«Era María Ramos de los Reynos de España, natural de Guadalcanal, casada con Pedro de Santa Anna, el qual aviendo pasado á Indias en compañía de su hermano Antonio de Santa Anna, se avecindó en la ciudad de Tunja del Nuevo Reyno, y escribió a María Ramos, dándole noticia de su fortuna, representándola las conveniencias que tenía en las Indias, y que para gozar de ellas con gusto estimaría que se le hiciese, animándose á ir á acompañarle. Era María Ramos mujer virtuosa, y amante de su marido; y obligada del cariño con que la llamaba, pasó á las Indias, asistida de Francisco de Ribera Santa Anna, su sobrino. Llegó a la ciudad de Tunja donde halló á su marido, quien si en aquella ocasión la recibió con demostraciones de gusto, después manifestó no tenerlo, según el desagrado, desestimación y despego con que la trataba. No se le ocultaba á María Ramos la causa, y como prudente y virtuosa, sufría cuanto podía, mas no dejaba de afligirse, viendo que su marido no le correspondía á la voluntad, con que por acompañarlo y servirlo, avía ido de Reynos tan distantes. Mas se afligía viéndose desfavorecida de su marido, cuando más obsequiosa se mostraba en servirle. Pasó algún tiempo tolerando con paciencia sus trabajos; y disimulando un día la pesadumbre y desconsuelo en que se hallaba, le dixo a su marido, que deseaba ir á los aposentos de Chiquinquirá áver a Catharina García de Islos y darle el pésame de la muerte de su marido, hermano de Pedro de Santa Anna, el cual le agradeció el buen deseo que tenía de ir á ver y consolar á su hermana: y no poniendo dificultad alguna, le dispuso con brevedad el viaje, y la despachó a Chiquinquirá, a donde aviendo llegado, la recibió Catharina García de Islos, con demostraciones de mucho amor á que correspondió María Ramos agradecida, y con mucha humildad se ofreció a servir en la casa en quanto fuera del agrado de su dueño».
http://www.lablaa.org/blaavirtual/literatura/histolit/cap7.doc
VI. EL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN.
El convento de Nuestra Señora de la Concepción de Hermanas Franciscanas Concepcionistas fue fundado hacia 1515 por Leonor Domínguez y Leonor Marín, que después de ir en romería a la Casa Santa de Jerusalén obtuvieron licencia para fundar en Fuente de Cantos un hospital y un monasterio (188). El hospital sería el de San Juan de Letrán. Ambos institutos estarían bajo la autoridad del prior de San Marcos de la Orden de Santiago. En la visita de 1549 ya se describe la iglesia, a las afueras del casco urbano, como un edificio humilde, de dimensiones poco más grandes que una casa, “todo muy limpio y decente” (189). La fundación se mantendría poco más que con limosnas (190). La ubicación extramuros es pronto causa de molestias a las hermanas por parte de los vecinos (191). En 1576 el propio visitador dispone el traslado del convento al centro de la villa, alarmado por las inoportunas visitas que recibían las monjas, entre las que se cuentan las de algunos monjes fransciscanos. Se separa así el hospital del convento (192). Las monjas han de instalarse provisionalmente en unas casas mientras se levantaba un nuevo edificio, del que no tenemos noticias hasta 1670, cuando amenazaba ruina y se ha de encargar al maestro arquitecto de Guadalcanal Pedro Rodríguez Ynfanzón que levantase una iglesia de nueva planta (193).
http://www.cenfor.com/fuentedecantos/situa/arte.html
Francisco González de Guadalcanal.
http://americas.sas.ac.uk/publications/genero/genero_segunda3_Gongora.pdf
1 comentario:
De los dos textos, el referente al Convento de la Concepción, en principio despista al lector, pues el Convento en cuestión sito en Fuente de Cantos, tenía (y seguirá teniendo, si aún existe) el mismo nombre que el de Guadalcanal, del que sólo queda la ruinosa Iglesia. En Internet los buscadores no son aún los suficientemente inteligentes para discriminar cuando en un texto aparece un topónimo sobre el que se busca, y avisar que el asunto tratado sólo tiene con el que interesa una relación tangencial. Este caso es un claro ejemplo.
Sin embargo, el hallazgo tiene de positivo saber de la existencia del “maestro arquitecto”, nuestro paisano Pedro Rodríguez Ynfanzón. Se documenta así, una tradición de diestros profesionales de la construcción en la villa, de los que en el Siglo XX (del XXI no hablo pues ya no he vivido en el pueblo) son ejemplos la saga de los Rius, Antonio Palacios y su hijo José con el que trabajó el inolvidable Jesús Pérez (Pelito), Amador etc etc. Lo que me extraña es la denominación “maestro arquitecto”, pues si la memoria no me falla, la denominación oficial en mi niñez, tal vez heredada de siglos pasados, era “Maestro de la Villa”. Recuerdo que el de mi infancia vivía cerca del Coso, en las primeras casas, en dirección a Alanís, de la calle, cuyo nombre no recuerdo ahora, que resulta de la unión de la calle Concepción y la actual Avenida de la Constitución (antes Paseo de la Cruz). Creo recordar que le sucedió su hijo Francisco, tipo alto y buena gente que acabó yéndose a Sevilla. Precisamente en dicha acera, unas casas más adelante en dirección al susodicho Coso, vivía la familia Capellán cuyo vástago Luis fue un diestro futbolista, al que mi amigo Eduardo Saavedra, le llamaba Curro Romero porque era muy bueno, pero tenía mucho miedo (en este caso no a los cuernos, sino a las tarascada de los defensas). Lamentablemente, Luis que era de mi quinta murió muy joven. La última vez que hablé con él era cartero en Villanueva de las Minas. Un hermano suyo más joven fue taxista en Madrid hace 20 o 30 años. José María Álvarez Blanco
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