lunes, 28 de marzo de 2011

CRIMEN DE CONCHA LA SOMERA


Por Miguel Grillo Martín – Revista 2007

Seria uno mas de los crímenes de la España negra, de principios del siglo XX si no fuera por que se cometió contra un paisano nuestro, por cuestiones de amoríos e hijos fuera del matrimonio.

Si hubiera ocurrido en los tiempos actuales, nos hubiéremos enterado por las distintas cadenas de televisión privada a través de sus programas basura, pero en aquella época, solo se hizo eco la prensa local de Cáceres.

Dicho asesinato fue cometido contra el ciudadano de Guadalcanal don Manuel Castilla de Tena, intimo amigo del escritor Guadalcanalense don Rafael García Plata de Osma (sobre este ultimo escribí un articulo, en la revista de feria de 1.988).Haciendo un poco de historia, diré que unos años antes del lamentable suceso, don Manuel y su amigo Rafael se desplazaron ambos desde Guadalcanal al pueblo cacereño de Alcuéscar, para asistir a una boda a la que habían sido invitados. Los dos amigos solteros y bastante elegantes coincidieron en dicha boda con dos guapas y distinguidas señoritas de la época. Por aquellas fechas las bodas duraban varios días con abundantes banquetes, bailes y otros festejos; ambos jóvenes tuvieron lo que hoy llamamos un flechazo, enamorándose Rafael de Aurelia y Manuel de Natividad, casándose estos últimos a primeros de 1.905.

Concha la Somera, era una joven hermosa que se dedicaba a las labores de la costura y que por circunstancias que se desconocen unos años antes estando trabajando en Guadalcanal, mantuvo una relación con don Manuel, con el cual tuvo un hijo. Dicha relación anterior la ocultó don Manuel a su esposa doña Natividad, señora que pertenecía a una familia de las más pudientes y honorables de Alcuéscar; Manuel y Natividad tuvieron dos preciosas niñas y sus vidas transcurrían con normalidad, pero el paso del tiempo y don Manuel presionado por Concha y tal vez por cariño al hijo que tuvo con ella, se lo trajo a trabajar a su propia casa, enseñándole el oficio de panadero.

Todo parecía ir bien, pero la tragedia estaba muy próxima. Un día Concha se presentó en casa de don Manuel y solo ella sabía sus intenciones; se comentó en el pueblo que llegó procedente de Montánchez en un coche de alquiler y que al bajar le dijo al conductor márchese, que para volver ya me llevaran”; en cambio otros cuentan que llevaba unas semanas de sirvienta en casa de doña Natividad, ocultando a la señora la relación con su marido, al que exigía que legitimase al hijo de ambos. Lo que si es seguro que Concha le dijo a doña Natividad que era la madre del chico que trabajaba de panadero en su casa y que quería hablar con don Manuel, ganándose la confianza de la señora.

Cuando llego don Manuel a su casa, doña Natividad le dijo que había una mujer que quería hablar con él y éste cuando la vio, contó a su esposa lo que le había ocultado tantos años. Entonces llegó Concha y entre los tres hubo una dura conversación, escuchándose en la calle donde se acumulaban a la puerta de la casa los curiosos del pueblo. Alguien debió llamar a la guardia civil para que pusiera orden, acudiendo ésta de inmediato. Concha que tenía una larga melena, esa noche la llevaba recogida formando un gran moño, y la llegada de la guardia civil hizo bajar la conversación un poco de tono, no obstante Concha que era agarrada por un guardia suplicó hablar con don Manuel insistiendo que ella no era violenta y no tenía porque pasar nada. Viendo don Manuel que la situación se había tranquilizado, salió de su habitación y se acercó a Concha. En ese momento Concha sorprendió a todos y con gran destreza y rapidez llevando su mano derecha a la cabeza saco un puñal que llevaba escondido en el moño y lo clavó en el pecho de don Manuel, alcanzándole de lleno el corazón. Don Manuel solo tuvo tiempo de decir “bien me la has asestado”.

Los guardias sorprendidos reaccionaron tarde, dándole uno de ellos un culatazo con el fusil a Concha queriendo a continuación rematarla en el suelo, a lo que doña Natividad se opuso diciendo, que no quería mas desgracias en su casa.

De camino al calabozo, el gentío del pueblo le acompañó por las calles clamando justicia por el cruel asesinato. Al día siguiente la trasladaron a Montánchez para ser juzgada y se supone que debió pagar caro su crimen. Así acaba este relato del crimen de Concha la Somera que acabó con la vida del ciudadano de Guadalcanal, don Manuel Castilla de Tena que residía en Alcuéscar (Cáceres) cuando fue asesinado.

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