martes, 24 de febrero de 2009

Agustín Capitán Álvarez, poeta guadalcanalense


En la Revista de Guadalcanal del año 1983, Pedro Porras Ibáñez nos hace una presentación del poco conocido "poeta mariano", como de alguna forma él le llama. Poco más sabemos de Agustín Capitán, sólo que a su muerte, donó sus libros a la Biblioteca Municipal de Guadalcanal.

Hoy les ofrecemos esta corta biografía, y unos versos del libro que nombra, "Rayo de luz".


Agustín Capitán Álvarez.

Nace en Guadalcanal a las cuatro de la tarde el 15 de diciembre de 1896, en la calle Jurado, 19. Lo bautizan en Santa María, el cura párroco Manuel Ruiz Ortiz. Fue hijo de José M.ª Capitán Velasco, de las segundas bodas de éste con Concepción Álvarez Ferro.
Cursa sus primeros estudios en el Colegio de Padres Escolapios de Sevilla, más tarde ingresa en el Seminario. No canta misa, pero si aprende teología. Pasa del Seminario, como sacristán al Convento de Santa María de Jesús, en la calle Águilas. De aquí se traslada al Colegio de San Diego, para enseñar.
En los ratos libres hace versos. “Rayo de luz” es uno de sus primeros libros. Se editó en 1929.
Ingresa en el I.N.P. y aquí se jubila. Muere en Sevilla el 28 de febrero de 1978. Deja un libro sin editar que sacan a la luz en 1981. Su título “Sevilla, Jerusalén de Occidente”.
Una brevísima muestra de su acendrado amor mariano, es este sonoro quinteto:

Señora, por la realeza
que puso el Señor en Ti,
alíviame en mi pobreza,
ya que en Ti está la riqueza
que en mi vida apetecí.

A la Poesía


Yo te amo con fervor, sacra Poesía,
Y nunca te ofendí con soez insulto;
Lo mismo en el pesar que en la alegría,
De mi doliente amor te ofrecí el culto.

No me apartó de ti la hiriente mofa
Acompañada, acaso, del agravio,
Que despertó en el vulgo alguna estrofa
O no logró entender el hombre sabio.

Te he contemplado triste muchas veces
Ante un inicuo tribunal sentada,
Y he visto la injusticia de tus jueces
En la expresión cruel de su mirada.

Yo de tu templo me acerqué a la puerta
Y te juré desde ella siempre amarte,
Y al débil resplandor de luz incierta
Pude entrever las gracias de tu arte.

No importa, no, que te desdeñe el necio,
Que eres el alma y vida de la Historia,
Y hasta la misma Ciencia, en su desprecio,
Te llama a sí para ensalzar tu gloria.

Mi corazón por ti late y suspira
Y gozar o sufrir quiere contigo,
Que al no poder pulsar mi triste lira
Más infeliz me siento que un mendigo.

No sé más que admirarte, y tus favores
En mi destierro amargo en vano espero,
Y he de sufrir, paciente, mis dolores,
Mi triste soledad, cual otro Homero.

A otro premia ¡oh deidad! con tus laureles,
Pues yo no aspiro a tu inmortal corona;
Endulcen sólo mi dolor tus mieles,
Que el ángel del favor hoy me abandona.

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1 comentario:

camarina dijo...

En justa correspondencia por haber pedido identificar el autor de la poesía dedicada a un familiar mío, pongo a su disposición dicha poesía que aparece firmada por el señor Capitán Álvarez. Saludos-