jueves, 8 de diciembre de 2011

Los Conventos de la Orden de San Francisco en Guadalcanal - 10

(Transcripción de las Crónicas publicadas por FRAY ANDRES DE GUADALUPE en su Historia de la Santa Provincia de los Angeles, Madrid 1662) - Edición de José Mª Alvarez Blanco

CAPITULO XXIX

Vida, y muerte de la sierva de Dios Leonor de San Bernardo

Esta venerable Madre, y sierva de Dios tuvo por patria la villa de Guadalcanal, sus padres fueron Pedro de Bonilla Ramírez, y Doña Beatriz de Carraco, de lo principal de la república; nació día primero de marzo, año 1581. Cuidaron de su crianza, para cumplir con las obligaciones, en que los había puesto el Señor, entregándoles un alma criada a su imagen, y semejanza, para gozarle en la gloria; ilustraron su entendimiento en los misterios de la fe, aplicaron su voluntad a la virtud, dando reglas para el ejercicio, y ejemplo con su obrar, porque eran buenos Cristianos y virtuosos.

Grabose la doctrina en el ánimo sencillo de la niña, y copió de modo la virtud, que miraba en sus padres, y maestros, que excedía en el entender, y obrar a la edad tierna; son fuertes las primeras impresiones en las almas inocentes de los niños; quedó poseída la suya en lo bueno; obró también Dios con sus auxilios al amanecer de la razón. Procedía la niña con tanta madurez, y peso, que ya parecía maestra en la virtud; a los doce años de su edad comenzó a tener oración mental, la materia ordinaria de la meditación era la pasión de Cristo nuestro Redentor: halló tanto jugo su espíritu en ella, y sentía tan tiernos afectos, que alcanzó don de lágrimas continuo con abundancia, no sólo en la oración, sino siempre, que la reducía la memoria; encendíase el fuego interior fácilmente, porque estaba la memoria dispuesta; los mismos efectos, y lágrimas tenía las veces, que recibía a Dios sacramentado, o se ponía en su presencia.

La continuación de orar fue notable, tenía todos los días ocho horas de oración con perseverancia; de esta fuente sacaba luz para las virtudes, y calor para ejercitarlas; no era estéril su oración porque por devota, y prolija mereció fecundar con ella el espíritu; en esta forma de vida, más divina, que humana, llegó a edad de veinte, y cuatro años con grandes mortificaciones, ayunos, y disciplinas con otras obras buenas. Reconocía las mercedes, que Dios la hacía, hacían peso en su corazón agradecido para la correspondencia de su parte; consagró a su Majestad su pureza, y alma, haciendo voto de castidad, y de hacer lo que conociese ser de su santo servicio. Hallose llamada con secreta fuerza a la Religión; puso los medios posibles con sus padres para la ejecución; no lo consiguió con ellos; fue la mortificación sensible, obedeciolos mortificada por Dios, dejose gobernar por su providencia, rendida a su determinación.

Deseosa de vivir vida Religiosa en lo posible, dio la obediencia a su Confesor, y Maestro espiritual; nada hacía sin su orden, y nada dejaba que hacer que la ordenase; como era la obediencia de voluntad, no conocía la voluntad detención, ni faltas en la obediencia. Conociendo su pureza, y frutos de su alma en la sagrada comunión; mandó comulgase todos los días, medíase con el espíritu de la discípula el Maestro, y hacía, que caminase con frutos celestiales hacía las comuniones obediente con sentimientos tiernos inflamados de su alma, acompañados de copiosas, y suaves lágrimas de los ojos hasta la tierra, y hallándose indigna de tan singular beneficio, se conocía humilde: refería a su Criador la obra, y con amorosos afectos le rendía gracias, pidiéndole su divina luz para hacerlas con todo acierto.

Entregose a la penitencia, y abstinencia; desde la edad de veinte, y cuatro años, no vistió lienzo; castigó la carne con cilicios, y disciplinas; no comía carne, los ayunos de Cuaresma, y Adviento, y vigilias hacía comiendo un poco de pan, y unas hierbas; hízose raro ejemplo de santidad al pueblo. Muchas doncellas principales le comunicaban sus ejercicios interiores, y seguían sus consejos de vida: con las experiencias propias las inducía a la oración mental con reglas acertadas a la sagrada comunión, y penitencia; cogió copiosos frutos para el cielo su doctrina, y ejemplo, ocho de ellas alcanzaron el desengaño del mundo, y volviéndoles las espaldas se consagraron a Dios vírgenes en la Religión; ¡que admirable es Dios con los justos! !Y cuanto vale un justo en una república¡ Son instrumentos eficaces para sus altos fines.

Andaba ordinariamente descalza, penitencia penosa, por ser aquella región muy fría; con culto religioso veneraba a los Sacerdotes, por ministros de Dios con potestad para consagrar la hostia sagrada, y darla a los fieles: tenía a su cuidado el adorno de altares, e Iglesias lavaba, y aseaba los corporales, albas, y manteles, y amitos por sus manos. Dió testimonio claro de discípula de Cristo en el amor de los prójimos; amolos como a si misma: andaba en su amor, como Cristo anduvo en el nuestro; no se le sigue a tal Maestro de otra manera.

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