Por Mª Dolores Gordón Peral – Catedrática de la Universidad de Sevilla –
Revista Guadalcanal año 2006
Un primer hecho que nos llama la
atención son las continuas referencias a la fauna de interés cinegético: en la
época videntemente abundaban aún no sólo los jabalíes (“puercos” en el texto),
sino también los osos, en algunas zonas todo el año, en otras en determinadas
temporadas (“en tiempo de las uvas / de
los panes”, etc.). Los nombres de los lugares de importancia para la caza –bien
como punto de referencia geográfica, bien como sitios adecuados para la
instalación de las “vocerías” (lugares donde un grupo de monteros espantaba con
sus gritos a los animales salvajes) y las “armadas” (puntos donde otros
cazadores se emboscaban para acechar a las presas que huían- llevan en parte
nombres conservados hasta hoy, en parte nombres ya perdidos, tanto de origen
anterior a la Reconquista
como creados mediante el léxico castellano. Encontramos lugares que derivan su
nombre del propietario o de un dueño anterior (que, como mucho, debió haber
vivido un siglo antes, pues la cristianización de la región era aún reciente en
la fecha de redacción del libro): La
Casa de Johán Roiz, La Casa de Sancho Garçía El Carnicero (personaje sin
duda vivo aún en la fecha de redacción del libro, a juzgar por la alusión a su
oficio), El Colmenar de Pero García de Magas, La Cabeça del Catalán (ha de
tratarse de un donadío concedido como recompensa por los servicios prestados en
la reconquista), El Colmenar de Sancho Muñós, El Colmenar de Martín Esteuan, La Sierra de Johán Peres, Las
Casas de don Berenguer, El Moljno de Alfonso Peres. Otros topónimos hacen
referencia a características naturales del terreno que designan, como
vegetación típica (El Arroyo del Fresno, El Tamuioso “lugar poblado de tamujo”,
La Cabeça de la Palma , La Peraleda , El Monte de la Parrilla ), determinadas
formas del terreno (Cabeças del Guiio; como guijo se designaba en la lengua medieval
a una elevación con cima en pico; El
Cabeçuelo, diminutivo de cabezo “cerro”), a la abundancia de agua (Los
Veneros), o a actividades humanas que habían dejado huellas visibles (La Senda de las Roças “terreno
rozado”, varios colmenares, casas, molinos, etc.). A estos nombres fáciles de
interpretar lingüísticamente gracias a su origen castellano se suman otros cuya
creación remonta a capas lingüísticas anteriores a la Reconquista : además
del nombre de la localidad, Guadalcanal (que suele interpretar como formación
híbrida árabe-mozárabe wadi “río” + canal), destaca la mención del santuario
más venerado: Guaditoca, que aparece en este texto en su primera atestiguación,
si bien un tanto deformado por influencia de una etimología popular fácil de
comprender (el primer elemento del nombre, Guadi-, se asocia con la voz
castellana agua: Agua de Toca). Otro nombre anterior a la implantación del
castellano en la región es Belanixa, forma sin duda de origen árabe antroponímico,
basada en el árabe ibn “hijo de” (La
Jayona (que figura en el texto como Sierra del Hayón), La Parrilla , entre otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario