domingo, 4 de diciembre de 2011

Los Conventos de la Orden de San Francisco en Guadalcanal - 8

Edición de José Mª Alvarez Blanco

Floreció en estrecha observancia de su regla la sierva de Dios Juana de Santa Clara, fervorosa en ella, y en las santas leyes, y ceremonias de la Religión; dada a la oración con especial empeño, y constancia: aprendió en esta escuela muchas virtudes, y las ejerció; pasó la enseñanza a la obra; guardó el silencio cuidadosa, y con el silencio pureza de corazón; temerosa de no quebrantarle traía en la boca una piedra para despertador de la razón, y freno de la naturaleza, tan fácil a hablar sin necesidad. El recato, y honestidad fueron admirables; en veintisiete años, que vivió en la Religión, no la vio hombre su rostro; decía, que tocaba esto a esposa de Cristo, a quien se había consagrado toda entera; y que aún en esto quería serle fiel; es muy delicada la flor de la castidad, suele peligrar por la vista, y marchitarse, sino se pierde.

Amó también la virtud de la pobreza, como único patrimonio de una Religiosa; vestía pobre hábito, y remendado, al mismo paso eran las cosas de su uso; era uniforme en la virtud, porque era entera la pobreza; la limosna anual, que la daban con lo que adquiría de sus manos, gastaba en corporales, palias16 y ornamentos de altar por culto a Dios Sacramentado, y por quedar más pobre. Castigó la carne con abstinencia, y penitencia; los ayunos de Cuaresmas, y Advientos hacía a pan, y agua; no conoció cama después de maitines; vacaba a la oración, y hacía ásperas disciplinas hasta prima.

En tiempos de mayores fríos se desabrigaba para padecerlos más; en los tres días de la semana, que hace en tiempos de Cuaresma la comunidad las estaciones, desnudas las espaldas se azotaba con cordeles hasta verter sangre a imitación de Cristo nuestro Redentor, y por su amor, causando en el ánimo de todas diversos afectos devotos; en vida tan regular, y virtuosa murió en el Señor, año de 1614. Hallábase a la sazón orando en el coro una Religiosa de aprobada virtud, y vio pasar por la Iglesia un globo de hermosas luces; persuadiose había expirado, fue al punto a la enfermería, y hallola difunta.

A esta sierva de Dios siguió en la virtud, y santa vida la venerable Madre María Evangelina, fue hermana en la secuela de espíritu, como lo fue en la sangre, uniéronse uniformes con igualdad en todo; por lo cual no se repiten sus vidas, y virtudes quedan dichas en lo referido bastantemente, siendo las mismas en vida, y en muerte.

CAPITULO XXVIII

Prosigue la vida y muerte de otras siervas de Dios del convento de San José de Guadalcanal.

Es admirable Dios en sus consejos; fuelo con su sierva Isabel de la Encarnación, natural de la villa de Guadalcanal; llamose en el siglo Doña Isabel de Tamayo, y Pineda: desengañada lo dejó con libertad santa, superior a sus comodidades17: tomó el hábi­to siendo de las primeras, que le vistieron en este religioso convento; fue también la primera en el camino de la virtud, ayudando con su ejemplo a vencer muchas dificultades, que se oponen en los principios de obras grandes. Tuvo fuerte resolución en lo bueno, siendo más loable, cuanto más difícil: dió norma de observancia perfecta en el estado, y santas leyes, y en la vida interior del espíritu; concibieron todas grandes esperanzas de su virtud, y Religión, según los principios tan fervorosos, y bien fundados; pero la divina sabiduría por sus secretos fines la dió tan breve vida en la Religión, que sólo vivió en ella dos años, habiendo caminado mucho en servicio de Dios.

La venerable Madre Isabel de Buenaventura fue una de las Religiosas perfectas, que crió esta santa comunidad: resplandeció en singular paciencia, humildad, y pobreza estrecha: a los primeros pasos de la Religión siguió el camino de mortificación dura a la naturaleza, y amor propio; dejábase culpar, aunque inocente de culpa; no se defendía, ni excusaba; sentía la humanidad el quebranto, tanto mayor, cuanto se conocía la injusticia en los cargos; hacía la razón su oficio castigándola con el cilicio; lo mismo hacía en los agravios atando la irascible en la venganza; no contenta con esto se iba al coro, y con caridad fervorosa pedía bienes eternos para sus ofensores; consiguió la mortificación, y amor fraternal con sus prójimos.



16 Palia.- Lienzo sobre el que se extienden los corporales para decir la misa.// Cortina o pantalla que se pone delante del sagrario del altar.// Hijuela (para cubrir el cáliz). (J. Casares: ”Diccionario ideológico de la Lengua Española”).

17 En el original "comodides".

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