jueves, 18 de octubre de 2012

ALGUNAS ANÉCDOTAS DE ADELARDO LÓPEZ DE AYALA Y ALGUNOS HECHOS ACAECIDOS EN LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO DE LA PLAZA - 6


                                Por José Mª Álvarez Blanco – Revista de Guadalcanal año 2012

En Ayala, lo mismo que en Núñez de Arce, hay tal energía y concentración de pensamiento, que con pocos rasgos briosos dicen más que en un poema entero, cualidad que en Ayala resalta más en sus composiciones breves, en las que campea la corrección mas exquisita, la sobriedad de la expresión, la fluidez del verso y la pulcritud de estilo que es nota característica de toda obra lírica del autor de Consuelo. La décima A la Pluma, es digna de tan ex­celso poeta, como lo son sus sonetos, a pesar de ser muchos im­provisados, y escritos, como él decía, para el gasto de la casa, des­collando entre ellos, como modelos, La Plegaria, que con música de Arrieta, se cantó en sus funerales y en las honras que en años sucesivos se celebraran en San José de Madrid, y otro titulado Al Oído.

                V
Otras obras literarias
Otros géneros literarios cultivó Ayala, De él nos queda la primera parte de la novela Gustavo, que ha publicado Bonilla San Martin con encomiástico elogio: la descripción de Consuelo, trabajo preparatorio de la famosa comedia de este mismo título y el Discurso sobre Calderón, piezas dignas de tan peregrino ingenio.

Como orador se reveló como hábil e intencionado, correcto y fluido en la defensa del periódico satírico El Padre Cobos, cuando no tenia treinta años de edad; así como en su primer discurso en el Parlamento, en que afirma su posición política con toda indepen­dencia, se acreditó de experto orador parlamentario, ajustando ma­ravillosamente su palabra al pensamiento. Era sobrio de estilo, ma­gestuoso de ademán y escultural de frase, como dice Méndez Bejarano.

Pero la pieza oratoria que sobresale entre todas y que será siempre modelo en su género, es el elogio fúnebre de la Reina Mer­cedes ante el Congreso. . Para la preparación de este trabajo se te ofrecieron libros, recuerdos, tiempo. Mejor  será, contestó Ayala, que cuente lo que he visto, y no necesitaba más para triunfar conmoviendo a cuantos le oyeron, porque tenia un corazón delicado y tierno, una inteligencia poderosa, una imaginación viva y tal dominio sobre la palabra, que nunca dijo mas que lo que quiso decir. Como orador fue apasionado en el Parlamento, razonador en la Academia y su­blime en el elogio de aquella infortunada Reina.

                                                         VI

                                                  El político

No queda completo el estudio de Ayala si no decimos algo del hombre político.

Si tuvo por el teatro una vocación decidida, no la tuvo menos por la política. En su teatro mismo puede encontrarse una prueba de ello, si no la diera plena el decurso de su vida. La primera obra que estrenó en Madrid, Un Hombre de estado, ya muestra esta ten­dencia, como antes, en los agitados días de vida escolar ya tomó parte y muy principal en el motín que se produjo al suprimirse el traje estudiantil y su musa sirvió para alentar a la juventud estudio­sa a la pelea. Este y otros episodios de la vida del poeta han sido narrados con singular gracejo por Eusebio Blasco.


No permiten los estrechos límites de este trabajo el análisis de todos los pasos de la vida política de Ayala; baste decir que tuvo personalidad propia y singular relieve. Fue, dentro de los partidos, independiente; no fue ambicioso y llegó hasta donde quiso y siem­pre puso sobre todo su amor a la patria. "Es uno de nuestros hombres públicos -dice Álvarez Espino- alrededor de cuya frente aun brilla una aureola de respetabilidad y de estimación. Su ministerio es en la vida pública algo como los triunfos de El Tanto por ciento y de El nuevo Don Juan, en su vida literaria. Dentro de los principios fielmente defendidos y brillantemente aplicados a combatir la insurrección separatista iniciada en Jara, de la pluma de Ayala se desprendieron multitud de documentos importantísimos que engrandecieron la gloria de su autor y motivaron la gratitud de la patria. Si aun flota hiniesta nuestra bandera, decía Moreno Nieto, en el elogio fúnebre de Ayala, en aquellas hermosas lejanas provincias (Las An­tillas) que conquistó el valor de nuestros mayores, débese en no pe­queña parte al insigne Ayala" 

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