martes, 30 de abril de 2013

Notas histórico – artísticas en torno a la ermita de San Benito - 1

                                                      

                                                       Salvador Hernández González 
                                                       Revista Guadalcanal año 2005
1. Introducción.


Hace justamente una década y en esta misma publicación Don Antonio Gordón Bernabé nos brindaba una serie de noticias documentales sobre la ermita de San Benito, extraídas fundamentalmente de los Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Ahora nosotros queremos volver sobre este edificio trazando una semblanza de su devenir histórico sistematizando los datos conocidos y completándolos con otros dispersos en diversos archivos y publicaciones, sin olvidarnos de la descripción de los valores artísticos del edificio, que constituye una interesante muestra de la arquitectura religiosa de Guadalcanal por la combinación de estilos que en él se dan cita, aunque los avatares históricos han privado a este antiguo templo del patrimonio artístico mueble que se contuvo entre sus muros y que sólo podemos evocar a través de las fuentes documentales.

2. Orígenes y vicisitudes de la ermita de San Benito: de los orígenes bajomedievales a los expolios de la Edad Contemporánea.

Los orígenes de la ermita de San Benito, al igual que los de otros ejemplos de esta tipología de arquitectura religiosa rural, no son fáciles de precisar ante la ausencia de fuentes documentales que nos arrojen luz sobre su génesis. Como señala el profesor Rodríguez Becerra, “ las ermitas surgieron, en su inmensa mayoría, en momentos inciertos sin que dejaran testimonio de ello, sin duda por su carácter marginal y ajeno al interés eclesiástico, y como resultado de decisiones individuales de ascetas, eremitas o devotos de una imagen determinada “  . Su carácter aislado, solitarias en medio del campo, en lugares apartados de la vida urbana, rodea de mayor misterio sus orígenes, haciéndolas lugares muy apropiados para personas que quieren retirarse del mundo, viviendo al servicio de Dios como “ eremitas “ o “ ermitaños “. Como decimos los orígenes reales de nuestras ermitas son imprecisos, aunque generalmente se ponen en relación con la Reconquista de estas tierras a los musulmanes y la consiguiente repoblación cristiana. El proceso reconquistador, que como sabemos avanzó de Norte a Sur, extendió el movimiento eremítico, unido a las devociones y advocaciones marianas traídas por los conquistadores.
Sin embargo, a pesar de esta nebulosa contamos con un valioso testimonio documental que, por su cercanía a los hipotéticos orígenes de este templo, resulta muy ilustrativo no sólo de las características de este patrimonio artístico, sino del desarrollo de la religiosidad popular en Guadalcanal a fines del Medievo y comienzos de la Edad Moderna. Nos estamos refiriendo a los Libros de Visitas de la Orden de Santiago, que como ya expusimos el año pasado en esta misma publicación, constituyen una auténtica radiografía de la localidad, ya que se atiende a aspectos tan variados como efectivos poblacionales, aspectos socio – económicos e institucionales, y muy especialmente a la vida religiosa, tanto a través de las instituciones eclesiásticas como de los edificios que le servían de sede, minuciosamente descritos en estos informes.
En efecto, el informe de la Visita más antigua conservada, que es la de 1494, refiere que la ermita de San Benito de Guadalcanal está situada en el camino de Alanís y que gozaba de gran devoción entre los vecinos de la localidad. El templo constaba de una sola nave cubierta con techumbre “de madera tosca y de jara y encima barro y teja “, siendo el suelo de ladrillo. El espacio de esta nave quedaba fraccionado por medio de cuatro arcos “de cal y ladrillo “, al tiempo que otro arco enlazaba esta nave con el presbiterio o capilla mayor. En definitiva, el esquema del templo era el que el profesor Angulo Iñiguez denomino “iglesias de arcos transversales de la Sierra, extendido no sólo por nuestra comarca, sino también por la onubense Sierra de Aracena  y norte de la provincia de Córdoba. Este tipo de templo se caracteriza por ser de nave única, dividida en tramos por medio de arcos apuntados (que se convierten en de medio punto en los ejemplos más tardíos) y cubierta con techumbre de madera. Un modelo arquitectónico, en suma, sencillo, barato y de fácil construcción en virtud de la ligereza y economía de los materiales empleados, tales como el ladrillo, la madera, etc., lo que hacía que este tipo de iglesia rural fuese muy a propósito para atender las necesidades espirituales de estos modestos ermitaños y de los fieles que en torno a ellos se daban cita. En definitiva, el propio estilo arquitectónico de estas ermitas, fechables por lo general entre los siglos XIV y XV, nos está hablando del arranque de esta vida eremítica.

viernes, 26 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - y 9


a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                                      Salvador Hernández González
                                      Revista Guadalcanal 2004

Otra pieza clave del patrimonio local fue la imagen de San José con el Niño, atribuida con toda seguridad al insigne escultor Juan de Mesa y que por su calidad figuró en la Exposición Iberoamericana de 1929, siendo destruida durante los sucesos de 1936 en la capilla de San Vicente, donde recibía culto. Su relación estilística con obras documentadas de Mesa garantiza la atribución, en opinión de Hernández Díaz, quien la fecha en torno a 1625, aunque María Elena Gómez Moreno la cree obra de un discípulo.
            Una interesante obra, llegada a nosotros con grandes desperfectos a causa de los daños sufridos en la última contienda civil, es el Cristo de marfil que estuvo en la iglesia de Santa Ana, obra realizada en Flandes y fechada en la segunda mitad del siglo XVII, que al igual que el San José de Juan de Mesa fue expuesto en Sevilla en 1929. Esta muestra de la eboraria europea ha sido estudiada por la profesora Estella Marcos, quien destaca la hermosura y expresividad del rostro de Cristo y su robusto estudio anatómico, vinculando esta escultura con la producción de un escultor flamenco del círculo de influencia de Artus Quellinus el Joven.
            Sobre la imaginería y enseres de las cofradías de Guadalcanal contamos con algunos trabajos recogidos en obras colectivas dedicadas al estudio de la Semana Santa en Sevilla y su provincia, como el publicado en la década de los ochenta por Francisco Ortiz Rodríguez y Plácido de la Hera Pérez , y más recientemente las síntesis elaboradas por Francisco José Flores García y el autor de estas líneas. Por su parte Carrero Rodríguez reseña las andas procesionales del Santo Entierro y la Entrada en Jerusalén, mientras que Martín Macías subraya el interés de la cruz de carey que posee la Hermandad de Jesús Nazareno, obra de origen americano fechable en los años centrales del siglo XVII. También en relación con el patrimonio artístico cofrade hay que citar la intervención restauradora del imaginero Francisco Buiza sobre la imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia en 1982, reseñada por Martínez Leal en su monografía sobre dicho artista.
            Por último, hay que referirse al campo artístico de la orfebrería, que cuenta en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción con piezas de destacado interés. Recogida su nómina en el Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla de 1953, en la Guía artística publicada por la Diputación Provincial en 1981 y en el Inventario artístico auspiciado por el Ministerio de Cultura, algunas obras han sido reseñadas por especialistas en el campo de la platería. Así, en la exposición de orfebrería sevillana celebrada en 1970 en la capital hispalense figuraron algunas de estas piezas, como un hostiario gótico del primer cuarto del siglo XVI y un ostensorio renacentista de fines del citado siglo, que aparecen reseñados en el catálogo de la muestra elaborado por Sancho Corbacho . Por su parte, la profesora María Jesús Sanz, experta en este campo de la orfebrería, señala la procedencia mexicana de un copón de nuestra colección parroquial, en virtud de sus rasgos estilísticos y de la presencia de un punzón o marca acreditativo de su origen. Otras piezas se deben, en cambio, a los talleres de la vecina Llerena, que conoció un interesante florecimiento del arte de la platería, con muestras repartidas por toda su zona de influencia, en la que como ya hemos venido comprobando se incluye Guadalcanal. La profesora Esteras Martín, pionera en el estudio de la platería llerenense, ha identificado la autoría de algunas piezas de nuestra parroquia de Santa María, como la custodia portátil, obra de Julián Núñez en 1550. Otro investigador de la orfebrería extremeña, Tejada Vizuete, cataloga igualmente algunas piezas de dicha procedencia en nuestra localidad, como dos cálices de plata sobredorada, uno fechable hacia 1575 y el otro en las primeras décadas del siglo XVII, y el hostiario gótico de principios del siglo XVI que estuvo expuesto en la exposición celebrada en 1970 en la capital hispalense . Este mismo investigador se ha ocupado igualmente del estudio de la rejería, que cuenta en la iglesia de Santa María con excelentes ejemplos, como la que cierra la capilla de la Soledad, que atribuye al rejero Francisco Medina y puede fecharse a mediados del siglo XVI; la que desde la capilla mayor conduce a la colateral de la nave izquierda o del Evangelio, antigua capilla de la familia Ramos y cuya ejecución pudiera vincularse con el rejero Domingo Hernández, avecindado en Guadalcanal hacia 1575; y otras dos situadas en la nave derecha o de la Epístola, que son fechables ya a principios del siglo XVII . De estas muestras de las artes del hierro ha vuelto a tratar en los últimos años Josefa Mata Torres en su estudio sobre la rejería sevillana del siglo XVI, catalogándolas y describiendo su estructura y elementos ornamentales, aunque a la hora de pronunciarse sobre su autoría y cronología desconoce las aportaciones de Tejada Vizuete sobre el tema, limitándose a recoger los datos de Hernández Díaz, que quedan evidentemente ya superados.
            En definitiva, a través de estos trabajos nos encontramos con un punto de partida y apoyo para seguir profundizando en el conocimiento y valoración del patrimonio artístico y monumental de Guadalcanal, que si bien nos ha llegado mermado a causa de los avatares históricos, es legado de nuestra historia que tenemos obligación no sólo de estudiar y apreciar, sino de entregar a las generaciones venideras, como señas de identidad de nuestro pueblo.

martes, 23 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 8

Fotografía de Julia Mensaque Urbano

a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                           Salvador Hernández González 
                            Revista Guadalcanal año 2004

Sobre los restantes edificios religiosos de la localidad contamos con algunas pocas  aportaciones, aunque se recogen en ellas datos de interés. Así, abriendo el siglo XX contamos con la clásica obra de Muñoz Torrado sobre el Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, en la que con gran acopio de noticias documentales se traza la historia de este templo, verdadero epicentro de la religiosidad popular de Guadalcanal. Más recientemente, en la década de los 70 Porras Ibáñez repasa la historia de Guaditoca, partiendo de las aportaciones de Muñoz Torrado y con un sentido más literario y divulgativo. Una visión muy panorámica y apretada, en cortas páginas, se recoge en la colectiva Guía para visitar los Santuarios Marianos de Andalucía Occidental, en la que se sintetizan los datos aportados por Muñoz Torrado .
            Por otra parte, el convento del Espíritu Santo ha sido estudiado en la década de los 80 por Julia Mensaque Urbano, quien a la luz de los archivos parroquial y de protocolos notariales de Guadalcanal narra su fundación gracias a la iniciativa del indiano Alonso González de la Pava y traza el proceso constructivo – a cargo de los maestros Pedro Montes y Cristóbal Hernández Cano – de este edificio, del que igualmente acomete su reseña artística, describiendo su iglesia, claustro y patrimonio de obras de arte mueble, reducido al retablo mayor, del que esta investigadora documenta su autoría a cargo de los artistas llerenenses Mateo Méndez en la parte de ensamblaje y Manuel Rodríguez en cuanto a las pinturas que ocupan sus registros . La personalidad artística de este ensamblador, a quien también se debían los desaparecidos retablos mayores de las parroquias de Santa María y San Sebastián, ha sido revalorizada, desde la investigación extremeña, por Tejada Vizuete, quien subraya el clasicismo de su lenguaje expresivo. Igualmente Gordón Bernabé se ha ocupado de este antiguo convento de monjas clarisas, del que traza su semblanza histórica a la luz de diversas fuentes documentales.
La capilla de San Vicente, muestra de la arquitectura barroca dieciochesca, ha sido objeto de un breve artículo nuestro en el que aportamos una visión panorámica de su historia en relación con la de la Hermandad del Rosario que en ella tuvo su sede.
La arquitectura civil es la gran olvidada, a excepción de la Almona, por lo que sólo podemos citar, por su contribución a la definición de la morfología urbana en virtud de su protagonismo visual, el interés de las fuentes de Guadalcanal, que si bien no poseen la monumentalidad de la arquitectura religiosa, muestran la gracia y encanto de lo popular, como se ha encargado de poner de manifiesto el antropólogo Pedro Cantero, dentro del estudio que realiza sobre la arquitectura del agua en nuestra provincia .

Estudios sobre otras manifestaciones artísticas: escultura, pintura y artes suntuarias.
            Mucho más corto es este apartado, si tenemos en cuenta la prácticamente total destrucción del patrimonio artístico de los templos de la localidad en 1936, catástrofe que se ha intentado paliar con la adquisición de nuevas obras  – especialmente por parte de las cofradías – que si bien ya forman parte de la historia del arte del siglo XX, indudablemente no pueden compensarnos de las pérdidas sufridas.
            Recogiendo las noticias documentales suministradas a comienzos del siglo XX por López Martínez, a las que nos hemos referido páginas atrás, Palomero Páramo en su tesis doctoral sobre el retablo sevillano del Renacimiento  elabora las fichas de los que existieron en Guadalcanal, igualmente ya citados anteriormente, como el realizado en 1585 por Juan Bautista Vázquez el Viejo para la iglesia de Santa María; el de la capilla funeraria de Alonso de Ramos en la iglesia de San Sebastián, obra de Juan Bautista Vázquez el Mozo en 1585; y el de la Asunción, para el templo de Santa María, a cargo de Diego López Bueno y Francisco Pacheco en 1595. De este último retablo también se han ocupado Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso en su estudio sobre la pintura sevillana del primer tercio del siglo XVII, planteando la distribución e iconografía de sus lienzos en base a la documentación del conjunto, del que en opinión de estos autores parece que llegó a nuestro siglo un lienzo de San Antonio de Padua, colgado en una de las capillas del templo hasta su destrucción en la Guerra Civil. El retablo de la ermita de Guaditoca es descrito por Hernández Núñez como ejemplo del interés que guardan las piezas artísticas dispersas por las ermitas de la provincia de Sevilla.

viernes, 19 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 7


a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                                 Salvador Hernández González
                                 Revista de Guadalcanal 2004

Estudios sobre arquitectura religiosa y civil.


Configurado el casco urbano de Guadalcanal a partir de la Baja Edad Media, a esta época corresponden sus principales monumentos, como la parroquia de Santa María y las iglesias de Santa Ana y San Sebastián, cuyos rasgos estilísticos vienen marcados por la combinación de elementos góticos y mudéjares propios de los siglos XIV y XV, a lo que hay que añadir los rasgos renacentistas y barrocos derivados de las reformas acometidas con posterioridad.
El desarrollo alcanzado por la arquitectura mudéjar en Guadalcanal ha sido objeto de análisis, dentro del contexto general del arte mudéjar sevillano, dentro de la ya clásica monografía publicada en 1931 por Angulo Iñíguez, autor que reseña las características propias que el estilo adopta en la comarca de la Sierra, como los templos de nave única de arcos transversales apuntados, representada en nuestro caso por los templos de San Sebastián y Santa Ana, y  el modelo de torre – fachada, ejemplificado en las de las citadas iglesias y la de Santa María, cuyos rasgos quedan sintéticamente descritos . En la recta final del siglo XX, las intervenciones arqueológicas de apoyo a la restauración efectuadas en la iglesia de Santa Ana, a cargo de Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero Paredes, han proporcionado interesantes datos sobre el historial constructivo de este templo, dados a conocer en publicaciones específicas y congresos sobre arqueología medieval, y que han permitido fijar con mayor precisión las diferentes fases edilicias que en un largo proceso escalonado desde la Baja Edad Media hasta la época barroca han ido conformando la actual fisonomía de este interesante edificio religioso . Otra curiosa muestra de arquitectura medieval como es la Almona ha sido descrita por el profesor Cómez Ramos en el volumen dedicado a Andalucía dentro de la colección La España Gótica, adscribiendo su cronología a mediados del siglo XIV.  
La revalorización que en los últimos años ha experimentado el estilo mudéjar, como feliz simbiosis de elementos islámicos y góticos, ha hecho volver la atención a las muestras de dicho estilo, como lo puso de manifiesto en el pasado año 2000 las Jornadas Europeas del Patrimonio, celebradas en la provincia de Sevilla con jornadas de puertas abiertas en edificios mudéjares, entre ellos las iglesias de Santa María, Santa Ana, San Sebastián y La Almona, que aparecen reseñados en la Guía que para tal ocasión se publicó . Estos templos también han merecido nuestra atención, habiéndoles dedicado sendos artículos en los que recogiendo la bibliografía disponible ofrecemos una visión panorámica de su historia y acometemos una sintética descripción de sus valores artísticos.
Este campo de estudio del patrimonio medieval es igualmente compartido por la profesora Aurora Ruiz Mateos, con su trabajo sobre la Casa de la Encomienda en Extremadura, donde se analiza la desaparecida de Guadalcanal, cuyo solar ocupa hoy lo que conocemos como “El Palacio“, expresiva denominación en la que perdura el recuerdo de este perdido edificio que fue la sede del poder de la orden santiaguista, evocado en esta obra a la luz de diversas noticias documentales que permiten reconstruir idealmente su planta y alzados .    Desde el punto de vista de la documentación de archivo, más que del análisis directo de los edificios, está planteada la tesis de Pilar Flores León sobre la arquitectura religiosa en el Priorato de San Marcos de León durante los siglos XV y XVI, en la que se aportan interesantes noticias documentales, procedentes de los ya citados Libros de Visitas de la Orden de Santiago, sobre los templos de San Sebastián, Santa Ana, Santa María, conventos de San Francisco y Santa Clara, y las ermitas de San Benito, San Pedro, Santa María de Guaditoca, Santa Marina y el Humilladero. También desde esta línea documentalista hay que contar con las aportaciones de Muñoz Torrado transcribiendo los textos de la Visita Canónica de 1494, al igual que lo hace Gordón Bernabé  y nosotros mismos evocando el aspecto de la iglesia de Santa María en tan remota fecha. Igualmente se basa en estas Visitas santiaguistas, concretamente en la de 1498, el estudio que desde la vecina Extremadura realiza Eladio Méndez Venegas sobre el arte en el antiguo Provisorato de Llerena. Cúmulo de aportaciones a través de las cuales queda perfilada, en definitiva, la situación de las iglesias, conventos, hospitales y ermitas de Guadalcanal en las postrimerías del Medievo.

miércoles, 17 de abril de 2013

CERTIFICADO DE ADHESIÓN A LA CARTA EUROPEA DE TURISMO SOSTENIBLE EN ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS



En el día de ayer, Don Francisco Gallardo García, Delegado Territorial de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, hizo entrega a la Casa rural La Florida del Valle, del certificado de adhesión a la Carta Europea de Turismo Sostenible en los Espacios Naturales Protegidos.

Desde nuestra Asociación queremos dar la enhorabuena a Juan Luis y Mercedes, por el trabajo que vienen realizando desde hace años, en la conservación del medio ambiente.

lunes, 15 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 6


a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                              Salvador Hernández González
                               Revista de Guadalcanal año 2004
        En la misma línea de aportación documental y desde publicaciones de la vecina Extremadura nos llegan referencias sobre algunas piezas artísticas ejecutadas para Guadalcanal por los artífices activos en aquella región y todas ya inexistentes, como el retablo pintado para la capilla mayor de la iglesia de San Sebastián entre 1514 y 1515 por Antonio de Madrid; la imagen titular del mismo templo, esculpida por Juan de Valencia entre 1565 y 1566; o el retablo mayor de la parroquia de Santa Ana contratado en 1571 con el escultor Antonio Florentín .
            Volviendo a los años de comienzos del siglo XX, éstos contemplan un primer ensayo de guía artística provincial, por parte de Manuel Serrano Ortega, quien en su Guía de los monumentos históricos y artísticos de los pueblos de la provincia de Sevilla nos dejó una visión panorámica pero excesivamente superficial e incompleta de nuestros monumentos:
            “Posee tres templos parroquiales, Santa María de la Asunción, Santa Ana y San Sebastián, siendo el primero muy notable por su época. Venérase en el primero la antiquísima imagen de la Virgen con el título de Guaditoca, del lugar donde tuvo erigida ermita, que debió ser morabito arábigo. La imagen a causa de los toques y repintes que ha sufrido en distintas restauraciones ha perdido todo su carácter de época“.
            Ya en la década de los treinta, las repercusiones que la tragedia de la Guerra Civil tuvo en el patrimonio artístico de Guadalcanal fueron analizadas por Hernández Díaz y Sancho Corbacho, quienes al evaluar las pérdidas y daños de obras de arte sufridas por los templos, nos dejan en su texto la que podemos considerar como primera descripción científica de dichos edificios, donde se analiza su planta, alzados, soportes, cubiertas y elementos decorativos, al tiempo que se apunta su cronología y filiación estilística y se incluyen reproducciones fotográficas (procedentes del riquísimo fondo de la Fototeca del Laboratorio de Arte de la Universidad Hispalense, recientemente digitalizado para salvarlo de su segura pérdida y ya consultable a través de Internet) de algunas de las obras destruidas o destrozadas, como es el caso, en la iglesia de Santa María, del retablo mayor y el de San José, las imágenes de San Francisco y del Cristo atado a la Columna, y algunas piezas de orfebrería; el San José que se veneraba en la iglesia de San Vicente; el Crucifijo de marfil y una pintura en tabla de la iglesia de Santa Ana; y los retablos mayores de las iglesias de San Sebastián y del Espíritu Santo.
            Ya en la postguerra y por parte de los mismos autores – junto con Francisco Collantes de Terán – se acomete un gran proyecto historiográfico sobre el patrimonio provincial, que por desgracia quedó inconcluso sin haber llegado siquiera a su mitad. Nos referimos al monumental Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, modélico por su aporte de obras, noticias documentales, juicios estilísticos y material gráfico. Al seguir una ordenación alfabética por localidades, el texto de Guadalcanal fue de los últimos en aparecer, concretamente en 1953, dejándonos en sus páginas, junto con una breve síntesis histórica de la localidad, el estudio de sus monumentos. Así, se reseñan la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (de la que destacan su interés arquitectónico en virtud de la combinación de elementos de diferente época y estilo), iglesias de Santa Ana (subrayando el interés de su torre y la decoración de azulejería del interior del templo), San Sebastián (interesante modelo del tipo de iglesias mudéjares propias de la Sierra), Espíritu Santo (con retablo mayor de interés), Concepción, San Vicente, y los restos de los antiguos hospitales de la Caridad y del Milagro, los vestigios del convento de Santa Clara, prosiguiendo con la descripción de las ermitas de San Benito, Cristo de la Salud y Nuestra Señora de Guaditoca, para llegar a la reseña de los restos de diversas fortificaciones, como el arco de herradura – hoy puerta de la sacristía de la parroquia de Santa María – que formó parte del alcázar musulmán de Guadalcanal y otros castillos que hubo dispersos por el término municipal, como los del Castillejo, Valjondo, La Ventosilla, Portichuelo y La Atalaya. Tan exhaustivo balance del patrimonio finaliza con el análisis de una muestra de arquitectura civil medieval tan excepcional como es la Almona y con la cita de las obras de arte que entonces poseían los herederos de Adelardo López de Ayala, integradas fundamentalmente por esculturas en marfil y pinturas de los siglos XVI y XVII .
            Tan básica fue la aportación de este Catálogo que sus descripciones y análisis han sido recogidos y seguidos prácticamente al pie de la letra durante décadas, ante la falta de una obra que lo pusiese al día incorporando los avances de la investigación histórico – artística. En este sentido, en diversas publicaciones, como por ejemplo la Guía artística ilustrada de Sevilla y su provincia de Antonio Casado Sellas de 1950 o la obra de Jerónimo Pou Díaz, Sevilla a través de sus pueblos, publicada en 1971, se extracta lo dicho por Hernández Díaz, Sancho Corbacho y Collantes de Terán.
            Habrá que esperar a comienzos de la década de los ochenta para que la Guía artística de Sevilla y su provincia auspiciada por la Diputación Provincial actualice y complete el inconcluso Catálogo arqueológico y artístico a la luz de las últimas aportaciones de la historiografía. Las descripciones de la Guía, algo más concisas que las de su antecesor, ganan en agilidad de lectura y en precisión a la hora de inventariar las piezas lo que pierden en aparato crítico de notas, mapas, planos y reproducciones fotográficas, que le daban al Catálogo un tono algo retórico y solemne muy en consonancia con los planteamientos de los historiadores de la postguerra. En el texto dedicado a Guadalcanal se aborda el estudio de la parroquia de Santa María, iglesia de Santa Ana, iglesia del convento del Espíritu Santo, ermita de Nuestra Señora de Guaditoca, antigua iglesia de San Sebastián, iglesia de la Concepción, portada del antiguo Hospital del Milagro y antigua iglesia de San Vicente. El mismo texto de la Guía se reprodujo, con escasas variantes en el Inventario artístico de Sevilla y su provincia, publicado por el Ministerio de Cultura entre 1982 y 1985 y que gozó de mucha menor difusión que la obra de la Diputación Provincial.
            Al igual que le ocurrió al Catálogo arqueológico y artístico, el texto de la Guía será ampliamente seguido por la amplia y variopinta gama de guías tanto locales como turísticas y de viajes nacidas al calor del turismo rural de las últimas décadas y de los fastos de la Expo 92, que al proponer al visitante recorridos por la provincia de Sevilla incluyen obviamente el de nuestra Sierra Norte, recomendándose, para el caso de Guadalcanal, la visita a sus distintos templos.
            En la misma línea de difusión y puesta en valor del patrimonio local se incluyen nuestros propios trabajos recogidos en diversos números de la Revista de fiestas de Guadalcanal, en los que a la luz de la bibliografía que estamos comentando revisamos el estado de la cuestión y trazamos una visión panorámica del devenir de algunos de los templos desde sus orígenes hasta la actualidad, aportaciones a las que en su lugar nos referiremos.


jueves, 11 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 5


a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                            Salvador Hernández González 
                            Revista de Guadalcanal año 2004

                      Abriendo esta corriente de encargos en el Quinientos, Gestoso refiere como en 1515 el escultor Jorge Fernández concierta la ejecución de un Crucifijo para Pedro Ramírez, vecino de Guadalcanal, obra hasta ahora no identificada.

            A mediados de la centuria, concretamente en 1564, el pintor Antón Pérez se compromete a ejecutar las labores de pintura y dorado del retablo que el entallador Francisco de Vega había realizado para una capilla “ que está en la iglesia de la villa de Guadalcanal “, templo que debe ser el de Santa María. El retablo en cuestión, de estilo renacentista, contaba con seis registros u hornacinas separadas por balaustres, por las que se repartían, en el primer cuerpo, las pinturas de San Juan Bautista acompañado por dos donantes, San Andrés y Santa Ana con la Virgen y el Niño, mientras que en el segundo figuraba el Calvario al centro y a los lados Santa Catalina y el apóstol Santiago.
            Dos décadas después, en 1584, el escultor Juan de Salcedo contrata la hechura de una Virgen con el Niño para la cofradía de la Vera – Cruz, que tampoco se ha identificado .
Al año siguiente Antonio Rodríguez de Cabrera concertaba con el renombrado escultor Juan Bautista Vázquez el Viejo la ejecución de un retablo destinado a la iglesia de Santa María compuesto por banco, un cuerpo articulado por pilares de orden corintio y ático. La hornacina del único cuerpo albergaría una pintura de la Anunciación, mientras que el ático estaría presidido por la figura de Dios Padre.
            El hijo y homónimo del citado escultor, denominado “ el Mozo “ para distinguirlo de su progenitor, recibe en 1587 por parte de Alonso de Ramos, en representación del difunto Fernando de Ramos, el encargo de otro retablo, destinado para la capilla funeraria donde reposaban los restos del finado en la iglesia de San Sebastián, conjunto compuesto por banco, un cuerpo y ático, presidido por un grupo escultórico del Calvario acompañado, en las calles laterales, por las efigies de San Juan Bautista y San Benito . En opinión de Palomero Páramo, los únicos elementos conservados de este retablo son dos relieves con las figuras de los santos citados y un Crucificado, que hoy día forman parte de un retablo recompuesto con piezas de acarreo y conservado a los pies de la nave de la parroquia de Santiago en la vecina localidad de Llerena.
            Y cerrando este ciclo retablístico quinientista, en 1591 Luis de Porres, Abogado de la Real Audiencia de Sevilla y tutor de García Díaz de Villarrubia de Ortega, concertaba con Diego López Bueno y Francisco Pacheco, quienes se ocuparían de la parte arquitectónica y escultórica respectivamente, un retablo compuesto por banco, un cuerpo compuesto por banco, un cuerpo articulado en tres calles por columnas y pilastras estriadas, y ático. En el banco se representaba a los Evangelistas, flanqueando el tema de la Sagrada Cena, mientras que en la hornacina central figuraba la Asunción de la Virgen, acompañada en las hornacinas de las calles laterales por Santo Domingo y San Francisco, cuyas efigies eran rematadas por los bustos de la Magdalena Penitente y Santa Catalina Mártir, apareciendo la Trinidad en el ático y la figura de Jesús en el remate del retablo.
            Otro importante retablo documentado por estos investigadores sevillanos de comienzos del siglo XX e igualmente desaparecido fue el mayor del convento de Nuestra Señora de la Piedad o de San Francisco, contratado en 1702 con el ensamblador Cristóbal de Guadix y que articulado por columnas salomónicas, albergaría en sus hornacinas las imágenes de San Buenaventura, San Francisco, Nuestra Señora de la Piedad, el Ecce Homo y Cristo Crucificado. El artista se comprometía además a realizar otro retablo lateral en el que se colocaría la imagen del Santo Cristo Crucificado procedente de la ermita de San Benito.
            Siguiendo esta línea de investigación archivística, en la pasada década de los noventa la colección de Fuentes para la Historia del arte andaluz, retomando la tradición documentalista del universitario Laboratorio de Arte, ahora convertido en departamento de la Facultad de Geografía e Historia, no ha dejado de brindar referencias sobre intervenciones en el patrimonio monumental de Guadalcanal. Así, podemos citar el dorado del primitivo retablo mayor de Santa María entre 1703 y 1707 por Antonio Gallardo, maestro dorador vecino de Sevilla . En la misma tónica de exhumación documental, los Documentos inéditos para la Historia del Arte en la provincia de Sevilla publicados en 1993 por Fernando de la Villa Nogales y Esteban Mira Caballos aportan algunas noticia documental sobre el patrimonio de nuestra localidad, a saber: el retablo mayor de la ermita de Nuestra Señora de Guaditoca, obra realizada en 1675 por los maestros Francisco de Saavedra Roldán y Juan de Vargas, vecinos de Zafra; la pintura y dorado del mismo retablo por parte del pintor y dorador Antonio de Granada en 1678; el dorado del retablo mayor de Santa María, que como ya vimos se encomendó a Antonio Gallardo en 1703; otro retablo para la capilla de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario en Santa María, concertado en 1712 con José García Zambrano, maestro escultor vecino de Llerena; las reparaciones emprendidas en 1719 en la parroquia de Santa María por los también llerenenses Francisco del Toro y Antonio Gonzalez, maestros de albañilería y de carpintería, respectivamente; y el arreglo del artesonado y unas puertas nuevas para la capilla del bautismo de la iglesia de San Sebastián, tarea que se encomienda al maestro carpintero local Jerónimo Espino en 1778, emprendiéndose en el mismo año y para el mismo templo la reparación de la bóveda del baptisterio y otras obras menores por parte del alarife Francisco de Ávila. 

lunes, 8 de abril de 2013

EL PATRIMONIO MONUMENTAL DE GUADALCANAL - 4



A través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica.
                         Salvador Hernández González
                         Revista Guadalcanal año 2004.

Ya a mediados del siglo XIX, nos encontramos con ese monumento bibliográfico de la historiografía española que es el Diccionario geográfico – histórico – estadístico de Pascual Madoz, obra modélica entre las de su género y que ciertamente debió aprovechar el material recogido por Tomás López. En su obra, Madoz atiende a aspectos tan variados como la situación de la localidad dentro del marco provincial, distancias a los centros administrativos de los que depende y localidades vecinas, situación del casco urbano, límites municipales, red hidrográfica y características del terreno, abordando además la cuantificación no sólo de la producción agropecuaria, industrial, comercial y de los efectivos poblacionales, sino también del personal eclesiástico y edificios religiosos, que inserta dentro del marco descriptivo del urbanismo local planteado en su obra. En el caso de Guadalcanal, el autor cita de pasada las tres parroquias, el hospital de la Caridad, y las iglesias de los Milagros, San Vicente, la Concepción y el Espíritu Santo, las ermitas de Nuestra Señora de Guaditoca, San Benito y el Cristo, más el convento de San Francisco, que para entonces ya había sido derribado .
La segunda mitad de la centuria, marcada ya por el signo de la historiografía romántica, conocerá la proliferación de diccionarios histórico – geográficos que no suelen prestar excesiva atención al patrimonio artístico (salvo en el caso de los grandes monumentos de las capitales de provincia, generalmente), sin que se aborde el análisis sistemático de los monumentos ubicados en los pueblos, situación de desinterés que afecta igualmente a la provincia de Sevilla, cuya escasez de estudios sobre el arte en sus diversas localidades contrasta con la abundante nómina de trabajos sobre la capital, entre los que ocupa lugar primordial la producción de José Gestoso y Pérez, auténtico punto de partida de la historiografía artística sevillana posterior.
            Esta situación de inercia va a experimentar un profundo giro a comienzos del siglo XX. Los nuevos planteamientos historiográficos, de acuerdo con la ilusión de un resurgimiento cultural y científico que hiciese superar el trauma de la crisis de 1898, reclamaban la necesidad de catalogar nuestra riqueza artística, como instrumento básico e imprescindible para su estudio y difusión. De acuerdo con este sano criterio, un decreto de 1 de junio de 1900 ordenaba la formación de un Catálogo monumental de España, usando de criterios más científicos, rigurosos y precisos, tarea que se haría por provincias y sería publicada por el Estado . Tan ambicioso proyecto nació marcado por la penuria tanto de medios como de personal cualificado para llevarlo a cabo, por lo que sólo aparecieron, muy irregularmente, los catálogos de unas pocas provincias. El de Sevilla, encomendado al arquitecto Adolfo Fernández Casanova y terminado en 1909, fue uno de los que quedaron sin publicar, estando depositado el manuscrito original en Madrid, concretamente en la Biblioteca del “ Instituto Diego Velázquez “, organismo especializado en la investigación de la Historia del Arte y dependiente del C.S.I.C.
            Paralelamente, la labor documentalista emprendida desde las primeras décadas del siglo XX por los investigadores sevillanos en el Archivo de Protocolos de la capital hispalense aportaban diversas referencias relativas a Guadalcanal. Iniciada esta labor de exhumación documental por el ya citado Gestoso y Pérez, su línea fue continuada por la labor personal de López Martínez y la de los investigadores agrupados en el entonces recién nacido Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, con nombres tan señeros para la historiografía artística como Bago y Quintanilla, Hernández Díaz, Muro Orejón y Sancho Corbacho. En el caso de Guadalcanal, las noticias aportadas se centran en los contratos de ejecución de diversas obras de arte para los templos de la localidad, que por desgracia no nos es dado contemplar a causa del aniquilamiento sufrido por su patrimonio artístico en los trágicos días de julio de 1936. La mayoría de los encargos se suceden a lo largo del siglo XVI, época dorada para la actividad artística en Guadalcanal, cuando a causa de la inyección económica que supuso tanto los caudales procedentes de los emigrantes a Indias como la actividad de las minas de plata, se prodigaron las fundaciones piadosas polarizadas en torno a las iglesias, conventos y ermitas, para las que no se ahorraron medios en lo tocante a su ornato con preseas artísticas. 

viernes, 5 de abril de 2013

PASEO POR GUADALCANAL - 2

Para los que quieran pasar un buen fin de semana en Guadalcanal, hemos realizado un paseo por los alrededores del pueblo, para que puedan ver como se encuentra el campo, después de las últimas lluvias.

Sobre la alfombra verde, Guadalcanal al fondo... 
...lomas y cerros y la hierba húmeda y...
... el sonido del agua...

...caminos que casi han desaparecido...
 
... verdes olivos, cielo azul, pueblo blanco... 
...y el camino se convierte en estrecha vereda...

... y más adelante, se vuelve arroyo...
... y ovejas tranquilamente pastando...

... y de nuevo Guadalcanal, blanco sobre verde...

.... y la Sierra del Agua, al fondo...

Todo esto lo puede disfrutar, si nos visita este fin de semana... y si no, el siguiente... les esperamos.






EL PATRIMONIO MONUMENTAL DE GUADALCANAL - 3



A través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica.
                         Salvador Hernández González
                         Revista Guadalcanal año 2004.

Esta abundancia de potenciales fuentes de información no debe hacernos perder de vista que la obra de arte es el documento primario e insustituible para su estudio por el historiador. De ahí que la historia del arte deba construirse no sólo con el trabajo de gabinete en el archivo y la biblioteca, sino obviamente con el análisis de la propia obra, de la que hay que estudiar todo un mundo de aspectos: tema, materiales, estilo, autoría, cronología, génesis, antecedentes, consecuentes, relaciones, influencias, etc., cuestiones que en el caso de Guadalcanal cobran especial interés dada su ya aludida condición geográfica y cultural de cruce de caminos entre Andalucía y Extremadura. Aspectos como la tipología de nuestros templos, soluciones arquitectónicas, repertorios ornamentales, patrimonio mobiliar como retablos, canceles, etc., artes figurativas como la escultura y la pintura, las artes suntuarias en sus diversas manifestaciones como la orfebrería, la rejería o el bordado, han sido desigualmente abordados hasta ahora por la historiografía artística en relación con nuestra localidad.
Por ello, antes de plantearnos nuevos retos y objetivos debemos presentar en esta ocasión, y éste es el objetivo de este artículo, un estado de la cuestión sobre la historia del arte en Guadalcanal, que nos dé idea de los monumentos y obras objeto de estudio, fuentes utilizadas, metodología y aspectos analizados, como un obligado punto de partida para estudios futuros de un rico patrimonio que poco a poco va saliendo de un largo abandono para su uso y disfrute por los ciudadanos.
Si tenemos en cuenta que la Historia del Arte, como disciplina científica independiente de la literatura, la historia propiamente dicha y la arqueología, se consolida a lo largo de los siglos XIX y XX, nos encontramos con que las primeras semblanzas que conocemos sobre el patrimonio artístico de Guadalcanal proceden – dejando aparte las fuentes propiamente archivísticas – de algunas producciones bibliográficas de dichas centurias, que sin ser obras específicamente dedicadas a las Bellas Artes, sí aportan referencias sobre nuestros monumentos, con valor puramente estadístico más que descriptivo. Este es el caso de algunos diccionarios geográficos y guías provinciales que, sin entrar en el análisis de los edificios y su contenido artístico, aportan al menos la nómina de los monumentos existentes en la localidad.
            Ya a fines del siglo XVIII el interés despertado por la Ilustración en torno al estudio de la geografía, la historia y la arqueología había provocado algunos intentos de realización de diccionarios geográficos de España que diesen una visión panorámica de nuestros pueblos, abarcando aspectos tan variados como el medio físico, población, recursos económicos, urbanismo y edificios notables, como iglesias, conventos, ermitas, castillos o restos arqueológicos. Este es el caso del proyecto emprendido por Tomás López, geógrafo real de Carlos III, quien envió una encuesta a los párrocos de los pueblos pidiendo datos para la redacción de su nunca publicado diccionario, del que sólo han visto la luz y en fechas recientes los textos correspondientes a unas pocas provincias, entre ellas la de Sevilla. Pero como sucede en tantas ocasiones, la histórica adscripción de Guadalcanal a Extremadura escamotea su presencia en el volumen dedicado a la provincia sevillana , aunque como compensación, en las respuestas correspondientes a la vecina Llerena se contiene algunas alusiones a Guadalcanal, referidas a aspectos geográficos y paisajísticos evidentemente ajenos a nuestro tema . Otro proyecto, marcado igualmente por este afán descriptivo de la realidad local en vísperas de la crisis del Antiguo Régimen y felizmente llevado a término fue el Interrogatorio promovido por la Audiencia de Cáceres en 1790, en el que se recoge, atendiendo a cuestiones similares a las planteadas por el geógrafo Tomás López, la situación de las localidades extremeñas a finales del siglo de la Ilustración, y cuyos textos, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, han visto la luz hace algunos años, como los correspondientes al partido de Llerena . De las poblaciones antaño extremeñas y hoy adscritas a otras regiones sabemos que también se han publicado sus correspondientes informes  , entre los que desde luego figura Guadalcanal, aunque no hemos tenido la oportunidad de poder manejar esta obra. Como tampoco hemos conseguido ver la descripción que de nuestra localidad hace en el siglo XVIII el franciscano Ortiz de Tovar, natural de Hornachos, en sus Partidos triunfantes de la Beturia túrdula, cuyo manuscrito, conservado en el Monasterio de Guadalupe, e inicialmente publicado por entregas en varios números de la revista Guadalupe, fue finalmente editado en un solo volumen, en el que al igual que en el Informe de la Audiencia de Cáceres, deben contenerse con seguridad datos de gran interés para las cuestiones que nos ocupan y de los que esperamos poder disponer para otra ocasión.

martes, 2 de abril de 2013

PASEO POR GUADALCANAL

Aprovechando la tregua que la lluvia nos ha dado hoy en Guadalcanal, les ofrecemos algunas fotografías de fuentes y regajos, que hemos sacado en la tarde del 2 de abril.

Junto a la Cruz del Puerto de Llerena el verdor y al fondo tierras
de Extremadura.

Guadalcanal, con la sierra del Agua, al fondo

Pilar de la Cava...

... y el antiguo lavadero del pilar de la Cava

Agua bajando por el camino del Piojito




Chorro de agua de la fuente de la ermita de El Cristo

Agua bajando de El Cristo

Nueva incorporación de agua al camino

Fuente de El Piojito


El agua llegando a la Clica...

...que entre rocas, desaparece al llegar al Berrocal Chico...

...y la volveremos a ver al incorporarse al arroyo San Pedro

Fuente de la calle Berrocal Chico

Fuente de la Plaza de España