sábado, 30 de agosto de 2014

SEGUNDO TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA RELACIONADO CON GUADALCANAL (3 de 3)

Monumento a López de Ayala en la Plaza de España de Guadalcanal
No causa ni razón que me convenza
De que es genio la falta de vergüenza.
                           ─
¡Joven murió, tal vez, que eterno ha sido
 Y viejo mueren sin haber vivido!

.............................................................................

         Perdonad estos desahogos á quien habla de su ídolo.
         Trabajemos sin desalientos por el fin perseguido, poniendo en juego cuantos medios se crean convenientes. Mi modesta persona está incondicionalmente á disposición de la Comisión ejecutiva de Badajoz.
         Y si á pesar de todo no se sabe comprender -«el alto fin para que fué creada» el alma inteligente, no desesperemos y repitamos con nuestro Adelardo.

«Oh celeste dulzura!
 Feliz mil veces quien llorando espera!
Y ¡ay! triste y sin ventura
El que en vez de llorar se desespera!»              
                                                               
R. García-Plata de Osma     
                     Alcuéscar, junio, 1904.


COMENTARIOS AL HILO DEL CONTENIDO DEL TEXTO PRECEDENTE

Como puede verse a principios del Siglo XX la valoración artística de A. López de Ayala, seguía manteniéndose en altas cotas, como demuestra la desmedida admiración que le profesa en este caso, Rafael Gª-Plata, su único paisano vivo que en aquellos momentos cultivaba la literatura. El maldito y heterodoxo Juan Antonio Torre Salvador (Micrófilo), acababa de morir en 1902 en su casa de la calle Guaditoca de Guadalcanal. Ya en la reseña biográfica que publiqué en la Revista de Feria de 1994, y en otra ocasión, señalé como la reputación de López de  Ayala desde las más altas cimas de la fama, tanto en política como en literatura, había caido en la más profunda sima de deméritos, lo que viene a demostrar lo apresurados, apasionados y tal vez ¿descaradamente interesados?, que puede ser a veces los juicios excesivamente laudatorios. La calle que lo recuerda en Madrid en el barrio de Salamanca, al llevar solo el nombre "Ayala" contribuye al olvido, porque con solo ese apelativo la mayoría de la gente es probable que no evoque a D. Adelardo, sino al ilustre escritor granadino Francisco Ayala que vivió más de 100 años, muchos de ellos en el exilio. En cualquier caso, si quiero apuntar que, dado los tiempos que corren, en los que se hace una Tesis sobre cualquier asunto nimio, no me extrañaría que apareciera una titulada más o menos "La caducidad de las hipervaloraciones estéticas", de las que nuestro escritor sería un caso paradigmático.

Como se deduce de la información que aporta García-Plata, la erección del monumento, fue una iniciativa pacense, que tardó 22 años en materializarse, pues como es sabido no fue inaugurado hasta septiembre de 1926, siendo Alcalde de la villa, Daniel Muñoz Vázquez, cuyo nombre ni estuvo ni está en el monumento restaurado en 2007, pues en aquellos tiempos, a diferencia de lo que ocurre ahora, no aparecía en estas construcciones la consabida frase "siendo Alcalde..." a la que que tan propenso son ahora los egos de nuestros ediles.

Ya no existe el despacho de D. Adelardo, en la que fue su casa de la calle que lleva su nombre, al que alude García-Plata recordando sus estancia en el mismo con el sobrino de Ayala, alcalde a la sazón de la villa, y de segundo apellido Gardoqui. Como saben muchos guadalcanalenses una buena mañana de hace bastantes años, viviendo todavía su última descendiente Manuela López de Ayala y Cotte, apareció a las puertas de la casa un vehículo de un anticuario que se llevó todo. Puede ser que algún día el retrato de Madrazo, después de haber pasado por una o varias manos, aparezca en una subasta. Por tanto, la descripción que hizo Andrés Mirón en la Guía de Guadalcanal, publicada en 1989 del contenido del despacho de  Ayala, ya hace tiempo que no refleja la realidad. Creo que no está de más insistir en esto, pues dada la ligereza con la que procede cierta clase de políticos, en la cosa que llaman Cultura, sería conveniente que lo tuvieran en cuenta antes de llevar a cabo la peregrina idea de reimprimir dicha Guía sin actualizarla.

Como epílogo a lo que hoy llamaríamos ruido mediático, lo que ha devenido la fama que a algunos obsesiona en su paso por este mundo, concluyo con el título del famoso cuadro de Valdés Leal, Finis gloriae mundi, pintado en 1672. que se conserva  en el Hospital de la Caridad de Sevilla.

José María Álvarez Blanco

Madrid, Agosto 2014

miércoles, 27 de agosto de 2014

SEGUNDO TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA RELACIONADO CON GUADALCANAL (2 de 3)

Cierre de cristales deslustrados como dice el autor, en la actualidad
Y con esto queda demostrado que nadie debe conservar rencores políticos, pues la mayor víctima fué Adelardo; quien no dejó en Guadalcanal rastros de su influencia por circunstancias que voy a referir.

En el pueblo vivía D. Ignacio Sánchez Martínez, poseedor de gran fortuna y adversario político de D. Adelardo. D. Ignacio fué un solterón espléndido[1], gozó por tanto de popularidad y dió lugar a lo de siempre: la lucha entre el talento y el dinero, los dos grandes potenciales. Pero ¿quién negará que el poeta sentía honda pena por no haber merecido el epíteto de «Padre del pueblo?». Bien lo prueba la Epístola á Arrieta, aquella sincera confesión de grandes tristezas. Recuerden los flacos de memoria estas cuatro octavas reales.
«En esta humilde y escondida estancia,
Donde aún resuenan con medroso acento
Los primeros sollozos de mi infancia
Y de mi padre el postrimer lamento;
Esclarecido el mundo á la distancia
A que de aquí le mira el pensamiento
Se eleva la verdad que amaba tanto;
Y, antes que afecto, me produce espanto;
   »Aquí, aumentando mi congoja fiera,
Mi edad pasada y la presente miro.
La limpia voz de mi virtud entera,
Hoy convertida en áspero suspiro,
Y el noble aliento de mi edad primera,
Trocado en la ansiedad con que respiro,
Claro publican dentro de mi pecho
Lo que hizo Dios y lo que el mundo ha hecho.
  »Me dotaron los cielos de profundo
Amor al bien y de valor bastante
Para exponer al embriagado mundo
Del vicio vil el sórdido semblante;
Me parece que el hombre en voz confusa
Me pide el robo y de ladrón me acusa.
   »Y estos salvajes montes corpulentos,
Fieles amigos de la infancia mía,
Que con la voz de los airados vientos
Me hablaban de virtud y de energía,
Hoy  con duros semblantes macilentos
Contemplan mi abandono y cobardía,
Y gimen de dolor, y cuando braman,
Ingrato y débil y traidor, me llaman.
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         Consideren mis paisanos si las calladas torturas, que asesinaron á Ayala, son suficientes á redimirlo del pecado de haber sido político y del sonsonete de «nada hizo por el pueblo». Tengan presentes que los grandes genios de Dante, Göethe, Shakespeare, Calderón etc, sintieron el concepto de universalidad, tuvieron un alma cosmopolita como nuestro Adelardo..¡Ayala-político!.. Separemos para siempre el adjetivo del nombre, y en éste veamos al Calderón del siglo XIX, pues como él pensó muy alto, sintió muy hondo y habló muy claro... Doña Concepción Arenal y Trueba, TUVIERON paisanos...¿No ha de TENERLOS Ayala?
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Para Badajoz, para Sevilla y para Guadalcanal escribo esta nota á vuela pluma y las dos provincias sin rivalidades negativas, debían trabajar para elevar la estatua en ... Guadalcanal. Perdone mi egosimo  la ilustre y noble Comisión ejecutiva pacense: el caso presente es excepcional.  Ayala perteneció á las dos provincias, y si en Extremadura dejó gratos recuerdos no fueron menores los que quedaron en Sevilla. Y ya que á Badajoz pertenece el honor de la iniciativa, aumente sus laureles con un rasgo  propio de antigua y buena madre de Guadalcanal; ensanche el círculo de sus nobles proyectos  invitando al Ateneo hispalense y al alcalde del indicado pueblo, mi fraternal amigo D. Adelardo López de Ayala y Gardoqui, sobrino del eximio autor de El tejado de vidrio y persona de sólida y envidiable cultura. Asimismo puede pretenderse del Sr. Romero Robledo, que tanto quiso al poeta, el bronce oficial,  por otros disfrutado, y la reconocida influencia de este hombre público.

         En Guadalcanal, el lindísimo pueblo mudejar, hay sitio donde colocar el monumento sin empequeñecerle. Figuraos un espacioso  cuadrilátero y en su centro un óvalo perfecto limitado por naranjos, cuyos azahares aromatizan al moderno y elegante palacio del Ayuntamiento, y á la Iglesia de Santa María, que enseña su portada del Renacimiento y su mochada torre romano-gótica...

         Además con este hermoso motivo, el día feliz de la inauguración podrían exponerse en el amplio salón de sesiones del Ayuntamiento las coronas y reliquias de nuestro llorado Adelardo, existentes en un emocionante gabinetito de la casa que honraran las Musas... ¡Emocionante!, dije... He pasado muchas tardes en aquel gabinete proclamador de la inmortalidad del genio: pinturas admirables y valiosos caprichos de marfil, modelos de la paciencia de los hijos del Sol-Naciente, publicaban las exquiciteces de Ayala; y entre otras coronas, una de esmalte y oro se me representaba cual fonógrafo  guardador de aplausos delirantes al autor de El tanto por ciento y más allá el cierre de cristales deslustrados que da paso al corredor, donde aún parece resonar la potente voz del poeta, leyendo á sus amigos las recién compuestas escenas de uno de los actos de Consuelo, y que para mi ilusión fuera completa, en un ángulo de la estancia reía la varonil efigie de Adelardo, con sus ojos entre dulces é irónicos, salida del magistral pincel de Madrazo...¡Oh, el retrato!... López de Ayala y Gardoqui charlábamos largamente de literatura; yo, de cuando en cuando, miraba al retrato de su tío pretendiendo la sugestión de una frase  y... el lienzo se animaba y con misterioso poder vertía en mis oídos pensamientos como estos:




[1] Entre otras cosas, pagó de su bolsillo la construcción del actual edificio del Ayuntamiento, para lo que aportó 48.000 reales, es decir, 12.000 pesetas. Está enterrado en la iglesia de Santa Ana, donde se conserva su lápida. (Nota del editor)

domingo, 24 de agosto de 2014

SEGUNDO TEXTO DE RAFAEL GARCÍA-PLATA RELACIONADO CON GUADALCANAL (1 de 3)


Casa de López de Ayala en la calle que lleva su nombre

Traemos hoy a estas páginas el segundo de los textos de este escritor, nacido en Guadalcanal, al que hacía referencia el segundo párrafo de la Introducción al publicado en este blog con fecha 19 de febrero de 2014. Este escrito, anterior al citado, data como puede verse de hace 110 años. José Mª Álvarez Blanco.


Revista de Extremadura, Junio, 1904, Tomo VI,
Cuaderno VI, pp. 272-276.

¡POR NUESTRO ADELARDO!

Para Badajoz, para Sevilla y para
                                                           Guadalcanal

Hace un año y en las páginas de esta Revista, leí con cariñoso interés la noticia de haberse organizado en Badajoz una Junta, con el propósito de levantar una estatua á mi malogrado paisano D. Adelardo López de Ayala y Herrera. Entonces me dije: ¡Bien por Badajoz, que no se contenta con haber escogido el nombre del gran poeta para el elegante teatro pacense, sino también quiere demostrar cuán vivo está el recuerdo de sus más ilustres hijos!... Y desde que leyera la noticia no ha cesado de hormiguear en mi alma un deseo: decir algo de nuestro Adelardo; pronombre que para los hijos de Guadalcanal representa parte de nuestra conciencia literaria.

         Pasó el tiempo; ansiosamente esperaba más detalles... y nada. Por fin, cuando me disponía á solventar una deuda tan sagrada para mi ─ pues en la actualidad soy el único guadalcanalense que cultiva las patrias letras─ llega á mis manos el núm. 70 del Noticiero Extremeño  y leo un bien escrito «recordatorio» del ilustrado escritor que firma con el seudónimo Kall D'Erón quien se duele que la Comisión ejecutiva, á pesar de sus buena voluntad, no ha podido adelantar un paso en la loable empresa.... ¡Cielos! ¿No habrán muerto aún los que opinaban que Adelardo fué «un mal político...». Y voy á decirle á Kall D'Erón la causa de mi pregunta.

         Años atrás, cuando pretendía demostrar á mis coterráneos la obligación de rendir un gran tributo al autor de El tanto por ciento  solía escuchar la siguiente pregrina respuesta: «Ayala no hizo nada por su pueblo...». Según la teoría, Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca, etc., que no fueron políticos ad usum, no merecen los laureles de la patria.

         Acordarse de la política de Ayala es olvidar lo sublime por lo ridículo: Adelardo no pudo desligarse de su época, y el imperioso mandato de su destino llevóle a Cádiz,  Alcolea y, ultimamente, á la Presidencia de la Cámara popular, pero siempre fue un candoroso, tanto que no se creó una posición metálica siendo Ministro de Ultramar, y en cambió ayudó a algunos ingratos que contribuyeron á marchitar tempranamente las flores de su portentoso genio. Pero más de lo que yo pudiera decir enseña la carta que voy á copiar; llamé a la puerta del palacio de Mitra y la anciana insigne Dª Carolina Coronado respondió una vez más a las invocaciones del Arte. Dice así:

«Mi estimado paisano. Apenas convaleciente recibo la amable carta de Ud. y no pudiendo todavía escribir dicto la contestación.
»Conocí a Adelardo Ayala en Madrid, donde estaba con su hermana Josefina, mi buena amiga; y las dos hicimos la corona para la representación de su primera obra dramática El hombre de Estado, con la cual entre frenéticos aplausos de un público en extremo culto, adornaron su melenuda cabeza en el teatro del Príncipe. Este teatro estaba protegido por el Conde de San Luis, cuyo generoso amor al arte y bella ilustración dió tanto impulso á los talentos de la brillante juventud literaria del aquel tiempo.
»Ayala era un gran genio, á quien cortó las alas en la mitad de su carrera la influencia política de aquella época revolucionaria. Como no había nacido para la lucha política, el ejercicio de los cargos que desempeñó destemplaba su natural carácter, enervaba sus facultades creadoras y le hacía caer en el desaliento. En una poesía lírica, que le oí recitar en San Sebastián, con aquella voz grave y sonora que le distinguía de los otros poetas, dejaba comprender la amargura que sufría su corazón, contrariado en la índole de sus aptitudes primitivas.
»Para una conmemoración en nuestra provincia en honor del ilustre poeta, me pidieron unos versos y envié el siguiente soneto:

ADELARDO AYALA

La primera corona que á su frente
Entre aplausos frenéticos ciñeron
Mis manos fraternales la tejieron,
De temprana amistad, prenda inocente.

Yo la primera fui que en el oriente
Vi el astro aparecer, y otros le vieron,
Y espíritu del mal le oscurecieron
Hasta que hundió su disco en occidente.

De Donoso, Espronceda, y de Quintana,
Ya con la sombra está su sombra amiga,
Descansando á la orilla del Guadiana.

¡Qué tumba han de tener más soberana!
En su hermoso raudal  que Dios bendiga
Se bautiza la gloria Castellana.


Carolina Coronado

jueves, 21 de agosto de 2014

Una página negra de la historia de Guadalcanal (6 de 6)

El caso Rabazo

                                    Por Eleuterio Díaz López

El cabo Primero de la G. Civil José Rebollo Montiel, testigo presentado por el fiscal, relata lo sucedido desde que supo el descubrimiento del delito.
(Como ya ha quedado anteriormente narrado no lo repetimos)
Sigue contestando las preguntas del fiscal y da conocer algunos datos que desconocidos hasta ahora:
Al ir a la casa del inculpado a detenerlo, la esposa le manifiesta la ruina que suponía el acto cometido por su esposo y le confesó el dinero que le había entregado.
Los guardias impidieron que el pueblo de Cazalla, que se amotinó, lo linchara.
Relata la entrada en la sala de armas del cuartel hincado de rodillas pidiendo perdón por su culpa; refirió con todo lujo de detalle los crímenes cometidos y el lugar del monte donde escondió la blusa manchada de sangre, la cual fue encontrada por los guardias. Afirmó que en ningún momento fue objeto de malos tratos como puede atestiguar el Alcalde de Guadalcanal que presenció el interrogatorio y declaración.
Comparecen varios testigos sin aportar nada nuevo digno de interés. Se pasó luego a la lectura de los documentos: atestado de la Guardia Civil, autopsia, declaración del testigo que fumó un cigarro con él en la puerta de la casilla el día del crimen, prueba pericial de los doctores del reconocimiento de las ropas manchadas de sangre lavadas y que eran de sangre humana
A la sesión tercera le ofrece el rotativo dos páginas: una dedicada exclusivamente a dar su visión personal de lo que estaba ocurriendo en la sala: las reacciones de Antonio Martínez (a) el Rabazo la actuación del Fiscal y del Abogado Defensor. 
Otra relata objetivamente y con detalle todo el acontecer de la Tercera Sesión al más puro estilo notarial.
En la primera comienza el periodista diciendo:
Hoy hemos ido a la Audiencia a ver el tristemente célebre criminal, acusado de tres asesinatos.
Empieza el fiscal, señor Quirós, que no necesita mucho para acumular cargos.
El Rabazo está entre los guardias y no parece enterarse. Está el procesado bastante mejor de salud que cuando le vimos en la cárcel de Cazalla en los días que fuimos a dicho pueblo para hacer información del crimen de Teyssieres, cuya vista comenzará la semana próxima.
El Rabazo estaba entonces muy enfermo. Lo vimos atado con una cadena a una gruesa barra al pie de un camastro y recordamos haber dicho entonces que el criminal no llegaría al día de la causa. Hoy está bastante mejor. La vida sedentaria de la cárcel le ha prestado. Su tipo sigue siendo tan repulsivo como entonces –y conste estas líneas se escriben para que supere la piedad si llegara (a) dictarse el terrible fallo que pesa sobre el delincuente. Tiene el tipo del ser degenerado; la cabeza pequeñísima; el pelo ralo, pelo de rata, clarísimo; su figura esmirriada, enclenque, no predispone a su favor. El desgraciado nada tiene que agradecer a la naturaleza.
Está escuchando al fiscal y no le presta atención. Reconcentrado, ensimismado pensando a caso en lo que se le viene encima, echa la vista al suelo y se nos antoja que el pelo se le va encrespando más.
Cuando el fiscal termina su aplastante discurso, acumulando cargos y cargos contra el procesado, el público rumorea comprendiendo el regalito que le queda a la defensa, el señor Rodríguez Jurado, que merece toda clase de elogios por haberse encargado de la defensa de “el Rabazo” sin pertenecerle.
El joven abogado en la primera parte de su informe ha estado habilísimo, y todo su talento lo ha puesto al servicio de ese hombre temible, odiado por todos. Punto por punto va rebatiendo los cargos del fiscal con elocuencia arrebatadora unas veces y con mucha fortuna siempre.
El público subraya muchos párrafos con muestras de aprobación. Nosotros felicitamos al simpático joven, que tan a maravilla está cumpliendo su humanitaria misión. Si tuviéramos nosotros que fallar lo haríamos con la defensa, que no sabe ya a que apelar ni de qué hablar para iniciar al Jurado en misericordia.
Si no triunfara el señor Rodríguez Jurado y de la Hera, para nosotros ha triunfado en toda línea, porque hemos presenciado el debate.
El Rabazo escucha a su defensor atentamente, y a veces creemos ver su ojo arrasados de lágrimas, si este tipo es capaz de llorar. Sus ojos pequeños y hundidos están fijos largo rato en la persona o el objeto que miran. Le sostenemos la mirada largo rato -veremos muchas noches entre sueños, la cara de ese hombre- y podemos más que él. Ni una vez ha sonreído ni su rostro se contrae. Está anonadado. No logra reanimarse ni con las frases que va escuchando de su defensor, que toca todos los resortes a la piedad. Sólo cuando el señor Rodríguez Jurado y de la Hera demostraba que el Rabazo jamás pegó a su madre, se le vio asomar una tenue sonrisa a su cara inexpresiva, fría, de idiota.
La Presidencia suspendió el acto para continuarlo por la tarde .Desfiló el público. Muchos jóvenes amigos felicitaron al defensor.
La G. Civil se hizo cargo del “Rabazo” a quien preguntamos al atravesar la barra:
-¿Vas más tranquilo?
“Rabazo” nos mira atentamente y no nos contesta. Hace un mohín que se nos antoja, más que sonrisa, desdén y sigue a sus guardianes.
¡Dios quiera que el perdón nos evite un día de luto en Sevilla!
En la segunda deja constancia de lo que expone cada parte: la acusadora y la defensora. Solamente vamos a consignar aquellos argumentos y datos que no han quedado reflejados con anterioridad.
Al comienzo de la sesión el Abogado pide el aplazamiento por la ausencia del testigo, el médico de Guadalcanal, don Antonio Martínez, pero no se suspende El Fiscal elogia el atestado de la G. Civil, destaca la labor del cabo de Alanís por haber encontrado, obtenido la confesión y a la vez, salvando la vida del amotinamiento popular, al encausado. Hizo notar como pruebas importantes el encuentro de la blusa en lo abrupto del monte, el hallazgo de la petaca del Rabazo cerca del cadáver de Carolina, las manchas de sangre del cuerpo. Sostienen que el Rabazo fue a la casilla a robarla y asesinarla. A las niñas las mata para que no le delaten. Rebate la presunta locura del Rabazo por los informes de los doctores Lupiáñez y Peñalosa. Refuta que es robo y no hurto con argumentos convincentes. Solicita un veredicto de acuerdo con sus conclusiones: pena de muerte. 
La Defensa intenta convencer al Jurado con palabras que le muevan a la misericordia. Expresa su bisoñez en el campo de la abogacía, y cita al sumario como verdadero documento y las verdaderas pruebas son las que se practican en el juicio. Cita un caso, crimen del cortijo el Gallego. Se confiesa autor ante la Guardia Civil y Juzgado, pero cuando llega el sumario a la Audiencia y en el juicio, se presenta una denuncia de los verdaderos autores del delito. La confesión que el Rabazo hace ante la G. Civil es la de un loco. Niega que el Rabazo haya dicho donde se encuentra la blusa en el monte. Y rebate que la sangre en la ropa interior sea sangre de las víctimas, ya que el informe afirma que es sangre humana, sin determinar a quien perteneciere. Por otro lado duda pudiera atravesar un pantalón de pana. Afirma que la sangre era producto de una hemorragia nasal de cuando se quiso arreglarse su hernia inguinal en el monte.
Pasa a analizar la prueba pericial afirmando que el encausado es un epiléptico y a consecuencia de esta enfermedad padece amnesia. Y que en el caso que se imputara el delito lo habría cometido en el ataque de epilepsia.
El Doctor Bernáldez afirmó que en el procesado estima una característica de la epilepsia cual es la falta de contracción de la pupila en presencia de la luz, afirmación que no rebatió ninguno de los dos técnicos. Y continúo insistiendo que es característica la ferocidad característica en los actos realizados por los epilépticos, ferocidad que se revela en todos los detalles que se le imputan al Rabazo, afirmación ésta que tampoco ha sido rebatida por otros peritos.
Que el señor Lupiáñez ha sostenido, sin demostrarlo, que es un loco simulado, que su anestesia moral es fingida. Y que el mismo señor Lupiáñez en conversación sostenida con el Defensor anteriormente y fuera del acto había reconocido que el Rabazo es un loco moral. Continúa con lo mismo expresado en la Sesión Primera.
  
Rabazo condenado a muerte, 2 de diciembre de 1922.
El presidente de la sección primera de la Audiencia, señor Otero hace un resumen muy conciso y elocuente.
Analiza las pruebas documentales y testifícales. Recomienda al Jurado al contestar a la preguntas del veredicto, se atenga a lo que en el sumario se recoge y obren en justicia.
El veredicto consta de 17 preguntas que después de deliberadas son contestadas una vez reanudada la vista, en sentido afirmativo todas las preguntas de cargo y negativamente las que se refieren a si hubo provocación por parte de la víctima.
El Tribunal de Derecho dictó sentencia de acuerdo con la petición del Fiscal, señor Quirós: Pena de muerte y en caso de indulto la inhabilitación perpetua y el pago de diez mil pesetas como indemnización.
El público oyó la sentencia en un profundo silencio.
El Rabazo no parecía enterarse de nada. Miraba absorto a las personas que se le acercaban con cara de estúpido, de idiota. Actitud que no ha variado en todas las sesiones de la vista de su causa.
El periodista recoge la opinión de un jurisconsulto sin decir su nombre:
-Ese hombre es un ser degenerado, un idiota que ni sintió lo que hizo, ni ahora se preocupa de lo que puede sucederle. No me atrevo a decir un irresponsable, pero no es un cínico.
Varias personas se le acercaron y le dijeron que no perdiera las esperanzas porque Sevilla haría todo lo necesario para que impedir que se llevara a cabo la sentencia. El reo en voz baja y sin darle importancia dijo:
-¿En qué ha quedado todo esto?
Se le dio a conocer el terrible fallo y Rabazo sin inmutarse, sin mover un músculo de su cara, sin mostrar una mínima preocupación, replicó:
-Me quedo igual que antes
Y siguió a los guardias que le condujeron al coche.
Todos los que contemplaron la escenas comentaban parece que no se ha enterado de nada, que no ha llegado a comprender el fallo del Jurado... Muchas personas le hablaron de la petición del indulto y no muestra ni agradecimiento, ni contrariedad por el fallo. El abogado defensor si mostró su descontento, disgusto y decepción por no haber podido conseguir algo de lo que pedía.
La prensa, ese día, se comprometió a defender desde sus columnas la petición del indulto ofreciéndose al abogado, señor Rodríguez Jurado y de la Hera, en lo que pudiera considerar oportuno, y creo que lo cumplió con creces, como queda reflejado en todas las líneas de este trabajo.

Colofón
Como final de esta historia no puedo por menos dejar constancia de mi gratitud a don José M. Álvarez Blanco que al pedirme que realizara este trabajo de investigación, me ha permitido mostrar mi agradecimiento al pueblo de Guadalcanal que me acogió como uno más de sus hijos, abriéndome la puerta de su amistad y consideración .
A Plácido Cote Rivero por sus gestiones y generosidad en facilitarme algunas fotografías
Joaquín Silvestre Prieto que con su escrito de 20.09.2006, me ayudó a encontrar el día de los asesinatos.
Comencé mis indagaciones en el mes de abril de 2006 y terminé de escribirla el 2 de abril del 2007

Documentos consultados

Diario “El Liberal” edición de Sevilla Propiedad de la Hemeroteca Municipal de Sevilla, números:
7017, 7018, 7020, 7023. Ejemplares de los días: 30/11/1922, 01/12/1922,  02/12/1922, 03/12/1922, 23/11/1923, 23/01/1924,  24/01/1924, 25/01/1924,  26/01/1924, 31/01/1924, 02/02/1924, 03/01/1924,  04/02/1924,05/02/1924, 06/02/1924, 07/02/1924.
“Diario La UniónPropiedad de la Hemeroteca Municipal de Sevilla,  Ejemplares de los días: 02/02/1924, 03/01/1924,  04/02/1924, 05/02/1924,  06/02/1924, 07/02/1924.
“El Correo de la Mañanade Badajoz. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Badajoz. Ejemplares de los días:  06/02/1924. Pág. 4ª,  07/02/1924 Pág. 4ª,  08/02/1924 Pág. 1ª.  05/06/1920. Página 3ª
“El Noticiario Gaditano”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Cádiz. Ejemplares día: 07 /02/ 1924, Pág. 3ª, 05/12/1922. Pág. 3ª;
La Prensa Asturde Gijón. Biblioteca Municipal de Gijón. Ejemplares días: 07/02/1924 página 5ª, 08/02/1924 página 5ª
“Diario de Almería”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería. Ejemplares días: 08/02/1924, pág.2ª; 03/12/1922. Pág. 2ª, 05/06/1920. Pág. 2ª
“Crónica Meridional”.
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería.  Ejemplares días: 08/02/1924; .Pág. 6ª, 03/12/1922, Pág. 6ª; 05/06/1920, Pág. 6ª
La Independencia”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería.  Ejemplar día: 07/02/1924. Pág. 2, 08/02/1924. Pág. 2
“El Día de Palencia”  Ejemplar día: 07/02/1924. Pág. 3ª

lunes, 18 de agosto de 2014

Una página negra de la historia de Guadalcanal (5 de 6)

Estaba a la sazón la primavera en su cenit y las praderas amapoleaban y verdegueaban a un ritmo sincopado movidas por el aire. Las sierras lucían sus mejores vestidos de jara, tomillo, romero, espliego, zumaque, esplendiendo como mocita en Domingo de Ramos. Un aroma a sierra agreste y bravía lo invadía todo. El tintineo de los rebaños, el gorjeo de alondras y jilgueros, los cantarines regatos componían la más perfecta sinfonía que ni
Mozart pudiera imaginar, 
El caso Rabazo

                                                 Por Eleuterio Díaz López

Estaba a la sazón la primavera en su cenit y las praderas amapoleaban y verdegueaban a un ritmo sincopado movidas por el aire. Las sierras lucían sus mejores vestidos de jara, tomillo, romero, espliego, zumaque, esplendiendo como mocita en Domingo de Ramos. Un aroma a sierra agreste y bravía lo invadía todo. El tintineo de los rebaños, el gorjeo de alondras y jilgueros, los cantarines regatos componían la más perfecta sinfonía que ni Mozart pudiera imaginar.
            Rabazo va detrás. Entonces él siente la pulsión, el deseo irresistible de matarla, saca rápidamente la navaja que después pierde, la coge por la cara e intenta darle un tajo en el cuello, pero ella se revuelve y en su defensa muerde en un dedo, esto hace errar el golpe. Luchando caen en el suelo. Consigue levantarse con más rapidez que él. Huye en una carrera desenfrenada a través de la tierra sembrada de ajos y patatas. Su intención es llegar al vallado y librarse de la furia del asesino. Intenta saltar el vallado, pero tiene la mala suerte de que se le enrede la falda en el ramaje del vallado, cayendo al suelo. Rabazo aprovecha esta circunstancia y antes que se levante, salta el vallado, la coge por la cara y le asesta varios cortes profundos en el cuello. Busca una piedra grande que había cerca y le propina varios golpes en la cabeza. Una vez asegurado que su víctima yace muerta, se dirige a la casilla, pero en ese mismo momento sale la hija de 5 años, Antonia. Ciego por el deseo irrefrenable de matar, repite la hazaña. La coge de la cintura y la entra a la casilla, donde le propina varias heridas profundas en la garganta.
Entra en la alcoba, donde la otra hija de Carolina, Carmen, que no se ha percatado de nada, juega en la cuna. Impulsado por una acometividad irresistible, la degüella como a la hermana. Poseído de una agitación, de una agresividad y una ofuscación invencible, como si de un toro bravo se tratara, deambula por la casa en la alcoba ve un arca, levanta la tapa y revuelve la ropa hasta que encuentra una cajita, la abre y encuentra dos billetes de 100 peseta y tres billetes de 50. Se guardó el dinero y tiró la caja. Sale. Está como poseído, con una excitación, con una fiereza incontenible e indomable. Si hubiera aparecido alguien por ese lugar, habría sido víctima de su labor destructora.
Se dirige a un regajo cercano, se sienta, está extraordinariamente nervioso, cuando logra serenarse un poco, abre su petaca recosida con correa de gato, lía un cigarro y lo enciende. Al terminar tira su colilla y se quita la camisa que está empapada de sangre. Permanece un poco de tiempo sentado, se levanta y como sonámbulo comienza a caminar sin rumbo fijo, sin darse cuenta que se deja la camisa y la petaca en el suelo. No camina mucho y encuentra otro arroyo, ya ha logrado serenarse algo y percibe que tiene sus pantalones y camisetas llena de sangre. Se los quita e intenta quitarle las manchas de sangre sin conseguirlo por completo.
Dirige ahora sus pasos a la majada del Pelao donde ha dejado la burra. Le pone la albarda y emprende viaje para el pueblo, Guadalcanal.
Ya en Guadalcanal se dirige a su casa y su mujer advierte que trae la ropa manchada de sangre:
-¿Oye, y estas manchas de sangre?
- Me he cortado sacando corcho.
Le da sesenta pesetas a su esposa y ya con ropa limpia sale a la calle.
Recuerda que tiene unas deudas y se dispone a pagarlas.
Se dirige a la farmacia y al zapatero y le paga veinte pesetas a uno y diez al otro.
Luego busca a su cuñado y le da doscientas pesetas para que se la entregue a un tal Miguel Cubillo (en el sumario Miguel Criado Márquez) como parte de pago de los 150 olivos que le tiene comprado. Luego fue a la tienda y se compró un sombrero que le cuesta 16 pesetas.
El día 4, a la siete de la tarde, estando en un prostíbulo, es detenido por el cabo 1º de la Guardia Civil don José Rebollo Montiel y el guardia 2º don Juan Piñero Bernabé, ambos del puesto de Alanís y gran conocedores de las gentes de la zona. Llevaban varios días investigando por los cortijos cercanos el terrible acontecimiento y producto de estas sagaces diligencias le llevaron al descubrimiento del asesino.
Fue llevado a cuartel de la Guardia Civil. A las veinte horas llega el Teniente Jefe de Línea, don Joaquín Ortega y comienza el interrogatorio que apenas si fue tal pues, tras identificarse como Antonio Martínez Hernández (a) Rabazo, que tenía treinta y ocho años, natural de Guadalcanal y que estaba casado, se reconoce como el autor de los asesinatos de Carolina y sus dos hijas, relatando los pormenores de los espantosos hechos.
Es trasladado en caballería a Cazalla de la Sierra y tanto en Guadalcanal como en Cazalla el público le increpa e intenta lincharlo, pero la fuerza pública, utilizando todo el personal disponible en la zona, logra salvarle la vida.
Ante el juez reproduce la confesión que hizo ante la guardia Civil redundando en los mismos detalles de los crímenes narrados.
            Llama la atención con la celeridad con que la Guardia Civil descubre al asesino.
En tres días tiene resuelto el caso y lo que es más llamativo, la alta moral y compromiso con el cumplimiento de su deber: los guardias solicitan de su jefe que no les ordene descanso hasta que no encuentren al agresor. Así se publica en “El Liberal”  las referencias oficiales y en ellas frases elogiosas a la Guardia Civil y a sus miembros que intervinieron en su descubrimiento y captura. Hasta el punto que se relacionan los nombres de todos los participantes en los trabajos de diligencias e investigación.
Otro hecho curioso es que se abrió una suscripción popular para premiar a los guardias y que en los primeros momentos había alcanzado la cantidad de 500 pesetas.
Se practicaron dos detenciones anteriores a la de Antonio Martínez (a) Rabazo, José Barragán Gardón (o Gordón) (a) el Torrontero, natural de Guadalcanal y residente en el cortijo “Los Cachos” del término de Cazalla y antiguo novio de Carolina, y Juan Nieto natural de Cabeza del Buey que parece ser lo vieron merodeando por el lugar de los crímenes.
El Teniente de la Guardia Civil encomienda a don José Rebollo Montiel cabo de Alanís -gran conocedor de la gente que habitaban en la zona- acompañado por el guardia Juan Piñero Bernabé, realizara diligencias por majadas y cortijos.
Estas sagaces pesquisas, les llevan a Guadalcanal sobre las 16 horas del 4 de junio 1920 y a las 7 de la tarde detienen al presunto asesino en una casa de prostitución.

El Juicio
Era frecuente en los rotativos de la época, que tuvieran un capítulo para lo acontecido en los tribunales: Audiencia y Juzgados. Así que desde los altercados, robos, y homicidios hasta las vistas de la Audiencia se reproducen tal y como se desarrollan, en su total literalidad.
         En este caso , fue dado a conocer con minuciosidad de detalles las cuatro sesiones que se necesitaron para que el procesado fuera declarado, por la Sección Primera de la Audiencia y los Jurados de Cazalla de la Sierra, culpable de un delito complejo de robo con tres homicidios, en el que concurren las circunstancias agravantes de alevosía, abuso de superioridad, ejecutar el hecho en despoblado y en la moradas de las ofendidas por lo que se le condenaba a la pena de muerte
En la Primera Sesión de la causa  contra Antonio Martínez Hernández se leyeron las Conclusiones Provisionales del Ministerio Fiscal, Señor Quero y las del Abogado Defensor señor Rodríguez Jurado de la Hera.
Solamente vamos a referirnos a las de la Defensa porque la del Fiscal coincide con lo relatado anteriormente con ocasión de narrar los Hechos, salvando algunos detalles sin significación con la sentencia.
El Defensor considera que su patrocinado no es el autor de los sucesos que se le atribuyen y que si esto no se considerase, se tuviera en cuenta la enajenación mental que le hace irresponsable de sus actos. En la hipótesis de ser responsable procede condenársele por tres homicidios sin circunstancias, a la pena de 14 años, ocho meses y 14 días por cada uno y a cuatro meses y un día por el delito de hurto.
Comparece el procesado que niega rotundamente que fuera el autor de los hechos imputados por el señor Fiscal, que ante la Guardia Civil se confesó autor por los malos tratos recibidos de aquélla, y ante el Juzgado, porque a consecuencia de los malos tratos recibidos se convirtió en una bestia y no era consciente de lo que hacía o decía..
         En la segunda sesión  declaran los siguientes doctores como prueba pericial practicada a petición de la Defensa:
Peñalosa, Lupiáñez, González Meneses, Ruiz Moja y Espejo.
Todos, menos el doctor Bernáldez, no encuentran al Rabazo como una persona anormal y sostienen que no está falto de sentido moral por lo que es responsable de sus actos. Consideran que no padece anestesia epiléptica porque la simula. Disienten, por lo tanto del doctor Bernáldez que considera en el encausado una cierta anormalidad y perturbación ya que padece de anestesia epiléptica
En esta sesión declaran los testigos, que pintan el perfil del presunto homicida como hombre vago, jugador, bebedor y mujeriego. Contradice esta opinión el testigo Miguel Criado Márquez que manifiesta que el Rabazo se había dedicado siempre al jornal y que no le reconoce vicio alguno, que trató con él la venta de unos olivos recibiendo doscientas pesetas a cuenta, después de ocurrido los crímenes de la casilla.