Francisco de Mendoza “El Indio”
Del libro de Francisco Javier Escudero Buendía
Apunte 1
CAP. X. Administrador General de las Minas de los reinos y de Guadalcanal (Sevilla) (1556-1562).
“Siendo como este negocio es de gran importancia,
e que requiere persona de calidad, confianza y esperiencia,
e porque todas estas cosas concurren en vos don Francisco de Mendoza,
hijo de don Antonio de Mendoza (...) y así vos mando que vallais
a todas las cibdades, villas y lugares destos reinos (...)
donde se han hallado y descubierto y se hallaren
y descubrieren las dichas minas de oro y plata”.
Comisión para visitar las minas de los reinos. 1556.
1. Visitador General de las Minas de los reinos (1556-1557): La “fiebre del oro” a la española.
En el momento en que Francisco de Mendoza entra en España en octubre de 1552 con la flota de Indias, manifiesta su intención de seguir íntimamente unido a ellas mediante sucesivos negocios, pero también y al mismo tiempo su deseo de no volver a ellas de inmediato; no podríamos interpretar de otro modo las palabras que expresa en su memorial a la Corte del año 1554: “Y asímismo se me haga alguna merced en los Reynos despaña como a otros caualleros de mi calidad”(1).
Como vimos esta petición de mercedes fue el punto de partida para la concesión del repartimiento de Pocona en el virreinato peruano, pero ante los reyes y gobernadores también le puso en la marca de salida para recibir algo más, aunque como sabemos, toda su experiencia política y de gobierno, - no hablamos ya como militar -, carecía de valor, ya que se había hecho a espaldas y sin consentimiento regio, y en su relación de méritos tan sólo constaban sus “jornadas” de Visitador General, tanto en México en 1542, como en Perú en 1552 (2).
¿Qué ofrecerle en España? Si nos ponemos en el lugar de aquel que debe escoger, lo más sencillo es apostar a caballo ganador, y si hasta ahora ha sido un eficiente Visitador General con amplios conocimientos técnicos, ¿por qué no volver a darle el mismo cargo? En una fase de su vida de transición e indefinición, la oportunidad no tardó mucho en producirse.
La corte recibe un aviso secreto de que unos vecinos de la Villa de Guadalcanal (Sevilla) llamados Martín y Gonzalo Delgado, habían descubierto unas minas abundantes de plata, con algo de oro. Inmediatamente dieron comisión al Marqués de Falces, Gobernador de la Provincia de León en la Orden de Santiago – sucesor en el mismo cargo de D. Antonio de Mendoza – con fecha de 11 de octubre de 1555, para que informara y atrajera al ámbito de la hacienda real la tal mina (3). La producción era tan relevante e inesperada (4), que ni veinte días después, el 29 de octubre de 1555, el rey Carlos había dado una comisión e instrucciones a Agustín de Zárate, con vara de justicia, para que pusiera cobro y recaudo en las tales minas.
Éste encargo incluía facultades para averiguación, administración, nombramiento de personal con vara de justicia y salarios, localización de nuevas minas, así como metal que hubiera sido sustraido con anterioridad, sin que ni el propio Gobernador, el Marqués de Falces, Alcaldes Mayores y concejos pudieran oponerle jurisdicción, ni gobernación; su comisión es de carácter temporal con un sueldo de dos ducados diarios (5).
A pesar de que la labor de este juez de residencia especial – contador y administrador de Guadalcanal (6) – era bastante satisfactoria, y sus conocimientos sobre el terreno adecuados, los monarcas seis meses después deciden nombrar más funcionarios para gestionar los posibles nuevos hallazgos, y sobre todo, para provocarlos.
Por ello se nombra a Martín de Remoin para ir a las nuevas minas descubiertas en Aracena, y pocos días después, el 24 de abril de 1556 se da comisión e instrucciones a don Francisco de Mendoza para que reconozca, ponga cobro y recaudo en las minas del reino. Es más, al igual que le sucedió a su padre don Antonio con el Virreinato de Nueva España – ofrecido en principio al Conde de Oropesa -, el primer candidato fue don Alonso de Tovar, pero al estar enfermo, y ser una comisión con exigencia física, la Princesa gobernadora aconsejó a Felipe II que fuera elegido nuestro personaje, mucho más joven (7).
1. Ir a la Villa de Guadalcanal donde está encargado de la administración Agustín de Zárate, y después de entender de la fábrica y organización del trabajo, preparar un memorial y entregarlo al citado administrador para que lo cumpla, y lo mismo en Aracena, donde se encuentra Remoin; pero sin la facultad de poder removerlos de sus cargos.
2. Deberá poner recaudo en la forma de obtener y fundir el metal – lavaderos, relaves, escorias, fundiciones, afinaciones, cendradas, coladuras, escobillas y almártagas -, así como en el control de la contaduría de la plata.
3. Entenderá en el orden que se han tenido en los pertrechos y materiales que se han comprado, y a qué precios, habiendo mayordomo para controlarlo todo.
4. Comprobar si la madera, leña y carbón se puede obtener de partes más baratas.
5. Sobre el personal que trabaja en las minas, parece que los alemanes de Juan de Xuren cobran más de lo estipulado, que Zárate pide doscientos alemanes más, que debería contratarse todo el personal necesario para accelerar el trabajo y abrir y ahondar todos los pozos posibles durante el verano, incluidos esclavos negros si fueran necesarios.
6. Podría verse la posibilidad de traerlo de las herrerías del Condado del Ruisellón, y de Vicaya y Guipuzcoa, para que vayan con más brevedad que los alemanes.
7. Los halladores y descubridores de las minas piden compensación y parte en ellas, y se debe buscar que no se les haga agravio, se pondrán personas que lo vean y libros y cuentas, sin que se den lugar a fraudes ni hurtos.
8. Para las fundiciones y afinaciones se permite a don Francisco nombrar una, dos o más personas especializadas, con un salario – según se ordena a Zárate – de mil ducados, siempre moderado, y librar gastos y cartas de pago de acuerdo a la comisión.
9. También se estudiará la posibilidad de fabricar las minas a tajo abierto, para que fuesen descubiertas y no en pozos, y la gente tuviese menos peligro.
10. Con esta instrucción se le entrega relación de Fernando de Somonte de las minas que se han venido a registrar a la Corte, y por qué personas y en qué parte están. Habrá que investigar si los que las encontraron tenían licencia, y si están en baldíos, comunes o heredades privadas.
En ningún momento se dice que don Francisco sea en este momento Administrador de las minas del reino; ninguna de las cartas en las que el rey se dirige a él especifica cargo alguno, llamándole simplemente don Francisco de Mendoza, y dejando muy claro que se trata de un Visitador con poderes de administración (8) y de forma temporal, sin salario fijo, sino con adelantos de 500 ducados mientras la comisión durase, al igual que le sucedía a Agustín de Zárate. Para don Francisco es una continuación natural de la labor que, por mandato de su padre, llevó a cabo en el reino peruano, cerro del Potosí y oros lugares.
No hace falta ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que ambas se solapan y son similares a las que recibió Zárate, habiendo cambiado las circunstancias y necesidades de las minas, aunque siendo el ámbito espacial más amplio en esta ocasión y estando don Francisco jerárquicamente por encima de su predecesor, lo que provocaría problemas en el futuro.
¿Por qué este cambio? Porque Zárate había sido enviado exclusivamente a Guadalcanal, y posiblemente los gobernantes no lo consideraban un hombre por sus características válido para hacer una labor de búsqueda y barrido de toda región en la búsqueda de nuevos yacimientos: No nos equivocamos demasiado si describimos esta época como una especie de “fiebre del oro” a la española, incitada sin duda por la llegada de metales americanos, lo que había producido un inusitado interés en buscadores particulares y privados que según se deduce del intercambio epistolar, registraban sus hallazgos en la Corte.
Éstos ya habían dado recientemente con ricos nichos en Guadalcanal y Aracena, sacando a la luz explotaciones antaño conocidas, pero que se pensaba estaban agotadas y en desuso (9), o quizás con los nuevos métodos ahora sí eran rentables, o simplemente y viéndolo con la perspectiva del tiempo pasado, el “fervor” por el hallazgo de Guadalcanal hizo ver filones donde quizás no los había.
Sin embargo y antes de finalizar este apartado, deberíamos volver al principio, al motivo por el que los reyes pensaron en él; el primer punto que tenemos que tener en cuenta es que no nos consta que lo pidiera expresamente; evidentemente su experiencia como visitador de las minas de Potosí y como técnico le avalaba, pero hay otros datos que nos inducen a pensar que hubo otras razones que se sumaron a ésta.
La conexión familiar, la “tela de araña” de intereses que habían tejido durante décadas los miembros de la Casa de Tendilla y Mondéjar no puede ser desdeñada; no ignoramos que su padre había sido en el año 1528 Gobernador de la Provincia de León, que incluía Hornachos, Mérida, Llerena y por supuesto Guadalcanal, lugares adonde ahora era enviado, y que conocía muy bien, y donde incluso pudo haber residido en algún momento de su vida.
Es más, su tío Bernardino de Mendoza, con el que pasó su juventud, fue Comendador de Alcuéscar y Mérida, al igual que sus primos hermanos, y hasta tal punto era intensa su relación pacense, que fue el Capellán de Mérida, donde posiblemente estaba avecindado, el que le completó su hábito de Caballero de Santiago en 1542, justo antes de partir hacia las Indias. ¿Casualidad o intención? En la historia, creemos, no existen las casualidades (10): El conocimiento del terreno, así como una hábil maniobra de los “totem” de la familia – Bernardino, Luis Hurtado -, pudo hacer el resto.
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