miércoles, 29 de abril de 2015

MUERTE EN ACOMA (2 de 6)

Jesús Rubio

Estatua a Juan de Oñate

Primero días  de mayo de 1598.  Socorro, Nuevo México.
La expedición de Oñate siguió el curso del río Bravo. Hubo que trabajar mucho para que las carretas pudieran avanzar y para que el ganado no se descarriase. Además, no abundaban los víveres y ya pronto comprobaron los expedicionarios que aquello no sería un camino real. Tanto es así que entonces llamaron a aquella travesía La Jornada del Muerto. Habían sido muy pocos los que se había aventurado por allí. Sólo algunos locos como Cabeza de Vaca o Hernández Coronado habían hollado, y muy de paso, aquellos caminos. La idea de Oñate era aumentar el Camino Real y establecer una primera colonia poco más arriba siguiendo el curso de río, como cabeza de puente para una colonización más amplia.
Y con mucho tino bautizó Juan de Oñate Socorro[1] a aquel pueblo indio llamado Teipana al que llegaron, pues la gente que allí vivía ayudó en todo lo posible a aquellos expedicionarios cansados y hambrientos.
Mal les hubiera ido de no ser por los indios.
Muy mal.

4 de diciembre de 1598. Acoma
La subida al Pueblo de Acoma era muy estrecha. Había tramos en los que sólo era posible ir de uno en uno, y haciendo un enorme esfuerzo porque se empinaba bastante la subida. Diego Núñez ya había estado antes en aquel lugar, cuando subió como escolta de Oñate semanas atrás.
Miró a Escalante. Estaba muy serio. La mirada fija en la subida

18 de agosto de 1598. San Juan de los Caballeros. Nuevo México, Estados Unidos.
San Juan de los Caballeros[2] llamó Oñate al primer pueblo español en aquellas tierras. Estaba en la confluencia del río Bravo con el de Chama, que así lo llamaban los indios. En realidad, se erigió sobre unas rancherías indias de adobe que llamaban Ohkay Owingeh. Desde el principio tuvo un carácter provisional, hasta la construcción de un nuevo pueblo, pero bien cierto era que los pocos indios que aún quedaban allí fueron desalojados. Oñate no se andaba con rigodones. Si necesitaba algo, lo tomaba. No era, desde luego, la mejor manera de manejarse en tierras que hasta ese momento se habían demostrado desérticas y ásperas. Los indios, alguna que otra escaramuza aparte, se habían mostrado amistosos. Pero tanto le parecía darle al Adelantado. Eran muchos a los que sus disposiciones disgustaban. Eso, y la ausencia, no ya de riquezas, sino de tierras mínimamente fértiles, empezaron  a generar descontento, que Oñate frenó con severidad. No le temblaba la mano a Oñate ni con tirios, ni con troyanos.

4 de diciembre de 1598. Ácoma.
Los indios de Acoma, con su jefe, Zatucapán, al frente, habían emplazado a los españoles a volver ese día a por los víveres requeridos, ya que les habían contado que no tenían más, cuando a los españoles se les hizo poco lo que habían ofrecido. Zaldívar y su gente tenían órdenes muy claras: explorar todas las tierras cercanas a San Gabriel, procurándose lo necesario de mano de los naturales.

8 de septiembre de 1598. San Juan de los Caballeros, Nuevo México.
Ese día hubo gran fiesta en San Juan. Se celebraba la fiesta de la Natividad de la Virgen. Se bendijo la iglesia de San Juan Bautista. La misa era en Acción de Gracias por el buen destino que hasta el momento había tenido la caravana.
Por la tarde, se escenificó una escaramuza de moros y cristianos. Fue un gran día, para deleite de chicos y no tan chicos.
Pero había que ponerse manos a la obra. Los indios de San Juan andaban temerosos: se acercaba el invierno, tiempos en los que solían venir los pueblos nómadas, que eran sus enemigos. Los indios de San Juan así se lo hicieron saber a Oñate. Aquellas tribus se llamaban apaches y eran grandes guerreros.
El Adelantado vio la posibilidad de ganarse la lealtad de aquellos hombres: les prometió protección. A cambio, les pidió permiso para utilizar las casas abandonadas del poblado que se levantaba, o más bien ya se caía, al otro lado del río y que llamaban Yunqui o Yunge.
Aquella gente dio el permiso. Así fue como ya entrado el nuevo años nacería San Gabriel del Yunque[3], a orilla del río Bravo del Norte, y que fue la primera ciudad que levantaron los españoles en Nuevo México, del que fue capital hasta la fundación de Santa Fe. San Gabriel fue la segunda población erigida por europeos en los Estados Unidos, tras la fundación, también un 8 de septiembre, pero de 1565, de la villa de San Agustín, en la Florida, por Pedro Menéndez de Avilés.


4 de diciembre de 1598. Acoma.
Por fin estaban arriba. La subida había sido muy fatigosa. Pero al menos, con el esfuerzo, Diego Núñez no tenía tanto frío. Una vez arriba se encontraron de frente con uno de los jefes de Ácoma: Zatucapán, uno de los guerreros más prestigioso de los zopi[4].
Zatucapán hizo un gesto.
Se aproximaron corriendo unos jóvenes: traían un par de gallinas, unos huevos, y poco más.
Zaldívar habló.
-Esto no es suficiente. Vamos a buscar más provisiones. Seguro que tienen más. Hagamos dos grupos. Que cada uno vaya en una dirección. Coged comida. Pero no quiero que se les incomode.
                                                                                                            

18 de noviembre. San Juan de los Caballeros, Nuevo México
De no haber sido por la mediación de fray Alonso Martínez y los otros franciscanos, Juan de Oñate no hubiera tenido impedimento de ajusticiar a los que creía responsables del primer intento de abandono que se produjo unas semanas después de la cesión del poblado donde se asentaría San Gabriel del Yunque.
Eran cuarenta y cinco los que querían marcharse. Aquella tierra no les había ofrecido hasta ese momento nada más que fatiga, decían, y no estaban dispuestos a más. Oñate cogió a los que pensaba que eran los cabecillas de aquello. Eran ocho y quería ajusticiarlos. Pero los buenos oficios de fray Alonso lo impidieron.
Los hechos, diría luego Oñate, le dieron la razón. Y por eso después actuó sin compasión. Una noche, cuatro de aquellos hombres desaparecieron. Se organizó la partida de búsqueda. Oñate no podía consentir que su autoridad fuera cuestionada. Se encontró a dos de ellos. Los otros escaparon.
Oñate los ajustició. Y esta vez no valieron súplicas.
El intento de sedición dejó una cosa muy clara al Adelantado: sujetar a aquella gente era algo que no se podía garantizar por mucho tiempo más. Es por ello que dio orden a sus mejores de explorar aquellas tierras tomando como base de operaciones San Juan. Había que buscar Cíbola y Quivila, aquellas míticas ciudades tan ricas de las que hablaron en otros tiempos a Cabeza de Vaca y a Vázquez Coronado.
El primero que partió fue otro de los sobrinos del Adelantado, Vicente Zaldívar. Marchó hacia el Este. Buscaba las vacas de Cíbola[5], aquellos imponentes animales de los que habían oído hablar, y que podían abastecer de carne y piel a aquella frágil aldea. Y los vieron, vaya que si los vieron, pero la cacería fue muy dificultosa, y varios de sus caballos acabaron heridos. Volvieron a San Juan.
A la par que Vicente buscaba a los búfalos, Oñate partió hacia el Oeste. Llegó a Tigüex[6], la tierra que en su día descubriera Vázquez Coronado. Y continuó. Era primordial alcanzar el Mar del Sur, para conseguir un puerto de abastecimiento. El 27 de octubre Oñate llegó a Acoma. Fue invitado a subir los jefes de aquel pueblo, al que se le pidió la sumisión al rey de España. Lo hicieron. Después, Oñate emprendió camino hacia Moze y Zuñ[7]i. Y todos los pueblos que encontró los puso bajo su dominio y bajo la del Emperador. Todos juraron fidelidad.
Mientras, Juan de Zaldívar, salió aquel 18 de noviembre acompañado de otros 30 hombres. La orden era la de unirse a la expedición del propio Oñate una vez llegara a San Juan su hermano Vicente con las noticias de las vacas. Con Zaldívar iba Diego Núñez de Chaves, que anhelaba ver a esos grandes animales.



[1] Se sigue llamando así. Es, de hecho, la capital del condado del mismo nombre. Está a unos cien kilómetros al sur de Albuquerque.
[2] Recuperó su nombre nativo. Está junto a la actual ciudad de Española, a unos 40 kilómetros al oeste de Santa Fe, capital de estado de Nuevo México. Como curiosidad hay que hacer constar que su fiesta local se celebra el 24 de junio, día de San Juan.
[3] Junto a Española. No está habitado en la actualidad. Se mantienen algunas construcciones. Fue declarado Lugar Histórico Nacional en 1964.
[4] Así en los textos. Es de suponer que son los hopi, una de las tribus que conformaban la nación Pueblo, junta a las ya citadas de los keres, los jemez, los zuñi y los tañoanos.
[5] Se refiere a los bisontes, muy abundantes en aquellas tierras. De hecho, Cíbola, proviene de una palabra española, cíbolo, ya en desuso, que significaba bisonte.
[6] Así bautizado por Coronado. Un pueblo de la tribu tiwa.
[7] Otras poblaciones de nativos de Nuevo México.

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