Del libro Cuatro siglos de presencia
de los franciscanos en Estepa. Juan Aranda Doncel
(dir.), Actas del I
Simposio,
Ayuntamiento de Estepa, Estepa. 2007, 992 pp.
La vida espiritual era también intensa, hallándose establecida en el
convento la Cofradía
de la Soledad ,
de la que Fray Juan Benítez nos aporta interesantes datos:
«En sobredicho convenio esta está fundada la cofradía de la Soledad de Nuestra Señora.
Y el Viernes Santo a la procesión del Sepulcro de Cristo Redentor Nuestro
ocurren en ella el Cabildo
seglar y los clérigos de las tres Parroquias. Tiene dicha Cofradía una Bula de
Urbano VIII en la cual concede tres indulgencias plenarias en diversos días de
laño y otras indulgencias. Y tienen dichas indulgencias resguardo de su valor
del comisario General de la Cruzada Don Fray
Antonio de Sotomayor»
Además los franciscanos promovieron el establecimiento de la Orden Tercera de San
Francisco en la localidad en 1631. En años posteriores se fundó en localidades
corno Azuaga, Berlanga. Valverde y Ahillones. Sus miembros eran « la gente
más principal eclesiástica y seglar» habiendo hermanos de ejemplares vidas en
penitencia muy austera» y comunión diaria. Los cultos ele esta Orden
Tercera se practicaban en la iglesia del convento de la Piedad rezándose todos los
domingos «la corona de Nuestra Señora»,
consistente en siete de los Misterios del Rosario y realizándose algunos
ejercicios de penitencia y caridad con los pobres. El número de hermanos ascendía
a uno setecientos, entre ellos treinta y ocho clérigos.
Subrayando el alto nivel alcanzado
por la vida conventual, fray Juan Benítez nos cita algunos ejemplos de los
religiosos ilustres de la casa: Fray Alonso López, que fue canónigo de la Catedral de Puebla de los
Ángeles (México), quien «causó en este
pueblo y su comarca grande admiración» al renunciar a las riquezas de sui
episcopado, optando por seguir la proverbial pobreza franciscana: Otro
religioso ilustre fue Fray Francisco de Lora. «varón de loable vida» cuyo cuerpo se conservaba en el convento
de, en el que también se veneraba como
reliquia la cabeza de un Mártir Franciscano del Japón llamado Gregorio, enviada desde la Nueva España por Fray
Cristóbal Ramírez, natural de Guadalcanal y que desempeñaba allí el cargo de Comisario
General de la Orden.
Igualmente, el informe nos menciona algunos de los documentos conservados
entonces en el Archivo conventual: tres
Breves de Inocencio Vlll y dos de Alejandro VI concediendo la fundación
del convento: otro Breve de Alejandro VI en favor del convento, mediante el
cual sus frailes confesores podían absolver todos los casos reservados en el
Priorato de León: dos Provisiones Reales dadas por los Reyes Católicos para el
mismo objeto: una Provisión Real del Emperador Carlos V concediéndole permiso
para cortar leña en todo el término de Guadalcanal: otra de Felipe II,
ordenando que los escribanos y jueces no cobrasen sus honorarios al comento;
una Ejecutoria de los Once contra los
curas de las parroquias de la villa, ante el Licenciado Juan Dionisio Puerto
Carrero, Vicario General del Obispado de Córdoba: otra sentencia y provisión
contra los curas de las parroquias de la localidad, para que el convento «no
pague la cuarta funeral», fechada el 16 de junio del 1594; otra ejecutoria
para que los síndicos (representantes del convento) « no paguen derechos
reales ni concejiles» y otra ejecutoria,
dada por Felipe IV, «contra los que quebrataren e hicieren quebrantar los
privilegios de los síndicos y hermanos
que nos hospedan en sus casas»
Cortas son las noticias posteriores sobre
este establecimiento religioso. El 18 de diciembre de 1702 se concertaba con el
ensamblador Cristóbal de Guadix la ejecución del retablo mayor (que albergaría
las imágenes de San Buenaventura, San Francisco, Nuestra Señora de la Piedad , el Ecce Homo y
Cristo crucificado) y otro lateral en el que se colocarían la imagen del Santo
Cristo Crucificado procedente de la ermita de San Benito[1].
El censo de Floridablanca de 1787, señala que la comunidad se componía ese año
de 17 profesos, 1 novicio, 4 legos y 7 donados[2]. A raíz de la Desamortización el
edificio del convento, vendido a un particular, fue derribado en su totalidad[3], levantándose sobre su solar el
cementerio de la localidad.
San José de la
Penitencia (Santa Clara)
Aunque por cédula real de Felipe II,
concedida el 20 de febrero de 1576, se autorizaba al concejo de Guadalcanal
para fundar un monasterio de monjas de Santa Clara aprovechando el hospital de
Nuestra Señora de los Milagros[4],
la fundación no tuvo efecto hasta que surgió la generosa aportación de Jerónimo
González de Alanís, natural de la villa, quien por su testamento otorgado en
1584 en la ciudad de La Plata
en el Perú disponía de 30.000 pesos de plata para la fundación de un convento de monjas de Santa Clara, una
capellanía y un pósito. No obstante, la realización de la proyectada fundación
se dilató hasta que Fray Antonio Delgado (Guardián de San Francisco de Guadalcanal), Fray Diego de
Espinosa (Padre Provincial de la
Provincia de Los Ángeles) y Catalina López (hermana del
fundador) formalizaron la fundación por escritura otorgada en Madrid
el 4 de mayo de 1591, entrando las primeras religiosas el 28 de abril de 1593[5].
Fray Juan Benítez se muestra en su informe muy parco en noticias sobre
el convento. En lo referente a la Fundación , su relato
resulta muy pobre y escueto en comparación con lo que nos cuenta la crónica de
Fray Andrés de Guadalupe, pues sólo alude al Fundador y su hermana.
La fecha de entrada de las religiosas en el convento, procedentes de Belvis
(Cáceres), y la primera
abadesa, en todo lo cual coincide con la citada crónica. En cuanto a la
comunidad, señala que en 1646 estaba compuesta por veintisiete monjas y tres
donadas (mujeres que sin ser monjas, vivían retiradas en el convento), siendo
abadesa la Madre
Francisca de la Encarnación.
Su breve reseña del convento de San José concluye con la mención de
algunas religiosas ilustres por sus vidas ejemplares y virtuosas: la Madre San Ildefonso, natural
de la localidad, Madre Leonor de San Bernardo,
de la cual cuenta el hecho milagroso de que «en su tierna edad yendo a la
iglesia de Santa Clara, iba delante de ella Cristo Redentor Nuestro con una
cruz en los hombros, lo cual vio con los
ojos corporales, de donde nació afecto para ser religiosa» y las Madres Catalina de San José, Antonia
de la Trinidad
y Francisca de San Agustín.
Muy escasas son las noticias sobre la posterior trayectoria de este
cenobio. El censo de Floridablanca, de 1757, precisa que integraban la
comunidad ese año 16 monjas[6].
Clausurado por el proceso desamortizador decimonónico, han llegado
hasta nuestros días unos restos muy desfigurados del inmueble[7] que están siendo adaptados para fines de
utilidad pública y social, De su desaparecido patrimonio artístico sólo conocemos
la imagen de San José, interesantísima obra atribuida a Juan de Mesa y que a
comienzos del siglo XX había pasado a la capilla de San Vicente en la misma
localidad, donde fue destruida en 1936[8].
[1] BAGO Y QUINTANILLA, Miguel: «Arquitectos, escultores
y pintores sevillanos del siglo XVII»en
«Documentos para la
Historia del Arte en Andalucía» Vol. V. Sevilla, 1932. Pág.
24.
[2] INSTITUTO NACIONAL DE
ESTADÍSTICA; Censo de 1787…pág. 116.
[3] MADOZ, Pascual.
«Diccionario geográfico-estadístico-histórico
de Andalucía: Sevilla» Sevilla, 1986. (Edición facsímil de la de Madrid,
1845-1850). Pág. 89.
[4] FLORES GUERRERO,
Pilar: Op. cit. Vol. II págs. 774-777.
[5] MUÑOZ TORRADO, Antonio: «El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca de Guadalcanal. Notas
históricas». Sevilla, 1918. Pág. 22; GUADALUPE, Fray Andrés de; Op. cit.
págs.. 612-613; FLORES GUERRERO, Pilar: Op. cit. Vol. II, págs. 777-781. CASTRO
Y CASTRO, Manuel:«Monasterios hispánicos
de Clarisas desde el siglo XIII al XVI» en Archivo Iberoamericano», Nº 193-194 (1989) pág. 119.
[6] INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA; Censo de 1787…pág. 116.
[7] HERNÁNDEZ DÍAZ, José, SANCHO CORBACHO, Antonio,
COLLANTES DE TERÁN Francisco, «Catálogo
arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla» Vol. II, Sevilla,
1943, pág. 225.
[8] GÓMEZ MORENO, María Elena: «Escultura del siglo XVII», vol. XVI de «Ars Hispanie» Madrid, 1963, pag. 179. HERNÁNDEZ Díaz, José: «Juan de Mesa. Escultor de imaginería
(1583-1627)». Sevilla, 1983, pág. 82.
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