miércoles, 6 de agosto de 2014

Una página negra de la historia de Guadalcanal (1 de 6)

El caso Rabazo
                                      Por Eleuterio Díaz López 

 
Vista aérea de Guadalcanal pocos años después de los sucesos
A MODO DE PREFACIO
Permítame el lector, antes que comience con la historia de este hombre famoso, aunque sea por su terrible hazaña, dedicar unas líneas de agradecimiento a las entidades que han hecho posible este pequeño trabajo de investigación:
• En primer lugar al Servicio de Archivo Hemeroteca y Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, que conserva los periódicos de la época.
• A la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica dependiente del Ministerio de Cultura.
• A la Dirección General de la Guardia Civil. Servicio de Historia del Cuerpo.
A todos ellos, gracias por poner a disposición de los ciudadanos, investigadores profesionales o aficionados, su inmenso caudal de documentación y que podamos prestar así un servicio de información a las generaciones más jóvenes, que desconocen el pasado más cercano y en muchos casos el más lejano.
Se pueden desmontar tantos mitos, errores que muchas veces se transmiten de generación en generación por vía oral, que en más de una ocasión es fuente de deformaciones y que dan pábulo a interpretaciones interesadas o mal intencionadas.
Pertenece este hecho a lo que pudiéramos llamar la pequeña historia de un lugar, de un pueblo, una comarca, pero que en este caso rebasó las fronteras de la Sierra Norte de Sevilla y trascendió a Andalucía y a toda España.

1    En el texto que sigue pretendo reflejar, como en hermoso “charquital”, todo el entramado social de la época, sus terribles carencias, su vida sombría, dura y anodina, unas gentes cuyas vidas no podían tener otro objetivo que satisfacer la necesidad vital de alimento. Un hombre tenía que trabajar de sol a sol y en su hato lo que llevaba era unos trozos de tocino, chorizo y pan. Vida dura e injusta para la mayoría de las gentes. Había hambre física y muchas, muchas carencias, entre ellas, la de cultura, como demuestran los índices de analfabetismo que en 1920 eran elevadísimos, del 58 % en la provincia de Jaén. Otro dato revelador es que la mitad de los niños nacidos morían antes de cumplir los cinco años, por las condiciones higiénicas e insalubres en que vivían.

2        El tejido social en el que se desarrollan los hechos estaba enclavado en una España políticamente convulsa con posiciones extremistas enfrentadas, sin posibilidad de diálogo alguno, con atentados terroristas casi a diario, acompañado todo ello de una guerra colonial en Marruecos que era una auténtica sangría de hombres jóvenes, pertenecientes a las clases más humildes.

3        En este contexto acontece el terrible suceso, que no es único desgraciadamente ni en la Sierra Norte, ni en toda España, pues ya se sabe, es el ambiente idóneo para las más terribles violencias y el hombre puede conocer las más bajas abyecciones. (En la finca "El Oreganal" de Alanís en mayo de 1925 a Francisco Villafuente Carmona (a) Alfares es asesinado por su compañero de trabajo Miguel Gallardo Rodríguez (a) Carrillo del Nene para quitarle la burra que poseía).
Este trabajo no pretende más que dejar constancia de unos hechos que acontecieron en época lejana y del que nos ha llegado por vía oral, lleno de lagunas, inexactitudes.
Para que el lector afronte esta historia del mismo modo en el que me vi obligado por el transcurso de la dinámica de la investigación, se transcribirá en el mismo orden de la misma. Así podrá experimentar las mismas impresiones, emociones y sentimientos que yo mismo sentí y experimenté.
calle Santa Clara de Guadalcanal - año 1922

Dos escenas de la Guadalcanal de entonces. La primera, Calle Santa Clara. La segunda: Una escena de Feria. Una tiene fecha del 7/09/1922 y la otra 1921. 
Feria de Guadalcanal año 1921

Las dos fotografías fueron realizadas por don Antonio Muñoz Torrado, se encuentran en el Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla y en la fototeca de don Plácido Cote Rivero.
El corresponsal del diario “El Liberal” en Guadalcanal escribe varios artículos denunciando al recién nombrado Alcalde, ¿Daniel Vázquez?, el estado deplorable de la calles en 1925.
En este medio físico, en este escenario geográfico, en este ambiente de carestía y pobreza, se desarrolla nuestro triste y horrible relato
El criminal es un microbio inseparable de su caldo de cultivo, el medio social.  (La Cassagne)
Pertenece este hecho a lo que pudiéramos llamar la pequeña intrahistoria -como de decía Miguel de Unamuno- de un lugar, de un pueblo, una comarca, pero que en este caso rebasó las fronteras de la Sierra Norte de Sevilla, trascendió a Andalucía y a toda España.
En ella se ve reflejado como en hermoso charquetal todo el entramado social de la época, sus terribles carencias, su vida sombría, dura y anodina, unas gentes cuyas vidas no podía tener otro objetivo que el poder satisfacer la vital necesidad de alimentarse.

La ignorancia es madre de todos los crímenes (Honorato de Balzac)

Había hambre física y muchas, muchas carencias, entre ellas, la de cultura, como demuestran los índices de analfabetismo que en 1920 eran elevadísimos, del 58 % en la provincia de Jaén. Otro dato revelador, la mitad de los niños nacidos mueren antes de cumplir los 5 años.
Siempre me había llamado la atención el dicho o expresión oída en Guadalcanal:
“Anda que eres más malo que Rabazo”.
Lógicamente que todo el mundo que la oye por primera vez pregunta:
-¿Y quién fue ese Rabazo?
Explicación:
-Un tío que fue tan malo, que asesinó a una madre, a las hijas y se las echó a los cochinos para que no lo descubrieran.
Así comienza este trabajo de investigación,- sobre un personaje, que ahora sé, que causó la tragedia a una familia, llenó de consternación, cólera y miedo a toda la comarca de la Sierra Norte de Sevilla, y que como se verá luego, transcendió a toda España.
En un principio me acerqué al sujeto con repulsa, con indignación, de que pudiera existir un personaje tan malvado, tan siniestro, que hiciera posible una historia trágica de la España profunda y que permanece en la memoria colectiva de un pueblo y de toda una comarca. Pero la dinámica de la investigación me llevó a conocer primero, la última etapa del personaje, en donde se muestra humilde y conciliador, pide perdón a su madre a la que le hace llegar una carta -él no sabía escribir- devuelve la chaqueta que le han prestado porque a él ya no le va hacer falta. A tal punto esto es así, que comento mi familia que era un infeliz.
Luego descubro el relato del triple asesinato, la descripción pormenorizada de su horrible crimen, su actitud cínica y chulesca ante las muchedumbres que lo quieren linchar, pues sabemos que comentó:- que si hubiera ido suelto y con un navaja en el bolsillo más de uno no estarían en este momento en el mundo, su actitud evasiva, mirada perdida, como si no fuera con él del juicio, el periodista comenta que tenía sensación de que no se estaba enterando de lo que se estaba jugando en ese momento en la Audiencia.
Ante esta otra imagen que me ofrecen los documentos, se reconstruye una nueva imagen que no es ya el hombre fiera que comete el crimen de dos niñas de cinco y tres años, ésta última en su cunita, de mi primera impresión, ni la creencia posterior de que era un pobre hombre .
Pensamientos y sentimientos que a medida que voy descubriendo al personaje van aflorando, muchos de ellos contrapuestos y contradictorios.
Me han traído a la memoria la sociedad que conocí cuando era niño, ambiente de una angustia vital extraordinaria con niños hambrientos y desarrapados por la calle que esperaban que alguien tirara una piel de plátano para recogerla del suelo y comérsela, o la compra como alimento de algarrobas; pero a la vez relaciones humanas más sencillas, más cercanas, de vida compartida, más solidaria y fraterna. Me han recordado lo que leemos en cualquier libro de historia: orden político muy inestable, partidos políticos con posiciones extremistas e irreconciliables y unos sindicatos revolucionarios –y esto es lo que más me ha impactado- con atentados casi a diario

Para mí fue una sorpresa la cantidad de personas que se oponen a la pena de muerte, cómo se movilizan para que Rabazo no muera en el patíbulo. El abogado D. Adolfo Rodríguez Jurado y el Alcalde de Sevilla batallan hasta el último día para conseguir el objetivo de salvarle la vida. Todo ello con el apoyo incondicional de la prensa que, a pesar de la rígida y férrea censura, publica incansablemente artículos y noticias a favor de pedir el indulto. El Cardenal Ilundain, los catedráticos de la Universidad, los estudiantes, los trabajadores de distintos sindicatos, los presos de la misma cárcel hacen llegar un telegrama a don Jacinto Benavente que en ese año había sido Rey Mago, todas las instituciones, La Diputación, El Ateneo, y un largo etcétera, pidieron incesantemente librar un día de luto a la ciudad, como decían en sus telegramas. 

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