Hemos visto tantas postales y fotografías de la Plaza de España, o mejor, de los Naranjos Amargos, como la nombraba Andrés Mirón, que siempre soñamos con poder trasladarla a otro lugar más amplio, que nos permitiera observarla sin la opresión de las fachadas blancas que la rodean.
Al fondo, la Sierra del Agua nos corta el horizonte, que a esta hora de la tarde, comienza a perder el azul, diluyéndose en un verde, que por la Sierra de Cazalla, comienza a blanquear.
Desde la atalaya en que observamos el paisaje, no alcanzamos a vislumbrar la hora que marca el reloj de Santa María, pero forzando un poco la vista, alcanzamos a ver que son las doce y veinte de la mañana, de este primer día del verano.
De Andrés Mirón, escogemos este soneto:
PUEBLO
Durmiendo estás feliz sobre tu historia,
por la lluvia de años invadido;
minutos, horas, días, tiempo ido
que tan sólo florece en la memoria
de los que ya dejaron su ilusoria
llama de amor en ti. Si te han barrido
las piedras las tormentas, no han podido
silenciar este canto de tu noria.
El sol en ti se baña y te restalla
cual un inmenso piélago candente
y luego te protege en su maraña.
En la tierra se ha hundido tu muralla
y has quedado desnudo de repente.
Belleza antigua, oh carne de España.
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