Hoy día
Guaditoca es escenario de un rico programa ritual y festivo, centrado en la
celebración de dos romerías anuales. La primera tiene lugar el último sábado de
abril para traer la Virgen
al pueblo, vestida de pastora. Tras pasar la imagen la primera noche en la
iglesia del convento del Espíritu Santo, es trasladada a la parroquia de Santa
María de la Asunción. En
este templo tendrá lugar ya a finales de agosto o comienzos de septiembre la
función principal, que se celebra el tercer día de la feria del pueblo, seguida
de la procesión de la Virgen
hasta el real de la feria y regreso a la parroquia. El ciclo festivo finaliza
cuando el último sábado de septiembre se lleva la Virgen desde la parroquia
al citado convento del Espíritu Santo, para el siguiente domingo volver ya a su
santuario.
Fotog. Ignacio Gómez |
El
retablo mayor, recompuesto a raíz de los daños sufridos en 1936, sigue
fielmente los postulados del barroco clasicista del propio edificio, a pesar de
la avanzada fecha de ejecución de esta ensambladura, que fue concertada el 1 de
enero de 1675 con Francisco de Saavedra Roldán y Juan de Vargas, vecinos de
Zafra por precio de 6.000 reales de vellón [2].
La pintura y dorado del retablo fue concertada el 29 de agosto de 1678 con
Antonio Granada, maestro dorador de Zafra
[3]
. El retardatario diseño utilizado en esta ensambladura muestra una
estructura compuesta por banco, un
cuerpo dividido en tres calles por medio de columnas corintias entorchadas, que
dejan entre sí hornacinas semicirculares surmontadas por recuadros mixtilíneos.
Entablamento y cornisa coronada por volutas en sus extremos da paso al ático
tripartito, centrado éste por una caja de formato cruciforme flanqueada por dos
laterales cuadradas.
Preside
el retablo en la hornacina central la imagen de la Titular , obra realizada
por Antonio Illanes en 1937 en sustitución de la primitiva gótica destruida en la Guerra Civil.
Flanqueando la imagen los restantes registros se destinan para albergar
pinturas, conservadas con gran deterioro, excepto en las hornacinas inferiores
de las entrecalles, donde ocupan su lugar imágenes modernas de serie sin valor
artístico.
En el
ornato interior del templo desempeñan un papel fundamental las pinturas
murales, obra como se dijo del maestro de Llerena Juan Brieva a comienzos del
siglo XVIII. Distribuidas por toda la superficie de las bóvedas del templo con
el habitual sentido de “horror vacui” propio de la estética barroca, la riqueza
del programa iconográfico planteado en estas cubiertas compensa la mediana
calidad de su factura, al tiempo que reclama un estudio monográfico que
desentrañe sus claves ideológicas y su filiación artística, que se ha puesto en
relación con un programa de tipología similar desarrollado en la ermita de
Nuestra Señora del Ara en la cercana población pacense de Fuente del Arco.
Entretanto, apuntaremos aquí la presencia de escenas del Antiguo Testamento
como el Juicio de Salomón, elementos
profanos como las Cuatro Estaciones,
alegorías de las Virtudes y una
galería hagiográfica en la que se alternan apóstoles y diversos santos.
[1]MORALES,
Alfredo José – SANZ, María Jesús – VALDIVIESO, Enrique – SERRERA, Juan Miguel: Guía artística de Sevilla y su provincia.
Diputación Provincial de Sevilla, 1981. (Se cita por la reedición de Sevilla,
2004). Págs. 389 – 390.
[2]VILLA
NOGALES, Fernando de la – MIRA CABALLOS, Esteban: Documentos inéditos para la
Historia del Arte en la provincia de Sevilla. Sevilla,
1993, pág. 125.
[3]Ibídem,
págs. 167 – 168.
1 comentario:
Todos los enseres que había en la Ermita de Guaditoca sobre el año mil ochocientos y pico (la fecha exacta no la recuerdo) estan recogidos y asi hay constancia de ello en el A.P.N.C.S.
María del Carmen Carmona Cubero.
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