sábado, 9 de agosto de 2014

Una página negra de la historia de Guadalcanal (2 de 6)

Fotografía de Rabazo dos días antes de su ejecución, publicada en el periódico La Unión
El caso Rabazo

                                        Por Eleuterio Díaz López

Las diatribas entre la clase médica unos a favor otros en contra de la idiotez de Rabazo. El Doctor Delgado Roig, el doctor Miraflores. El Doctor Roquero ven en la cárcel a Rabazo, lo lleva el abogado defensor señor Rodríguez Jurado de la Hera y certifican la anormalidad del que el reo muestra más cada día. Esto sucedía el día 5 de Febrero del 1924, dos días antes de su garrote vil.
Hoy, después de haber leído tanto sobre el personaje, estoy convencido de que era, como dice el informe de muy afamados doctores psiquiatras que han dejado sus nombres en el callejero de la ciudad de Sevilla -Avenida de Miraflores, calle doctor Delgado Roig-, un loco moral, un irresponsable de sus actos.

AJUSTICIAMIENTO
                      Antecedentes                                                     El 15 de septiembre de 1923, da un Golpe de Estado el General Primo de Rivera, instaurándose la Dictadura en España. Este hecho va a influir decisivamente en el ajusticiamiento de Antonio Martínez, pues los sublevados quieren poner en orden, dicen, en el caos en el que tienen sumida España los políticos. Hay que dar una imagen de mano dura y el reo, que había sido condenado el 2 de diciembre de 1922, es ejecutado el 7 de febrero de 1924, es decir, cinco meses después del golpe militar. De nada sirven los telegramas de organismos, personalidades, autoridades, sindicatos legales, incluso sus compañeros de prisión. Hay un clamor popular por salvar a la ciudad -como dicen en sus telegramas- de un día de luto. Pero a pesar de ello Antonio Martínez Hernández (a) El Rabazo es ajusticiado el 7 de febrero de 1924 a las 8:07 horas de la mañana. Coincidiendo con la campaña para salvar la vida de nuestro personaje el Rey don Alfonso XIII, por consejo del Directorio, si conmuta la pena a Mateu y Nicolau, los anarquistas autores del asesinato del Presidente del Gobierno, Eduardo Dato.  (19/01/1924)

Consideraciones ante la probable locura del Rabazo
La serie de artículos defendiendo la teoría de que Rabazo era un anormal, un loco moral, un caso de anestesia moral, un ciego moral, y no un simulador y que se ha cometido un error científico, la comienza el doctor Miraflores El Doctor Puelles, es más concluyente, dice que es inocente, porque cuando cometió el crimen no era dueño de su voluntad, es un enfermo de mente, un irresponsable y a los irresponsables no se les mata, sino que se les recluye y se les cura, si es posible. Solicita que se estudie por las mejores autoridades médicas y que se revise la causa
El doctor Delgado Roig escribe un artículo sobre “La locura moral”, haciendo referencia al escrito del doctor Miraflores y concluye:  “Si el Rabazo, aún siendo el criminal nato o loco moral de Rech, presenta la tara degenerativa que explica las impulsiones más digno del Manicomio que del patíbulo
El día 2 del mismo mes y año con el título Rabazo. Al Doctor Delgado. El aludido Doctor Miraflores insiste en un largo y documentado artículo sobre la personalidad de Rabazo e igualmente que el Dr. Delgado, se lamenta de la rapidez con que los Tribunales hacen informar a los peritos médicos sin darles tiempo, en caso de tanta importancia que del juicio depende, nada menos, que la vida de un ser. Sigue explicando cómo el Código en materia de responsabilidad es un obstáculo que tienen que salvar los peritos y que está basado en una teoría absurda hija de la más crasa ignorancia. Continúa diciendo que ha visitado varias veces a Rabazo y durante dos horas ha permanecido observándolo y dice: “...hemos visto que, además de la anomalía afectiva que presenta hay en él estigma morfológico tan claro y manifiesto que es preciso un grado máximo de miopía para no percibirlos. Su inteligencia presenta en forma transitoria profundas alteraciones. Los actos se hallan en él manifiestamente perturbados. Su aparente normalidad intelectual solo le alivió para poner en práctica sus instintos morbosos y para realizar un acto punible. Rabazo es un delincuente patológico. El Rabazo presenta en su vida anterior al crimen perversiones de la conducta que constituyen el germen de sus futuras perturbaciones. La falta de cariño a sus allegados, desobediencia, inestabilidad, apatía y sobre todo, una impulsividad, por motivos insignificantes, que hacía exclamar a sus compañeros de trabajo: 5
-¡Parece que está loco! ...”
Rebate luego la apelación de los peritos de simulador.

Gestiones para conseguir el indulto
El 23 de noviembre de 1923 el Alcalde, Vázquez Armero, informado por el cura párroco de la Magdalena que en breve se cumpliría la sentencia impuesta por la Audiencia, envía un telegrama en nombre del pueblo de Sevilla, al embajador de España en Roma para que S. S. el Papa interceda ante S. M. El Rey de España sobre el indulto y se le conmute la pena de muerte.
Enmarcada en la campaña contra la pena de muerte que se cernía cercana, el mismo 23 de enero de 1924 publica un artículo a tres columnas que titula Muecas de la Cárcel. Ante la visión del patíbulo, una pequeña parte del mismo es una brevísima charla con “El Rabazo”, que no nos resistimos a reproducir:
Los del economato abren la ventana que comunica con el patio chico y llaman a “Rabazo”. A poco aparece éste. Nosotros nos quitamos el sombrero para que nos confunda con cualquier preso. Don Luís le da una tagarnina para que se retenga un poco en la ventana y lo veamos bien.
El condenado a muerte está decentemente vestido y se cubre con una boina. Nos mira atentamente y le dice a don Luís:
-A usted no le agradezco el cigarro. Se lo agradezco a aquel señor.
-¿Usted está tranquilo, Antonio?
-Yo sí. ¿Y por qué no?
Seguimos nuestra charla con otros presos.
Al poco, el que iba a ser ajusticiado, se retira riendo como un chico.
Seguimos nuestra charla en el Economato. Preguntamos por otros presos que mañana veremos, y al despedirnos de nuestros amigos, -lo eran y lo son ahora- vemos a un preso que dice a otro:
-Que se va; Llámalo.
-Rabazo quiere hablar con usted -nos dice.
-Aquí estamos.
Tras la cancela de hierro del patio chico aparece Rabazo, cada vez más chico, más enclenque, y más esmirriado.
-Yo na. Que haga usted por mi todo lo que pueda. Yo le estoy muy agradecido a mi abogado. Dígale que es un santo. Estoy deseando verlo entrar para darle un abrazo muy fuerte.
-¿Usted se acuerda de mí?
-Yo sí. De Cazalla y de un día que estuvo usted aquí con mi abogado y escribió usted unas cosas en el diario ¡Ya lo creo que me acuerdo!
-Pues esté usted tranquilo que su abogado y nosotros haremos lo que podamos.
-A ver si esto termina pronto. ¡Llevo aquí más de dos años! A mi no me han probao ná.
Los compañeros confirman la afirmación ”Rabazo” se obstina siempre en negar su delito; tantas veces le han dicho que tenga confianza que la tiene ciega y hasta habla de su próxima libertad. No deja de sonreír y al momento suelta una carcajada. Es un idiota, un anormal. No se comprende de otra forma su tranquilidad con lo que le aguarda... Pensó al poco de ser condenado en que lo matarían, pero el paso del tiempo y los consejos de los presos le han hecho concebir nuevas esperanzas.
El reo no habrá querido a nadie como quiere a su Defensor.
Al marcharnos de la reja Rabazo alarga la mano para despedirse de nosotros.
¡Piedad para un reo que van ajusticiar!
¡Caridad para quien en un momento de locura no supo tenerla! (Celerin)
El 23 de enero en Córdoba y el 26 en Sevilla los abogados Don Adolfo Rodríguez Jurado padre e hijo aprovechan la visita del Rey y le suplican que interceda por el reo. El Alcalde, Señor Vázquez Armero, explica al Monarca, que había dispuesto que en su trayecto hasta el Alcázar pasara por la calle donde se encontraba la Cárcel del Pópulo, para que no olvidara su petición de clemencia. El cardenal Ilundain insiste en ésta y en varias ocasiones más, en solicitar del monarca y del Directorio la clemencia para con Rabazo.
De todas ellas hay una petición de indulto que a mí me ha llamado la atención, el telegrama que dirigen a Don Jacinto Benavente varios presos compañeros de presidio:
A usted como hijo adoptivo de Sevilla y como mago que fue en la pasada fiesta Reyes, suplicamos los presos de esta Cárcel pida al Rey el indulto del anormal Rabazo condenado a muerte, siendo así el salvador de un hombre.
            A pesar de todo, las noticias son muy pesimistas, pues el señor Rodríguez Jurado recibe una carta del secretario particular del Rey-el 3 de febrero- en donde le manifiesta que el General Primo de Rivera ha estudiado el caso del Rabazo, pero no ve el medio de aconsejar al Rey el indulto.
Cuando llegue el Rey a Madrid tendrá una conferencia con Primo de Rivera para tratar de ese asunto en exclusiva. Solo confía Don Adolfo Rodríguez Jurado en la petición masiva del pueblo de Sevilla y el desplazamiento de las autoridades a Madrid .
Así se hace, el alcalde el día 4 por la noche, viaja a Madrid y en el mismo tren va también Don Adolfo Rodríguez Jurado, (padre), con el mismo fin. En Sevilla queda el hijo Señor Rodríguez Jurado de la Hera, gestionando ante Sociedades, Corporaciones y Hermandades que reiteren, una vez más, la solicitud de indulto. Por la tarde había estado en la cárcel acompañado del doctor Roquero para que reconociera a Rabazo, que cada día que pasaba, mostraba más signos de enfermedad mental. 

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