Despotismo:
¿Qué harás si a mi voz también
rudo invasor te aprisiona?
España:
Sucumbir, como en Gerona,
o triunfar, como en Bailén.
Anarquía:
¡Y si avarientos extraños
hacen de su fuerza alarde!
Libertad:
¡Aquí habrá siempre un Velarde,
un Palafox y un Castaños!
Despotismo:
Ay, si a lo que el pueblo ibero
madre proclama y señora,
asesta mano traidora
golpe de iracundo acero!
España:
En vano de un pecho infiel
fuera la traición sañuda;
broquel de inocencia escuda
a la cándida Isabel.
Contra sedicioso anhelo
tengo yo un pueblo leal;
contra pérfido puñal
hay un Dios justo en el cielo.
Y cualquiera inicua saña
¿qué logrará? ¡Hacer mayor
el tierno y profundo amor
que tiene a Isabel España!
Lo representó Teodora Lamadrid, Concepción Rodríguez y Joaquín Arjona[1].
Es muy difícil hoy, frente al enorme conglomerado de artículos del Padre Cobos, determinar cuáles son de unos y de otros, ya que todos aparecen sin firma, por ser esta condición esencial para el carácter oposicionista. Ni aun recurriendo a las condiciones peculiares del estilo puede lograrse gran cosa, ya que la pasión política con que se combatía los uniforma a todos y cualquier arma es buena con tal de servir para derribar al contrario. Bajo aquel fraile tomando rapé, que figuraba a la cabecera, se planteaba el combate político en las dos épocas de su publicación; 24 de septiembre de
Es lamentable que, redactado por escritores de lo más selecto de entonces, la pasión política desbaratase la calidad literaria o científica que hubiera podido tener. Sin esta excitación a flor de piel, el periódico alcanzara un tono como
De la intención satírica contra los escritores y los artistas véanse algunos ejemplos. «La literatura está de luto; la política de enhorabuena. Siempre la literatura y la política se han disputado a los grandes talentos. Los distinguidos literatos don Eduardo Chao y don Enrique Cisneros acaban de abandonar la literatura para dedicarse a la política. Mucho gana con esto la política. Pero, ¡oh, dolor!, mucho más ganan las letras.»
«Tres cosas agradables: una belleza de diecisiete años, con ojos azules o negros, a gusto del consumidor; cincuenta mil duros en billetes de banco, y no ver a don Joaquín Arjona hacer galanes ni romanos.»
«En el Teatro del Circo se acaba de representar una zarzuela del señor Camprodón; a ésta seguirá otra del señor Olona, y se habla también de otra del señor Suárez Bravo. Estas obras podrán no ser muy buenas, pero en cambio son originales... de Mr. Scribe.»
«El Teatro de
«Se dice que el señor Ventura de
«Lo que más agrada de las comedias del señor Eguilaz son los últimos versos, de las últimas escenas, de los últimos actos, porque lo único que tiene de bueno lo malo es el fin.» El P. Cobos, núm. 1.
«En estos días de lluvia hemos visto a don Antonio Gil y Zárate con dos paraguas; uno para él y otro para una zarzuela que está escribiendo.»
«
Las alusiones políticas, muchísimo más abundantes y aceradas, recogen el momento en que la tendencia unionista; uno de los pilares más sólidos, empezaba a resquebrajarse; el movimiento alcanzaría cimas inconmovibles, tales como los generales Serrano y O'Donnell, cuya adhesión a
«El señor Escosura llama manifestaciones enérgicas o lo que el Diccionario de
«Si los amotinados no son más que manifestadores enérgicos de sus opiniones, los contrabandistas no serán más que traductores libres de artículos extranjeros; la joroba no es mas que una cortesía permanente, y los escamoteos de lo ajeno, demostraciones suaves del órgano de la adquisición. Proponemos estas modificaciones lexicográficas, apoyadas en la triple autoridad del señor Escosura como Ministro activo, conspirador premiado y académico impresionable.» El P. Cobos, año II, número XLVII, 5 abril 1856.
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