lunes, 21 de febrero de 2011

EL 23F EN MI MEMORIA


El periódico El País se hacía eco el pasado domingo, del intento de golpe de estado que el 23 de febrero de 1981, se produjo en España. En una de las hojas del citado artículo, aparecen los comentarios de algunos personajes, que lo son ahora o lo fueron en aquéllas fechas.

Por nuestra parte quisiéramos compartir con los lectores de nuestro blog y que ellos a su vez nos comentaran, que les ocurrió aquél día 23 a partir de las 18:20 horas y hasta el desalojo del Congreso de los Diputados.

En mi caso, por aquellas fechas trabajaba en Madrid, aunque mi domicilio era en Alcalá de Henares. Ese día como casi todos, había sufrido el correspondiente atasco para entrar en Madrid y me había dirigido a mi lugar de trabajo en la calle Recoletos, esquina a la calle Cid, donde por cierto existe una de las mejores pescaderías de Madrid: La Coruñesa.

Habíamos bajado a tomar el café de la tarde a un bar que había en la misma esquina, estábamos echando la correspondiente partida al “Tetris”, cuando entró un taxista y nos dijo: La guardia civil acaba de entrar en el congreso y se han oído un montón de tiros. En esos momentos no sabíamos si la guardia civil había entrado detrás de alguien o qué pasaba. Inmediatamente entró otra persona toda asustada diciendo que habían dado un golpe de estado y lo estaban televisando en directo.

Rápidamente nos subimos a las oficinas de nuestra empresa para llamar por teléfono a nuestros amigos y familiares, pero fue imposible de coger línea ya que estaban todas saturadas.

Tomamos la decisión de marchar para nuestros respectivos domicilios para estar con nuestra familia, antes que la situación empeorara y mañana ya veríamos.

Yo por mi parte, cogí el Seat 127 que tenía e intenté dirigirme a las N-II dirección Alcalá de Henares. Me sorprendí lo fácil que fue llegar a la citada carretera y la congoja (por no llamarle miedo) que pasé todo el viaje, ya que en cualquier momento podía aparecer un control de tráfico, que me impidiera llegar a Alcalá de Henares donde estaba mi esposa y mi hija, con poco más de dos años.

Cuando me quise dar cuenta estaba entrando en Alcalá y ni me acuerdo a la velocidad que hice el viaje, pero precisamente me crucé con los coches de los GEOS que tenían su cuartel en Guadalajara, así que se pueden figurar.

Al llegar a casa me encontré a mi primo José Antonio que estaba haciendo la mili en Alcalá, tranquilamente durmiendo en el sofá del salón, le desperté y le dije: Vete para el cuartel que seguro que os están localizando.

A partir de ese momento, hice lo que todos los españoles, poner la televisión y oír la radio para estar informado de lo que iba ocurriendo y esperar el anunciado discurso del rey Juan Carlos.

A la mañana siguiente acudí normalmente al trabajo.

En la fotografía me pueden ver el día de mi boda, acompañado por la madrina, embutido en un “bonito y moderno" traje de la época.

4 comentarios:

Manuel Rincón dijo...

Yo estaba en Llerena estudiando COU. Aquella tarde me pilló en mi habitación de la pensión repasando los temas para el día siguiente. Me enteré por la radio, un pequeño transistor marrón de pilas del que he perdido la pista. Por la noche fui al ensayo de mis amigos del grupo de baile regional y luego dimos una vuelta por la plaza de España. A la mañana siguiente, mientras asistíamos a clase, un compañero estaba sentado en la última fila con mi aparato de radio pegado a la oreja escuchando el desenlace del intento de golpe. Pero, abusando de la generosidad de Ignacio, mejor te lo cuento este miércoles en mi blog: http://blogdemanuelrincon.blogspot.com (EL ESCAPARATE).

Un abrazo.

José María Álvarez Blanco dijo...

El 23 de Febrero de 1981, quedaban un mes y cinco días para que cumpliera 40 años. Llevaba 10 trabajando en la empresa en que me jubilaría en 2004 como asesor de Patentes relativas a inventos químicos. Dicha firma estaba, y aún sigue estando, en las inmediaciones del Paseo de la Castellana, detrás del Hotel entonces llamado Castellana-Hilton, ahora simplemente Castellana. Había llegado a casa a las 18 horas y unos minutos tras concluir la jornada de tarde. No recuerdo cómo y quién nos avisó. Lo cierto es que mi mujer y yo nos pasamos la tarde pegados, primero a la Radio, después a la TV, y luego en la cama con el transistor. Mis dos hijas tenían entonces 10 y 8 años y no recuerdan mucho. Uno de los militares demócratas, que tuvo una actuación importante, era el General José Aramburu Topete, tío carnal de una amiga de mi mujer y mía, fallecido hace unas semanas, y al que tuve el gusto de conocer personalmente hace unos cuatro años, en una boda de una hija de nuestros amigos. En la empresa se trabajó al día siguiente, por supuesto menos que un día habitual, pero con un notable grado de actividad, dado que teníamos que contestar faxes (el e-mail ni se sospechaba que existiría un día)- y presentar patentes en el entonces llamado Registro Oficial de la Propiedad Industrial, ahora Oficina de Patentes y Marcas.

RUBIO dijo...

23 de febrero de 1981. Un niño de 13 años se encuentra jugando en la Plaza de Olavide de Madrid con la falmante bicicleta BH de color verde que le habían regalado por Reyes. En ese momento, su madre, con la cara desencajada se le acerca y le dice. "Vamos para casa". Me temí lo peor, alguna desgracia familiar o así. Pero no la respuesta fue ésta: "Un golpe de Estado". Cuando llegó a casa, ya estaba su hermana Loli, que trabajaba cerca. Se quedó con él mientras mi madre iba a la Puerta del Sol a buscar a su otra hermana, Luisa, que entonces trabajaba en la calle Mayor. Poco después llegó su padre. El niño no era muy consciente de lo que pasaba. Pero intuía que no era bueno. Recuerda que la programación de TVE fue alterada y hasta echaron una película de Bob Hope. Aquello era extraño y tenía cierto punto fascinante a ojos de un niño de 13 años. No vio al Rey, porque habló muy tarde. Al día siguiente había exámen de matemáticas a primera hora. Fue, hizo el examen y le dejaron marcharse a casa. Cuando llegó vio en la tele que los Guardias civiles estaban saltando por la ventana. Aquel niño, servidor de ustedes, no sabía lo que durante esa noche había estado en juego: nada menos que la libertad imprescindible para poder ejercer su profesión, la de periodista.

La Mesa Camilla dijo...

yo también pasé miedo... ¡qué recuerdos¡¡¡