sábado, 27 de octubre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL - 2

Fachada del ex convento de Tecali en Tepeaca (México)
                                                                  Por José Mª Álvarez Blanco

Obsérvese que más de la mitad del texto, que da cuenta de su existencia, se refiere a la terrible enfermedad que acabó con su vida, que no cabe duda se trató de un tipo cáncer muy agresivo como podrá precisar un posible lector oncólogo.
El texto es transcripción literal del CAPÍTULO LXXXIV de "Vidas de los santos religiosos legos fray Diego Sánchez y fray Diego de Guadalcanal" de la obra. "Monarquía indiana” de Fray Juan de Torquemada, publicada en Sevilla en 1615, La segunda edición se hizo en Madrid en 1713. Este texto está tomado de la edición digital de 2010, basada en la 3ª edición en siete tomos aparecida en México entre 1975 y 1983. Sobre su autor Fray Juan de Torquemada [Torquemada (Palencia) hacia 1557- México, 1624], historiador y misionero español en la Nueva España, puede consultarse su biografía en Wikipedia. No se debe confundir con el cardenal español de igual nombre (1388-1468), tio del famoso inquisidor, el dominico Tomás de Torquemada (Valladolid, 1420 - Ávila 1498). El mismo texto puede encontrarse en otras obras de consulta, que no se molestan en reseñar su procedencia y, que, por ello, no merece la pena reseñar.
La ciudad donde estuvo el convento en el que vivió Fray Diego los últimos años de su vida, Tepeacac, actualmente Tepeaca, fue conquistada por los aztecas en 1466 a los tlaltelolcas, grupo chicimeca que habitó el valle de México en el S. XV, y refundada por Hernán Cortés en 1520 con el nombre de Villa de Segura de la Frontera. En 1559 la Corona española le otorgó categoría de ciudad y escudo de armas. Es uno de los 217 municipios del estado mexicano de Puebla, de la que dista 35 km. El convento de San Francisco de Asís, que fue construido en 1543, se levanta al filo de la anchurosa plaza principal, ofreciendo el aspecto de fortaleza inexpugnable. Actualmente no existe como convento, sino como monumento turístico. Su imponente mole, coronada por almenas, y sus contrafuertes rematados por garitas para los centinelas y más que nada los dos pasajes de ronda, denuncian su función templo-fortaleza y es el único con características moriscas. (Datos tomados de Wikipedia).
Consultado los catálogos de Viajeros a Indias, obrantes en el Archivo General de Indias de Sevilla, aparecen varios Diegos nacidos en Guadalcanal, con sus nombres y apellidos, pero sin que el nombre de la villa forme parte de su denominación civil, por lo que infiero que la denominación por la que es conocido la adquirió en México, incluso antes de acceder al estado religioso, por lo que vamos a ver seguidamente. En efecto, en la obra "Proceso, tormento y muerte del Cazonzi, último Gran Señor de los tarascos por Nuño de Guzmán. 1530", de Armando M. Escobar Olmedo,  publicada en México en 1997, aparece un Diego de Guadalcanal, sin condición de clérigo, y como analfabeto, como uno de los tres testigos citados por la defensa en el proceso que tuvo como final la ejecución del Cazonzi (rey, en lengua tarasca) Tzintzincha Tangaxoan II (también conocido como don Francisco, tras ser bautizado). Si se tiene en cuenta, que el Convento de Tepeaca, se erige en 1543, parece lógico pensar que se trata del mismo personaje que en la edad adulta entró como fraile franciscano no ordenado. Los estados mexicanos de Michoacán (donde era el Cazonzi) y de Puebla donde está Tepeaca, si bien no son limítrofes, se encuentran relativamente cerca. El episodio de la ejecución del jefe indígena, es uno más de las manchas negras que jalonan la conquista de América por nuestros antepasados. Así sabemos que el conquistador Nuño de Guzmán (enemigo de Hernán Cortés) fue calificado por el cronista mexicano Vicente Riva Palacio (1832-1896) como «el aborrecible gobernador del Pánuco y quizás el hombre más perverso de cuantos habían pisado la Nueva España», en tanto que previamente Fray Bartolomé de las Casas, de un modo más conciso, pero no menos indulgente, lo calificó de «gran tirano». Lo que no deja de llamar la atención es el hecho de que los datos que le han permitido, al historiado mexicano Escobar Olmedo, documentar el proceso, tormento y muerte del jefe indígena, hace doce años, estaban conservados en el Archivo de Indias, junto con los del Juicio de Residencia1, que reglamentariamente se le hizo a Nuño de Guzmán, cuando regresó a España. Esta circunstancia no la imagino en relación con las tropelías que cometieron los británicos en su imperio y mucho menos los belgas en el Congo, aunque siempre las barbaridades acaban sabiéndose, y así M. Vargas Llosa pudo escribir El sueño del celta.

1El Juicio de Residencia fue un proceso judicial del derecho castellano e indiano. Consistía en que al final del desempeño de un funcionario público se sometían a revisión sus actuaciones y se escuchaban todos los cargos que hubiese en su contra.

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