No se
hizo esperar la resolución, tan ansiada por la Villa. El día 14 dio su
Auto la Audiencia ,
cuyo tenor es el siguiente:
“Cáceres
y Mayo catorce del mis setecientos noventa y dos = Se da facultad al Alcalde
mayor de la villa de Guadalcanal, para que haga trasladar a ella la Feria o Mercado, que ordinariamente
se ha hecho en la Ermita
de nuestra señora de Guaditoca y sus inmediaciones por el tiempo de Pascua de
Pentecostés, cuidando de que se ejecute con tranquilidad y buen orden, y de que
a los forasteros se les provea de víveres a justos y moderados precios.
Librándose para ello la correspondiente certificación. Lo proveyeron y
rubricaron los señores Regente y Oidores de la Real Audiencia de
Extremadura, estando el Acuerdo, de que certifico = está rubricado = Peña = Y
en cumplimiento doy esta que firmo en Cáceres a diez y seis de Mayo de mil
setecientos noventa y dos = D. Manuel Antonio de la Peña.”
Recibida
en Guadalcanal la autorización, que venía cometida para su ejecución al Corregidor,
mando éste, en la misma fecha, darle cumplimiento, “y que, reservándose proveer lo conveniente para la
mayor seguridad, comodidad y quietud de los vecinos y concurrentes a dicha
feria, se lleve al Ayuntamiento para que, teniendo presente el particular de
bastimentos y otros puntos respectivos a beneficiar a la santa Imagen, acuerde
lo que tenga por conveniente.”
Bien
pudo gloriarse Salcedo de su triunfo, conseguido sin gran esfuerzo, aunque con
mucha astucia. El Ayuntamiento, que en derecho era derrotado en el Real Consejo
de las Órdenes por el Patrono, venció de hecho a éste al conseguir el traslado
de la feria.
¡Triste gloria la de Salcedo! No es
lícito poner en duda (y líbrenos Dios de abrigar la más leve sospecha) la buena
intención y alteza de miras con que, tal vez, se movió el Corregidor en este
asunto: pero los resultados no respondieron a la buena intención, si éste fue
su única consejera.
El traslado de la feria fue la
decadencia de ésta, porque le faltó lo que era vital para ella, la proximidad
al Santuario de Guaditoca. Las innovaciones son muy peligrosas, porque no puede
hacerse en un día lo que requiere siglos para formarse.
Para acoplar el nuevo estado de
cosas el Ayuntamiento acordó: [1]
“En primer lugar que para recordar la devoción de la Santa Imagen de
nuestra señora de Guaditoca a los fieles y devotos, se traiga anualmente a la Parroquia Iglesia
Mayor de Santa María de esta villa, en donde se le de culto por los tres días
de feria, con una Misa cantada y la luminaria de cera correspondiente, y que al
final de dichos tres días se saque por la tarde procesionalmente a dicha
Soberana Imagen alrededor de la plaza y en el siguiente se restituya con el
culto debido a su santa Ermita, procediendo con acuerdo en este particular del
Sr. D. Paulino de Caro Guerrero, del Orden de Santiago, Vicario juez cceo. Y
Cura de la expresada parroquial mayor de ella; satisfaciendo los derechos
necesarios del caudal de limosnas que se recauden en los citados tres días en
conformidad de lo que se acuerde con el Colector de dicha Parroquial, para lo
cual, y para que sean más abundantes las limosnas acordará este Ayuntamiento
anualmente el nombramiento de Comisarios para traer y llevar a nuestra Señora,
sin hacer gasto alguno, ni prevención alguna de alimentos para los que
concurran voluntariamente, quienes nombrarán en cada uno de los dichos tres
días dos personas del mayor carácter de
esta población, para que pidan por todo el pueblo y feria a beneficio de dicha
Soberana Imagen,” y
nombraron por comisarios a D. Pedro de Tena y Cote y a Bernardino Murillo, y
señalaron el día 25 para traer en su mañana a la Stma. Virgen , “previniéndose al Mayordomo con anticipación lo
dispuesto en este acuerdo para que le conste y tome las disposiciones de
colocar a nuestra Señora en las Andas”; y para convenir con el Vicario se nombró a D.
Martín Castelló y a D. Vicente Maeda.
En el mismo día fueros éstos a las
casas de D. Paulino “y precedida la
urbanidad correspondiente” le dieron noticias del acuerdo anterior quedando
conformes en todo; pero expresó su deseo de que se difiriera la reunión hasta
el Jueves próximo para tratar con más comodidad.
Aceptó también el cargo de comisario
D. Pedro de Tena “no obstante de
hallarse enfermo, con la cualidad de que en caso de no pueda por sí desempeñar
su cargo lo haga y ejerza sus funciones su hijo D. Joaquín de Tena e Hidalgo”; pero
ni ese día, ni en el siguiente, pudo encontrarse a Bernardino, y así lo hizo
constar el Escribano en su diligencia.
Se mandaron fijar edictos en el Santuario de Guaditoca y se
enviaron convocatorias a las Villas de Berlanga, Valverde y Ayllones para que
llegase a conocimiento de todos el nuevo emplazamiento de la feria y la traída
de la Virgen
al pueblo: se trajeron a la villa las mesas y tablaje que estaban en el
Santuario y se tomaron cuantas medidas parecieron oportunas y convenientes para
el mejor éxito de la feria; se convino también con la autoridad eclesiástica el
orden de los cultos y pago de derechos a las comunidades de Santa María; sin
que para nada se tuviese en cuenta a la Administradora del
Patronato.
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