritu sin cultivo, una inteligencia, mas que miope, ciega; y un corazón pletórico de envidia y de orgullo, que niega el mérito y el talento porque no es capaz de comprenderlos. Seria mas digno de lástima que de combatir sus aberraciones y al que podría decírsele que es cosa lógica y natural que desconozca el valor positivo de Ayala, porque los ciegos de nacimiento no ven las bellezas de la luz y de los colores, y los ignorantes no alcanzan las grandezas de la Ciencia, ni perciben los esplendores de las Bellas Artes.

Renovar la memoria de Ayala en estos momentos ha de ser gra­to entretenimiento para cuantos amamos las glorias de este pueblo de gloriosa historia y rancio abolengo; y me propongo, si me oís benévolos, tratar muy brevemente de la personalidad literaria de tan inspirado poeta.

                                                I
                                   Escuela literaria
Aparece Ayala en aquellos días en que el arte literario quedó por el momento sin ideal definitivo. El Romanticismo derrocó al Clasicismo pero no pudo sostenerse mucho tiempo; la obra principal de los románticos no fué otra que emancipar el arte de las trabas de aquel y abrir nuevos horizontes con la resurrección de los ideales religiosos y caballerescos de la edad media. La exageración des­acreditó al Romanticismo y causó una reacción saludable y prove­chosa.

¿Qué nueva escuela sustituiría a las dos rivales? En el teatro bretón, Rubí y Ventura de la Vega desarrollaron las nuevas direc­ciones; en el género cómico García Gutiérrez y Tamayo despojaban al drama de las exageraciones románticas; pero estaba reservado a Ayala la gloria de crear el drama de costumbres contemporáneas, fiel retrato de la sociedad, planteando los problemas que más hon­damente le preocupan en el orden moral. chando la reacción clásica de la forma con que revistió el teatro realista y de sincera actualidad. Tamayo tuvo mas ingenio, Ayala mas talento reflexivo, mayor cuidado de la forma y más inclinación a lo clásico, en lo cual se parece a Moratin, aunque enteramente lo oscurezca por la fuerza y riqueza de su pincel.>

Brilla, pues, Ayala con luz propia entre la gloriosa pléyade de ingenios y en él se combina lo más templado y aceptable de las au­dacias románticas con el acicalamiento y corrección del clasicismo; y entre ellos es la más uniforme, la más consecuente y la mejor de­finida personalidad. Volvió Ayala sus ojos al teatro antiguo nacional, libre de las influencias extrañas que lo desfiguraron en el siglo XVIII con la venida del primer Borbón, y lo modernizó con el mismo es­píritu que aquel teatro demandaba.

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