Cayetano Yanes Durán, profesor Universidad de Sevilla
Siguiendo el hilo de las ferias y movimientos del
ganado merino y su producto esencial como fue la lana, y después del
seguimiento de la evolución histórica del tema ganadero en relación con la Mesta y sus luchas con los
ganaderos estantes y los cada vez mayores espacios destinados a la producción
de cereales, resumiremos. A modo de conclusión, puede deducirse que a partir de
la fecha citada de 1505, el transporte de lanas al puerto de Sevilla aumentaría
el trasiego de mercancías desde la meseta a dicho puerto. Con relación a ello,
es fácil también deducir que la importancia de la conocida ruta hacia el norte,
denominado por Pascual Madoz en su diccionario, como el “camino de Sevilla a
Madrid” (usado por los Reyes Católicos para su
traslado desde Sevilla a Madrid para la boda de su hija y posteriormente por Isabel
de Portugal para desplazarse a Sevilla para su boda con Carlos I en los
Reales Alcázares de Sevilla), y que según dicho autor pasaba por Cazalla y
Guadalcanal y posteriormente por Azuaga, hasta Talavera de la Reina en Toledo, dicho
camino acrecentaría la presencia de los típicos arrieros de la época, dedicados
al transporte de la lana, del mercurio y otras mercancías de retorno del
puerto, procedentes de América, hacia la corte y de Castilla hacia Nueva
España. Más adelante, conocido el territorio por Felipe
IV, primer Borbón, a su paso de
Madrid a Sevilla, y viceversa, pasó una larga temporada en Cazalla de la Sierra (desde el 13 de
Junio al 20 de Agosto de 1.730) para la “cura de sus depresiones”, dedicándose
a su gran afición de la caza por estos territorios, en los que, sin duda, era
abundante (igualmente, pero de distinto modo para lo cual han construido un
aeropuerto, lo hace su descendiente, el actual Borbón, Juan
Carlos I). A los dos siglos
pasados, puede decirse que dichos importantes caminos han perdido su trazado, y
el interés por ellos, sobre todo y esencialmente, por parte de los lugareños.
El más perdido e ignorado de todos ellos, es de Guadalcanal a Azuaga, es
probable que por pasar cerca del citado aeropuerto.
En el
transcurso del siglo XVI (pero desde luego ya más ampliamente en el siglo
XVII), la comentada actividad pastoril, el transporte de la lana, el del
mercurio y otras mercancías hacia las Indias, la existencia de las minas, la
elaboración de vinos (Cervantes) y otras actividades no citadas, indiscutiblemente,
harían de la comarca de Guadalcanal una zona donde se movían mercancías,
tecnología de la época y consecuentemente riquezas. Era un pueblo donde
confluían mineros[1] centroeuropeos, pastores[2], mercaderes, técnicos transportistas,
descubridores (emigrantes a América), recaudadores de impuestos, etc. En época
de Felipe II, las minas de plata de Guadalcanal y las de mercurio de Almadén
eran las más avanzadas tecnológicamente del mundo y es motivo en la actualidad
de un trabajo de investigación por parte del Profesor Manuel Castillo Martos,
Universidad de Sevilla, sobre su importancia al constituir el foco de
concentración de alquimistas más importante de Europa, procedentes de países
como Alemania, Países Bajos, Italia. No olvidemos que en el camino entre ambas
minas, el foco de población más importante era Azuaga, importante nudo de
comunicaciones.
Como
resultado de la existencia en la zona de cierto esplendor económico debieron
existir en la comarca y épocas citadas un índice indirecto de prosperidad y tal
fue así como lo señala el número de conventos y clérigos. Dicho índice nos
confirma, con evidencia, que tal prosperidad sí existió en la comarca, como
hemos visto en múltiples escritos publicados en la revista de feria de
Guadalcanal, donde se nos habla del número de conventos, iglesias y el control
que en la comarca ejercía la
Orden de Santiago, aunque quedan muchas lagunas por
completar, sobre todo, el análisis del período de decadencia, que lo fue
esencialmente durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX
hasta la finalización de la desamortización. A partir de ahí, comienza una
nueva historia para la comarca, con el resurgir de las explotaciones mineras,
la llegada del ferrocarril, siendo el desarrollo minero procedente de la
empresa asentada en la próxima comarca de Azuaga y Berlanga, con sede en el
valle del Guadiato dedicada a la explotación de minerales de cinc, plomo y
carbón, este último de gran importancia para el naciente período de la revolución
industrial: era La Sociedad Minero Metalúrgica de
Peñarroya (SMMP), propiedad de los Rothschild con la rama francesa como
protagonistas. Este último episodio requiere un tratamiento particular.
Han sido varios los autores que han tratado de la
ermita de la Virgen
de Guaditoca, pero pocos han aludido a este lugar como escenario de una feria
de ganado que duraba tres días. El autor que ha estudiado el evento comercial
es Juan Agudo Torrico[3] . Profesor del Departamento de Antropología Social
de la Universidad
de Sevilla, en su artículo Santuarios de Frontera. El santuario está situado en la encrucijada de
la compleja red de caminos arrieros y cabañas ganaderas que comunicaban lo que
hoy es Extremadura con Andalucía Occidental. Sabemos que la Virgen de Guaditoca contó
con Hermandades en Berlanga, Ahíllones y Valverde de Llerena, y posiblemente en
Azuaga. Eran constantes las visitas a lo largo del año al santuario (ver la obra
de Muñoz Torrado). Parece ser que en el mismo lugar existieron
dos ermitas: la principal que contiene la imagen, construida en el siglo XVII,
y otra más antigua, datada en el siglo XIV, mucho más modesta que la primera,
cuyas ruinas se conservaban hasta hace poco. La importancia de la feria, como
aclara J. Agudo, era tal, que incluso llegó a contar con tres calles de
portales. El traslado de la feria al pueblo, en 1792, fue una de las causas de
su decadencia. La relación entre las distintas poblaciones se pone de
manifiesto, incluso hoy día, en la figura del Niño Bellotero, que se queda en
Valverde de Llerena cuando la
Virgen sale en el mes de abril hacia Guadalcanal, y hasta que
regresa a su ermita, en el mes de septiembre. La Virgen solo era traída a
Guadalcanal por motivos excepcionales, para invocar su ayuda ante situaciones
de catástrofe, hasta que se produce el referido traslado de la feria al pueblo.
Desde entonces acudirá cada año, haciéndola coincidir en un principio con el
tiempo ferial del pasado.
Según dicho autor, en el Archivo Municipal
encontramos testimonios de esta Feria tanto en los Libros de Actas Capitulares
como en los Registros de Ganados de la feria de Guaditoca. En el Libro de Actas
Capitulares de 1792, se ha encontrado un escrito que presentó el corregidor de
la villa de Guadalcanal ante la
Audiencia de Extremadura para solicitar el traslado de la Feria de Guaditoca a dicha
villa. El corregidor informa que la feria se celebra desde tiempo inmemorial en
los tres días de Pascua de Pentecostés, y que pudo tener su origen en la
concurrencia tanto de la villa de Guadalcanal como las de su comarca a la
celebración de alguna festividad religiosa. Dice el corregidor que la Feria de Guaditoca era la
“más útil de Andalucía y de Extremadura” por la fecha tan propicia en la que se
celebraba: época de recolección en la que los labradores necesitan caballerizas
para sus trillas y trabajos de verano (léase transportes como pueden ser lanas
y minerales), traslados de ganado merino. Los motivos que expone el corregidor
para el traslado de la feria residen en “la gran afluencia de personas venidas
de distintos lugares y en la imposibilidad de garantizar el orden público y la
seguridad de los mercaderes, ganados y caudales que fluyen en esos parajes, tan
distantes del pueblo”. El corregidor propone el traslado a la villa de
Guadalcanal, donde habría mayores posibilidades de encontrar provisiones y
hospedaje, además de favorecer a la gente del pueblo, que podría alquilar sus
habitaciones a los forasteros, y permitir, además, “el arreglo de las casas en
ruinas para albergue de los viajeros”.
[1] El método de la amalgama para el
beneficio de la plata se lo atribuye también al valenciano Mosén Antonio Boteller,
que en su memorial de 1562, dirigido al rey, se proclama «primer artífice e
inventor de sacar plata de los metales por la industria y beneficio de el
azogue, ansi en la Nueva
España como en estos vuestros reinos». Si, como dice Paoli,
Boteller ayudó a Medina en sus experimentos, y este fue el verdadero inventor
del método, como asegura González en su estudio sobre las minas de Guadalcanal
(aunque parece que en España ya se usaba), no cabe duda que el ansia de
inmortalidad científica pudo más que -127- los frenos impuestos por su religión
y su investidura sacerdotal, y hasta le hizo flaquear la memoria, ya que en la
real cédula de 1557 se le comisionaba en estos claros términos: «Y pues dicen
que el azogue es muy provechoso para beneficiar los metales y sacar dellos la
plata a menos costo que con otros instrumentos que se usan, y que por esto se
ha comenzado usar dello en la
Nueva España , informaros heis bien de como en ella se hace, y
haréis la prueba dello en las minas de Guadalcanal» (cit. Paoli, pág. 56).
[2] La actividad agropecuaria constituía
el 70 % de la actividad económica según Manuel Maldonado Fernández, LA ENCOMIENDA SANTIAGUISTA
DE GUADALCANAL. Revista Archivo Hispalense, 258.
[3] SANTUARIOS
DE FRONTERA. J. Agudo Torrico. Demófilo:Revista de Cultura Tradicional. 1997 nª
21, pags 99-118.
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