Llegó el día 20 a poder del Corregidor la
carta y al punto mandó buscar con toda diligencia la anterior comunicación del
Consejo, para darle el debido cumplimiento. No fue afortunado el escribano
Escutia (lo era del Juzgado del Corregidor por ausencia de Robles) en la
búsqueda del documento, y después de infructuosos trabajos “sin haberlo encontrado, no hago memoria, -dice- de
haberlo visto y acaso parecerá entre los papeles que dejó cerrado en su oficio
Diego Vicente Robles, mi compañero, que sirvió la escribanía hasta Octubre o
Noviembre del año próximo, que se retiró, sin haber vuelto hasta hoy 22 de
Mayo.” Mandó Donoso que se registraran los papeles de Robles, “que se mantenían
en un cuarto bajo de las casas donde vivió y cuya llave tenía Agustín Ugia”, y
por fin el día 24 pudo tenerse en las manos la carta orden del Consejo.
Otros dos días tardó el Corregidor en preparar su auto y
el 26 pidió a D. Juan Pedro de Ortega “que
manifieste o diese razón del título de concesión o privilegio que se haya
ganado para la celebración de la feria, que pretende hacerse a vista del
Santuario de la Ermita
de nuestra señora de Guaditoca, de este término, y acredite el terreno y
edificios que le pertenezcan con exhibición de los títulos o documentos a su
favor y relación de cuentas dándole dos días plazo.”
Como se ve, desviaba el Corregidor el asunto principal de
la apelación del Patrono y acudía a lo secundario: al traslado de la feria;
pues esto era lo que le preocupaba y hacia donde dirigía sus pasos desde 1784.
Hasta el día 29 no fue posible entregar a D. Juan copia
del Auto, por haber estado ausente hasta ese día, preparando las fiestas en
Guaditoca: enviando a los dos días al Juzgado un informe sobre el origen de la
feria y suplicando al Juez que no se le obligase a sacar copia de los
documentos que había de presentar para cumplir su providencia, sino que, para
evitarse gastos, se extractaran judicialmente.
Volviose
otra vez a Guaditoca el día 1º o más tardar el día 2 “sin duda para mantenerse
el tiempo de la concurrencia, que con el nombre de feria se espera en la
próxima Pascua de Pentecostés, sin haber dado, ni exhibido las cuentas de los
productos de su tiempo, ni razón alguna de haberlas dado, o no,” y el día 3
dispuso el Corregidor enviar un Delegado de su autoridad a la feria
(“Respecto
de haberse ausentado D. Juan Pedro de Ortega la mañana del día de ayer o su precedente
noche al sitio de Guaditoca y su Santuario, distante legua y media de esta
población, sin duda para mantenerse el tiempo de la concurrencia que con el
nombre de feria se espera en la próxima Pascua de Pentecostés, sin haber dado
ni exhibido las cuentas de los productos de su tiempo, ni razón alguna de
haberlas dado o no, y que por otra parte vista el pasar, según costumbre, a
dicho sitio para precaver cualquier desorden que pueda recaer en quimeras, como
en contrabandos, escándalos, desacatos al templo, y faltas en las especies de
abastos, pesas, medidas, robos, juegos prohibidos y demás que ofrece el
desordenado concurso y la despoblación
de dicho sitio, no pudiendo hacerlo su merced personalmente por
diferentes ocurrencias que le impiden ni tampoco el Alguacil mayor, D. Pedro de
Tena y Cote, por su accidentada salud, cometió sus facultades a D. Cayetano de
Ayala, de esta vecindad, para que asistido del presente escribano y de los
guardas y ministros del Juzgado y campo pase a dicho sitio y presencie dicho
concurso, providenciando lo conducente en cualquiera acontecimiento, celando y
cuidando de la administración de justicia con la vigilancia que la ocasión
requiere, denunciando y aprehendiendo cualesquiera delincuentes, tomando los
auxilios necesarios de la partida de escopeteros voluntarios de Andalucía que
se halla a prevención en el mismo sitio y librando de ella los que necesite:
dando cuenta en caso necesario con cualquiera de dichos guardas de campo, o por
otro seguro y pronto conducto de lo que pudiese ocurrir y necesitare
providencia de su merced. Y respecto de que aunque dicho D. Juan Pedro se
convino en el año próximo anterior en pagar la Audiencia y sus dependientes
del fondo que exige y cobra a los mercaderes, tenderos, fruteros y toda especie
de traficantes que conducen género, venales a dicho sitio, y después se ha
retraído y reclamado el pago que hizo en nombre de una condescendencia y retribución
prudente, hasta haber hecho recurso a Su Magestad y señores de su Consejo de la
órdenes, procediendo por modo de intervención y justificación en la cobranza
que hiciere, llevando y formando relación individual de todas las partidas que
exigiese de los concurrentes con nombre de limosna para dicho Santuario, por
estorbarle por ahora el recibo de aquellas cantidades que pagaren los que tuviesen
hospedados en las casillas, portales o cobertizos que hay en la inmediación de
dicho Santuario, o tuvieren mesas, tablas u otro acomodo de dicho Santuario, o
tuviesen mesas tablas y otro acomodo de dicho Administrador, y sólo si
percibiendo o reteniendo aquellos cortos estipendios, que parece que el mismo
acostumbra exigir de los que sientan y forman rancho fuera de todo cobertizo y
a espaldas de ellos, con frutas, gergas y espartos, cordonería, y otros semejantes
géneros, poniendo por diligencia lo que la requiera, para proveer en su tiempo
y demás que haya lugar. Y por este su auto así lo proveyo y firma el Sr.
Corregidor de esta villa de Guadalcanal a tres de Junio de mil setecientos
ochenta y seis.- Donoso. Ante mí.- Diego Josef Escutia.”) con
instrucciones concretas y “sin exigir esta vez el pago de dietas, por no poder
concurrir él por diferentes ocurrencia que le impiden”. Recayó la delegación en
Don Cayetano de Ayala, pues el Alguacil mayor, D. Pedro de Tena y Cote, no
andaba bien de salud, y aceptó aquél en el mismo día, “prometiendo desempeñar la Comisión con la mayor
diligencia, celo y actividad y dar los partes que sean necesarios al Sr. Corregidor.”
También fueron requeridos los ministros ordinarios del Juzgado Manuel Giles,
vulgo Tablantes, y Antonio Trigueros, y los guardas de campo Basilio Cortés y
Francisco Contreras, todos los cuales emprendieron el camino de Guaditoca a la
mañana siguiente, a hora de las siete.
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