Por Ramona Yanes
En mi recuerdo estás, vestido de blanco nácar.
Impregnado de jazmines que los patios te regalan.
También hueles a azahar, cuando el recuerdo me llama,
y te contempla la luna que luce traje de plata.
Y el recuerdo vuelve a mí, para mostrarme tu cara.
Blanco y añil se desposan en mi mundo de añoranzas.
A veces te veo en sueños, por una ventana blanca,
y como paloma vuelves a volar y te me marchas.
Pero hueles a azahar, y tus naranjos desgranan.
Sentimientos hacia mí que me recorren el alma.
En mi recuerdo estás, vestido de blanco nácar,
en las esquinas del tiempo hueles a nardos y albahaca.
Como podría olvidarte, compañero de mi infancia.
Si fueron tus calles juegos por donde yo paseaba.
Testigo de lo que digo, fueron tus ríos de sabia,
y se quedaron las huellas de inocentes chiquilladas.
Pueblo blanco ensortijado, hermoso jardín proclamas,
tu recuerdo es mi bandera y tu blancura mi calma.
Hoy te cogí de la mano, y en mis sueños te cantaba,
serás por siempre mi pueblo vestido de blanco nácar.
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