lunes, 2 de febrero de 2009

MINAS DE GUADALCANAL - 10

Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Estas minas de Martin Delgado van subiendo por un cerrico arriba, y llega lo de Martin Delgado hasta la cumbre, y desde el principio de ellas se comienza á abrir otro ramo de pozos que descubrió al principio un Francisco de Cadenas. Caso que despues pretendiendo Martin Delgado que eran de sus mismas, se dió cierto medio entre ellos en que las unas minas y las otras que caen desde el cerro hacia el mediodia quedaron con el Martin Delgado, y él dió una veintena parte de todo al Francisco de Cadenas para él y otros tres compañeros suyos. Desde este cerro aguas vertientes á la parte del Norte hay otra hilera de pozos en la misma derechura, y que parescen de la misma vena de Martin Delgado, aunque mas delgada, las cuáles descubrió otro vecino de esta villa que se llama Gonzalo Delgado, hombre tan perdido y de poco entendimiento, que fue repartiendo sus minas entre los vecinos que se lo pedian, de tal suerte que quedó sin tener en ellas ninguna parte: y porque el Martin Delgado pretendió que tambien aquellos pozos le pertenecian, se concertó con el Gonzalo Delgado, que es su primo, para que le diese la mitad de todo cuanto saliese de aquellos pozos, y la otra mitad quedase para el Gonzalo Delgado, ó por mejor decir, para aquellos á quien él lo dió. Y aunque despues la justicia, de pura lástima de ver morir de hambre al dicho Gonzalo Delgado, trataron con las personas á quien habia fecho donacion de sus pozos que le volviesen una parte de veinte é cinco para su sustentacion, es hombre tan poco constante que tambien dio casi toda la veinte cinquena parte á otros; y agora últimamente se ha concertado con Pedro de Pineda, escribano mayor del cabildo de Sevilla, que negociará como se revoquen todas estas donaciones por inoficiosas y sin causa, y fechas por un hombre que no está tampoco en su juicio, y que porque negocie esto le dará á él y á un Espinosa las dos tercias partes de todo lo que sacare por manera que aunque todas estas minas se conoscen por los dos nombres de Martin Delgado y Gonzalo Delgado, el Gonzalo Delgado no tiene en ellas sino el nombre de ellas y muy poquita cosa mas.
Como el Martin Delgado desde el principio tuvo caudales, y mas expiriencia como hombre que habia estado en el Perú, dióse mejor maña á sacar el metal y á hacello fundir y afinar; de tal manera que cuando el Marques embargó la labor de las minas, consta por la razon del quinto que Martin Delgado habia fundido y tenia en plomo al pie de docientas y cincuenta arrobas de plomo plata y aun las tenia afinadas, que acudiendole entre tercio y cuarto como vemos que comunmente acude el primero metal de sus minas, y aunque acuda al cuarto, saldrá sesenta arrobas de plata fina, que á lo menos vale cada arroba trecientos ducados, que son diez é ocho mil ducados, y quitado de esto el quinto quedan mas de cartorce mil ducados. Paresce por la averiguacion que yo he fecho que habrá gastado dos mil ducados á lo mas largo; de manera que quedan doce mil ducados, de los cuales ha dado la cuarta parte poco mas ó menos á personas á quien dio parte en sus minas, como se podrá ver por la relacion que allá está, cuyo traslado yo traje. Así que le habian de quedar nueve mil ducados, y de estos dicen que no tiene mas de los cuatro mil que están embargados en Sevilla, lo cual yo tengo por imposible, porque caso que se le han llegado muchos deudos y amigos que antes no le conoscian, todo su gasto llega á dalles de comer abundantemente pan porque haya repartido con nadie cosa conoscida que valga diez ducados, ni él ha comprado heredad ni mudado casa, ni fecho otra novedad mas de lo que tenia cuando era pobre.
Demas de la hacienda que Martin Delgado hovo en su poder al tiempo que se hizo el embargo como está dicho, tenia sacada otra mucha cantidad de metal, la cual el Marques mandó embargar; y porque estando en piedra, la cual comunmente llaman cobijos, habia en ello gran diminucion, porque así ninguno llegaba que no llevase un terron, el Marques mandó que se fundiese ansi esto como lo que estaba sacado y embargado de la parte de Gonzalo Delgado, poniendo algunas guardas y recaudo para que no se encubriese lo que saliese de las fundiciones, aunque no con tanto calor como requeria la importancia del negocio, porque de lo uno y de lo otro ha faltado mucha suma; con todo esto, se han fundido de lo embargado de Martin Delgado hasta diez y nueve fundiciones, las diez y siete en tiempo del Marques, y las dos despues que yo vine. Hay depositado docientas arrobas poco mas ó menos de plomo plata, sin entrar en esto el quinto, y restan por hacer del metal que está sacado y embargado ocho fundiciones, de que conforme a lo pasado saldrán ochenta arrobas de plomo plata. Si todo esto responde al cuarto como hasta aqui, habrá en ello setenta arrobas de plata, que aunque se saquen las costas, quedarán poco menos de veinte mil ducados.
De lo que toca á la mina de Gonzalo Delgado, paresce por la relacion de los quintos, que antes que el Marques lo embargase se habian sacado treinta arrobas de plomo plata, las cuales como supieron del embargo que se mandaba hacer, lo repartieron entre sí, y lo gastaron después de yo venido. De lo que han fundido hay veinte y dos arrobas depositado de plomo y plata; y del metal que hay por fundir saldrá mas de veinte fundiciones, en que habrá docientas arrobas de plomo plata. Este metal no es tan rico como lo de Martin Delgado, y por la experiencia que yo tengo fecha, sale al sexto, y podrá haber en todo, sacado el quinto, treinta arrobas de plata, que valen nueve mil ducados, y podráse hacer cuenta de ocho mil ducados, porque lo demas se irá en costas.
Si hoviese habido buena diligencia en la guarda de la hacienda, pudieran estar en pie el dia de hoy veinte mil ducados mas de lo que hay; pero todo se dañó, con que un Juan de Palencia, vecino de Llerena, que es el que fue á llevar la relacion á V. M., era alguacil mayor de las minas, nombrado por el Marques de Falces, y cerca de éste estaba la guarda é administracion y recaudo de la hacienda, lo cual viendo el Martin Delgado, para lo tener de su mano le ganó la voluntad con darle la treintena parte de toda su mina, y estoy maravillado cómo el Palencia lo osó aceptar públicamente sin formar de ello ningund escrúpulo, porque lo hallará V. M. asentado ansi en la relacion que envió el Marques con el mismo Palencia, donde lo dice en el repartimiento que Martin Delgado hizo de su vena, que hasta agora creo yo que de lo sacado le ha valido mas de mil ducados, y si no falta la mina, le valdrá mucha cantidad; y cierto parece cosa digna de castigo ejemplar, que siendo aquel hombre puesto alli por justicia universal de todo lo tocante á las minas, admitiese públicamente tan conocido é importante soborno; y que sabiéndolo el Marques y su alcalde mayor que lo pusieron, no lo castigase y remediase; y demas de esto se cree que tiene otras partes encubiertas en lo que toca á lo de Gonzalo Delgado. Y pareciéndole al Martin Delgado que aunque este Juan de Palencia era superior, tenia necesidad de tener contentos, á los ministros, dió á Francisco de Heredia, alguacil de las dichas minas, la cuarta parte de todo lo que se sacare de un pozo, que le ha valido y valdrá buena suma, y so este color el Martin Delgado ha aplicado para sí todas las minas y fecho lo que queria de ellas y de sus dueños. Otras partes hay que dieron Martin Delgado y los de Gonzalo Delgado á diversas personas, poniéndolas en sus cabezas, como V. M, lo mandará ver por la misma relacion que el Marques envió, en todos aquellos capítulos donde dice para que las den á quien quisieren, y entiéndese bien, y así está recibido en el pueblo que aquellas tales partes tienen dueños encubiertos, y que si se hiciesen diligencias sobre ello, se declararia y sabria quién las lleva; y con esto no es de maravillar que á los que tengan mano en tan gruesa hacienda se les hiciese de mal dejar de tratar en ella.

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