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«Siento que al público de Bilbao le des más importancia de la que se merece; ahí no creo que hayan oído nunca un buen actor, y los pobrecitos no tienen criterio para juzgar el arte de la declamación, o tal vez el mismo respeto les impedirá hacer ruido. Recuerdo haber leído en Portugalete una de mis zarzuelas delante de muchas personas; quiso reírse una de ellas, y el ama de la casa, tomándolo a desacato, le miró de tal modo, que todos me oyeron como en misa. Tal vez algo de eso les pase a los bilbaínos, y si no que se vayan a... que tú no eres bacalao, para nada necesitas su voto. Ya sabes que cuando te aplauden mucho, me parece que te sobra mi cariño, y si no fuera por lo que tú lo puedes sentir, me alegraría que pasases por todas partes sin ser sentida de nadie más que de mí. Ya suponía yo que la separación de tu familia (donde te encontrabas tan bien acompañada que yo no cabía en la mesa), te debía ser muy sensible, y por eso escribí mi primera carta.»
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«Los calores de febrero, que aquí eran de verano riguroso, me ocasionaron un constipado de los míos, que, como me cogió muy endeble, porque desde que vine tengo poquísimo apetito y apenas me alimento lo suficiente para estar en pie, me ha tenido algunos días en cama y muchos muy enclenque. Ya estoy mejor; pero he tenido que acompañar a Zabalburu, Camacho y Terreros, que sucesivamente han estado también malos, y todos, con especialidad el primero, estuvieron conmigo muy solícitos durante mi indisposición. Mi drama, sin embargo, está más adelantado de lo que podía esperarse del disgusto con que viene y de la poca gana con que estoy en este país. Creo que el mes que viene quedará completamente concluido. Dime cuál es la compañía definitiva; cómo la ha recibido el público; con qué obra habéis empezado, y, si es de Eguílaz, dame tu opinión y cuéntame el éxito; dime si el público está de humor de ver comedias, y con qué obras cuenta la empresa. Yo siento mucho que las circunstancias no hayan permitido acabar antes mi obra; si bien el compromiso que contraje en la inteligencia (porque así me lo dijo Catalina), de que él continuaría con el teatro hasta fin de mayo; aparte de la cuestión de Pascuas, que ya sabes, en él empezó por faltarme, si la temporada se hubiera dilatado v tú hubieras tenido necesidad de hacer tan pronto tu beneficio, yo me hubiera esforzado para dar antes mi obra, aunque fuera en el mes de mis estrenos.»
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«Siento un interior desasosiego que de continuo me punza el alma. ¡Dichosos los que pueden vivir tranquilos en medio de las miserias presentes!, porque, o no son tan buenos que no las ven, o tan perversos, que no les importan; y de cualquier manera se consigue el bienestar en el mundo. Yo debo al cielo el peor de los naturales, pues ni tengo valor bastante para renunciar al mal, ni toda la maldad necesaria para en su seno.» Fecha, 31 de enero de 1858.
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«Acabé la comedia el día 14, mandé el tercer acto a Valladolid, no he venido antes a remojarme porque aguardaba en Madrid la copia de la comedia para devolvérsela censurada, creyendo, como tantas veces me había asegurado, que la inauguración sería el 20; recibí una carta en que me decían que ya me avisarían el día fijo; comprendí que la cosa no iba deprisa, y determiné no perder tiempo; dejé a Emilio al cuidado de todo, y aquí me tienes.
Ayer llegué y tomé el primer baño; todavía el agua es soportable en esta costa, y no soy el solo bañista. Estoy muy bien alojado y tengo un fondista tan galante, que habiendo yo ajustado una salita pequeña con dos alcobas, supo después de cerrado el trato mi nombre, y, sin alterar el precio, me trasladó al mejor departamento de su fonda, y aquí me tienes dueño de seis habitaciones y de cinco balcones, con vistas al mejor paseo de la ciudad y al mar. El Fondista es extranjero; de otro modo sería el caso más verosímil. Cisneros me ha hablado de
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