CONSAGRACIÓN
DEL CORAZÓN A NUESTRA
PATRONA
I.-
Nada más hermoso que el corazón de María formado por la mano del Omnipotente
para trono de Dios, no tiene imperfección alguna, está adornado de toda gracia
y belleza y dotado de ternura suma y de la más exquisita sensibilidad: solo
late para el amor divino, solo vive para Dios; en él puso el Altísimo el más
rico vergel de virtudes. Si meditáramos bien en esto, pondríamos en este
corazón todos nuestros afectos y él sería el imán dulcísimo de los nuestros. No
hay corazón más semejante al de Cristo que el inmaculado de María. Tan grande,
tan dichoso es tan digno de nuestro más vivo amor.
ll.-
EI corazón de la
Santísima Virgen es espejo de la bondad y misericordia
divina; sus más tiernos afectos son para nosotros sus hijos. Nuestras culpas y
pecados llenan de amargura y dolor corazón tan puro; así como nuestra vida
santa le proporciona alegría y júbilo ¡Cuánto debemos aborrecer y detestar el
pecado que nos separa del corazón de María, mata la vida sobrenatural de
nuestra alma y atrae sobre nosotros la ira del Señor! Por tanto, sea el deseo
más vivo de nuestro pobre corazón, vivir consagrado al de nuestra Patrona la Virgen de Guaditoca; aborreciendo
y detestando con todas las energías de nuestra alma el pecado, apartándonos de
toda ocasión y motivo de cometerlo; y amando de
todo corazón la gracia, único adorno conveniente del alma.
III.-
Para ello contamos con el Patronato de la Santísima Virgen
de Guaditoca. En el primer instante de su ser quebrantó esta Señora la cabeza
de la serpiente infernal y domeñó el pecado. Un triunfo semejante se va
repitiendo y renovando en cada uno de nosotros cuando hacemos frente y vencemos
a Satanás y la gracia que nos ayuda en esa obra no es otra que la que brota a
raudales del corazón de Jesús, como de purísima fuente y llega hasta nosotros
por el acueducto, que es María. Confiemos en ella y muy de veras que nos
alcance el triunfo sobre el pecado y la gracia de vivir santamente. Nuestra
devoción rendida y filial a Madre tan amantísima, será medio seguro de vivir y
morir en la gracia del Señor.
Oración
¡Virgen
santísima de.6uaditoca! Tú que quebrantaste la cabeza de la serpiente infernal
en el primer instante de tu purísimo ser, ten piedad de tus hijos que confiados
acuden a tu patrocinio. Alcánzanos la gracia de vivir apartados del pecado y
gran aborrecimiento a la culpa; protégenos con tu gracia para que vivamos
consagrado nuestro corazón a tí, a fin de ser gratos y aceptos al de tu
benditísimo hijo Jesús. Virgen toda hermosa y llena de gracia, alcánzanos del
Señor esta gracia a fin de que sirviendo a Dios con todas las veras de nuestra
alma podamos después de nuestra muerte gozar de la eterna felicidad. Amén
DÍA SEXTO
SUMISIÓN
A LA SANTA IGLESIA
I.- Es la Iglesia santa la obra
predilecta de Jesucristo, nacida de su costado, estando pendiente de la Cruz nuestro Redentor; es
continuadora de la misión del Verbo humanado cerca de nosotros, y por tanto ligan
a la Iglesia vínculos especiales con María. Para
corresponder pues al Patronato de la
Virgen bajo el título de Guaditoca, hemos de tener muy en
cuenta que la voz del Hijo de María
llega a nosotros por la
Iglesia santa. ¡Que amor debemos tener a esta Iglesia
bendita, regada y santificada con la sangre de Cristo! Si amamos a Jesús y a María. Hemos de amar a la Santa Iglesia.
¿Cuál es nuestra conducta acerca de esto?
II.-
Al amor a la Esposa
de Cristo hemos de unir la obediencia y sumisión a sus leyes y mandamientos. En
este respeto acatamiento se conocerá nuestro carácter de hijos de María de
Guaditoca. La autoridad de la
Iglesia es de Dios; quien a, vosotros oye, decía Jesucristo a
sus Apóstoles, a mí me oye y esta autoridad nos enseña y nos manda; su
Magisterio, por tanto, es divino ¡Cuantos cristianos preciándose de tales, no son obedientes a la Santa Iglesia ! ¡Cuán desgraciados son! Desechan las leyes de
Dios para gobernarse por su capricho y por apetitos desordenados: llevan la
señal del Bautismo en sus frentes y viven como si la Iglesia no ejerciera sobre
ellos el derecho de enseñar y mandar. Sea la obediencia a la Iglesia nuestra regla de
conducta.
III.-
Junto al amor y respeto a la
Iglesia católica; debe poner el cristiano el amor y
veneración al Vicario de Cristo, cabeza visible de esta Iglesia. Él es el
Pastor de toda la grey cristiana; a él entregó Cristo en la persona de San
Pedro las llaves del reino de los cielos y le adornó y enalteció con las más
sublimes prerrogativas: su oficio, y ministerio le colocan cerca de cada uno de
nosotros una protección especial tiene María para con la Iglesia y su piedra
fundamental. Un amor especialísimo hemos de poner en nuestro corazón, junto con
la reverencia y sumisión, al Vicario de Jesucristo, como medio único y seguro
de obedecer al Señor. Esa Iglesia es la nave misteriosa cuyo timón lleva el
Pontífice para conducirnos a través del tiempo y llevarnos a las puertas de la
celestial Sión.
Oración
iVirgen
santísima de Guaditoca! Obra predilecta de tu corazón es la Iglesia Santa , cerca
de la cual ejerces el ministerio de Madre y Protectora. Te pedimos nos concedas
el vivir y morir dentro de la
Iglesia católica: protégela y defiéndela contra todos sus
enemigos, extiende y dilata su reino, ampara al Vicario de Jesucristo y
alcánzanos amor a la Iglesia
y respeto y sumisión a sus leyes y preceptos, para que, viviendo en el seno de
esa Madre bendita, unidos en fe y caridad a Jesús, nos veamos libres del
naufragio y después de la vida merezcamos vivir en la Iglesia triunfante en el
cielo. Amén.
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