domingo, 20 de noviembre de 2011

Los Conventos de la Orden de San Francisco en Guadalcanal - 1

Transcripción de las Crónicas publicadas por FRAY ANDRES DE GUADALUPE en su Historia de la Santa Provincia de los Angeles, Madrid 1662) - Edición de José Mª Alvarez Blanco

PRÓLOGO DEL EDITOR

Para muchos guadalcanalenses el Cementerio y la calle Santa Clara (sitios donde estuvieron los conventos franciscanos) tienen un indudable carácter emblemático. Para quienes toda su vida transcurre en el pueblo, el primero de los lugares citados será el pedazo de tierra concreta al que volverán, tras su paso por este valle formado por la Sierra del Viento y la del Agua. La calle Santa Clara, hasta la popularización del automóvil, era el lugar donde se tomaba el Coche Correo camino de la Estación, o sea el inicio de la primera salida hacia la emigración, y de otras partidas hacia la residencia definitiva, y a fin de cuentas, hacia el desgarramiento de ser y no ser de aquí.

En estos dos lugares, como podrá comprobar el lector que se adentre en las páginas que siguen, tuvo lugar una intensa vida religiosa durante los S.XVI-XVII, bien diferente por cierto, de los eventos que caracterizan la actual. Independientemente de las causas sociológicas e históricas que motivaron la desaparición de los conventos, parece lógico, por razones que son obvias, que dichos cenobios no hayan perdurado hasta nuestros días. Cualquiera que sea la actitud que cada cual tenga ante el fenómeno religioso, estará de acuerdo en que los valores franciscanos de pobreza y humildad casan mal con los que son el norte de la sociedad de consumo en la que estamos inmersos.

El hecho de que estos textos sólo sean conocidos por los historiadores franciscanos, y no forme parte de nuestra tradición, siquiera oral, dice mucho de nuestras carencias y desidias, de las de quienes nos precedieron, y de las de los curas y maestros que por aquí recalaron, y a todos, individual y colectivamente, nos debería mover a la reflexión. Lo menos que podemos legar a las generaciones futuras es que conozcan sus raíces. Contribuir a esta tarea, rescatando del olvido un capítulo de la Historia de Guadalcanal, es lo que me ha movido a llevar a cabo la presente edición.

Sólo añadiré que he respetado el texto en su léxico y sintaxis, aunque lo he adaptado a la ortografía actual. Unas notas finales, comentan algún vocablo concreto y algunas circunstancias históricas.

Madrid, diciembre de 1991

José María Álvarez Blanco.

20-08-2003.- Este prólogo corresponde a una edición artesanal de 1991, de la que sólo distribuí entre amigos 12 ejemplares. No considero oportuno añadir ni modificar nada

DATOS BIOGRÁFICOS DEL AUTOR

Fray Andrés de Guadalupe, fue el nombre religioso de quien se llamó en el siglo Andrés Sánchez de Quirós y Salamanca, nacido en 1602, de padres acomodados, en la monástica villa cacereña. Estudió Humanidades en el Colegio de Infantes, que la Orden Jerónima había fundado en Guadalupe en 1510, y que llegó a tener reconocido prestigio. En 1621 ingresó en el Convento de Santo Domingo de Jarandilla, en la Provincia (franciscana) de los Angeles. Tras cursar Teología en Belalcázar, llegó a ser Profesor de Filosofía y Teología Mística en la Casa de Estudios de San Antonio de Sevilla.

A lo largo de su vida religiosa obtuvo los oficios y dignidades siguientes: Lector jubilado, Confesor de las Descalzar Reales de Madrid, Confesor de las Infantas de España, hijas de Felipe IV, Teresa -años más tardes reina de Francia- y Margarita, posteriormente Emperatriz de Alemania, Vicario de la Provincia Franciscana de los Angeles (1651-1653 y 1655-1658), Vicecomisario General de la Observancia Ultramontana y Comisario General de Indias desde 1658 a 1668, año en que murió en Madrid. Tres años antes, siendo consecuente con la humildad franciscana, había renunciado al Obispado de Plasencia que el rey Felipe IV le había ofrecido como premio a sus méritos.

Destacó como hombre de excelentes dotes de gobierno e intelectual, pudiéndose decir que con la figura de F. Andrés de Guadalupe, Extremadura se incorpora a la mística española del S. XVII. Hasta entonces había tenido preponderancia lo que se puede denominar una mística de la experiencia, caracterizada por vivencias y contemplaciones de los misterios cristianos, que a veces llegaban a traducirse en signos extraordinarios como raptos, arrobamientos, profecías y milagros. En cambio, el S. XVII es la época de la teoría, se pasa a una mística sistemática, que se plasma en Tratados y Cursos de Teología Espiritual, siendo en esta modalidad donde descuella nuestro personaje, creador de la Cátedra de Teología Mística de Sevilla en 1642.

Escribió varias obras de tema místico siendo la principal "Mystica Supernaturalis", texto latino de 292 páginas, impreso en Madrid en 1655. En la Historiografía franciscana, ocupa un lugar destacado su monumental obra HISTORIA DE LA SANTA PROVINCIA DE LOS ANGELES DE LA REGULAR OBSERVANCIA, Y ORDEN DE NUESTRO SERAFICO PADRE SAN FRANCISCO, que se publicó en Madrid en 1662, y cuyas páginas 146-148 y 612-621, que contienen las crónicas de los Conventos de Guadalcanal, se recogen en la esta edición.

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