martes, 8 de febrero de 2011

RETAZOS DE LA VIDA DEL GENERAL CASTELLÓ - 63


X

Diciembre de 1943.
«Ya está aquí el invierno. Este año llegó antes de lo espera­do con su cortejo lúgubre de viento y frío.»
«Ayer fui a ver a los Uña. Están muy fastidiados con sus achaques y las escasas noticias que reciben de Inés. Este año no nos invitaron a almorzar, pues la casa está muy triste.»
«Los escaparates de las tiendas comienzan a engalanarse. Las fiestas navideñas llegarán pronto. ¿Cómo será la Navidad para mí este año? Papá cree que la guerra y nuestra situación tendrán fin. ¡Con tal de que las Navidades de 1944 estemos los tres juntos en nuestra casa! ¿Cuándo dejará la vida de darme amarguras? Siempre se siente alegría al comenzar un año nuevo... y al mismo tiempo cierta nostalgia cuyo origen des­conocemos.»
«Sigo estando triste. ¡Ay, qué año! ¡Ay, qué vida! ¿Qué me traerá 1944?»
«La vida no está únicamente formada por los hechos exte­riores, existe una vida interna más intensa que la otra. Resulta agradable una existencia que nos gustaría vivir. Vivir de sueños es a veces mejor que seguir el cauce monótono de la vida. No sólo de ellos está formada la existencia, están también los pen­samientos, las ideas. Todo un mundo extraño y a veces contra­dictorio.»
-«"Analizas y profundizas todo demasiado para una chica de tu edad", me dijo una vez Julia.»
«Sí, lo analizo todo, todos mis sentimientos. Me siento herida hasta por una palabra expresada en un tono un poco seco; no olvido las ofensas pero las perdono. Si cualquier in­significancia me hace sufrir, cualquier pequeñez me hace feliz. Le doy más importancia a los pequeños detalles que a los gran­des rasgos. En San Juan de Luz tenía una amiga inglesa, Delfi­na. Su madre era bonita y muy distinguida, pero poco efusiva como buena inglesa. El primer día que fui a su casa después de la muerte de mamá, cuando me vio con mi vestido negro, en lugar de darme la mano como lo hacía habitualmente, se inclinó hacia mí y me besó en la frente. Jamás olvidaré ese beso. También me emocioné mucho al saber que una de nuestras profesoras del colegio, al comunicar a mis compañeras la muer­te de mi madre, propuso rezar por ella. Toda la clase se puso de pie para orar.»
«Papá se siente optimista, cree que la guerra acabará pron­to. Pensar que hay niños que han nacido durante ella y no conocen más vida que ésa, bombardeos y tarjetas de abasteci­miento. Para nosotros la pesadilla terminará el día en que papá salga de la cárcel y estemos juntos en nuestra casa. Ya es tiem­po de que acabe. Hace siete años que dura; siete años durante los cuales me he convertido en una chica triste y tímida. He sufrido tanto, que el día en que llegue la felicidad me parecerá mentira. Me costará trabajo creer que no es un sueño más.»
Abril de 1944.
«Desde mi habitación, en la que estoy escribiendo, oigo el gorjeo de unos pájaros. Es una de las cosas que más aprecio de esta casa, que la ventana esté cerca dé un jardín. Por la noche, cuando la abro antes de acostarme, mis ojos contemplan con gusto el jardín. En la calle Pardiñas sólo podía ver un cuadradito de cielo y un patio del que provenían desagradables ruidos. Cuando el cielo estaba estrellado lo contemplaba y huía de la realidad que me rodeaba.»
«¡Ay, esa música! Esa música un poco difusa y dulce que me llega por la ventana abierta, esa melodía compuesta de trozos de valses. Esta paz de la tarde, esta sensación inexplica­ble que me hace ver de otra manera y sentir que vivo en otra época. A veces me siento extraña en este siglo XX del que me desilusionan tantas cosas, me hieren como un sonido brusco en medio de una suave melodía.»
«La invasión, la célebre invasión tan anunciada ha comen­zado. Ha tenido lugar en Normandía. Lo supimos el martes pero había empezado el lunes por la noche. Once mil aviones y cuatro mil barcos han atacado. El desembarco estuvo acom­pañado por el lanzamiento de paracaidistas protegidos por la aviación. Con mal tiempo y entre la espesa bruma las tropas han desembarcado. Lo que no deja de ser inquietante es la conducta de Rusia. No ha tomado parte alguna en dicha inva­sión, aunque mantiene una dura lucha en su propio suelo y corren rumores de que quieren firmar una paz por separado con los enemigos. Otros van más lejos y dicen que quieren aliarse a Alemania. Esto ya es menos probable, ya fueron trai­cionados por los alemanes una vez. Pero si llegase a ocurrir lo primero, Alemania, liberada de uno de sus enemigos, podría continuar la lucha con más fuerza.

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