Por Rafael Ángel Rivero del
Castillo – Revista Guadalcanal 2008
El general Castaños al mando de 5º
Ejército español, ordena al Conde de Penne-Villemur que empuje a las fuerzas
del general Latour Maubourg hacia Sierra Morena por la parte más oriental (Mérida, Usagre, Llerena,
Guadalcanal), mientras tanto la caballería anglosajona lo hace por el lado
occidental (Albuera, los Santos de Maimona, Fuente de Cantos, Monasterio). El
día 1 de abril de 1811 ambas columnas se encontraban en Almendralejo y en
Mérida respectivamente.
El Conde de Penne-Villemur obliga al
General Latour Maubourg a replegarse hasta Guadalcanal evacuando Llerena. De
esta acción da parte el general Castaños al jefe del Estado Mayor General. Dichos partes fueron publicados por la Gaceta de la Regencia desde Cádiz y
dicen así:
Parte del General Castaños del 21 de abril de 1811,
publicado en la Gaceta
el día 2 de mayo de 1811.
El
Capitán General don Francisco Xavier de Castaños, General en jefe del 5º Ejército,
desde el Cuartel General de Fuente del Maestre, con fecha de 21 de abril, dice
al Sr. Jefe del estado mayor general lo que sigue:
“Excmo. Sr. el día 17 del
corriente el Mariscal Beresford encargó al conde de Penne que desde Villafranca
fuese con la caballería española de su mando a hacer un reconocimiento a
Usagre, y aun sobre Villagarcía, en caso de no hallar enemigos en el primer pueblo.
Salió de Villafranca
con este objeto el conde de Penne a la 11 de la mañana, y antes de llegar a
Usagre supo que estaba allí el General Latour Maubourg con 3000 hombres de
infantería, 500 caballos y 3 piezas de artillería. Con esta noticia se propuso
aparentar al enemigo mayores fuerzas de las que llevaba con ánimo de arrojarle
de Usagre. Dividió su caballería en 5 columnas y marcho así hasta media legua
de Usagre, donde estaba el enemigo en posición militar con puestos avanzados en
todas las avenidas; apenas descubrió sus centinelas mando hacer alto y luego
ejecutó varios movimientos, con el cuidado de no descubrir el fondo de sus
columnas, envió los tiradores de su vanguardia con algunos oficiales a reconocer
la posición del enemigo, y hora y media antes del anochecer ( en que empezó a
llover fuertemente) mando al Tte. Coronel don Juan de Soto que con sus
tiradores atacase resueltamente las grandes guardias enemigas; rechazándolas
hasta el pueblo pero sin pasar el puente para no caer en alguna emboscada; el
regimiento de caballería de Borbón al mando del Coronel D. Juan Casquero debía
sostener a los tiradores, y las columnas cubrían camino de Zafra para tener
segura la retirada, a medida que las tropas de vanguardia arrojaban al enemigo
de sus puestos iban avanzando de cerca las demás tropas de batalla, y de este
modo no solo se consiguió desalojar de sus puestos las grandes guardias, sino
las tropas que en número considerable guardaban el puente. El general enemigo,
sorprendido sin duda de este ataque, formó unida toda su caballería para proteger
la retirada de su infantería y artillería que hizo desfilar en buen orden por
el camino de
Villagarcía; entonces
el conde de Penne dispuso seguir al enemigo, pero con la prudencia de no
acercarse demasiado al fuego de la infantería, pues que se tiroteaba muy cerca,
y el temporal apenas permitía distinguir unos cuerpos de otros. Estas
disposiciones unidas al valor y constancia con que procedieron nuestras tropas
de caballería por sí solas y en tan corta fuerza respecto a las del enemigo,
las puso en posesión de un triunfo tan glorioso y recomendable como vergonzoso
para el célebre Latour Maubourg, con la satisfacción de haber hallado prevenido
en Usagre los ranchos del enemigo que se aprovecharon muy oportunamente, así
como la comida de Latour Maubourg, que fue atacado 2 minutos antes de sentarse
a la mesa.
Al día siguiente 18 muy temprano
siguieron los tiradores la dirección del enemigo que aquella noche se marchó de
Villagarcía, y al dejarse ver aquellos sobre las alturas de Llerena la
abandonaron los franceses, dirigiendo una parte a Guadalcanal y la otra a
Azuaga; el conde de Penne entró en Llerena con su caballería a las tres y media
de la tarde.
Así la caballería española ha
demostrado lo que puede y lo que vale, dando honor a nuestras armas, y
asegurando el justo crédito que merece, cuando es bien dirigida. El conde de
Penne supo aprovechar la ocasión para una empresa tan arrojada que en otras circunstancias
hubiese sido temeraria y absurda; pero los enemigos que el día anterior habían
visto y probado la mano de la caballería inglesa, no podían persuadirse de que
un puñado de españoles les atacase tan resueltamente sino estuviese sostenido
muy inmediatamente el ejercito aliado que a la sazón se hallaba a siete leguas
de distancia.
Por eso el conde de Penne cuyos
talentos militares y práctica de la guerra le han puesto (digámoslo así) en
posesión de adivinar los pensamientos del enemigo que tiene a su frente, sacó
todo el partido posible de las circunstancias, consiguiendo con la estratagema
y sabias maniobras un resultado que de otro modo hubiera costado mucha perdida;
enterraron tres en Usagre, y algunos otros en Llerena, llevando en su retirada
muchos heridos.
Me he extendido en esta relación
porque tengo una particularísima satisfacción en poder recomendar cono
recomiendo a V.E. un arma del ejército que ha sido tan injustamente vilipendiada
generalmente, sin examinar los hechos, las circunstancias, y el verdadero
origen de los defectos que se han notado.
Yo me doy el mas lisonjero parabién
por haber acertado a poner a la caballería de este quinto ejercito al mando de
tan digno jefe como el conde de Penne.”
Parte del General Castaños del 1 de mayo de 1811, publicado
en la Gaceta
el día 23 de mayo de 1811
El General
Jefe del quinto ejército con fecha del cuartel general de Santa Marta de
primero de mayo da el siguiente parte al jefe del Estado Mayor General:
“Excmo. Sr. el día 28 de abril último a las
once de la mañana, se dirigió la caballería de Latour Maubourg hacía Llerena en
dos columnas por el camino real de Guadalcanal y el de Reina; la fuerza del
enemigo, según los partes que recibió el conde de Penne, se graduaba de 150 a 200 caballos, bajo cuyo
concepto se dispuso que el coronel de Borbón, D. Juan Casquero con 100 caballos
fuese inmediatamente a sostener a los
tiradores sobre el camino real, y cargar también a los franceses, si no se retiraban; destacó
también el escuadrón del Algarbe hacia Reina, para contenerles por aquella
parte, y el conde con el resto de la caballería, fue a tomar posición en el
punto que debía guardar para el caso de retirada ( pues que estaba a siete
leguas avanzado el grueso de la caballería aliada), y para acudir a donde le
indicasen los movimientos de enemigo. Estos eran en número de 600 caballos
formados en escalones en el camino real en vez de 200 que se había dicho; y
hubo quien advirtió al coronel Casquero sería conveniente advertir de estas
circunstancias al conde, para que no ignorase la exorbitante superioridad del
enemigo, pero aquel bizarro jefe solo oía las advertencias de su valor, y la
orden que llevaba, respondiendo, “se me ha mandado cargar”, e hizo tocar a
degüello en aquel momento. Nuestros valientes soldados de Borbón y un
destacamento de escuadrón de Pantigoso
con los tiradores al flanco izquierdo penetraron por las primeras tropas
enemigas; estas reforzadas por el segundo escalón, atacaron a las nuestras, que
recibieron la carga con el mismo valor que la primera; el animoso coronel de
Borbón herido de una cuchillada en el muslo, se defendió sable en mano y la
pistola en la otra, hasta que cayó de caballo y fue hecho prisionero de guerra;
su tropa obligada a retirarse por el excesivo número de caballería que la
cargaba lo ejecutó de una en otra altura, teniendo que pasar algunas zanjas, en
que sufrió alguna perdida, pues cayeron entre ellos el teniente de dragones de
lusitania D. Antonio Pizarro, oficial de gran valor y de reputación bien
acreditada, que después de hecho prisionero fue asesinado con otros 7 u 8
soldados. Mientras esto sucedía, el conde de Penne acudió con la reserva
formada en dos columnas, pero ocultando su verdadera fuerza siempre muy
inferior a la del enemigo; los tiradores marcharon de nuevo adelante ,volvieron
a tomar se primera posición, y el enemigo se retiró inmediatamente por
escalones en diversas columnas.
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