Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012
- VII -
López de Ayala y Guadalcanal
- VII -
López de Ayala y Guadalcanal
Tal fue la personalidad de López
de Ayala.
Pero no terminaré sin recabar
para Guadalcanal una gloria a más de la que legítimamente le pertenece por ser
patria de tan esclarecido genio.
Ayala frecuentó poco las aulas
universitarias y medrado fué el fruto de sus estudios porque ni tuvo vocación
para el estudio de una facultad, ni energías para vencerse y dedicar a las
disciplinas escolares sus talento. Residió, mientras fué estudiante, más tiempo
en Guadalcanal que en Sevilla y consagró más tiempo a la poesía que al cultivo
de las ciencias jurídicas.
La formación literaria de Ayala,
por tanto, la alcanzó aquí y la perfeccionó en Sevilla en su trato e intimidad con
García Gutiérrez: pertenece, pues, la gloria de haber formado literariamente a
López de Ayala a su propia familia y a aquel lector exclaustrado del convento
de San Francisco que fué su preceptor y su maestro. El convento de San
Francisco, que fundó el Almirante D. Enrique Enriquez en el siglo XVI, gozó
siempre de fama legitima por los varones eminentes en virtud y en letras que
en el florecieron, y fué siempre escuela de letras humanas cultivadas con
exquisito esmero. Expulsados los religiosos, aquí quedaron muchos de ellos y
con un Padre lector, muy conocedor de la buena literatura, aprendió Ayala latín
y a los catorce años sabia la Eneida de Virgilio y era un enamorado de los
clásicos españoles, en particular de Lope y de Calderón. Las primeras obras de
aquel joven poeta, que más tarde seria una de las primeras figuras del teatro,
aquí se escribieron y representaron. Pero el hogar de Ayala tambien tiene una
influencia decisiva en su formación literaria. El mejor patrimonio de sus
padres fué más que la hidalguía y nobleza rancia de su linaje, el cultivo de
las virtudes cristianas y el amor a los clásicos castellanos, que ponían en
las manos de sus hijos para la mejor formación de éstos; y diré más: no era
sólo en aquella casa donde se tendía culto a la buena literatura entre
nosotros, fruto, tal vez, de la influencia de la escuela literaria de San Francisco.
Si el padre de Ayala formó a sus
hijos en este ambiente, no ha de extrañar que éstos, a quienes el cielo dio
talento, brillaran en el campo de la literatura patria, porque los hermanos de
D. Adelardo, D. Baltasar y D. José María, sobre todo D. Baltasar, pruebas muy
abundantes nos han dejado de la inspiración de su musa.
Estudiando Solsona el drama Rioja escribió estas palabras:
Rioja no es un carácter, es un Santo...... ¿Estará allí el
fruto de las lecturas de Fray Luis de León, Fray Luis de Granada y Santa Teresa
de Jesús, que le aconsejara el cariño maternal en los primeros días de la infancia?
¿Brotaría de las mismas enseñanzas aquel sentimiento religioso de Ayala, que
palpita en todos sus actos y declaraciones, documentos y doctrinas política y
literatura?»
He concluido, Señores; perdonad
que me haya extendido más de lo que debiera; pero Ayala, que es en frase de
Bretón de los Herreros la mejor mina de Guadalcanal; el primer dramático
español del siglo XIX, según Moreno Nieto; y un genio por su encumbrada mente,
su rica y viva fantasía y su ánimo entero y generoso, bien merece que se recuerde la
grandeza de su personalidad literaria; y termino con unas palabras del mismo
Ayala que todos debiéramos tener siempre ante nuestros ojos:
LAUS DEO.
NIHIL OBSTAT
Dr. Francisco de TORRES
Censor.
IMPRIMATUR
Sevilla 9 Junio 1927.
DR. JERÓNIMO ARMARIO
Vic. Gral.
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