jueves, 27 de febrero de 2014

HISTORIA SOBRE UNA REVISTA DE FERIA DE 1946 - ORTEGA VALENCIA (2 DE 3)

                           Por Joaquín Isern Fabra

El dicho Pedro de Ortega, yendo navegando, las veces que se juntaron los navíos para poderse hablar dijo y persuadió muchas veces a grandes voces al dicho Fernán Gallego, piloto mayor que iba en la nao capi­tana que no mudase derrota sino que subiese de los 15º y 1/4 donde llegó la armada hasta los 25° que decía Pedro Sarmiento, cosmógrafo, que estaban las islas y tierra que iban a buscar y que por qué no esperaban a cada día con la Capitana a que se hablasen y comunicasen él y los dos pilotos de la almiranta con el piloto com­pañero, con el compañero que llevaban, el cual no quiso subir los dichos grados ni hacer más que su parecer no esperando a la Almiranta sino muy pocas veces porque dicho Pedro de Ortega no le contradijese lo que hacía.
   La primera tierra que la dicha Armada vio en que saltó la gente de ella fue la isla de Saba a quien pu­sieron de Santa Isabel y es más de mil seiscientas leguas distanciadas de los reinos y la dicha isla tiene de circuito sobre doscientas leguas, poco más o menos y en ella el dicho Pedro de Ortega con ciertos soldados fue el primero que entró la tierra adentro poco más de una legua a visitar a bilebanbarra otauriqui como ellos dicen, el cual se había dado por amigo de los cristianos y comenzaban a servirlo y trajo nuevas y avisos de la tierra y de las cosas que en ella había de donde se tomó lengua para lo que en adelante se debía de hacer.
     El dicho Pedro de Ortega, como maese de campo, salió del puerto de la dicha isla por la tierra adentro a ver la disposición de ella y su población y si era isla o tierra firme, porque hasta allí no se tenia por isla y con treinta soldados y veintidós mozos y esclavos bien aderezados y uno de los religiosos de San Francisco que llevaban, entró por ella cuatro jornada en que habría 16 leguas hasta llegar a la más alta de la tierra de donde se entendió ser isla y vio lo que en ella había y volvió a dar relación de ello al general habiendo tenido en el camino muchas guacavara (acometidas) y escaramuzas con los naturales de la tierra que salieron a él en más cantidad de quinientos cada vez; en que se vio en aprieto y se vieran en mayor peligro si bajara por donde subió, porque le tenían puestas celadas de muchas gentes y el camino era muy áspero y malo.

      En la dicha entrada (en la isla) y en todo lo demás en que el dicho Pedro de Ortega se halló, anduvo a pie porque no llevaron caballos ni los había en la tierra y anduvo por muy malos pasos y ríos y el agua a la cintura y a los pechos y los indios sobre flechando y tirando, a los cuales jamás consistió que le hiciese mal ni daño, si no se viese muy necesitado y forzado a ello por no poder hacer otra cosa para escapar él y su gente.

      De allí a pocos días, con el mismo número de gente tornó, el dicho Pedro de Ortega, maese de campo, entrar por otra parte, yendo parte del camino por mar, tardando cuatro o cinco días y entró hasta 12 leguas de tierra que es la meta y tuvo mucho trabajo y riesgo, porque les llovió mucho y los caminos fueron malos por la costa de la mar entrando por ella muchas veces y por ríos donde se les perdió la comida y se vieron en gran aprieto y donde trajeron cinco indios para lenguas como intérpretes, sin matar ningún indio ni hacer otro daño.

martes, 25 de febrero de 2014

HISTORIA SOBRE UNA REVISTA DE FERIA DE 1946 - ORTEGA VALENCIA (1 DE 3)

Por Joaquín Isern Fabra
Original cedido por Salvador Isern
Muy poderoso señor, Pedro de Ortega Valencia dice que él ha servido a S. M. en este reino y en el de tierra firme y por agua, de veinte y tres años a esta parte y, últimamente, en este nuevo descubrimiento de las islas occidentales en que fui con cargo de vuestro maese de campo y de lo que en esta jornada sirvió querría que se tomase información de oficio conforme a vía Real y ordenanza para informar con ella a vuestra Real persona.
A vuestra Alteza pido y suplico la mande recibir de oficio como dicho es por estos capítulos con citación de vuestro fiscal, con el parecer de vuestros oidores, se enviase a vuestra Real persona para que me haga merced de diez mil pesos de renta en pensión situados por vos de por vida en parte donde estén seguros y bien parados.
Primeramente el dicho Pedro Ortega Valencia se halló en ésta a tiempo que se aviaba la armada y gente que vuestro gobernador de estos reinos, el licenciado Castro, enviaba al descubrimiento de las otras islas occi­dentales y por la confianza que de él Pedro Ortega, tenía el dicho vuestro gobernador, le mandó que dejase sus negocios, casa y sosiego y fuese a servir a su majestad en la otra jornada.
El dicho Pedro Ortega obedeció lo que el dicho vuestro gobernador le mandó hacer de ir a la otra jor­nada dejando su casa en Panamá donde es alguacil mayor y tiene mujer e hijos, sin sacar otra condición alguna más de que de ninguna cosa, socorro, ayuda de costa, matalotaje, comestibles que se cargaban en la embarca­ción para el viaje armas ni otra cosa alguna se le había de dar dado ni prestado de la Real Hacienda, lo cual se cumplió así por el dicho Pedro de Ortega, porque ninguna cosa de las susodichas se le dio ni el la recibió pan la dicha jornada.
Al dicho Pedro de Ortega, se le dio cargo de la nao almirante con título de capitán de ella y Maestre de Campo de toda la armada, el cual llevó consigo a su costa y debajo de su bandera, trescientos y dos negros, hombres que sirvieron e hicieron en la jornada como buenos soldados todo lo que fue necesario y se les mandó y sirvieron y curaron los enfermos que hubo en la nao almirante todo el viaje.

El dicho Pedro Ortega metió en la dicha nao almirante, matalotaje en gran cantidad y armas para sí y para sus criados y esclavos, en que gastó y se empeñó y en otros aderezos y pertrechos necesarios en más can­tidad de tres mil pesos, de lo cual ninguna cosa sacó ni escapó acabada la jornada porque el matalotaje y todo lo demás, se gastó y consumió y las armas y los demás aderezos vino usado, podrido y gastado que nada vale.
El dicho Pedro Ortega, anduvo haciendo y procurando gente que fuese al dicho descubrimiento y por su causa y su afición, fueron a él muchas personas que sólo fueron por él, no yendo sin dicho Pedro Ortega, algunos de los cuales, como fueron Francisco Muñoz Rico y Juan de Ortega, sus deudos, fueron a sus propias expensas sin recibir paga, socorro ni ayuda de costa, ni matalotaje, ni armas, ni otra cosa alguna de la Real Hacienda y llevaron criados y esclavos a su costa,

Embarcóse a los 19 de noviembre del año pasado (1566) el dicho Pedro Ortega y sus deudos y gentes en la dicha nao almiranta y se hicieron a la vela a los veinte en el puerto del Callao de esta ciudad y fue si­guiendo su viaje por el rumbo y término que, la nao capitana guiaba porque en ella iba el general Álvaro de Mendaña y Fernán Gallego, piloto mayor de la armada por cuyo parecer se regían las derrotas y rumbos y se rigió en toda la armada.

domingo, 23 de febrero de 2014

HISTORIA SOBRE UNA REVISTA DE FERIA DE 1946

Portada original de la Revista cedida por Salvador Isern
Hace unos días, nuestra amiga Mª José Serna Blanco, nos sorprendía en Facebook con la portada de una Revista de Feria de Guadalcanal del año 1946. La mayor parte de la publicación está dedicada a una investigación sobre Ortega Valencia y el descubrimiento de una isla en el Pacífico, a la que nuestro ilustre paisano puso el nombre de Guadalcanal.
A veces resulta curioso las casualidades que se pueden producir, para que una simple portada de una Revista de Feria de Guadalcanal, lleve consigo una serie de descubrimientos.
Lo primero que observamos en la portada de inicio del reportaje sobre Ortega Valencia, es el nombre del autor, Francisco Ruiz Pelayo, que según pone "...ha efectuado una labor de investigación, pacientemente realizada por el exvecino de esta villa..." Aquí encontramos el primer dato misterioso, ya que según hemos podido investigar en los Archivos Municipales, el citado vecino no aparece como tal, en los años anteriores ni posteriores a la publicación de este trabajado reportaje.
Coincidiendo en el tiempo actual con la aparición de la portada de la Revista, resulta que he trasladado el resto de los libros de mi biblioteca que tenía en Miajadas a Guadalcanal, y entre ellos, venía una de las múltiples ediciones del “El Contador de Sombras”, de Antonio Burgos, en este caso el editado por Ediciones 29 para Discolibro del año 1972. Como hacía tiempo que no lo leía, lo he vuelto a leer, como también he hecho con el titulado “Toque de gloria, toque de agonía”, cuyo personaje central, también es de Guadalcanal. Entre las cosas que cuenta don Tomás Mora en el Contador de Sobras, leo lo siguiente en la página 201 … De tanto leer, don Yordi se encontró con que en el Pacífico había una isla que se llamaba como este pueblo, precisamente porque la había descubierto uno nacido aquí, Pedro Ortega Valencia. Se puso a pedir libros a Madrid, y no vea usted cómo se estudió la cosa, lo mismo que el que prepara un examen. Y después, cogió y en el permiso, en vez de irse a su pueblo, como había hecho otros años, y volver a Barcelona, se estuvo diez días en Sevilla para estudiar los papeles que hablaban de esto de Ortega Valencia en el Archivo de Indias. Cuando volvió, no vea usted la de fotocopias de documentos que traía y lo bien que los leía, aunque estaban escritos con la misma letra del archivo de la parroquia…” . Sigue divagando el personaje de Antonio Burgos, pero curiosamente habla de fotocopias de documentos que trajo del Archivo de Indias y lo bien que los leía.
Intrigado con estos datos, y aunque Antonio Burgos lo nombra como Jorge Rovira, este nombre me hizo pensar que el personaje real de su libro debía de ser catalán, por el nombre y apellido con que le nombra, tan usuales en Cataluña.
Me puse en contacto con Mª José Serna, que amablemente me dejó la Revista y entre otros artículos, estaba el de Ortega Valencia y curiosamente con fotocopias de documentos del Archivo de Indias. Por lo tanto, el personaje de Antonio Burgos y Francisco Ruiz Pelayo eran la misma persona.
Como me ha ocurrido otras veces, cuando me encuentro atascado, acudo a mi amigo José Mª Álvarez Blanco (el hijo de Pepe el de la tienda, cuyo padre también aparece como personaje en el Contador de Sombras), que es el que más sabe de cosas de Guadalcanal. No tardó treinta segundos en decirme el nombre del verdadero autor del amplio artículo de Ortega Valencia y las vicisitudes de la historia del artículo.
Anotado por mí el nombre del autor, he aprovechado los trabajos que estoy realizado para la Historia de Guadalcanal del Siglo XX y he encontrado algunas cosas que me confirman lo que mi amigo Pepe Álvarez me dijo.
Lo primero que encuentro, es que yo ya sabía el nombre del personaje del escritor sevillano, aunque posiblemente por mis años, lo había olvidado. En una entrevista que realicé a Salvador Isern el año 2009, entre otras, le hice la siguiente pregunta: “…Leyendo el libro de Antonio Burgos “El Contador de Sombras” me imagino a su padre, como el personaje de Don Yordi…
- El personaje de Don Yordi como lo describe Antonio Burgos en su libro, no es fiel reflejo de la realidad. Don Joaquín nunca ocupó cargo alguno de concejal y menos fue administrador de correos, si es cierto que investigó largo tiempo en el archivo de Indias y en el de Simancas de donde sacó mucha información que fue publicada en la revista de Feria. Fue el primero en divulgar el descubrimiento de la isla de Guadalcanal por Don Pedro Ortega Valencia en el archipiélago Salomón, también es cierto que luchó junto a Don Francisco Oliva, que fue alcalde, para que se rindiera homenaje a Don Pedro Ortega…”
Joaquín Isern con traje oscuro y gafas, en la primera misa que celebró el fraile guadalcanalense Rafael Calado, antiguo empleado de su farmacia.
            Efectivamente don Joaquín Isern Fabra, no cabe duda de que es el autor del artículo de Pedro Ortega Valencia, ya que por la fecha que se escribió, él estaba ejerciendo de farmacéutico en Guadalcanal, como también lo hizo en Barcelona, Andorra, Sanlúcar de Barrameda,  y la población barcelonesa de Parets del Vallés, donde se jubiló el año 1985. Cuando en 1964 se realizó el primer homenaje a Ortega Valencia, aunque ya no vivía en Guadalcanal, fue invitado expresamente por el alcalde Francisco Oliva, según pueden ver en el escrito que figura bajo estas líneas y la copia del telegrama que también insertamos.


            Agradecemos a Salvador Isern los originales enviados de la portada y contraportada de la Revista y la ampliación que nos hace de las peripecias de su padre que resumimos a continuación: "...Mi padre, catalán de Gerona de 1,96  de altura, sin raíces en el pueblo, era un misterio, la guardia civil pidió informes, sabían que estuvo en la cárcel, en Sanlucar de Barrameda en 1938 por hacer unos calendarios contra el Régimen de Franco; en su  condición de Carlista. Su marcha de Cataluña se debió a la  persecución para matarlo, igual que hicieron con su suegro, que lo asesinaron por la espalda, "solo por ser católicos."
 Como bien sabes, la segunda guerra mundial finalizo el 2-9-1945 y la batalla de Guadalcanal 9-2-1943, fue entonces cuando el nombre de Guadalcanal salto a los medios de comunicación principalmente la radio y muchos tuvieron conocimiento de la existencia de la isla de Guadalcanal.
 Como bien dices la revista de feria de 1946, fue mi padre el autor de todo, las fotos, los reportajes y la impresión de las planchas sacadas del archivo de Indias, (que aun conservo y que le costo un pastón) el seudónimo de Francisco Ruiz Pelayo, fue  inventado, para no tener problemas ni todo el protagonismo..."

            A continuación les ofrecemos en tres capítulos el artículo de don Joaquín Isern, aunque en su día figurara como autor don Francisco Ruiz Pelayo.

Por último quisiera animar a mis improbables lectores, para que dieran a la luz esas pequeñas historias, que cómo ésta, ha salido de una simple portada o puede nacer de una fotografía antigua de algún familiar.

viernes, 21 de febrero de 2014

TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA DE OSMA DE 1909 (2 de 2)

 SOBRE DOS VECINOS DE GUADALCANAL, POETAS POPULARES, APODADOS EL BOTINERO Y EL LAZO, A LOS QUE CALIFICA DE RIMADORES E IMPROVISADORES
Por José Mª Álvarez

En cierta ocasión, el Botinero fué á Madrid. Entonces D. Adelardo López de Ayala era presidente del Congreso, y aquel no pudo resistir á la curiosidad de presenciar una de las Sesiones presididas por el poeta; aunque consiguió papeleta especial, sin embargo, tuvo cortedad y fuese á ocupar lugar en la cola, logrando entrar en la tribuna públi­ca. Cuando regresó á Guadalcanal le preguntaron y él contestó:

«Metido yo entre la gente
de la popular tribuna,
tuve la grande fortuna
de poderme recrear
en una hermosa figura
llena de majestad,
que se mesaba la pera
sentado en su pedestal;
y lleno de admiración,
de ver tanta gallardía,
a mi pobre corazón,
con júbilo le decía,
─ ¡Es posible que yo vea
al que hizo en Alcolea,
el gigantesco papel
de tenerse que entender
con un bravo general,
herido y contrariado, y
un ejército, además,
que estaba tan disgustado;
y de que oyeron su voz,
aquel hermoso lenguaje,
toda la ira y rencor
se convirtió en homenaje,
rindiéndole vasalllaje
todo el Estado Mayor!

(Nadie lea ese espontáneo desahogo con ojos de preceptista...Preferible es esto que los retumbantes epítetos de Cañete...)

Otra vez y en un corrillo se ocupaban algunos vecinos del modo de obrar del Juzgado y del Ayuntamiento que entonces disfrutaban. El Botinero estaba presente  é intervino con los siguientes comentarios:

«Entre el Juez municipal
Y su digno Secretario,
tienen hechos más milagros
que la virgen del pilar»

               ─
«Aun cuando algunos letrados
Se proponga disfrazar
lo blanco con lo encarnado,
el tren de administración
de aquesta localidad
se encuentra descarrilado;
porque el primer maquinista,
que es un simple fogonero,
cuando el silbato le avisa
duda si da ó quita freno...
Y como tienen las vías
curvas y cuestas abajo,
si no entiende quien lo guía
va seguro á algún fracaso;
y luego los pasajeros,
que son los contribuyentes,
de todos los accidentes
cargarán con el mochuelo...
Luego el Alcalde primero
quiere proclamarse rey,
atropellando la ley
con sus modales groseros;
y me parece mentira
que este pueblo, siendo grande,
tenga que supeditarse
casi á una caballería».
               ─

He aquí las semblanzas que hizo de dos personas; la una, de un prestamista ó sanguijuela de primera fila; y la otra, de un pillastre que tuvo habilidad para engañar á algunos padres de familia que constituyeron un depósito de dinero para librar á sus hijos del servicio militar.

«Sí quereis analizar
de ese hombre su valía
teneis todos que juntar
vuestra opinión con la mía,
teniendo que confesar
que el pobre de Ruibal[1]
más honradez poseía:
porque este infeliz tenía
solo la monomanía
de no querer trabajar,
mientras que el otro zorzal,
tiene muy acreditado
que es un gato solapado
por donde quiera que va»

             ------

«Si mirais a don (Fulano)
con alguna detención,
os parecerá que es bajo,
pero estais en un error,
porque lo tiene medido
al metro de la razón,
y se destaca su altura
sobre el mayor picarón;
que en diabólicos empeños
nunca jamás se durmió;
y siega con su guadaña
la mies de los intereses
del que tiene la desgracia
de con él hablar dos veces;
que su palabra de almíbar
es reclamo de perdiz.
á donde acude engañado
más de un vecino infelíz;
y que la ley del Reemplazo
la tiene tan estudiada,
que le juega una tostada
hasta al Ministro del ramo».

Ya digimos que el otro poeta popular se le conoció por el apellido de Lazo; cuyo apellido pasó á ser sinónimo de satírico, burlón, etcé­tera. «Ese es un Lazo», suelen decir en Guadalcanal del hombre que se pasa la vida riyéndose de los demás. La mayor parte de sus improvisaciones no pueden transcribirse, porque Lazo fué aficionado á rimar cuantas historietas eróticas corrían por el pueblo; pero lo sabía hacer con gracia tal que se le dispensaba el verde cultivo... Es lástima que no podamos apuntar algunas rimas, que de ningún modo convienen al carácter de nuestra REVISTA, especialmente un dialogo ingeniosísimo entre lavanderas murmuradoras.
Fué también improvisador rápido. En cierta reunión donde se hallaba Lazo, uno de los concurrentes, gran vicioso, por más señas, tiróle de la lengua para que digera alguna de sus frecuentes chanzonetas. El aludido no se hizo de rogar é inmediatamente dijo:

«Manuel tienes por nombre,
y Ortega, por apellido;
y en toda clase de vicios
te encuentro muy pervertido.
Á tí te gustan los naipes,
el billar y la escopeta...
¡Pues ya no te falta nada
para . . . . . . . . . . . .. . . ...!»
                                                            
Otro día corrió por el pueblo, de boca en boca, un suceso cómico­dramático. Al enterarse Lazo hizo la siguiente pacotilla:

«Un maestro zurrador,
con una vara de oliva
estaba esperando una rata
que entraba en su tenería.
Y aunque la rata era amiga,
grande paliza llevó...
¡No se han de coger palizas
en casa de un zurrador!»

Con motivo de un proceso instruido contra el Ayuntamiento, com­puso esta rima:

«A un Secretario goloso
lo llamaron a la Audiencia,
por cierto queso famoso
que perdiera la existencia.
Como el Fiscal acusaba
de ratón al Secretario,
sumándole un gran sumario
de muerdos y dentelladas,
el Secretario dijo:─ Señor;
figúrese bien usía
que en casa de un servidor
hay una gata bonita,
á la que buscan los gatos
para hacerla el amor
y lamer todos los platos;
figúrese que la gata
llega á estar muy dolorida
cuando ve que nada cata
en despensas y cocinas;
cuando ve que los demonios,
falsos gatos, falsos novios,
se han comido medio queso,
que guardaba la familia
por ser cosa del Concejo,
cosa de comer prohibida.
Y viendo la pobre gata
que en la culpa está metida,
y que la gente sensata
le atribuirá la comida,
toma la gran decisión
de comerse el medio queso;
y ya que hubiera proceso,
se aguante con atracón
                                       ----
Y basta con los anteriores apuntes para que sirvan de testimonio del espíritu poético del pueblo.
R. GARCÍA-PLATA DE OSMA
.                        Alcuéscar, 1909

Nota de transcriptor.- He respetado escrupulosamente la ortografía del original. Por tanto, la responsabilidad de menoscabar la dignidad de la Virgen del Pilar, escribiendo su nombre con minúsculas, es debida a la pluma de nuestro paisano.  





[1] Ruibal, era un mendigo a quien nadie podía hacerlo trabajar.(Nota del transcriptor.- Por un errata en el original, en esta nota se lee Aníbal, en lugar de Ruibal). 

miércoles, 19 de febrero de 2014

TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA DE OSMA DE 1909 - (1 DE 2)


UN TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA DE OSMA, DE 1909, SOBRE DOS VECINOS DE GUADALCANAL, POETAS POPULARES, APODADOS EL BOTINERO Y EL LAZO

Introducción de
José Mª Álvarez Blanco

Cuando en 1996 preparé, para la Revista de Feria, la reseña biográfica del escritor guadalcanalense citado en el título de estas líneas, solo tuve en cuenta el trabajo previo de Miguel Grillo y textos escritos por gente de Alcuéscar (Cáceres) a donde se había trasladado con su familia en su temprana infancia. Estas circunstancias me hicieron pensar que en este caso se trataba de un escritor, como ocurre tantas veces, que solo tenía con el lugar de origen la circunstancia de su nacimiento, y que debido a su temprana salida de Guadalcanal sus textos estaban desvinculados de nuestra villa serrana y sus gentes.

Pues no, hoy rectifico, ya que he encontrado dos escritos de este erudito que demuestran fehacientemente que mi impresión de hace 17 años carecía de fundamento. Comento hoy el primero de los dos textos sobre dos guadalcanalenses aficionados al verso fácil, con rima consonante, naturalmente. Como no quiero extenderme, más de lo estrictamente necesario, para dejar el hallazgo en suerte quisiera apuntar solo dos breves comentarios.

El primero es que, a tenor del contenido del artículo, sería interesante averiguar - consultando a los más ancianos del pueblo - hasta qué punto se han transmitido, por relatos orales, datos sobre la vida y milagros de las dos personas apodadas El Botinero y El Lazo. De estos dos rapsodas, en sus días populares, me llama la atención El Lazo que recitaba versos eróticos, sobre murmuraciones de las lavanderas ─ supongo que en La Poza que era un lavadero existente al final de El Palacio que la mayoría de los actuales guadalcanalenses no conoce ─ y que el escritor no reproduce porque dice que no lo permitía la Revista.  De mi infancia en Guadalcanal en los años 40-50 del pasado siglo, recuerdo El Botero y El Lazo, el primero de origen gallego no creo que tenga nada que ver como descendiente de El Botinero. En cuanto a El Lazo se me ha informado que el último ciudadano así motejado falleció soltero hace pocos años, por lo que este apodo ─ si bien ha seguido existiendo en la segunda mitad del pasado siglo y en la primera del presente ─ también ha dejado de ser la denominación usual un ciudadano de Guadalcanal en lugar de su nombre de pila. En la primera composición reproducida, de El Botinero, se alude a la machada que supuso la intervención de A. L. de Ayala en la batalla del puente del Alcolea, ampliamente relatada en las diversas biografías del político y escritor    

El segundo es sugerirle al lector que, si no quiere sumergirse en farragosas disquisiciones eruditas, se salte los tres primeros párrafos y empiece por el cuarto, que empieza: "Allá, en la tierra que sirvió de cuna al que escribe este apunte.....". Por hoy nada más. En otra ocasión presentaré y comentaré el segundo de los textos.
Madrid diciembre de 2013   


El presente trabajo, original de Rafael García-Plata de Osma (Guadalcanal, 1870 - Alcuéscar, 1918) es repro­ducción de las páginas 127-134, de la "Revista de Extremadura. Ciencia y Arte. Órgano de las co­misiones de monumentos de las dos provincias". Tomo XI. Cuadernos II y III. Cáceres, Febrero 1909.

EL POETA POPULAR

Al leal amigo é ilustrado escritor
catalán «El Curioso Barcelonés».

Permítaseme una breve digresión para demostrar el interés artístico de los apuntes que voy a transcribir después…Han pasado los tiempos en que el Verbo-espiritual de la gran ó extensa familia analfabeta se transmitía oralmente, de unas generaciones á otras y como legado artístico, por el vehículo de los privilegiados de memoria feliz; la biblioteca oral, esa literatura nómada popular que desde la adolescencia del romance castellano tuvo dominio extenso en nuestras regiones ─ testigo de ello es el Roman­cero, el Refranero, el Cantar geográfico, etc.,─ toca ya sus últimas horas vespertinas; la evolución de una sociedad pretérita rindió espe­cial culto al progreso mecánico de Marinoni, el gran revolucionario en el arte de imprimir, y la impetuosa lluvia del cosmopolitismo enci­clopedista ha remojado el alma de la clase popular; hasta los llamados «pliegos de cordel», que en época no lejana llenaron un vacío entre los tocadores del rabel, pandero y zambomba, sosteniendo, aun con adulteraciones, el saber clásico del pueblo, han degenerado en crónica-negra ambulante, cuyo mercantilismo debiera ser castigado con la mayor severidad... Verdaderamente, las prensas deben gemir cuando sirven de medio para ciertas cosas, pero sentirán balsámico consuelo cuando se agrupan sus pedacitos metálicos y componen un algo apro­vechable para el mundo ilustrado; y puesto que esa evolución mecá­nica es ley universal acatémosla con respeto y entusiasmo, que al fin y al cabo tiene mucha razón Eugenio Pelletán[1] al juzgar que la prensa, esta voz de la humanidad, habla al espacio como la sibila. Dice, y la palabra dispersada al momento hiere al instante todas las inteligencias. Sucede al destino y al oráculo de la razón. Cada día enseña algo. El aire está lleno de palabras. Cada hombre, toma y da á cada hombre lo que tiene de mejor, y completa por medio de este cambio el déficit del pensamiento; porque el cambio tiene eso de divino, que todos ganan siempre en el cambio. La filosofía halla al pueblo preparado por los periódicos para comprender la promesa de nueva alianza; sale del misticismo de la escuela para tratar con el sentido común; consiente en ser popular, práctica, comunicativa, ecléctica, en la verdadera acepción de la idea; rechaza para siempre la brutal doctrina de la sensación, esta muerte metafísica de la inteligencia; proclama la doctrina del progreso, la revelación continua de la historia, la inspiración divina de la razón, la religión permanente de la humanidad»… Acatémosla y sirva de vocinglera para la ciencia del Folk-Lore español, cuya indiscutible importancia se ha demostrado tantísimas veces por maestros nacionales y extranjeros; acatémosla y sírvanos hoy para dedicar un apunte al poeta popular, ya que la muerte del clásico «pliego de cordel» es inevitable…
         Creo que todos hemos tropezado con alguno de esos tipos populares que, apenas vistos, conquistan primero nuestra benevolencia y seguidamente nuestra simpatía más sincera; la chispa espiritual de estos tipos hace brotar entre las arideces de la indiferencia social muchas y puras emociones artísticas, encantándonos con la contemplación de bellezas naturales, semejantes á las que nos ofrecen los policromos valles primaverales. No debemos confundir estos tipos espirituales con los espirituosos ó anormales per accidens: los primeros provocan admiración y se elevan sobre el espíritu vulgar, son elegidos por sufragio universal espontáneo; su chispa señala la procedencia de fuego divino del genio: los segundos consiguen un momento de atención, momento en que dura el juicio comparativo que los clasifica dentro de la escala que empieza en un macaco y termina antes de pisar el sitio del hombre responsable. Entre el Garibaldi madrileño legítimo representante de Baco, y un poeta popular cualquiera, se ven marcadas las diferencias, aunque equivocadamente se les iguale en popularidad; esto no es más que otra corrupción del sufragio universal en la elección del Espíritu-pueblo…
       El poeta popular lleva consigo la fiebre creadora del Arte; no tiene noticias del Arte Poética, de Horacio; desconoce las reglas preceptivas; su vocabulario es reducido… y sin embargo, rima sus ideas con oído especial, demostrando que las dos «hermanas gemelas» no nece­sitan de la lírica erudita para fundirse en apretado abrazo. En estos tipos hay siempre poeta que piensa alto, siente hondo y habla claro, si tenemos en cuenta el plano de su cultura; por esta razón á priori y casi indeliberada conquistan el aplauso general. ¡Cuánto ganarían mu­chos escritores, manufactureros de la forma literaria, si recordasen prácticamente el viejo aforismo de «el poeta nace y el escritor se ha­ce». ¡Y ganarían por ellos mismos! que en resumidas cuentas son los engañados y tarde lo llegan á comprender, cuando pasan los años y en el balance intelectual observan que padecen de un déficit irremediable ante la cuenta del Tiempo, déficit originario de confundir la aptitud natural con el laborioso artificio; ese artificio que hace abortar la pro­ducción literaria, ó la concede pocos días de vida después de nacida... Para nada se necesitan los ejemplos; la emoción estética nunca podrá producirse sin el potencial del acumulador...
Allá, en la tierra que sirvió de cuna al que escribe este apunte, hubo una época en que nuestro querido é inolvidable poeta Adelardo López de Ayala despertó la afición al pensamiento rimado; larga é inútil resultaría la tarea de enumerar nombres y producciones más ó menos eruditas que en aquellos años se hicieran, para bajar al panteón del olvido. Los rimadores creyeron que con una poca de picardía y un perfecto conocimiento de las reglas había bastante para seguir por el camino en que Adelardo sembraba los laureles; muchos años tardaron en convencerse de que todos eran «lugares comunes». Es decir, todos no lo eran, pues dos modestísimos vecinos de Guadalcanal obtuvieron la «sanción popular» -─ que dice J. Costa ─: dos improvisadores llama­dos el Botinero y Lazo. El Botinero sabía leer y entretenía sus ocios en hacer pacotillas ó comentarios sobre asuntos locales, al estilo de Pepe Estrañi. Grande fué el número de sus improvisaciones, pues rimaba con extraordinaria facilidad, pero no hemos podido recoger más que las que se transcri­ben en este trabajo.





[1] Profesión de fe del siglo XIX, págs. 316-317 – Ediciones del año 1854. Madrid


martes, 18 de febrero de 2014

ANTONIO MUÑOZ TORRADO – NOVENA NTRA. SRA. DE GUADITOCA - 6 Y ÚLTIMO

DÍA NOVENO

LA DEVOCIÓN A MARÍA Y LA VIDA FUTURA


I.- Nuestra morada definitiva es el cielo; hacia él caminamos mientras vivimos en este valle de lágrimas. El amor a María, el cumplimiento de nuestros deberes, la limpieza del corazón, Son poderosos auxiliares para no apartarnos del verdadero camino de salvación, ¡Cuantos olvidan estas verdades y viven como sí eternamente hubieran de morar en la tierra! Los bienes de fortuna y la pobreza, la salud y la enfermedad, el gozo y el sufrimiento... todo lo pone el Señor en nuestras manos para que nos sirvan de medios de ganar la eterna bienaventuranza. Hemos de morir, y entonces empieza la vida que no acaba. Si la muerte nos sorprende en pecado será la mayor de las desgracias, porque eternamente seremos infelices en el infierno.
II.- De aquí el temor de vivir en pecado; de aquí la necesidad de acudir al Patrocinio de María de Guaditoca, para que ella guarde nuestros pasos y nos proteja en todo instante y momento. iQue consoladora es la devoción a María! Ella nos promete que los que la honren vivirán eternamente. Estímulo dulcísimo es este para la práctica de la virtud, pues ningún medio mejor de honrar hay que unir la abalanza de los labios con las virtudes del corazón. Preparémonos en vida para el trance de la muerte; vivamos cada día muriendo al pecado, y pidamos a María que el último latido de nuestro Corazón y la última palabra de nuestros labios sean para Dios.
III.- Consideremos, por último, los favores sin cuento que nuestro pueblo debe a su Patrona amantísima, la Virgen de Guaditoca, para saber agradecerlos y para que sean estímulo a nuestra esperanza y a la confianza en su valimiento. ¿Cómo podremos contarlos? Si las epidemias han sembrado la desolación, al punto que se han interpuesto ante el Señor la invocación de Madre tan amorosa, ha cedido el mal; si el hambre nos amenazaba, ella nos ha alcanzado el agua que salvó nuestros campos agostados; Ella es salud en nuestras enfermedades. Todos cuantos acuden a su amparo son socorridos y remediados. Por ello confiemos en su protección que nos defenderá en la vida y nos ayudará a vencer en el trance de la muerte a nuestro enemigo, para darnos la eterna bienaventuranza.

Oración


¡Virgen Santísima de Guaditoca! Al terminar los días de esta novena te renovamos la consagración de nuestro corazón: pobre es, Señora, pero tu amor será su mejor riqueza y ornato. Te aclamamos una vez más como Patrona amadísima de nuestro pueblo; proclamamos a la faz del mundo los beneficios que de tu misericordia hemos recibido; no nos abandones, ampáranos y defiéndenos. Que la alabanza a tu nombre y al de Cristo Jesús no cese entre nosotros, y danos la gracia para resistir las tentaciones y vencer los obstáculos que se oponen a nuestra dicha y felicidad eterna, para que gocemos contigo de las promesas de Cristo en la patria celestial.
Amén.

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                                            NIHIL OBSTAT
    Dr. Modestus Abín



Hispali 27 Augusti 1915.


IMPRIMATUR.
Dr. Eugeníus Almaraz Santos,
                                                        Gub. Eccu