domingo, 22 de mayo de 2011

GUADALCANAL EN 1829 - 3


Por Ana Murillo López – Revista Guadalcanal 2004

Otras deducciones se sustentan en hechos lógicos, como por ejemplo la localización de las calles llamadas “Sevilla Dentro” y “Sevilla Fuera”: la primera sería intramuros y la segunda extramuros (fuera de la muralla, si es que ésta aún se conservaba entonces). Resulta fácil comprender que el término “Sevilla” se utilizó por ser la calle que conducía a dicha ciudad, si bien no se corresponde con la actual calle Sevilla, puesto que ésta tenía el nombre de calle de la Dehesa. Al hablar de calles que han mantenido su nomenclatura nos referimos a las de Luenga, Huertas, San Francisco (calle y calleja), Concepción, Granillos, Jurado, etc. Otras han modificado su nombre completamente: S. Bartolomé (actual Costaleros), Olleros (Feria), Berrocal Grande (Espíritu Santo), del Diezmo (A. Machado), Fox (Cervantes) o Camachos (López de Ayala).

El plano nos muestra el crecimiento urbano que ha experimentado Guadalcanal desde 1829 hasta la actualidad, crecimiento que se explica por el constante incremento de la población hasta los años 60 del siglo XX y por la necesidad de disponer de más viviendas y servicios, si bien hoy día no se alcanzan los parámetros demográficos de 1829.

Hemos consultado vecindarios anteriores para comprobar si se había experimentado algún cambio de interés.

En 1802, Guadalcanal contaba con 1.124 vecinos; un año después permanecía casi intacta esa cifra (1.123); en 1807 había 1.129 y tan sólo diez años más tarde, en 1817, la población se había reducido a 951 vecinos. La principal causa que explica esta pérdida es la Guerra de la Independencia (1808-1813) y sus catastróficas consecuencias en el medio rural, que hubo de enfrentarse a una grave crisis económica y demográfica por el arrasamiento de campos y centros fabriles, comunicaciones dificultadas, desorden y destrucción. Años después del conflicto la población se repone, de manera que en 1820 se cuentan 1.073 vecinos, hasta llegar a los 1.102 de 1829. Todavía entonces, por tanto, no se había recuperado el potencial demográfico anterior a la guerra.

Se ha defendido repetidamente en numerosos estudios que los consistorios municipales anteriores a la época constitucional estaban regidos por la nobleza. Sin embargo, los nombres de los regidores y demás oficiales municipales de Guadalcanal que firman las respuestas al interrogatorio no coinciden con los de los nobles asentados en el padrón. Cuatro son los regidores que firman con una cruz por no saber escribir (sus nombres son anotados por el escribano) y cinco los que plasman su firma con nombre y apellidos. Los regidores que firman con la señal de la cruz se corresponden con labradores y jornaleros que habitan en las calles más retiradas del centro del pueblo. Así, encontramos a Antonio Ugía, labrador de la calle Jurado, o a Antonio García. Éste último nombre aparece tres veces en el vecindario, dos como jornalero y una como labrador. No es que Antonio García tuviese una triple personalidad, simplemente no hay forma de averiguar cuál de los tres se corresponde con el regidor, dado que únicamente se escritura el primer apellido. De los regidores que firman con su nombre encontramos a Cristóbal Guerrero, labrador de la calle Sevilla Fuera, y a Miguel Moyano, jornalero de la calle Jurado, o bien labrador de la calle Granillos.

Así pues, jornaleros (asalariados) y labradores (propietarios) ocupaban los cargos municipales, por lo que se puede decir que era un consistorio representativo de la estructura social de Guadalcanal. Francisco Castillo es otro regidor que firma pero no se ha encontrado su nombre; sí el de don José Castillo, capitán retirado de la calle S. Bartolomé (este último no consta como regidor). Quizás guardaban alguna relación, posiblemente el primero fuese el padre del segundo, puesto que este apellido no era muy común entre los vecinos. Otra relación de parentesco se establece entre Antonio José Calleja, el escribano del vecindario, y Manuel José Calleja, vecino de la calle San Bartolomé. El nombre del primero no aparece, por lo que se deduce que Manuel podría ser padre de Antonio, puesto que en el vecindario únicamente consta el nombre del cabeza de familia.

Aunque había 27 hidalgos, sólo cinco constan en el vecindario con alguna función concreta, en este caso como propietarios, además de tenientes y capitanes, en activo o retirados, de los “voluntarios realistas”, cuerpo local militarizado con tareas de policía rural: D. Antonio María Moreno, residente en la Plaza o Mesones (no se especifica); el ya mencionado D. José Castillo, en San Bartolomé, calle ésta en la que también habitan D. José de Tena y don Juan Becerra; por último, en la calle Santa Clara mora don Agustín Vázquez. Las tres calles citadas poseen una ubicación céntrica, lo cual da muestra de que los nobles disponían de una posición privilegiada frente al resto de clases y oficios.

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