domingo, 21 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA y 7



Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año  2012
                
                                          - VII -

               López de Ayala y Guadalcanal

Tal fue la personalidad de López de Ayala.
Pero no terminaré sin recabar para Guadalcanal una gloria a más de la que legítimamente le pertenece por ser patria de tan es­clarecido genio.

Ayala frecuentó poco las aulas universitarias y medrado fué el fruto de sus estudios porque ni tuvo vocación para el estudio de una facultad, ni energías para vencerse y dedicar a las disciplinas escolares sus talento. Residió, mientras fué estudiante, más tiempo en Guadalcanal que en Sevilla y consagró más tiempo a la poesía que al cultivo de las ciencias jurídicas.

La formación literaria de Ayala, por tanto, la alcanzó aquí y la perfeccionó en Sevilla en su trato e intimidad con García Gutiérrez: pertenece, pues, la gloria de haber formado literariamente a López de Ayala a su propia familia y a aquel lector exclaustrado del con­vento de San Francisco que fué su preceptor y su maestro. El con­vento de San Francisco, que fundó el Almirante D. Enrique Enriquez en el siglo XVI, gozó siempre de fama legitima por los varones emi­nentes en virtud y en letras que en el florecieron, y fué siempre es­cuela de letras humanas cultivadas con exquisito esmero. Expulsados los religiosos, aquí quedaron muchos de ellos y con un Padre lector, muy conocedor de la buena literatura, aprendió Ayala latín y a los catorce años sabia la Eneida de Virgilio y era un enamorado de los clásicos españoles, en particular de Lope y de Calderón. Las primeras obras de aquel joven poeta, que más tarde seria una de las primeras figuras del teatro, aquí se escribieron y representaron. Pero el hogar de Ayala tambien tiene una influencia decisiva en su formación literaria. El mejor patrimonio de sus padres fué más que la hidalguía y nobleza rancia de su linaje, el cultivo de las vir­tudes cristianas y el amor a los clásicos castellanos, que ponían en las manos de sus hijos para la mejor formación de éstos; y diré más: no era sólo en aquella casa donde se tendía culto a la buena litera­tura entre nosotros, fruto, tal vez, de la influencia de la escuela lite­raria de San Francisco.

Si el padre de Ayala formó a sus hijos en este ambiente, no ha de extrañar que éstos, a quienes el cielo dio talento, brillaran en el campo de la literatura patria, porque los hermanos de D. Adelardo, D. Baltasar y D. José María, sobre todo D. Baltasar, pruebas muy abundantes nos han dejado de la inspiración de su musa.

Estudiando Solsona el drama Rioja escribió estas palabras: Rioja no es un carácter, es un Santo...... ¿Estará allí el fruto de las lecturas de Fray Luis de León, Fray Luis de Granada y Santa Teresa de Jesús, que le aconsejara el cariño maternal en los primeros días de la infancia? ¿Brotaría de las mismas enseñanzas aquel sentimiento religioso de Ayala, que palpi­ta en todos sus actos y declaraciones, documentos y doctrinas polí­tica y literatura?»

He concluido, Señores; perdonad que me haya extendido más de lo que debiera; pero Ayala, que es en frase de Bretón de los He­rreros la mejor mina de Guadalcanal; el primer dramático español del siglo XIX, según Moreno Nieto; y un genio por su encumbrada mente, su rica y viva fantasía y su ánimo entero y generoso, bien merece que se recuerde la grandeza de su personalidad literaria; y termino con unas palabras del mismo Ayala que todos debiéramos tener siempre ante nuestros ojos:


LAUS DEO.

                                                                      NIHIL OBSTAT
Dr. Francisco de TORRES
Censor.

IMPRIMATUR
Sevilla 9 Junio 1927.
DR. JERÓNIMO ARMARIO
Vic. Gral.

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