Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012
II
Ideales
II
Ideales
Sin ideal no hay arte, como no
hay ni puede haber heroísmo. El ideal de Ayala, centro y alma de su poesía, es
el ideal Católico, que se manifiesta con toda su grandeza los mismo en la
famosa Plegaria que en el drama Rioja, donde brillan los esplendores de
un alma, que sostenida por la
Religión se exalta hasta la abnegación y el sacrificio.
Si hiciera falta una declaración
terminante y precisa, hecha por el mismo Ayala, si no fueran suficientes sus
obras, nos bastaría copiar lo que el mismo dijo en el discurso en que defendía
ante el jurado al periódico satírico El Padre Cobos: do que en
España no es posible otra religión que la única verdadera y divina de nuestros
abuelos>.
Junio
al ideal cristiano hay que colocar en Ayala su intención moral, que campea y
sobresale en todas sus obras. El programa de Ayala, si vale tal frase, en el
orden moral, está contenido en aquella preciosa décima, tan conocida:
Pluma, cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tu puedes
causar en el mundo entero:
Que un rasgo tuyo severo,
puede matar un Tirano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano.
Pluma, cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tu puedes
causar en el mundo entero:
Que un rasgo tuyo severo,
puede matar un Tirano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano.
Las obras mas principales de
Ayala en este orden y las que labraron el sólido pedestal de su fama, son
aquellas en que examina con escrupulosidad, fustiga con dureza y condena con
energía el moderno positivismo, que como ola arrolladora envuelve a la sociedad
contemporánea. El Tejado
de vidrio es una
demostración de como muchas veces el vicio y el escándalo se vuelven contra el
vicioso; El Tanto por ciento es el triunfo del amor sobre el vil
interés: en El nuevo
Don Juan trata
Ayala de poner en ridículo el tipo del Tenorio moderno que debe de quedar en
situación desairada mas bien que el marido; en Consuelo, la mujer vana y
codiciosa que prefiere el lujo y la riqueza al verdadero amor, queda castigada
por su egoísmo con el abandono de todos. .
III
El teatro
III
El teatro
En Ayala se da como carácter
distintivo un feliz y armónico consorcio de todas las facultades, siempre
encerradas en sus justos límites y sometidas a una razón serena que las dirige
y regula: hay en él algo de aquella serena belleza que tanto nos admira en la
musa clásica; sabia sentir y expresar lo que sentía. «Por lo que respeta a la
forma, ha escrito Alvarez Espino, Ayala es elegante al par que contundente,
altivo al par que gallardo; sus versos son fáciles, sonoros y dulces; su
lenguaje es sencillo, gracioso y discreto: dialoga con naturalidad, dibuja con
maestría, pinta con riqueza; es ameno porque cambia con facilidad, varia porque
es fecundo y es abundante porque es perspicaz y escudriñador, y sabe encontrar
muchos y muy buenos materiales>.
Con
Ayala, hemos dicho, resurge el antiguo teatro español, que tiene su más
legitimo representante en Calderón de la Barca , a quien Ayala llamó en su discurso de
recepción de la Real
Academia Española, el dictador de las leyes del teatro, el
ingenio milagroso que en medio de los grandes poetas de su tiempo,
... El cetro adquiere
Que aun en sus manos vigorosas dura.
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