Cayetano Yanes Durán, profesor Universidad de Sevilla
Siendo el de mayor importancia para nosotros el
territorio controlado por los santiaguistas, nos limitaremos a él. Previamente,
como dato curioso, haremos un inciso e indicaremos que ya en la edad media se diferenció
en gran manera el consumo de carnes, de forma que en el norte se consumía más
carne de cordero y en el sur más de cerdo. Ello derivaba de que el consumo de
carne de cerdo alejaba la sospecha de judaísmo por un lado y de islamismo por
otro, con lo cual, se alejaban las sospechas que la Inquisición podría
tener sobre la religión profesada por las familias, si eran moriscos, judíos o
si eran conversos, o no, en ambos casos. Esta simple orientación en las
costumbres de consumo culinario, de origen religioso, ha llegado hasta nuestros
días. Nos podríamos preguntar ¿por qué se consume en la actualidad más carne de
ovino en el norte que en el sur, cuando éste último estuvo más tiempo bajo la
ideología islámica y una mayor cabaña ovina? En lo anterior tenemos la
respuesta, que extenderemos a continuación.
Los análisis de varios autores (Sánchez Albornoz)
concluyen que la diferenciación del consumo de carnes tuvo su origen en
orientaciones religiosas, siempre influyentes en la historia de España, de
alguna u otra forma y sobre todo en la reconquista y siglos posteriores, el
tema de la pureza de sangre fue una cuestión ampliamente controlada por la Inquisición. En el
sur de España, donde los problemas planteados por los levantamiento de los
moriscos y las sospechas sobre la población tenían mayor relevancia. La Inquisición efectuaba
en el sur un mayor control que en el resto de la península, consecuentemente,
el consumo de carne se instituyó como un primer control sobre la sospecha de
tendencias religiosas, por tanto, la costumbre durante siglos orientó a la
población hacia un tipo de consumo cárnico, al cerdo, más que al ovino.
En estrecha relación con la fecha de la feria de
Guaditoca relataremos una resumida cronología del movimiento del ganado ovino.
Los distintos autores nos relatan que la subida (retorno) al norte de los
rebaños que bajaron para pasar el invierno hacia los Extremos, se hacía a
partir de abril y esencialmente durante el mes de mayo, primero los moruecos,
seguido de las hembras de parir y por último los corderos. Como decimos, antes
de la vuelta se concluía el esquileo, con cuadrillas de 120-130 esquiladores
que pelaban al día un millar de cabezas, fomentando paralelamente en algunos
pueblos el oficio del herrero artesano que preparaba las tijeras (entre otros
utensilios), caso de Guadalcanal, donde probablemente, debido a ello, se les
conocía como fuelladotes (que derivó con el tiempo en folladores), denominación
que deriva de la tarea del movimiento manual del fuelle de las fraguas. La lana
bien preciado y principal producto del ganado lanar se vendía en las ferias,
transportándose hacia mercados más importantes como el de Segovia, Medina del
Campo y posteriormente Burgos, donde existía una especie de aduana de lanas,
donde se cobraban los impuestos reales, se controlaba la producción y almacenándose
durante los veranos grandes cantidades de lanas que posteriormente saldrían
hacia Inglaterra y Flandes vía los puertos de Santander, Bilbao y San
Sebastián. Posteriormente, después del descubrimiento de América, sobre el año
1505 se estableció otra aduana en Sevilla, a imitación de la de Burgos, más
concretamente en la casa de Contratación de Indias, para la venta de lanas al
mercado de Nueva España, por lo que el transporte de estas mercancías, y otras,
sufrió un cambio de orientación, donde entran en juego los caminos de la
comarca a que nos referimos.
El mercado de lanas sufrió una gran
desorganización, respecto a la exportación después de la controvertida
expulsión de los judíos, al ser estos los encargados, o personas expertas, de
los tramites propios de la exportación. En el reinado de Carlos I, con la
conflictiva llegada de expertos genoveses y flamencos, volvió a establecerse la
normalidad en la exportación, no sin antes plantearse conflictos de origen
económico debido al cambio comercial y que concluyó con un levantamiento
popular denominado de los comuneros.
Veamos la importancia de los mercados o ferias.
La vida pastoril, como sabemos, tuvo importancia en la literatura de la baja
edad media, tanto en novelas como en los romances, en mayor escala en estos
últimos por ser más fáciles de recitar en los momentos de descanso. Debido a
motivos del movimiento económico en torno a las merinas, la industria y
comercio florecieron en lugares donde tenían relevancia las estancias ganaderas,
o lugares en los que se concentraban las mayores cabañas trashumantes, o donde
se realizaban las transacciones –en las ferias como hemos indicado-. En la zona
de influencia santiaguista las ferias más renombradas eran las de Zafra y
Guadalcanal, ambas bien comunicadas entre sí por la “cañada de las merinas” que
hacia el oeste, a través de las actuales fincas de Santamarina, La
Torrecilla ,
enlazaba “la Vega ”
con los términos de Fuente del Arco – aproximadamente en el Pencón, a dos
kilómetros de la estación de Fuente del Arco se le cruza otra cañada, que se
dirige al sur hacia “sayales” y al norte por las fincasValjuncoso y Malajuncia, es inundada por el pantano de Llerena,
siguiendo hacia Campillo de Llerena y posteriormente a la Serena-, el ramal del sur
sigue hacia Llerena, Villagarcía de la
Torre , Usagre –en su término se cruza con la Real Leonesa que baja
desde Palomas por Hinojosa del Valle- y Zafra; son caminos utilizados en la
actualidad para llegar a los agostaderos extremeños, caminos todos bien rectos
y llanos y hoy, por desgracia, bastante decaídos e ignorados. Los caminos y
cañadas que desde Guaditoca se dirigen al norte (hacia Azuaga) son menos
conocidos en la actualidad, debido a los impedimentos existentes hoy en las
fincas (prácticamente “cerradas”) de los aledaños para transitar por ellos.
Respecto al último párrafo que habla de las
actuales restricciones al paso por los caminos que atraviesan las fincas
referidas, me viene al recuerdo la teoría que escuché en una charla del
catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno, en la que
exponía la teoría, no suya propia, pero establecida y reconocida, por la que se
nos consideró al pueblo andaluz y extremeño (y en general al español) como
constituyentes de una sociedad denominada por ciertos sectores europeos como El
Primitivo Cercano[1] . Más adelante, en un capítulo posterior, me
referiré a ella.
Otras conocidas cañadas de la zona de
Guadalcanal, además de la citada “de las merinas” que desde Llerena a la vega
de Guaditoca y posteriormente por la loma de “zamon” gira hacia el sur, hacia
San Miguel de la Breña
y más adelante baja por el nacimiento de la rivera Benalija hacia el “donadío”
denominándose “cañada de las merinas”, y que comunica Guaditoca con la “senda
de los sayales” (a la que nos referiremos a continuación). La conocida por la
“senda de los sayales”, tal vez la más importante del término, transcurre de
este a oeste por el sur del término de Guadalcanal. Se cruza con la “cañada real
leonesa” en el término de Fuente de Cantos, aunque antes se le bifurca un ramal
directo hacia dicho pueblo, uniéndose en el mismo casco urbano con la real
leonesa, en la que se denomina calle Guadalcanal. Posteriormente dicha senda
pasa junto al pueblo de Calzadilla de los Barros, cruzándose en términos de
Medina de la Torres
(en la finca denominadas “las Cañadas” a la que aludiremos más tarde), con otra
que transcurre, paralela por el oeste a la “real leonesa” -desde Palomas,
Hinojosa del Valle a Jerez de los Caballeros, cruzando la carretera nacional
432 en el denominado “cruce de Zafra”-, posteriormente, la “senda de los
sayales” se dirige a Zafra, junto a los caminos vecinales de Bienvenida a Zafra
y de Calzadilla a Zafra, siguiendo hacia Feria, Santa Marta, Badajoz y Portugal.
La “senda de los sayales” es de especial
importancia porque da la impresión que comunica el Mediterráneo (desde Almería
y Granada) con el Atlántico allá en Portugal, y se acerca desde Córdoba hasta
la comarca de la que escribimos. Su nombre deriva de un tipo de vestimenta
medieval elaborada con parte de lana de poca calidad, y denominado “sayal”, de
ahí viene el nombre utilizado en el refrán “hasta el cuarenta de mayo no te quites
el sayo”. Comunicaba de este a oeste la parte sur de la zona santiaguista, más
concretamente, en lo que conozco hasta ahora, la campiña cordobesa subiendo
desde los puentes sobre el Guadalquivir en Montoro (Córdoba, por él hacia el
norte se dirige el camino de Toledo y el puerto del Calatraveño), o el romano
de Córdoba, dirigiéndose al noroeste por Peñaflor, Palma del Río, Puebla de los
Infantes, Constantina, Cazalla, Guadalcanal, Fuente del Arco, Llerena,
Montemolín, Fuente de Cantos (allí cruza con la “leonesa” que bajaba desde León
hasta la comarca de Aracena, la leonesa se cruza con la “Ruta de la Plata ” –autovía y carretera
nacional- junto a dicho pueblo), Calzadilla de los barros (donde se cruza
sayales con la “Ruta de la Plata ”),
Medina de las Torres, Puebla de Sancho Pérez, Zafra siguiendo hasta Portugal.
Dicha comunicación es paralela por el sur con la calzada romana que comunicaba
Mérida con Cartagena (Cartago), puerto del Mediterráneo.
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