martes, 11 de febrero de 2014

ANTONIO MUÑOZ TORRADO – NOVENA NTRA. SRA. DE GUADITOCA - 3


DÍA TERCERO

QUÉ PIDE DE NOSOTROS EL PATRONATO DE MARÍA.

I.- Consideremos la obligación que tenemos de corresponder a la gracia de ser María Santísima de Guaditoca, nuestra Patrona. Exige esta merced, primeramente, que nuestro amor sea puro y rendido. Ninguna criatura más digna es de amor, después de Dios, que María: hemos, pues, de amarla porque su dignidad lo pide, su gracia y hermosura lo merecen, y sus relaciones con nosotros, como especial protectora, lo demandan ¡Ah!, cuánto ganaríamos si aprendiéramos amar a la Virgen purísima, con todo el empeño de que somos capaces. Jesucristo mismo es nuestro modelo en el amor a María.
II.- Este amor ha de ser desprendido; hemos de entregarnos en sus manos, poner todo empeño en servirla, oír reverentes sus mandatos, cumplir fielmente la ley santa del Señor, no buscando nuestro propio bien, sino  la gloria eterna de Dios y la salvación de las almas. ¿Ha sido nuestro amor a María hasta aquí obediente? Hijos de esta Madre, debe nuestro cariño manifestarse principalmente en la prontitud de nuestra voluntad en obedecer lo que nos manda y pide, haciendo entrega total en sus manos de nuestro ser, y procurando que su amor purifique nuestros pensamientos, aliente nuestras obras y sea sostén en todos los momentos de nuestra vida. La regla práctica de nuestra vida sea hacerlo todo en María, por María y para María.
III.- Pide por último, de nosotros nuestra patrona la Virgen de Guaditoca que nuestro amor sea de sacrificio y mortificación. Nada purifica más al hombre que el sacrificio, ni le dignifica como la mortificación; por ésta nos asemejamos e incorporamos a la Cruz de Cristo y tomamos parte en los dolores de nuestra bendita Madre, acercándonos al modelo de nuestra perfección y haciéndonos dignos de la protección de María. La mortificación y el sacrificio nos ofrecen medios de estar siempre en condiciones de hacer algo en desagravio de nuestros pecados, sabiendo utilizar lo que más abunda en la vida, que son los sufrimientos y las lágrimas. Amemos, por tanto, a María con todas las veras de nuestras almas, con desinterés y ofreciéndole continuamente el sacrificio de nuestro corazón y de nuestra voluntad.

Oración


¡Virgen Santísima de Guaditoca! Ninguna criatura ha sabido corresponder como Vos a las finezas del divino amor; el fuego de la caridad, que arde en tu corazón con llama inextinguible, queremos prenda e inflame los nuestros, a fin de que amemos a Dios sobre todas las cosas y aprendamos a padecer y sufrir por su servicio. No queremos dicha mejor que amarte y alabarte, como medio seguro de disponer nuestro corazón al amor divino. Por tus dolores y lágrimas te pedimos que sepamos aprovechar la Sangre Santísima que por nosotros derramó Cristo en la
Cruz, a fin de que después de esta vida lo amemos y gocemos eternamente en el Cielo Amén.

DÍA CUARTO

PROMESAS QUE NOS HACE NUESTRA
 PATRONA

I.- La vida del cristiano es un continuo batallar contra los enemigos del alma, el mundo, el demonio y la carne, que se conjuran para arrancar del corazón del hombre la buena semilla de la gracia y  sembrar en él las espinas del pecado. Lo primero que el Patrocinio de la Virgen de Guaditoca concede a las almas, es decisión para combatir estos enemigos, ¡Y cuán necesario es este auxilio de María! La cobardía del corazón es el gran mal del hombre; la falta de decisión en la voluntad da muchas veces el triunfo al pecado y al infierno y arrebata violentamente del cumplimiento de su fin las almas regeneradas por Cristo. Tengamos pues, confianza en María, y acojámonos  a su fuerza sobrenatural para sostener nuestro corazón.
II.- También necesitamos auxilio divino para resistir en la batalla; y María es nuestra fortaleza; porque su nombre es temido del infierno y hace que al ser invocado huya Satanás. Sea este nombre unido al de Jesús, el encanto de nuestro corazón, grabándolos en él, y sean para nuestros labios miel purísima al pronunciarlos  iDicha inefable la nuestra!, por grande que sea el poder del infierno, mayor es el valimiento de María. Ella lucha y vence en nosotros y nos cede el galardón de la victoria. Aprendamos por tanto a invocarla en las tribulaciones y a confiar en ella para vencer las tentaciones.
III.- Por último, para perseverar en el bien, también está a nuestra disposición la protección de nuestra amada Patrona. La victoria final, por la que se merece la corona de eterna munificencia, es del que llega a la meta, después de vencer los continuos óbices que va oponiendo en el camino el enemigo de nuestra salud, Lucha continua es esta que sólo terminará cuando  cese nuestra vida y en cuyo término, a la hora de la muerte, es por cierto más intensa y vehemente. En todos los momentos, para perseverar en el bien, María Santísima nos sostiene y conforta. ¡Oh celestial Protectora!, iqué sería de la humanidad tan rudamente combatida por Satanás sin tí! Aprovechemos para nuestra santificación todos los momentos de la vida; porque este es el gran negocio del hombre.

Oración



¡Virgen Santísima de Guaditoca! Tú eres fuente inagotable de gracia y trono de la Sabiduría increada; a tí acudimos en las necesidades de nuestra alma. Danos la gracia del Señor para que fortalecido nuestro espíritu, podamos resistir al demonio; sostén nuestro corazón en las tribulaciones y angustias, a fin que unidos siempre a tí venzamos el pecado; concédenos el don de la perseverancia final y el ultimo combate que sostengamos será coronado con la victoria. Virgen poderosísima, en tu mediación confiamos para alcanzar de nuestro Señor Jesucristo estas gracias, con las que, sirviéndole cada día en la tierra, podamos gozarle en el Cielo. Amén.

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