jueves, 26 de febrero de 2009

Las Hermanas de la Doctrina Cristiana


No sabemos si las recordadas Hermanas de la Doctrina Cristiana, cuando posaron para esta fotografía, eran conscientes de que sumaban once, que por asociación de ideas, nos hace pensar en un equipo de fútbol, aunque por la media de edad que observamos, difícil de competir.
Quizás sea una de las últimas fotografías de estas monjas, que tantos recuerdos traen a muchas habitantes de Guadalcanal.

Sobre el 1521, Benito Garzón estaba construyendo un hospital, en lo que hoy conocemos como el convento del Espíritu Santo, precisamente auspiciado por este clérigo del hábito del Espíritu Santo.
Los visitadores de la Orden de Santiago, echaron por tierra este primer intento, porque al igual que ocurre ahora en muchos lugares, carecía de licencia para la construcción del edificio, cuyo monopolio estaba en poder de la Orden de Santiago.

No sería hasta 1612 gracias a la donación de 80.000 pesos, por el indiano natural de la villa, Alonso González de la Pava, que se fundara este convento, conservándose en altar mayor construido en aquellas fechas.
Las primeras religiosas entraron el 14 de junio de 1627, precisamente procedente del Convento de San José, de Guadalcanal y del de Santa Clara, de Alanís. En 1646 llegó a tener veintidós religiosas y dos donadas.

Como el resto de conventos de Guadalcanal, la desamortización de Juan de Dios Álvarez Mendizábal del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, acabó con él.

En 1901, las Hermanas Misioneras de la Doctrina Cristiana, decidieron instalarse en él, impartiendo la enseñanza durante muchos años hasta el año 1998, que lo abandonaron las últimas monjas.

La disminución de vocaciones y nuestra desidia, ha hecho posible que como otras muchas cosas, hayan desaparecido de Guadalcanal

miércoles, 25 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 15


Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Cuanto á las otras cosas que teníades escritas, y á las que agora escribís sobre los fraudes, y colusiones, y procesos, y pleitos, y desacatos, y partes que algunas personas han sacado á los halladores de esas minas, se ha proveido lo que vereis por las provisiones que van con ésta: enviarlas heis luego al alcalde Tejada para que venga ahí y entienda en todo como convenga, y para ello le informareis de lo que fuere necesario, que muy justo es que vos esteis ahí con la autoridad y favor que se requiere, y que quede allanado lo de ese pueblo para que os tengan el respeto que es necesario.
Las partidas menudas que se hovieren comprado con buena fe de los halladores de esas minas, ó de los que tienen partes con ellos, que no sean de personas que hayan hecho fraudes ó hurtos en los metales, desembargelas heis para que gocen de ellas, y ansimismo las que se hovieren dado en pago de jornales; y si halláredes otras de nuevo de esta calidad, dejarlas heis á sus dueños; y en lo del cura de Hornachos paresce que no hay que molestar á los que le compraren su parte.
El asiento que habeis tomado con los alemanes sobre lo que se les ha de dar por lo que trabajaren, ha parescido bien, y no consintais que ninguno trabaje en las minas para llevar parte del metal, sino por jornal ó á destajo, por la cantidad que sacare y provecho: que se mire que los que trabajaren en esto no hurten ninguna cosa de ello.
Platicareis con Juan de Xuren si esos alemanes han usado del azogue para lo de las fundiciones, porque de la Nueva España tengo aviso que es muy provechoso para ellas, y se hacen mejor y mas presto, y á menos costa; y escribirme heis si lo saben hacer ó no.
A Juan de Palencia tomareis cuenta de los cient ducados que el Marques de Falces le hizo dar cuando le envió á esta corte, para que lleve por ello lo que fuere justo, y no mas; y si el Marques quisiere hacer algunas libranzas de gastos pasados, ó de otras cosas tocantes á esas minas, decirle heis que envie acá la razon de todo lo que le paresciere que se debe pagar, para que se provea en ello lo que convenga; y de otra manera no se pague ninguna cosa de lo que librare.
A Gonzalo Delgado dareis los cient ducados que escribis para sus alimentos, á buena cuenta de lo que le pertenesciere de la mina que halló; y en el concierto que con él habeis tomado no hay que responder agora.
El asiento que los contadores tomaron con Juan de Xedler, de que Juan de Xuren pretende aprovecharse, él os lo puede mostrar; y asi no se os invia el traslado, y tambien porque paresce que no teneis necesidad de él.(Queda impreso anteriormente con fecha de 22 de octubre de 1555.)
Del depósito del quinto no hay que hacer caso ninguno, sino que luego tomeis cuenta al depositario que el Marques de Falces puso para ello, y le mandeis que acuda con el alcance al depositario que vos habeis señalado, ó señaláredes, porque como decis no ha de haber mas de una quinta de todo lo que procediere de esa hacienda con cada mina y hallador de ella, para que despues se termine cómo se ha de partir; y entonces se verá la parte que Yo he de llevar, y lo que se ha de pagar á los halladores y otros pretensores; y entretanto ha de venir todo enteramente á vuestro depósito; y mando que tome la razon de ésta Francisco de Almaguer, mi contador. Fecha en Valladolid á ultimo de diciembre de mil quinientos cincuenta y cinco años.- La Princesa.- Por mandado de su Magestad, su Alteza en su nombre. - Joan Vazquez.- Señalada de los del consejo de hacienda de su Magestad.

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El concierto con Gonzalo Delgado, de que habla la Real cedula anterior, consta del siguiente apuntamiento.
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martes, 24 de febrero de 2009

Agustín Capitán Álvarez, poeta guadalcanalense


En la Revista de Guadalcanal del año 1983, Pedro Porras Ibáñez nos hace una presentación del poco conocido "poeta mariano", como de alguna forma él le llama. Poco más sabemos de Agustín Capitán, sólo que a su muerte, donó sus libros a la Biblioteca Municipal de Guadalcanal.

Hoy les ofrecemos esta corta biografía, y unos versos del libro que nombra, "Rayo de luz".


Agustín Capitán Álvarez.

Nace en Guadalcanal a las cuatro de la tarde el 15 de diciembre de 1896, en la calle Jurado, 19. Lo bautizan en Santa María, el cura párroco Manuel Ruiz Ortiz. Fue hijo de José M.ª Capitán Velasco, de las segundas bodas de éste con Concepción Álvarez Ferro.
Cursa sus primeros estudios en el Colegio de Padres Escolapios de Sevilla, más tarde ingresa en el Seminario. No canta misa, pero si aprende teología. Pasa del Seminario, como sacristán al Convento de Santa María de Jesús, en la calle Águilas. De aquí se traslada al Colegio de San Diego, para enseñar.
En los ratos libres hace versos. “Rayo de luz” es uno de sus primeros libros. Se editó en 1929.
Ingresa en el I.N.P. y aquí se jubila. Muere en Sevilla el 28 de febrero de 1978. Deja un libro sin editar que sacan a la luz en 1981. Su título “Sevilla, Jerusalén de Occidente”.
Una brevísima muestra de su acendrado amor mariano, es este sonoro quinteto:

Señora, por la realeza
que puso el Señor en Ti,
alíviame en mi pobreza,
ya que en Ti está la riqueza
que en mi vida apetecí.

A la Poesía


Yo te amo con fervor, sacra Poesía,
Y nunca te ofendí con soez insulto;
Lo mismo en el pesar que en la alegría,
De mi doliente amor te ofrecí el culto.

No me apartó de ti la hiriente mofa
Acompañada, acaso, del agravio,
Que despertó en el vulgo alguna estrofa
O no logró entender el hombre sabio.

Te he contemplado triste muchas veces
Ante un inicuo tribunal sentada,
Y he visto la injusticia de tus jueces
En la expresión cruel de su mirada.

Yo de tu templo me acerqué a la puerta
Y te juré desde ella siempre amarte,
Y al débil resplandor de luz incierta
Pude entrever las gracias de tu arte.

No importa, no, que te desdeñe el necio,
Que eres el alma y vida de la Historia,
Y hasta la misma Ciencia, en su desprecio,
Te llama a sí para ensalzar tu gloria.

Mi corazón por ti late y suspira
Y gozar o sufrir quiere contigo,
Que al no poder pulsar mi triste lira
Más infeliz me siento que un mendigo.

No sé más que admirarte, y tus favores
En mi destierro amargo en vano espero,
Y he de sufrir, paciente, mis dolores,
Mi triste soledad, cual otro Homero.

A otro premia ¡oh deidad! con tus laureles,
Pues yo no aspiro a tu inmortal corona;
Endulcen sólo mi dolor tus mieles,
Que el ángel del favor hoy me abandona.

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sábado, 21 de febrero de 2009

LA SEMANA SANTA, SEGÚN ANDRÉS MIRÓN

Escribir sobre la Semana Santa de Guadalcanal no se hace fácil, cuando existen blogs de casi todas las Hermandades de Penitencia. Pero no quisiéramos dejar pasar estas fechas, sin poner nuestro granito de arena.
Hemos pensado que Andrés Mirón hace veinte años escribió sobre ella con su prosa tan poética, que nuestros lectores nos agradecerán recordar o leer por primera vez, lo que nuestro añorado poeta dejó dicho sobre la Semana Santa de Guadalcanal.

"... En un pueblo meridional, como es el nuestro, la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, fundamento de nuestra fe y faro de nuestra esperanza, la humanización de lo divino, como querían los artistas clásicos, no podría permanecer ajena a eso tan sutil, tan inexplicable a veces, que es la armonía.

El fervor religioso que tan cabalmente impregna y caracteriza a estos cofrades y la sensualidad estética que, a cofrade o no, regalan estas sierras, se aúnan y armonizan para producir ese prodigio de representación a lo divino que son los desfiles procesionales de Guadalcanal. No en balde es la más antigua tradición que se conserva. Ya Ortega dijo que un pueblo es, ante todo, un repertorio de costumbres. Habrá por tanto, que admitir que existe, también, una “Pasión, según Guadalcanal” y que ello es así porque lo da la tierra.

Lo que realmente origina, conforma y, en definitiva, insufla un alma motriz vivificadora a la Semana Santa es la cofradía. Sin ella no sería posible. Al menos, no sería tal y como aquí se la concibe y manifiesta. De hermandad se trata, gracias a Dios. Hermanos que andan todo el año preocupados en el diseño y confección de los respiraderos de un paso, en la restauración de un manto bordado en oro, en la adquisición de unas potencia par aun Cristo, en el plateado de unos candelabros de cola… Entrega. De ahí que, cofradieramente, la Semana Santa de Guadalcanal comience el Domingo de Resurrección y termine el Domingo de Ramos. Lo que media es puro éxtasis.

Se velan las primeras armas cofrades en la Hermandad conocida por la de La Borriquita –esto es, la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén-, que congrega a la grey infantil en el luminoso y alboceleste desfile callejero de la mañana del Domingo de Ramos de los olivos guadalcanalenses… Se diría que el campo se desfleca por el pueblo con lo mejor y más abundoso de sus frutos. Y Jesús, humilde y cabalgante, entre los hosannas de aquellos a quienes hemos de asemejarnos, seguido de la Virgen del Rosario y de la Palma.

Continúa la versión local de la Tragedia del Gólgota, la tarde del Miércoles, con la salida procesional del Cristo de la Humildad y Paciencia y la Virgen de la Paz, cuya hermandad integran los costaleros todos del pueblo. Subamos a Santa Ana para ver el paso, ya nocturno e impresionante, de esta cofradía.

El Jueves, cuando el sol primaveral sea un recuerdo malva allá por el Monforte y asome por Tres Picos la luna de Nisán, conviene dirigirse por la antigua calleja del Concejo, sombrosa tanto como estrecha, al Altozano Bazán para ver el cuerpo flagelado, malherido, perfecto pese al dolor, del Cristo Amarrado, entre sayones que empuñan látigos terribles y escoltado por la oración carmesí de unos penitentes que portan la cera que arde. Maniatado va el Señor a una columna de plata, del siglo XVIII, con motivos rocalla e imperio, del punzón de Agustín Méndez. Y detrás, el paso de palio de la Virgen de la Esperanza, hecha un mar de lágrimas, en el jardín incandescente de la candelería. Se fundó esta Hermandad en 1691 y es pontificia desde 1729.

Al amanecer del Viernes, contemplamos en cualquier esquina –porque cualquiera el válida para deslumbrarse y sobrecogerse al mismo tiempo- el paso lento, fatigado, dolorido, de Nuestro Padre Jesús Nazareno, ayudado por Simón es de Cirene a llevar el pesado madero, que aquí es de carey y plata repujada. El monte de claves rojos, la canastilla barroca, los faroles afiligranados, las bordaduras de oro sobre la túnica violeta, los senatus y estandartes recamados, las clámides glaucas y albos plumeros de la centuria, las filas moradas con cruces penitenciales… El colorido devocional del pueblo. Y le sigue, lívida y llorosa, la Virgen de la Amargura, acompañada de San Juan Evangelista, sobre ese soneto que, según el P. Cué, es el paso de palio. Y así –con un sinfín de reformas y mejoras- desde el año 1565, en que fue fundada esta Hermandad en la parroquia de San Sebastián.

El sol primaveral irradia ya con todo su esplendor sobre unas cales que ni el día más triste del año logra enlutecer. Hay en el ambiente, empero, algo de derrumbe, de abatimiento: el cansancio de los rostros, la cera derretida por las calzadas, las marchitas azucenas que ajardinaron la pena de María… Con todo, aún quedan fuerzas para apostarse en un lugar de los Cantillos para ver el paso del Cristo de las Aguas, crucificado, muerto, lanceado. Blancos penitentes lo acompañan, alabarderos desfilan tras el cadáver erguido y descoyuntado, enclavelado calvario lo sostiene… La devoción a este Cristo (no a esta imagen) se remonta al año de 1527, en que fue traído de América –de ahí la advocación de Las Aguas- por el hijo de esta villa Francisco Muñoz de la Rica. Y no es hasta 1867 que se funda la Hermandad de las Tres Horas. La Dolorosa de “las siete espadas” le sigue. Manto, saya y palio azulean rabiosamente aun en la angostura de una calleja. En cambio, no alumbran –o alumbran, pero imperceptiblemente- los candeleros del paso, pues no es menester la luz en esta mañana rutilante; pero aquí van, retorciéndose, dejando resbalar sus densas lágrimas por los guardabrisas.

Luctuosa, grave, solemne es la procesión, la tarde del Viernes, de la Hermandad de Santo Entierro de Cristo y Nuestras Señora de la Soledad, que –radicada primitivamente en el convento franciscano existente en lo que hoy es el cementerio, según se dijo- es la más antigua de Guadalcanal, pues data su fundación de 1508. Cruz parroquial de plata sobredorada abre el desfile, que lo integran representaciones de todas las cofradías, yendo los hermanos enlutados y dando escolta de fervor a la urna barroca y dorada, coronada por un pelícano, que contiene el cuerpo sin vida de Jesús. Y cierra el cortejo la Virgen de la Soledad, con la congoja morena y dulcísima suya. La brisa abrileña mueve el sudario colgante y descaecido de la cruz, a cuyos pies va “la Sola del sol difunto”

Y el Domingo, cuando el bronce bendito de las campanas anuncie a los cuatro vientos que Cristo ha resucitado, es menester volver a la calle para presenciar el paso triunfal de aquél que nos amó hasta dejarse la última gota de su sangre al pie de un madero. Hay en cada cofrade un aleluya a flor de alma. Hay una claridad venida de lo alto que todo lo inunda y que renace en cada ser creado. Alguien dijo que la claridad es un dos, es decir, algo que se nos da sin mayores merecimientos. Y hoy, aquí, en este valle de gozos que es Guadalcanal, ese don se transforma en un fulgor de vértigos azules que nos desvela el supremo misterio del Alfa y el Omega..."

jueves, 19 de febrero de 2009

El último alfarero


Posiblemente si presentáramos esta fotografía a una competición, se llevara uno de los primeros premios. El fotógrafo (imperdonable por nuestra parte no saber el nombre, ya que hace sólo unos días comentamos la fotografía con uno de los protagonistas) ha condensado en la imagen el trabajo de un alfarero, que sólo con sus manos y la ayuda de sus pies, ha ido modelando los diferentes “cacharros” que podemos ver.
La fotografía nos muestra a dos generaciones haciendo el mismo trabajo; padre, en este caso Segundo Muñoz, e hijo José Muñoz. La instantánea fue tomada en su penúltima alfarería, en la actual calle Juan Carlos I, ya que al final la trasladaron al Coso Bajo, donde los nuevos tiempos la arrinconaron y por último desapareció cuando se hizo la nueva casa.
Es curioso que en tan poco espacio, podamos ver reflejada la historia de Guadalcanal. En primer lugar, vemos a un José muy joven –ahora ya es abuelo- modelando una maceta, que posiblemente vimos en algún patio, conteniendo unos geranios rojos, o unas rosas del mismo color.
Nosotros que no somos alfareros, no sabemos muy bien, si la maceta que en esos momentos modela el joven artesano, al secarse, se comprime el tamaño y se iguala a esas otras que aparecen en la fotografía; no creemos que pueda suceder, como tampoco, que los cántaros pequeños se conviertan en grande, ni que con los tiempos que corren, pudiéramos llenar las alcancías que también aparecen, para divertirnos en la próxima feria.
Quizás el “pipote” es lo último que hemos dejado de ver, e incluso todavía aparecen en algún granero de nuestras casas, dispuestos a seguir suministrando el agua fría en el verano.
La última pregunta que nos hacemos es, ¿fue capaz José de hacer la hermosa vasija que su padre Segundo, hace en este momento? En la mirada quizás podemos notar el orgullo que siente en ese momento, al estar dando vida a un nuevo trabajo, que posiblemente perdure aún, conteniendo una flor marchita, aunque no fuera su uso original.
Nos quejamos de que no hay trabajo en Guadalcanal, pero como pasó con los zapateros que comentábamos hace unos días, nadie quiso continuar con este trabajo y ahora ya es imposible captar la imagen de un padre y un hijo, realizando este trabajo.
Una última curiosidad nos queda, ¿en qué se convirtieron las bolas de barro que José tiene a su espalda?

martes, 17 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 14



Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA
HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Pues os parece que se deben dar algunos dineros á Martin Delgado, por ser el que halló la primera mina rica, hacerle heis dar hasta quinientos ducados por agora á buena cuenta de lo que hoviere de haber, y téngase cuenta de ello con él.
Cuanto á lo que decis sobre que la casa de la encomienda seria muy conveniente para guardar, fundir y afinar esos metales, el Marques de Cortes escribe al que está en ella lo que vereis. Si se escusare de hacerlo, alquilareis otra casa que sea cómoda para ello, y si fuere necesario reparar en ella ó edificar algo para este efeto, hacerlo heis. Y mando que tome la razon de esta Francisco de Almaguer, mi contador. Fecha en Valladolid á diez y ocho dias del mes de diciembre de mil é quinientos é cincuenta é cinco años.
Teniendo escrita esta, llegó vuestra carta de tres de este en que me avisais de la respuesta que el Marques de Falces dió á la sobrecarta que se os envió, y de lo que habeis descubierto cerca de los fraudes y hurtos que se han hecho de los metales, y de las partes que de ello se han dado á algunas personas, en lo cual se proveerá por la contaduría mayor lo que convenga con brevedad: y agora se entiende mejor la ocupacion y embarazo que teneis con esa hacienda, y paresce que conviene que tampoco entendais en los casos criminales tocantes á ella, sino que lo haga el juez que se proveyere de la contaduría mayor; y vos dareis recaudo al sacar y beneficiar de los metales, y en proveer para estos efetos lo que será menester á las cuentas que habeis de tener de lo que procediere de ello y de los gastos que en todo se hicieren: y tomareis para ello un buen oficial que sepa tener cuenta y razon de todo por buena orden, mirando que, demas de ser hábil, sea muy fiel, y darle heis el salario que os pareciere.- La Princesa.- Por mandado de su Magestad Su Alteza en su nombre.- Juan Vazquez.- Señalada del dotor Velasco, del contador Almaguer, y licenciado Valderrama, del consejo de la hacienda de su Magestad.

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La cédula que se mandó despachar á Pedro Luis de Torregrosa, á quien Zárate habia hecho venir de Sevilla, es del tenor siguiente:

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Carta de la señora Princesa, gobernadora, á Pedro Luis de Torregrosa, encargándole el aprovechamiento de las minas.

Contadurías generales, núm. 3072

18 de diciembre de 1555

El REY.- Pedro Luis Torregrosa: En contador Agustin de Zarate me ha escripto como por me servir habeis venido ahí á su instancia á dar órden en beneficiar los metales de esas minas, y que con vuestra industria se hará mas aprovechadamente, y el cuidado que habeis de tener tambien del depósito de la plata, todo lo cual os tengo en servicio; y asi os encargo lo hagais y continueis en el tiempo que fuere necesario, é por la via y manera que al dicho contador y á vos paresciere que será mas conveniente para el provecho y buen recaudo de la hacienda, que, demás del salario que se os pagará, me terné por muy servido de que así lo hagais. De Valladolid diez y ocho de diciembre de mil quinientos cincuenta y cinco años.- La Princesa.- Por mandado de su Magestad, su Alteza en su nombre.- Joan Vazquez.- Señalada del doctor Velasco, y contador Francisco de Almaguer, y licenciado Valderrama, del consejo de la hacienda de su Magestad.

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En cartas de 30 de noviembre, 7 y 12 de diciembre, avisó Zarate á su Alteza Real que las minas cada vez manifestaban mas riqueza, y que, conforme á su comision, habia llamado y tratado sobre su labor con algunos alemanes, que trabajaban en los mineros de la Alcudia y de la Serena; especificando los demas puntos que constan de la respuesta que á dichas cartas dió su Alteza, que dice así literalmente.

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Respuesta á las cartas de Agustin de Zarate de 30 de noviembre, 7 y 12 de diciembre de 1555, sobre el estado y negocios de las minas.

Contadurías generales, núm. 3072.

13 de diciembre do 1555.

EL REY.- Agustin de Zarate mi criado: Ví vuestras cartas de treinta del pasado, y siete y doce del presente, y el contador Almaguer me hizo relacion de lo que le escribistes, y he holgado mucho de saber las particularidades que escribís de la buena esperanza que hay de las minas y de la riqueza de ellas, y de lo que habeis hecho y haceis en la fundicion y afinacion de los metales que estaban sacados, y la orden que habeis dado con los alemanes para desaguar y limpiar los pozos, y sacar los metales y beneficiarlos, y proveer lo que para estos efectos es menester; continuarlo heis todo con el cuidado y diligencia que de vos confio, pues teneis entendido la mucha necesidad que hay del fruto que de esa hacienda se sacare, y avisarme heis á la contínua de lo que procediere, y para cuándo se podrán cumplir los sesenta mil ducados que se han de enviar á la Goleta; y la plata que está sacada, y lo que mas se sacare hasta esta cantidad, enviarla heis á Sevilla á Fernando de Almansa, Veinticuatro de ella, ó á otra persona dé quien os confieis, para que la haga hacer moneda lo mas presto que ser pueda, para que alli se entregue á Diego de Cazalla, pagador de las armadas, que ha de recibir este dinero para enviar á la Goleta.
En lo que toca á los aposentos, y mantenimientos, y madera, y leña, y carbon, se os envian las cédulas que vereis: si se pusiere impedimento en lo de la madera, comprarla heis.

domingo, 15 de febrero de 2009

La Escuela de doña Hermo


Si en la fotografía de hace unos días, no cuadraba la imagen del perro, en esta fotografía realizada en el patio del colegio de doña Hermo, aparecen esos niños en primer plano, que nos parecen fuera de lugar. ¿Qué hacen cinco niños en una escuela de niñas, en los años cincuenta y pico?

Ahora que todo está tan normalizado, resulta imposible conseguir una fotografía de estas características. Las jovencitas del fondo, son bastante más mayores que las que se encuentran junto a la maestra, pero en aquéllos tiempos era normal.

Algunas de estas caras, las hemos visto repetidas en las hijas que con el tiempo han tenido, y últimamente son sus nietas las que vemos correr por el paseo de El Palacio o la Plaza de España.

Hay una cosa que destaca, incluso más que la blancura de sus vestidos. Repasando la fotografía de derecha a izquierda y de abajo a arriba, observamos que se pueden contar con los dedos de una mano y quizás sobren, las personas que han permanecido en Guadalcanal. La emigración de los sesenta se llevó a todas estas niñas, al igual que a los cinco niños, que han tenido que realizar su vida en otros lugares, quizás añorando estos días ¿felices? de su niñez y juventud.

Mª de los Ángeles Ochavo –que aparece en la fotografía- nos obliga a recomponer la nómina de nuestros profesores, e incluir a su padre, Antonio Ochavo Trejo, que por un salto en la memoria, lo habíamos olvidado.

Hay otra curiosidad que vemos al final; existe en la fotografía, por partida doble, tres que son hermanos y seis que son primos.

Por último, ¿qué podían celebrar para que todos aparezcan resplandecientes y trajeados?. Esta es la historia que quisiéramos conservar y documentar para que nuestros nietos, un día que no puedan usar el ordenador, sientan interés por el pasado de Guadalcanal.

jueves, 12 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 13

Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Ya vuestra Magestad sabe como poco antes que yo me partiese de esa villa, supliqué se me mandasen pagar cien ducados que se me debian del resto de mi salario del tiempo que sirví en Flandes é en Inglaterra, para ayuda de pagar mas de trecientos ducados que quedé debiendo en Flandes, los ciento y cincuenta de los cuales son del alcance de mis cuentas, y quédé obligado que si no los imbio en todo este año, los tomarán á cambio sobre mi hacienda, pues no es justo que habiendo yo servido á V. M. con tanto trabajo de mi personá y riesgo de mi hacienda y acrescentamiento de la suya, no solamente no se me hagan muchas de las mercedes y ventajas que se suelen hacer á otros que no han servido tan aprovechadamente como yo, pero que se ponga dilacion en pagárseme el salario que líquidamente me es debido; á V. M. suplico me haga merced de mandar que se me libren los dichos cien ducados, para que yo los pueda imbiar á Flandes con lo demas, para pagar el dicho mi alcance, en lo cual recibiré señalada merced de V. M.; cuya Imperial Persona N. Sr. guarde con acrescentamicnto de mas reynos y señoríos. De Guadalcanal 20 de noviembre 1555.
Despues de tener escrita esta carta, me envió Pedro de Baeza desde Sevilla, una cédula de V. M. para que le diese veinte mil ducados en plata, y otra para que, demás de los dichos veinte mil ducados, le diese, por aprescio y pagándolo, toda la mas plata que hoviese menester. A lo uno y á lo otro está respondido arriba, porque no ha fecho el tiempo tal que se pueda fundir y afinar plata de que se pueda cumplir tanta cantidad; pero vista la prisa que hay, yo he fecho venir aquí todos los afinadores de la comarca, y en las tres fuslinas que arriba digo que tengo fechas se afinará toda la plata que hoviere, de tal manera que de dia ni de noche no se haga otra cosa, de manera que se cumpla con Pedro de Baeza con la mayor brevedad que sea posible. Hácennos para esto grande ayuda los cuatro mil ducados que están depositados en Sevilla de lo que se embargó á Martin Delgado. En todo se entenderá con la diligencia que requiere este negocio, para que se cumpla lo que manda V. M. cuya Imperial Persona N. Sr. guarde con acrescentamiento de muchos reynos y señoríos. De Guadalcanal 21 de noviembre de 1555.

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El dia 25 de este mes volvió á escribir Zarate á la señora Princesa, dándole cuenta de los muchos hurtos y ocultaciones de metal que se habian nuevamente descubierto, y proponiendo que se nombrase un juez especial que entendiese y conociese de ellos y de los pleitos que se seguian por mnchos particulares que se creían interesados y con derecho á las minas.
Con fecha 3 de diciembre escribió tambien manifestando, entre otras cosas, la necesidad de comenzar á formalizar una contaduría de aquel establecimiento, sobre lo cual la señora Princesa mandó contestarle en la siguiente cédula.

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Respuesta á las cartas de Agustin de Zárate de 21 y 25 de noviembre de 1555 relativamente á la labor y beneficio de las minas.

Contadurías generales, núm. 3072.

18 de Diciembre de 1555.

EL REY: Agustin de Zarate mi criado: Vi vuestras cartas de veinte y uno y veinte é cinco del pasado, y he holgado de la buena relacion que hacéis de esas minas y de la esperanza que teneis que serán de mucho provecho las primeras que se hallaron por Martin Delgado y Gonzalo Delgado: habeis hecho muy bien en ocuparos en la fundicion de los metales que estaban sacados y por beneficiar, y en proveer todo lo demas que para este efeto ha sido necesario, y hacer venir para ello á Pedro Luis Torregrosa por ser persona tan hábil y de confianza como decís, al cual escribo la carta que os parece: ocuparle heis ahí el tiempo que viéredes que será necesario, y en la orden que decís que habéis de tener con él en lo del depósito de la plata que se sacare, vos lo remito para que lo hagais como viéredes que mas convenga, para que la hacienda esté mas segura y á recaudo; y si se pudiere dar orden para desaguar las minas y que se saque de ellas metal, proveereis que se haga lo mas presto que ser pueda, y de meter en ellas toda la mas gente que hoviere lugar para que se saque la mas cantidad que ser pudiere; y si por razon del agua que tienen, esto no se pudiere hacer tan presto, hacerlas heis reparar de las ademas lo mejor que ser pueda, para que se conserven y no se cayan ni hundan las puentes, y si se pudieren cubrirlas las bocas de los pozos para que no entre en ellos agua, hacerlo heis; y todavia paresce que en el campo cerca de las minas debeis hacer una casa de prestado donde se guarde el metal debajo de llave luego como se sacare, y que de alli se saque por cuenta para labrar y aderezar para llevarse á Guadalcanal á fundir é afinar, porque no se hurte ni desperdicie; y debeis proveer que haya veedores de confianza que lo miren todo, y que la parte donde se guardare el metal en la villa hasta fundirlo sea segura y con llave, y que de esta misma manera se guarden las planchas de plomo y plata que salieren hasta afinarlas; y sacar la plata de ellas y pesarla y ponerla en el depósito: y habeis hecho muy bien en hacer las marcas para señalar las planchas y pastas, porque todo es menester para escusar los fraudes y colusiones que en hacienda de esa calidad se pueden cometer; y las otras minas que se hovieren hallado y hallaren demas de las ricas, proveereis que se ensayen todas, y siendo de provecho hareis que se saque metal de ellas y se guarde aparte en la dicha casa, y se labre y beneficie lo de cada dueño de mina por sí, y que se tenga libro y cuenta y razon de todo, de manera que se pueda entender y saber el provecho que se sacare de cada mina por su parte, para el repartimiento que de ello se hoviere de hacer con los halladores y otros pretensores, conforme á justicia; y de contino me avisareis particularmente de lo que en todo hiciéredes y proveyéredes, especialmente de la calidad de las minas y cantidad de ellas, y si van encajadas hacia lo hondo, y qué tanto tienen de ancho, y si son fijas ó de qué manera, y qué provecho es el que se saca de cada una de ellas; porque hay mucha necesidad de saberlo para las cosas que acá se ofrecen.
Segund lo que escribis, ya tendreis entregado á Pedro de Baeza los veinte mil ducados que ha de llevar á Cartagena, y el alcalde Salazar ha escrito como le entregó lo que tomó en Sevilla por la diligencia que vos hicistes; y sabed, que demas de estos están consignados sesenta mil ducados para la paga de la Goleta, en lo primero que procediese de esa hacienda, y estos conviene mucho que se envien con la mayor brevedad que ser pueda, porque la plata que se enviaba para aquella plaza se perdió en la toma de Bugía, y así me avisaréis para cuando se podrá cumplir.
La orden que el Marques de Falces y sus ministros han tenido con vos, no ha sido la que conviene, y así usareis de vuestras comisiones como sea necesario; y en lo que parece que debeis insistir es en averiguar los fraudes que se hovieren cometido en esa hacienda, y lo que de ella se ha repartido, y en qué personas, y proveer que lo vuelvan, eceto lo que se hoviere dado en pago de jornales; y ansimismo entendereis en averiguar cualesquier delitos y ecesos que se hovieren cometido cerca de esto, y avisar acá de los que halláredes culpados y en qué cosas; pero en los otros pleitos civiles no hay para qué os metáis, que sería embarazaros mucho: y para que sepáis los que acá penden en la Contaduría Mayor se os envia la fé que veréis, firmada del escribano de la audiencia ante quien pasan.

Nuestra Semana Santa - 1


Posiblemente sean setenta años, los que separan a estas dos fotografías. Naturalmente no existían las cámaras digitales, en el momento de coger esta instantánea. Todavía debía ser inusual –por la expectación que se ve en los presentes- ver un fotógrafo con aquéllos trípodes de madera y la cámara con cortinillas.

Viendo las imágenes que observamos en la fotografía, era Jueves Santo. Seguramente ya Pilatos ha tenido que elegir liberar a Barrabás en la cárcel de la calle Milagros, si en estas fechas ya existía en las traseras del Hospital del mismo nombre.

Quizás podíamos destacar –aparte de la bonita túnica que lleva Jesús- el aspecto de buenas personas de los sayones o soldados que le acompañan. Igualmente el pequeño tamaño de l
os pasos y la seriedad de todos los presentes.

En esta otra fotografía, de hace muy pocos años, vemos a Longinos –también con cara de buena persona- mirando incrédulo a Jesús y presintiendo que no habrá forma de salvarlo de la Cruz. De gran valor es la columna de plata donde va amarrado el Cristo y la túnica que lleva en su mano izquierda el centurión y que no vemos.

Ahora que ya los cofrades se aprestan a iniciar la Cuaresma, pensamos que puede ser interesante comparar los cambios que en estos años han tenido nuestras cofradías, que no deja de ser un reflejo de los que se han producido en las personas que en Guadalcanal vivimos.

miércoles, 11 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 12


Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Sobre la corta de esta madera he tenido diferencia con el concejo, socolor de la provision ordinaria que tienen sobre la guarda de los montes; y habiéndome concedido la licencia á instancia del Marques de Falces que á este efecto fue al cabildo, otro dia siguiente, viendo que se habia ido á Llerena, no me quisieron dar la dicha licencia; y visto que se empedia toda mi obra, con esta ocasion hice cierta informacion de como se podia cortar la leña de forma que no solamente no hiciese daño, mas antes provecho: la invué á cortar, y ansi se cortó sin que nadie lo osase resistir; y está cortada toda la madera y guardada, para ponerse con el primer buen tiempo que haga. Todo el metal que estaba sacado, ó lo que ha sobrado, está á recaudo y con guardas puestas de mi mano y debajo de llave.
Viendo el Marques de Falces, después del primer embargo que puso para que no se labrase la mina, que no bastaba recaudo ni guardas para que el metal no se hurtase del campo, mandó á sus dueños que lo fundiesen, y que las planchas que saliesen fundidas se depositasen; lo cual se hizo ansi hasta que yo vine, y de esto está depositada la cuantía que arriba digo. Después acá no se ha fundido nada por razon de las dichas aguas, porque no hay casa tejada donde se hagan las fundiciones.
Todos cuantos tratan de esta materia afirman que cuando, mediante Dios, se saque á furia el metal, será imposible proveer que no se hurte la mitad, habiéndose de hacer las fundiciones en el campo donde de noche no se puede guardar, y que todo esto cesaria, y la hacienda sería mejor beneficiada, si se fundiese y afinase en casa cerrada, y donde se pudiese prohibir la entrada á los que no tienen alli que hacer. Hallamos que en toda esta tierra no se puede hallar mejor aparejo que en la casa de la encomienda de esta villa, porque tiene unos corrales muy anchos donde sin ningund perjuicio de la casa se pudiesen hacer alli las fundiciones; y que se trajese alli el metal lavado á fundir en costales, pues no se acrescienta nada en la costa, porque como se ha de traer despues el plomo, se traerá antes la tierra; y porque estoy cierto que García de Bustamente, criado del Marques de Cortes, que es administrador de esta encomienda, no lo permitirá hacer, importaria mucho que por via de los del Consejo de las órdenes V. M. inviase á mandar al dicho Bustamante que desembarazase la casa para este propósito, la cual bastaria para que cupiésemos todos los que entendiésemos en este negocio, el cual se haria, con mucha ventaja y brevedad, de esta forma.
Porque no se perdiese de todo punto el tiempo, he tenido forma cómo se pueda hacer algo debajo de tejado; y esto ha sido por ver que se deshagan todas las fuslinas, que son hornos de afinaciones que estan fechos en diversas partes de la villa; con cuya ocasion se ha encobierto todo el metal que falta; y que en un gran portal que para este efecto se alquiló se hiciesen tres fuslinas, donde se va afinando la plata que pertenesce al quinto de V. M., porque cuando fuere necesario socorrerse del dinero, se escuse la dilacion de afinarlo entonces. Estas afinaciones hacen ciertos vecinos de Hornachos y Azuaga. Ayer llegaron aqui ciertos afinadores de Sevilla, que se profieren á hacerlo con mas brevedad y provecho. Para mañana tienen fecho los unos y los otros sus aparejos y cendradas, y les tengo dividida por iguales partes, y de unas mismas planchas partidas por medio cada cinco arrobas de plomo, para hacer esperiencia de quién lo hace mejor, y elegir aquel; porque los alemanes que ha de traer Joan de Juren, no vienen, ni venidos saben ellos cosa de afinacion, sino de fundicion.
Yo creo V M. estará informado como un Alonso de Córdoba y su madre han pretendido que estas minas entran en las tres leguas, fenescido el obispado de Córdoba, y que por tanto les pertenece el quinto de ellas por la merced que de V. M. tiene; y habiendo traido aqui pleito con Joan de Juren ante el gobernador, y fecha la medida, se halló que las minas estaban fuera de las tres leguas, y ansi fue excluso el dicho don Alonso. Después acá ha parescido Diego de Vargas Carvajal, vecino de Trujillo, pretendiendo que las dichas minas entran en las tres leguas despues de fenecido el obispado de Badajoz, porque dice que los Reyes Católicos hicieron merced al doctor Carvajal, su padre, de los quintos de las minas que se descubriesen en el obispado de Badajoz y tres leguas al derredor. Joan de Juren lo contradice, y tratándose el pleito, ha fecho medir privadamente desde el término de la diócesi, y halla que las dichas minas caen fuera de las tres leguas, por lo cual siendo resolbidos á pruebas, é mandados nombrar medidores, Diego de Vargas reusa la medida, y pretende probar las tres leguas por opinion vulgar, y así corre el término probatorio; y aunque Joan de Juren hace sus diligencias en seguimiento del pleito, pero como estrangero no puede saber tanto ele los pleitos de Castilla cuanto sería necesario, y porque segund la esperanza se tiene concebida, éste es uno de los mas importantes pleitos que hay hoy en Castilla; porque si no falta lo que está mostrado, ya V. M, sabe lo que tiene escrito el Marques de Falces, que se sacarán cada año seiscientos mil ducados, de que vernan á V. M. ciento y veinte mil del quinto, y á este respeto todo el tiempo que duraren las minas en su prosperidad; por lo cual sería justo que se toviese particular cuenta con este negocio, y que el fiscal de V. M. invease persona muy esperta que hiciese en él las diligencias necesarias, y aun á otros pleitos de mucha menos importancia habemos visto ir los mismos fiscales en persona; V. M. será servido de mandarlo proveer con brevedad, porque importa mucho; aunque la mas conveniente provision sería, atenta la grande importancia de la causa, y que es sobre rentas reales, cuyo conocimiento pertenesce á vuestros contadores mayores, mandar que el gobernador remita á aquella audiencia el negocio, y en caso que esto no hoviese lugar, proveer que si la sentencia que diese el gobernador fuere apelada, se otorgue la apelacion para ante los oidores de la Contaduría, en caso que de derecho haya lugar. Doy de ello noticia á V. M. como soy obligado por el notable perjuicio que entiendo podria resultar de no ser informado de lo que pasa.

domingo, 8 de febrero de 2009

López de Ayala, poeta


Nuestro ilustre político y dramaturgo del siglo XIX, Adelardo López de Ayala, además de estas dos facetas tuvo otra menos conocida, la de poeta.
Hemos añadido un contacto: Adelardo López de Ayala, sus mejores versos, para que puedan conocer a este otro López de Ayala, que incluso cuando no tenía ganas o inspiración, se entretenía en componer unos versos para la ocasión.
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El Sueño

Sueño, que lento y pesado
mis sentidos acometes,
y uno a uno los sometes
a tu imperio dilatado:
tú en prisión pones la vista
y gusto y tacto en olvido:
pierde el olfato la pista,
y, aunque el último, el oído
también cede a tu conquista
Y así dominas el fuerte,
y dejas de guarnición
la eficaz respiración
para que impida a la muerte
quitarte su posesión.
Ya sé que al cuerpo te agrada
ver en nada transformado...
¡Y el cuerpo vil es muy dado
a transformarse en la nada!
Mas, cuando pones en calma
el corpachón, que es más fuerte,
dime, tití de la muerte:
¿en qué se entretiene el alma?

sábado, 7 de febrero de 2009

Minas de Guadalcanal 11

Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I
(Se mantiene la ortografía de la época)
Una forma ha habido de la principal perdicion de esta hacienda, y es que como al principio se sacaban los montones del metal rico, y creció la fama de ello por todas estas comarcas, vinieron á verlo todos los principales, y con ellos gran número de gente menuda, asi de Sevilla como de Llerena y de todo este maestrazgo quince ó veinte leguas al derredor, y, cada uno que llegaba, so color de mirar, pública y secretamente llevaba un cochizo ó terron que por lo menos valdria diez ó doce reales de plata; y á los que parecian hombres de bien, que lo tomaban públicamente, no se les decía nada por los que alli estaban, y á los otros no se les veía, y ansi dicen que se perdió y hurtó por esta forma mas de diez mil ducados de plata, lo cual se ha fundido y afinado en Hornachos, y Azuaga, y Alanis, y Cazalla, y Llerena, y otros lugares comarcanos, sin que se tenga esperanza de cobrar cosa ninguna de ello, caso que V. M. perdió el quinto de todo lo hurtado, que aun algunos lo ponen en mas crecida cantidad de la que arriba digo.
Luego que llegué quise averiguar aqui qué tanto se montaba en el quinto que á V. M. ha pertenecido de todo lo sacado de estas minas, el cual quinto se depositó desde el principio en Francisco Gonzalez Abasta, vecino y regidor de esta villa, por mandado del Marques; y habiéndole pedido la cuenta de lo que tiene recibido, hallé que se monta en ello, con ciertas partidas que en mi tiempo se han quintado, ciento treinta y dos arrobas y ciertas libras mas; y porque en este quinto entran metales de diferentes formas , se hará harto si acude al quinto de plomo uno con otro, de manera que á esta cuenta saldrá de lo quintado hasta agora veinte y seis arrobas de plata fina, que, como dicho es, se puede contar á lo menos á trescientos ducados cada arroba, que monta en todo siete mil é ochocientos ducados, y parésceme que fundido lo sacado, habrá cumplimiento á diez mil ducados en todo. No he querido remover el depósito del quinto, porque me paresce hombre honrado y abonado el que lo tiene; pero todavía entiendo poner en ello recaudo, como se acostumbra en la hacienda de V. M., haciendo una arca con dos llaves, de las cuales yo terné la una, porque el dicho depositario tenga en esta hacienda administracion y no dispusicion; y estará de tal suerte, que á la hora que fuere necesario no haya dilacion cuando V. M. se quisiere socorrer de ella.
Hallé que toda esta plata se ha quintado y quinta con cierta marca en que estaban escritas tres letras que dicen REY, y porque me paresció que no era ésta la costumbre de lo que se usa en las Indias, hice hacer un escudo nuevo con el castillo del escudo real de V. M, cuya empresion envío con ésta. Y porque toda la fuerza y buen recaudo de esta ciencia consiste en la guarda de este cuño, se porná en él toda la autoridad y buena guarda que se pone en las provincias de las Indias. Meterse ha en un cofrecito pequeño de que yo terné la llave, y el mismo cofrecito estará en el arca donde se metieron los quintos. Haré pregonar en esta villa y en la ciudad de Sevilla, y en Llerena, que toda la plata en pasta, ora sea en plata fina, ó plata plomo, que no estuviere marcada con esta marca Real, se tome y detenga por perdida; porque, como tengo dicho, se entiende que en esta comarca hay gran cantidad de plata hurtada y escondida sin quintar, y podrá ser que demas de proveerse por este camino de lo por venir, se remediase algo de lo pasado en que no ha habido cuenta ni razon, ni parescia tener dueño esta hacienda; y cierto al mismo Martin Delgado le hoviera valido mas de diez mil ducados que hi hoviera venido dos meses antes.
En lo que se ha sacado de estas minas hay muchas partidas que tocan á personas particulares que han comprado el metal á los obreros, á quien se daba por via de partido, y otras de los mismos sacadores, las cuales son tan menudas, que muchas de ellas no llegan á diez ducados, y otras muchas no pasan de ciento. Los dueños de este metal son pobres, y claman diciendo que para comprarla se empeñaron, y otros para comer mientras lo sacaban, y pídenlo; y ansimismo hay otras personas que tienen muy pequeña parte en la mina de Gonzalo Delgado, que aunque por el memorial que allá se envió paresce la division en partes gruesas, despues aquellos á quienes cupieron hicieron otra subdivision en partes muy menudas á amigos y parientes suyos, de manera que hay alguno que no tiene la cincuentena parte, y otros no llegan á la centésima: convendria dar orden en que se remediase esto, por evitar exclamaciones, en la mejor forma que V. M. sea servido, porque sino es lo que toca á Martin Delgado y á sus minas, todo lo demas está partido entre tantos, que no pueden dejar de ser partidas muy menudas, como está dicho.
Después que aquí llegué ha fecho tantas aguas y tempestad sin cesar noches y dias, que por ninguna forma se ha podido cavar en los pozos, antes se ha temido que se habrán de hundir segund el agua han cogido; y caso que el principal que se les ha podido dar era echarles ciertos apoyos que para esta materia se llaman adémas, que van sustentando entrambas partes del pozo, tambien se halló grand peligro en esto, porque se desboronaba la tierra al entrar, y se temia peligro de los que estoviesen dentro; y ansi todo lo que se ha podido hacer es cortar las adémas, para que ha sido necesaria gran cantidad de leña de encina, y tenerla aparejada de suerte que en los primeros dias que cesen las aguas se puedan echar y tener á punto los tornos y unos zaques que se hacen de cuero para desaguar las minas.

martes, 3 de febrero de 2009

La viñeta de Antón Zape




La caseta de El Galgo

Tiene de todo esta fotografía. Además de las guapas señoritas, que me supongo son las causantes de que ahora podamos observar esta postal de una mañana de feria de septiembre, hasta la “chambra” que luce el señor de la gorra.

Vemos la señora mayor con el clásico moño, que parece no encuentra al marido, y a las dos amigas que se acercan muy decididas a la caseta, porque suponemos si han encontrado a los suyos.

La caseta parece inmensa, y la verdad que efectivamente así era. En aquéllas fechas no existían todas esas casetas particulares que ahora conocemos, y sólo ésta y la de El Chato, -que estaba a la izquierda de la fotografía- eran las encargadas de saciar la sed durante los días de ferias.

Esta fotografía sólo nos deja ver las imágenes, pero si además nos facilitara el olor, ¿a qué creen que olería? . Posiblemente a cochinito de los que eran unos expertos, aunque los calamares fritos, tampoco lo hacían mal.

Intentamos agudizar la vista para ver los precios que aparecen en la pizarra negra, sólo el que está en la parte inferior, nos deja leer que pone Botella y lo que parece ser un 5. ¿Podemos pensar que se refería a una botella de Manzanilla de Argüeso o de fino de Jerez, 5 pesetas?

Suponemos que algún experto nos podría decir qué hora del día era, pero lo que está claro es que no era la que ahora usamos para ir a la feria, donde antes de la cinco de la tarde no vemos a nadie.

Hay cosas que han quedado fuera de la fotografía, como por ejemplo, el puesto de los jeringos de Trini, -más arriba de la caseta de El Chato- que aunque en ese momento estaría cerrado, estamos recordando aquél anafe hecho de los ladrillos de los antiguos hornos y la bombilla colgada del cable, que permanecía encendida toda la noche.

lunes, 2 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 10

Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Estas minas de Martin Delgado van subiendo por un cerrico arriba, y llega lo de Martin Delgado hasta la cumbre, y desde el principio de ellas se comienza á abrir otro ramo de pozos que descubrió al principio un Francisco de Cadenas. Caso que despues pretendiendo Martin Delgado que eran de sus mismas, se dió cierto medio entre ellos en que las unas minas y las otras que caen desde el cerro hacia el mediodia quedaron con el Martin Delgado, y él dió una veintena parte de todo al Francisco de Cadenas para él y otros tres compañeros suyos. Desde este cerro aguas vertientes á la parte del Norte hay otra hilera de pozos en la misma derechura, y que parescen de la misma vena de Martin Delgado, aunque mas delgada, las cuáles descubrió otro vecino de esta villa que se llama Gonzalo Delgado, hombre tan perdido y de poco entendimiento, que fue repartiendo sus minas entre los vecinos que se lo pedian, de tal suerte que quedó sin tener en ellas ninguna parte: y porque el Martin Delgado pretendió que tambien aquellos pozos le pertenecian, se concertó con el Gonzalo Delgado, que es su primo, para que le diese la mitad de todo cuanto saliese de aquellos pozos, y la otra mitad quedase para el Gonzalo Delgado, ó por mejor decir, para aquellos á quien él lo dió. Y aunque despues la justicia, de pura lástima de ver morir de hambre al dicho Gonzalo Delgado, trataron con las personas á quien habia fecho donacion de sus pozos que le volviesen una parte de veinte é cinco para su sustentacion, es hombre tan poco constante que tambien dio casi toda la veinte cinquena parte á otros; y agora últimamente se ha concertado con Pedro de Pineda, escribano mayor del cabildo de Sevilla, que negociará como se revoquen todas estas donaciones por inoficiosas y sin causa, y fechas por un hombre que no está tampoco en su juicio, y que porque negocie esto le dará á él y á un Espinosa las dos tercias partes de todo lo que sacare por manera que aunque todas estas minas se conoscen por los dos nombres de Martin Delgado y Gonzalo Delgado, el Gonzalo Delgado no tiene en ellas sino el nombre de ellas y muy poquita cosa mas.
Como el Martin Delgado desde el principio tuvo caudales, y mas expiriencia como hombre que habia estado en el Perú, dióse mejor maña á sacar el metal y á hacello fundir y afinar; de tal manera que cuando el Marques embargó la labor de las minas, consta por la razon del quinto que Martin Delgado habia fundido y tenia en plomo al pie de docientas y cincuenta arrobas de plomo plata y aun las tenia afinadas, que acudiendole entre tercio y cuarto como vemos que comunmente acude el primero metal de sus minas, y aunque acuda al cuarto, saldrá sesenta arrobas de plata fina, que á lo menos vale cada arroba trecientos ducados, que son diez é ocho mil ducados, y quitado de esto el quinto quedan mas de cartorce mil ducados. Paresce por la averiguacion que yo he fecho que habrá gastado dos mil ducados á lo mas largo; de manera que quedan doce mil ducados, de los cuales ha dado la cuarta parte poco mas ó menos á personas á quien dio parte en sus minas, como se podrá ver por la relacion que allá está, cuyo traslado yo traje. Así que le habian de quedar nueve mil ducados, y de estos dicen que no tiene mas de los cuatro mil que están embargados en Sevilla, lo cual yo tengo por imposible, porque caso que se le han llegado muchos deudos y amigos que antes no le conoscian, todo su gasto llega á dalles de comer abundantemente pan porque haya repartido con nadie cosa conoscida que valga diez ducados, ni él ha comprado heredad ni mudado casa, ni fecho otra novedad mas de lo que tenia cuando era pobre.
Demas de la hacienda que Martin Delgado hovo en su poder al tiempo que se hizo el embargo como está dicho, tenia sacada otra mucha cantidad de metal, la cual el Marques mandó embargar; y porque estando en piedra, la cual comunmente llaman cobijos, habia en ello gran diminucion, porque así ninguno llegaba que no llevase un terron, el Marques mandó que se fundiese ansi esto como lo que estaba sacado y embargado de la parte de Gonzalo Delgado, poniendo algunas guardas y recaudo para que no se encubriese lo que saliese de las fundiciones, aunque no con tanto calor como requeria la importancia del negocio, porque de lo uno y de lo otro ha faltado mucha suma; con todo esto, se han fundido de lo embargado de Martin Delgado hasta diez y nueve fundiciones, las diez y siete en tiempo del Marques, y las dos despues que yo vine. Hay depositado docientas arrobas poco mas ó menos de plomo plata, sin entrar en esto el quinto, y restan por hacer del metal que está sacado y embargado ocho fundiciones, de que conforme a lo pasado saldrán ochenta arrobas de plomo plata. Si todo esto responde al cuarto como hasta aqui, habrá en ello setenta arrobas de plata, que aunque se saquen las costas, quedarán poco menos de veinte mil ducados.
De lo que toca á la mina de Gonzalo Delgado, paresce por la relacion de los quintos, que antes que el Marques lo embargase se habian sacado treinta arrobas de plomo plata, las cuales como supieron del embargo que se mandaba hacer, lo repartieron entre sí, y lo gastaron después de yo venido. De lo que han fundido hay veinte y dos arrobas depositado de plomo y plata; y del metal que hay por fundir saldrá mas de veinte fundiciones, en que habrá docientas arrobas de plomo plata. Este metal no es tan rico como lo de Martin Delgado, y por la experiencia que yo tengo fecha, sale al sexto, y podrá haber en todo, sacado el quinto, treinta arrobas de plata, que valen nueve mil ducados, y podráse hacer cuenta de ocho mil ducados, porque lo demas se irá en costas.
Si hoviese habido buena diligencia en la guarda de la hacienda, pudieran estar en pie el dia de hoy veinte mil ducados mas de lo que hay; pero todo se dañó, con que un Juan de Palencia, vecino de Llerena, que es el que fue á llevar la relacion á V. M., era alguacil mayor de las minas, nombrado por el Marques de Falces, y cerca de éste estaba la guarda é administracion y recaudo de la hacienda, lo cual viendo el Martin Delgado, para lo tener de su mano le ganó la voluntad con darle la treintena parte de toda su mina, y estoy maravillado cómo el Palencia lo osó aceptar públicamente sin formar de ello ningund escrúpulo, porque lo hallará V. M. asentado ansi en la relacion que envió el Marques con el mismo Palencia, donde lo dice en el repartimiento que Martin Delgado hizo de su vena, que hasta agora creo yo que de lo sacado le ha valido mas de mil ducados, y si no falta la mina, le valdrá mucha cantidad; y cierto parece cosa digna de castigo ejemplar, que siendo aquel hombre puesto alli por justicia universal de todo lo tocante á las minas, admitiese públicamente tan conocido é importante soborno; y que sabiéndolo el Marques y su alcalde mayor que lo pusieron, no lo castigase y remediase; y demas de esto se cree que tiene otras partes encubiertas en lo que toca á lo de Gonzalo Delgado. Y pareciéndole al Martin Delgado que aunque este Juan de Palencia era superior, tenia necesidad de tener contentos, á los ministros, dió á Francisco de Heredia, alguacil de las dichas minas, la cuarta parte de todo lo que se sacare de un pozo, que le ha valido y valdrá buena suma, y so este color el Martin Delgado ha aplicado para sí todas las minas y fecho lo que queria de ellas y de sus dueños. Otras partes hay que dieron Martin Delgado y los de Gonzalo Delgado á diversas personas, poniéndolas en sus cabezas, como V. M, lo mandará ver por la misma relacion que el Marques envió, en todos aquellos capítulos donde dice para que las den á quien quisieren, y entiéndese bien, y así está recibido en el pueblo que aquellas tales partes tienen dueños encubiertos, y que si se hiciesen diligencias sobre ello, se declararia y sabria quién las lleva; y con esto no es de maravillar que á los que tengan mano en tan gruesa hacienda se les hiciese de mal dejar de tratar en ella.