miércoles, 23 de febrero de 2011

NOTICIAS DE GUADALCANAL EN INTERNET - 36


Un historiador moderno de la tierra de Serena de Vicente Barrantes


Designado por el Excmo. Sr. Director para emitir informe acerca de las obras presentadas á la Academia por D. Nicolás Pérez Jiménez, si bien una sola de ellas, sin duda, por omisión involuntaria, acompañaba al oficio de remisión, puedo emitirlo con tanta mayor facilidad cuanto que al presentarlas todas su autor, según debe constar en el acta, me favoreció también á mí, como á otros señores académicos, con las que por ahora (excepto algunos trabajos científicos), constituyen su modesta é interesante colección. Fórmanla los libros siguientes:
Estudio físico, médico y social de la comarca de la Serena en general y de la villa de Cabeza del Buey en particular; impreso en Badajoz, en 1888. En 4.º
Muñoz Torrero y su época, con el retrato, facsímil y dibujo de la casa donde nació en Cabeza del Buey; impreso en la misma ciudad en el mismo año.
Y Perfiles biográficos de Quintana, Ayala, Moreno Nieto, Balmaseda y Jiménez; 250 páginas, en 4.º, por la misma imprenta.
Llevan estas obras el título genérico de Historia general de la comarca de la Serena y particular de Cabeza del Buey, que el autor tiene por lo visto en publicación, y que es de desear que la termine, porque estas monografías ofrecen á la historia muy eficaz ayuda.
De la primera obra existe ya con carácter público un examen solemne y autorizado, como que procede de la Sociedad española de Higiene, la cual declaró en su sesión de 18 de Marzo último que el Estudio físico-médico social de la comarca de la Serena, por D. Nicolás Pérez Jiménez, es una obra de utilidad práctica y reconocido mérito, tanto científico como literario, digna de ser consultada por los médicos y leída por todos los aficionados á este linaje de estudios, tan poco frecuentes en nuestro país, que rara es la comarca que los posee. En efecto, por lo que toca á Extremadura, antes que la Sociedad española de Higiene, había lamentado el que suscribe la carencia casi absoluta de obras especiales ó siquiera de monografías que faciliten el conocimiento, hoy más que nunca interesante al historiador y aun á todo hombre público, de la formación geológica de las comarcas, de su paleontología, su orografía, su flora, su fauna, su meteorología, y en fin, del cuadro general de las ciencias naturales en que tan poderoso auxiliar encuentra la historia para elevarse al conocimiento del carácter de las razas y poder apreciar su participación en los grandes sucesos de la humanidad. Las páginas que dedica el Sr. Pérez Jiménez, á los vicios y enfermedades que reinan en esa fértil llanura de Serena, que fué quizás en lo antiguo una sola latifundia romana, de que conserva por decirlo así un carácter moral más pronunciado si cabe y más visible que las ruinas de sus monumentos públicos y los vestigios de sus explotaciones mineras, páginas ilustradas con curiosas y bastante completas estadísticas, son seguramente el primer trabajo de este género que existe en Extremadura. El infrascrito, por su parte, que cree conocer á fondo aquella bibliografía, solo recuerda en este momento algunos apuntes sobre plantas y hierbas medicinales de Hornachos, que contiene el manuscrito del P. Tobar, Partidos triunfantes de la Beturia túrdula, el capítulo que el médico Villaescusa consagró á la Flora de Alange, en su monografía de aquellas celebradas termas, y dos ligeras Memorias de D. Eduardo Boscá, extractos del tomo IX de los Anales de la Sociedad de Historia natural de Madrid, acerca del Alytes cisternassi, y la Hyla Perezzi, especies nuevas halladas entre Mérida y Alange la primera, y en Magacela y Cabeza del Buey la segunda… "

“… Cuando el biógrafo vuelve los ojos á D. Adelardo López de Ayala, no esperamos que se contente con la pintura de sus facultades oratorias que hizo el libro de Los oradores de 1869, porque siendo él médico distinguido y en tal concepto depositario de los temores de la familia acerca de la salud del gran poeta, á quien reconoció y asistió alguna vez en Cabeza del Buey, pudo y debió avalorar mejor que nadie «aquel esfuerzo profundo que le costaba la oratoria», según el libro citado, y la oportunidad de aquellas otras frases: «su estómago trabaja más que el pulmón». Tales frases no expresan bien el padecimiento interno que le imponía esfuerzos y precauciones dolorosas al hacer uso de la palabra. Hasta su proverbial pereza atribuye el Sr. Jiménez á su estado achacoso, sin explicarnos las causas que destruyeron aquella constitución verdaderamente atlética y aquella actividad de sus años juveniles que produjo tantas obras inestimables; explicación que de su pluma tomaría más valor científico y literario, haciéndonos patente cómo el abuso de una de sus cualidades físicas, que entre otras varias y por añadidura á sus dotes de altísimo poeta le concedió la naturaleza para marcar su descendencia en línea recta de los forzudos Monroyes y Paredes, le adelantó por vanidades de mozo y por gallardías semejantes á la de Alonso de Céspedes cuando levantó en alto la pila de una iglesia para ofrecer á su dama agua bendita, el fin de una carrera que solo Dios sabe adonde habría llegado.
Cuéntase, en efecto, que en sus días de galán y poeta más hermosos, paró, con solo aplicarle el esfuerzo de su mano férrea, el coche que conducía á dos apuestas damas de Madrid, comenzando á sentir desde entonces heridas misteriosas en lo más interesante y recóndito de su pecho. Los que le hayan visto, como nosotros, hacer todavía en sus últimos años alardes con su musculatura verdaderamente increíbles, hallarán muy en su lugar aquella especie de consulta médica que el autor describe en la pág. 77. Regresaba en 1879 S. M. D. Alfonso XII del viaje inaugural del ferrocarril directo del Guadiana, en que le había acompañado Ayala hasta Badajoz; pero no pudo menos de detenerse á la vuelta en Cabeza del Buey, abrumado por fatigas que en otro tiempo hubieran sido placeres para él.
Dice, pues, su médico y biógrafo, que después de reconocerle, para levantar su espíritu mortificado, más que por el mal, por la impaciencia en que le tenían los reiterados telegramas de Cánovas llamándole á la corte, «-Tiene V. un pecho muy desarrollado, le dijo, es la constitución de un atleta», y Ayala, con acento melancólico, le replicó:«-Sí, señor, de un elefante arruinado. No quieren algunos creer en mis males, porque me encuentran grueso y al parecer, robusto; pero desgraciadamente se equivocan; hace muchos años que estoy delicado y aun enfermo.»
A pesar de las breves dimensiones de esta biografía y de que no es el propósito del Sr. Jiménez presentarnos la figura del autor del Panegírico de la reina Mercedes en sus tres principales aspectos de poeta, orador y político, los toca y resume todos con oportunidad y acierto, principalmente el primero, donde ofrece á la historia literaria la novedad de seis composiciones inéditas del Sr. Ayala pertenecientes á su época estudiantil, si bien nosotros creemos que ha de ser muy posterior el soneto verdaderamente precioso, como todos los suyos, que se titula En su ausencia, y cuya inspiración es indudablemente hija del mismo amor á quien debemos aquel otro:
«Me parecen tus pies, cuando diviso que la falda traspasan y bordean, dos niños que traviesos juguetean, en el mismo dintel del Paraíso.»
Amor é inspiración de Ayala que ha dado origen á alguna anécdota curiosa relacionada con los pies diminutos de la dama de sus pensamientos. Véase ahora el soneto inédito que publica el Sr. Jiménez:
«Ya no siento los pasos deseados de los pies que me hicieron sus despojos, ni de la voz que calma mis enojos escucho ya los ecos regalados. No percibo en alientos perfumados el ámbar dulce de sus labios rojos; ni me alegran el alma aquellos ojos que tengo en mis entrañas dibujados. De espaldas con tu ausencia me combates; vuelve, mi bien, aunque en mi daño seas, y toda la esperanza me arrebates; vuelve por Dios, que si mi fin deseas, quiero vivir en donde tú me mates, quiero morir en donde tú me veas.»
Aunque son verdaderos juguetes las otras poesías que el señor Jiménez da á conocer, revelan el estro vigoroso del que había de recordar andando el tiempo en el teatro á Calderón y en la lírica á Argensola. El epitafio de Doña Concepción Moreno en 20 de Octubre de 1890.Obtenido de "
http://es.wikisource.org/wiki/Un_historiador_moderno_de_la_tierra_de_Serena"

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