HENAR (Cuatrojenales). Sufijo locativo-abundancial-ar sobre , heno, dellat. FOENUN. En el topónimo, originalmente compuesto del numeral cuatro (lat. QUATFUOR) y el plural henares, ha tenido lugar el cambio, o quizás mejor, la neutralización de las finales-r y-l, además de, y esto es mucho más interesante, la solución velarizada de F, claro índice del grado de aspiración con sonántica en esta región. R. Menéndez Pidal (Orígenes pp. 225- 227), recuerda que el Henar que cita Berceo (Santo Domingo, 734) es el nombre del río que en el Cid se nombra por Fenares; en otro lugar menciona el topónimo Henares, documentado en 1398. La forma Cuatrojenales es la que consta como nombre de lugar en las listas catastrales del municipio, lo que puede tomarse como sistema de la relativa desemantización del nombre de lugar, ayudada, obviamente, por la deformación fonética experimentada por la voz.
BURBANA, Gentilicio de Bureba, documentado ya en textos de 1195, según confirma Godoy Alcántara, que lo da como apellido frecuente en la península. En documento de 1595 aparece "el sitio de la burbana término de esta villa".
COSTANILLA, la Costanilla. Calle de la Costanilla, Cerro de la Costanilla. Sufijación diminutiva en -illa- sobre costana, dellat. vg. COSTANAM, sinónimo de cuesta, aunque el DRAE diferencie ambas voces a partir de la distinción semántica "calle en pendiente" y "terreno en pendiente". En el topónimo Cerro de la Costanilla aparece el término en el sentido de camino pendiente o camino que sube hasta una cumbre, por lo que incluimos la voz en este apartado. No obstante, acierta a decir de costanilla (2ª acepción), en algunas poblaciones, calle corta de mayor declive que las cercanas, pues en el topónimo calle de la Costanilla significa trazado vial urbano. El cerro de la Costanilla es el próximo a la calle San Francisco y la calle Costanilla, todos saben cual es, por cierto, era su nombre antiquísimo.
PALACIO (Dehesa del Palacio, Molino del Palacio, El Palacio). Del latín PALATIUM, Monte Palatino, palacio de los Césares sobre este monte; la conservación de la i, y la grafía antigua con c sorda en documentos literarios son pruebas claras de una introducción culta o semiculta (DECH). Los topónimos con esta voz se refieren siempre al mismo edificio, antiguo palacio de los comendadores de la Orden de Santiago en Guadalcanal. La población quedó bajo jurisdicción de dicha Orden hasta el siglo pasado. Según consta en documentos del Archivo Histórico Nacional, sec. Encomiendas, en 1736, cuando falleció el Duque de Alburquerque, Comendador de Guadalcanal, fue visitada la antigua casa-palacio por D. Cristóbal Gordón, de la Orden de Santiago, Vicario de la Villa y, en la descripción que se hace, se dice; "casas fuertes vulgarmente llamadas El Palacio que en su entrada principal la tiene en la plazuela de la puerta del sol de la Iglesia Mayor y hace su fachada de corredores altos a la plaza pública y su solar está sembrado de forraje". Con el tiempo, esta edificación se fue arruinando y, siendo dificultoso su reparo, se demolió todo el interior, vendiéndose los materiales para comprar otras casas principales en 1709, situadas en la calle de la Encomienda. En la actualidad, El Palacio es, pues, topónimo propio del paseo principal de la villa, que se hizo a fines del siglo pasado en la zona en la que estaba situado el castillo, habiéndose sembrado los árboles que hoy tiene en los primeros años del siglo actual, según testigos que lo vieron.
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