jueves, 2 de junio de 2011

Guadalcanal en los diccionarios histórico - geográficos (Siglos XVII – XIX) - 3


Por Salvador Hernández González - Revista Guadalcanal año 2006

A pesar de lo desigual de sus textos, estos diccionarios histórico – geográficos tienen una característica en común, la temática que abordan. En el caso de Guadalcanal podemos citar una serie de bloques temáticos en torno a los que se articulan los datos que nos aportan la mayoría de estas obras:

a) Ubicación geográfica y noticias económicas (contemporáneas al autor de la obra).

b) Referencias al pasado histórico.

c) Referencias a aspectos institucionales de la villa: la administración civil y eclesiástica.

d) El patrimonio artístico, centrado en la cita de los edificios religiosos.

3. Ubicación geográfica. Noticias demográficas y socioeconómicas.

Uno de los principales aspectos que llaman la atención de los autores con respecto a Guadalcanal es su ubicación geográfica, ofreciendo también noticias interesantes sobre las actividades económicas que predominaban en la comarca: la agricultura, la ganadería y las explotaciones mineras.

El emplazamiento de la población en las estribaciones serranas es subrayado por algunos de los autores que nos ocupan. Así Méndez de Silva señala que Guadalcanal se halla “plantada en Sierra Morena, cuatro leguas distantes a Llerena, cercada de antiguos muros“, reseña que repite literalmente Juan Antonio de Estrada. Por su parte Lorenzo Echard la considera “villa considerable de España en Sierra Morena, a 4 leguas de Llerena “. Luís Moreri la coloca igualmente “plantada en Sierra Morena, distante de Llerena cuatro leguas, cercada de antiguos muros “La misma topografía repiten Juan de la Serna y Antonio Montpalau. Curiosamente, Antonio Vegas sitúa a Guadalcanal “en tierra llana “a 4 leguas de Llerena y 15 de Sevilla. Tal disparidad prueba que muchos de estos autores escribían de oídas y se copiaban unos a otros, poniendo en circulación una imagen de la localidad más literaria que real, pero no por ello menos interesante en el sentido de que muestran una percepción distinta y poco conocida.

Sebastián de Miñano sitúa igualmente a la localidad en terreno llano, a 4 leguas de Llerena, “entre esta ciudad y Cazalla, mediando entre ésta el río Vanalija [sic], en la carretera que conduce de Mérida a Sevilla“.

Pero sin duda el testimonio de más valor descriptivo sobre el medio geográfico es el de Pascual Madoz en su conocido Diccionario, que nos precisa la situación de Guadalcanal dentro del marco provincial, distancias a los centros administrativos de los que depende y localidades vecinas, situación del casco urbano, límites municipales, red hidrográfica y características del terreno. Por ser el texto de Madoz harto conocido prescindimos de recogerlo aquí en aras de destacar las otras obras de que nos ocupamos, menos utilizadas y en algunos casos de difícil localización.

A lo largo de la Edad Moderna la mayoría de los habitantes de Guadalcanal vivían dedicados a las actividades agrícolas y ganaderas, compartidas en ciertos periodos con la minería. Méndez de Silva y Estrada señalan, para los siglos XVII y XVIII, la abundancia de olorosos vinos – citados como es sabido por la literatura del Siglo de Oro – , ganados, caza “ y razonable cosecha de pan, “además de las famosas minas de plata, que podían competir, labrándose, con las del rico Potosí“. Aun repitiendo el dato, Juan Antonio de Estrada precisa que con el importe del impuesto del quinto real de estas minas “ se hizo la soberbia fábrica del Escorial “, añadiendo que la explotación estaba arrendada a la saga de banqueros encabezados por Jacobo Fugger , que el autor denomina genéricamente como “ los Fucares de Alemania, los cuales, las inundaron de agua una noche, por diferentes calumnias y controversias que hubo para quitárselas, como aun hoy permanecen; en cuya ocasión llegaron a cortar la plata dentro de las vetas a cincel “. Pero a pesar del abandono todavía a mediados del siglo XVIII se mantenía vivo el recuerdo y el mito de la prodigalidad de las minas de Guadalcanal, sometidas a esporádicos intentos de explotación, como el protagonizado durante aquellos años por la dama inglesa Lady Mary Herbert. Así no es de extrañar que Lorenzo Echard, Juan de la Serna y Antonio Montpalau afirmen en la misma época que la población “ es famosa por sus minas riquísimas de plata y azogue, de que hoy se saca mucha porción “ , aunque este optimismo es matizado por Luís Moreri cuando afirma que las explotaciones mineras son “ hoy casi imposibles de labrar sin que pueda verse el deseado fin de tanta diligencia, al desagüe de ellas conducente “. Todavía a fines del Setecientos perdura el mito minero, como se advierte cuando Antonio Vegas afirma que “a distancia de un cuarto de legua entre Norte y Oriente están las famosas minas de plata y azogue de que hoy se saca mucha porción “.

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