martes, 19 de mayo de 2009

FRANCISCO DE MENDOZA - 8

Francisco de Mendoza “El Indio”
Del libro de Francisco Javier Escudero Buendía

Parte 8





Francisco de Mendoza recibe todas las rentas que antaño pertenecieron a la Encomienda de Estremera y Orden de Santiago, que son los dos tercios del pan – la otra tercia es para el Arzobispo de Toledo -, el diezmo del despoblado de Cabezalebrera y su dehesa, los menudos (vino, aceite, miel, cera, lana, ganado, garbanzos, borricos, potricos y muletos) que antes eran de la Mesa Maestral, los diezmos de otro despoblado llamado Fuentesahúco, martiniega, el pedido, en Estremera la dehesa de la serna, término amojonado, el Campo de San Pedro, la Vega de los Frailes.
Cada vecino paga de acuerdo a su hacienda: El que tiene veinte mil maravedís, paga quince celemines de trigo y cinco de cebada, y desde ahí todos pagan la cebada al completo, pero el trigo se disminuye de acuerdo a la disminución de renta y no pagan nada las viudas y los vecinos que se casan el primer año, lo que suena a privilegio u ordenanza medieval.
Otros son diezmo de azafrán, diezmo de la uva, diezmo de aceite que se maquila en los molinos de aceite – almazaras – de diez cántaros uno, cinco eras de pan trillar, la fonsadera, las penas de cámara y tributos similares en Valdaracete. Capítulo aparte merece la casa encomienda-torre/fortaleza-cueva, que se tasarán de forma independiente:

“Tiene más la dicha Encomienda de Estremera unas casas principales de pan y cozedero del vino y cueua; y que el dicho Comendador Lope de Guzmán, y los Comendadores que antes del han sido”(48).

El año 1560 se pasó al completo en el proceso que se debía seguir para la desmembración; el rey ordenó a su Corregidor Antonio Álvarez de Zamudio que tomara posesión y aprehensión de las villas, proceso complejo y tedioso y más bien un ritual – podríamos llamarlo así - que comenzó en veintisiete de enero de 1560 y continuaba en marzo del mismo año, y aún tenía flecos el 12 de noviembre de 1560 – en Valdaracete, ante su alcalde Ginés García Benito y sus regidores - por las propiedades urbanas:
La Cárcel – que era casa de Miguel Rico, alguacil, donde encontró a dos presos Juan Cocinero Francés, por blasfemia, y Juan Cerín por dar una pedrada a una mula -, fortaleza – cuyo alcaide era Pedro Gómez de Colindres, puesto por el comendador Lope de Guzmán –, Casa Tercia – Granero de la Encomienda -, Iglesia de la Villa – para lo que el cura Bachiller Alonso Hernández entró al Corregidor hasta en la Sacristía, pila de agua bendita, le hizo sentarse en el banco principal, etc. – y después el veintiocho de enero en Valdaracete.
Y predios rústicos (49), recorriendo mojonera, dehesa del comendador, tres eras, el horno, paso del río, molinos, huerta del val, haza del campo, y otros, tomando física posesión andando por ellas de un lado a otro, entrando en el horno echando a la gente que estaba dentro, etc.
En un rito que todavía a estas alturas era puramente medieval, como reconoce Luis Weckmann que se realizó por los descubridores y conquistadores de forma habitual en México, cortando una rama, lanzando piedras, o dando estocadas a un árbol (50).
En el año 1560, Francisco de Mendoza solicitó certificado de lo que hasta entonces estaba vendido de encomiendas y Mesa Maestral, y se le dio en 7 de noviembre de 1560, y el proceso se alargó hasta que la escritura de venta definitiva se otorgó ante el Secretario Francisco de Eraso, el 31 de mayo de 1561. Según el monarca, no era su intención realizar la desmembración, pero debido a los cuantiosos gastos por las guerras y ataques contra la cristiandad – que asombrosamente enumera con gran precisión – debe llegar a un acuerdo de venta (51).
Los Comendadores y la Mesa Maestral no salieron mal parados, ya que siguieron percibiendo los dineros como hasta entonces, pero esta vez situadas o procedentes de otros “semilleros” de la Corona como las rentas de las sedas de Granada, - también permanecía la obligación de contribuir a la Santa Sede y a la monarquía – (52), aunque éstas estaban en quiebra ya en 1558 (53).

3. La obra del Primer Señor de Estremera: El corpus legislativo mendocino.

El nuevo y primer señor de Estremera trasladó de inmediato su residencia a Estremera, y es ahí donde residirían numerosos criados y trabajadores, tendría sus dependencias y habitaciones privadas, así como una actividad agrícola y productiva bastante notable. De todas formas sabemos que en cuanto fue nombrado Capitán General de Galeras a finales del año 1562, todos sus efectos más personales fueron trasladados a una nueva morada en Málaga, cercana al puerto de donde partían la mayor parte de las armadas contra el berberisco y el turco que a partir de entonces serían su sustento (54).
Hay que tener en cuenta que la escritura de venta como hemos indicado repetidamente es de mayo de 1561, y el señor falleció el 26 de julio de 1563, después de algunos meses de frenética preparación de enseres, embarque y pertrechos guerreros y marineros, es decir que estamos hablando de dos años corridos de posesión efectiva de sus villas, pero si contamos los traslados y los cambios que le acaecieron en tan corto espacio de tiempo, podemos aventurar que el ejercicio efectivo de su jurisdicción fue de algo más de un año, con lo que bien poco pudo dejar su huella.
A pesar de todo, sabemos de varias de sus actuaciones, la primera de las cuales es la apropiación que hizo de la Escribanía Pública de la Villa de Estremera que estaba en manos de Rodrigo de la Corte, mediante traspaso y renunciación firmado el 10 de octubre de 1561 en Granada (55).
De lo más interesante que hemos podido localizar de este corto período, son las ordenanzas sobre las elecciones de oficiales de Estremera que dio en una visita personal que hizo a su villa el día 22 de septiembre de 1562 (56), muy poco antes de aceptar su cargo de Capitán General de Galeras, que le apartaría definitivamente de su vida anterior.
Este documento es muy interesante para establecer el pulso de la vida local, ya que prácticamente se presentan todos los vecinos ante su nuevo e Ilustre Señor, entre ellos y destacados los Alcaldes Ordinarios Alonso Martinez de Juan Martinez y Francisco Martinez de Pastrana (57). Según ellos mismos, debido a los muchos inconvenientes que hasta entonces habían tenido la república y vecinos de Estremera, solicitaban la aprobación de unas nuevas normas, después de consultar con letrados y personas antiguas de la Villa celosas del orden, y discusión con el Señor, fueron las siguientes (58):

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