DÍA NOVENO
LA DEVOCIÓN A MARÍA Y LA
VIDA FUTURA
I.-
Nuestra morada definitiva es el cielo; hacia él caminamos mientras vivimos en
este valle de lágrimas. El amor a María, el cumplimiento de nuestros deberes,
la limpieza del corazón, Son poderosos auxiliares para no apartarnos del verdadero
camino de salvación, ¡Cuantos olvidan estas verdades y viven como sí
eternamente hubieran de morar en la tierra! Los bienes de fortuna y la pobreza,
la salud y la enfermedad, el gozo y el sufrimiento... todo lo pone el Señor en
nuestras manos para que nos sirvan de medios de ganar la eterna
bienaventuranza. Hemos de morir, y entonces empieza la vida que no acaba. Si la
muerte nos sorprende en pecado será la mayor de las desgracias, porque
eternamente seremos infelices en el infierno.
II.-
De aquí el temor de vivir en pecado; de aquí la necesidad de acudir al Patrocinio
de María de Guaditoca, para que ella guarde nuestros pasos y nos proteja en
todo instante y momento. iQue consoladora es la devoción a María! Ella nos
promete que los que la honren vivirán eternamente. Estímulo dulcísimo es este
para la práctica de la virtud, pues ningún medio mejor de honrar hay que unir
la abalanza de los labios con las virtudes del corazón. Preparémonos en vida
para el trance de la muerte; vivamos cada día muriendo al pecado, y pidamos a
María que el último latido de nuestro Corazón y la última palabra de nuestros
labios sean para Dios.
III.-
Consideremos, por último, los favores sin cuento que nuestro pueblo debe a su
Patrona amantísima, la Virgen
de Guaditoca, para saber agradecerlos y para que sean estímulo a nuestra
esperanza y a la confianza en su valimiento. ¿Cómo podremos contarlos? Si las
epidemias han sembrado la desolación, al punto que se han interpuesto ante el
Señor la invocación de Madre tan amorosa, ha cedido el mal; si el hambre nos
amenazaba, ella nos ha alcanzado el agua que salvó nuestros campos agostados;
Ella es salud en nuestras enfermedades. Todos cuantos acuden a su amparo son
socorridos y remediados. Por ello confiemos en su protección que nos defenderá
en la vida y nos ayudará a vencer en el trance de la muerte a nuestro enemigo,
para darnos la eterna bienaventuranza.
Oración
¡Virgen
Santísima de Guaditoca! Al terminar los días de esta novena te renovamos la
consagración de nuestro corazón: pobre es, Señora, pero tu amor será su mejor
riqueza y ornato. Te aclamamos una vez más como Patrona amadísima de nuestro
pueblo; proclamamos a la faz del mundo los beneficios que de tu misericordia hemos
recibido; no nos abandones, ampáranos y defiéndenos. Que la alabanza a tu
nombre y al de Cristo Jesús no cese entre nosotros, y danos la gracia para
resistir las tentaciones y vencer los obstáculos que se oponen a nuestra dicha
y felicidad eterna, para que gocemos contigo de las promesas de Cristo en la
patria celestial.
Amén.
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NIHIL OBSTAT
NIHIL OBSTAT
Dr. Modestus Abín
Hispali 27 Augusti 1915.
IMPRIMATUR.
Dr. Eugeníus Almaraz Santos,
Gub. Eccu
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