viernes, 24 de octubre de 2014

GUADALCANAL Y EL GANADO MERINO (1 de 6)

Cayetano Yanes Durán, profesor Universidad de Sevilla

                         A la memoria de Pepe, amistósamente “el barba”, como representante más cercano del trashumante, típico soriano ganadero de ovejas, a quién los desatinos de “la lengua azul” se lo llevó y al que acompañé en el camino de la trashumancia parte de una jornada hasta llevar el ganado a la estación de Ferrocarril de Guadalcanal. Recuerdo lo que para mi era una balumba de ovejas, que gracias sólo a los perros pastores se podía gobernar. Con todo, en ese trayecto que recorrimos juntos se quedaron atrás algunas ovejas a las cuales no te podías dedicar ¡más tarde se recogerían!


1. La Mesta, la lana y las merinas
En otro escrito anterior, que consistía en un relato sobre el inicio del uso del vapor en las minas de plata de Guadalcanal, también se hablaba del entorno y la confluencia de caminos de herraduras y cañadas en la comarca y alrededores de la mina. Otro de los aspectos que quisiera tratar, motivo de estas letras, es la tradición que la referida comarca ha tenido en la explotación del ganado merino. Ahora, en tres breves capítulos hablaremos, sin grandes ambiciones historiográficas o literarias, de un tema económico relacionado con el ganado lanar, junto a otros aspectos de historia económica.
Después de la reconquista, la comarca sur de Extremadura y norte de Andalucía tuvo la particularidad de ser tierra de lindes, donde confluían intereses de distintas organizaciones de poder de la época, como son los obispados de Córdoba, de Sevilla, la Orden de Santiago,… La presencia de la feria de Guaditoca, y otras coincidencias nos lleva a relacionar estas vías pecuarias, hoy prácticamente perdidas, con la influencia histórica y económica de una forma de explotación agraria propia de la época, la de las ovejas merinas y paralelamente la presencia e influencia de una importante organización como fue la Mesta, exactamente denominada Honrado Consejo de la Mesta, que tuvo su nacimiento en la época de Alfonso X el sabio, prolongándose su existencia hasta los decretos de Campomanes en 1789 y su definitiva desaparición por el año de 1832.
Para una introducción en el tema, veamos los orígenes de la raza merina, base de la producción lanar para la organización de la Mesta, de gran importancia en la economía del Reino de Castilla. Asimismo de las vías pecuarias y, qué duda cabe, de la relación de ambas con la comarca que nos empeña y concretamente en el sitio donde se celebraba la feria en la denominada “vega de Guaditoca”, de enorme influencia en la economía de Guadalcanal, como se indica ampliamente en la obra “Historia de Guadalcanal” de Andrés Mirón, llegando hasta el siglo XIX en la que fue fruto de la desamortización y otros avatares.

Como opina Julius Klein, profesor en Harvard y estudioso de la Mesta, que durante los años 1912-1914 fue becado para realizar estudios en España y en otros países europeos. El tema de la Mesta, al parecer, le fue sugerido por historiadores españoles, estudiando para ello los archivos, entre otros, de la Asociación de Ganaderos del Reino. Un tema apenas tratado en el libro de Klein es cuál es el verdadero origen de la creación de la Mesta. Fruto de su trabajo de investigación fue el interesante libro La Mesta, Estudio de la Historia Económica de España1273-1838 (Alianza Editorial SA, Madrid 1990), Klein indica que la raza merina en España proviene, en la opinión más aceptable y extendida, de origen africano. Los Beni-Merines, tribu del norte de África, que se trasladaron a la península acompañando a los bereberes, como una tribu más del grupo, en el período Almohade (1146) (Pág. 19 del libro citado), las trajeron a la península, dando origen a su nombre. Antes, afirma el autor, dicha raza era desconocida en España, donde esencialmente existía la raza “churra” (dedicada esencialmente para carne). Este hecho está suficientemente argumentado por diferentes autores, por lo que no hay otras posibilidades de elección sobre su origen. Otro hecho que indica que el origen de la generalización de la raza ovina es de origen norteafricano es que muchas palabras unidas a la explotación de este ganado tiene ese origen: zagal, rabadán, rafala, morueco, cabaña, mechta (mesta), etc. Curiosamente la palabra merina, relacionada con el ganado ovino, con la lana y su comercio, no aparece en Castilla hasta mediados del siglo XV. Las citas más remotas son de 1442 (reinado de Juan II), de 1457 (reinado de Enrique IV).
Para enfocar el tema desde la óptica de la feria que se celebraba en la “Vega de Guaditoca”, resaltaremos ciertos hechos: la aparición de la Virgen de Guaditoca le aconteció a un pastor, en una calzada ganadera y en fecha de máximo auge de la Mesta, luego, por tanto, es fácil encontrar una correlación entre todo esto. Como complemento, hemos de decir que las mayores cabañas de ganado trashumante eran propiedad de la nobleza y de la Iglesia, ejemplo, el “monasterio de Guadalupe” disponía de 10.000 cabezas en 1592 y de 20.000 en 1680. Durante las circunstancias adversas de la hambruna del XVI-XVII la mayor parte de los pequeños ganaderos desaparecen, siendo los grandes ganaderos los que sobreviven, acentuándose la concentración de ganado en grandes propietarios. El número de cabezas controladas por la Mesta tuvo su número más alto a la mitad del siglo XVI y del XVIII.
Asimismo, el origen de las calzadas castellanas que dieron paso al nacimiento de las cañadas usadas en el traslado del ganado trashumante, da lugar a otra controversia. En principio estas calzadas, existentes en todas las regiones de España tienen, según algunos autores, un origen anterior a la invasión romana, siendo aprovechadas por los romanos como origen de la organización de las mismas y de sus comunicaciones; respecto a su uso para tránsito de ganado, se citan en el Fuero Juzgo, código visigodo, donde se legisla sobre ciertas calzadas destinadas al tránsito del ganado trashumante.
Posteriormente, en la edad media, establecida la situación económica de este tipo de ganadería, de notable interés para la economía de la época, que aprovechaba zonas cuya producción o recursos naturales variaban de forma muy diferente según la época del año y las condiciones meteorológicas, emigrando desde las sierras hasta las zonas más al sur denominadas extremos, como se llamaban a las dehesas y valles del mediodía, que constituían los invernaderos. Al mismo tiempo se aprovechaba una franja de terrenos entre los reinos cristianos y musulmanes, de unos 100 km, peligrosa para la utilización de cultivos, con ganados que eran móviles ante situaciones de peligro. En otras zonas rivereñas y para evitar los conflictos entre los ganaderos y las tierras cultivadas además de las lindes de las calzadas, (conflictos que existen hoy día) se fueron elaborando unas leyes que fueron el origen de la Mesta, como se llamaba a la organización que controlaba el importante sector económico ganadero-textil derivado de la explotación del ganado ovino. De esta manera se legislaron anchuras de las cañadas, cordeles, asentamientos, descansos, abrevaderos y otros pormenores de tan importante comunicación pecuaria que significaba la trashumancia.

Tres eran las principales cañadas que en la península se dirigían al sur: la del Oeste o Leonesa, la del Centro o Segoviana, y la del Este o Manchega. De alguna manera cada una de ellas se había vinculado con alguna orden religiosa. La de Alcántara se limitaba a las tierras del noroeste de Cáceres en los alrededores del Tajo, distribuida desde la zona de Alburquerque (Badajoz) hasta la zona de Coria y Plasencia, y cuya capital era Alcántara; por otro lado, disponían de invernaderos también en la comarca de la Serena Extremeña, cuyo centro era Villanueva de la Serena. La Orden de Santiago disponía de invernaderos en una región que comprendía entre las dos comarcas controladas por la orden de Alcántara y dirigiéndose al sur más próximas a Sierra Morena, la linde sur comprendía por el este desde Cantillana a Hornachuelos, al oeste sierra de Aracena y lindantes con Portugal, el Este Hornachuelos-Azuaga-la Serena y al Norte Mérida incluida. La Orden de Calatrava, más lejana en nuestro estudio, controlaba Castilla la Mancha y bajaba al sur desde Cuenca (sierra de Albarracín) por el camino de la Mancha hasta la campiña al este de Córdoba y con otro ramal hasta Murcia.

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