viernes, 4 de julio de 2014

Movimientos de tropas a través de la ruta de Guadalcanal en la campaña de 1811 de la Guerra de la Independencia Española (2 de 3)

Por Rafael Ángel Rivero del Castillo – Revista Guadalcanal 2008

El general Castaños al mando de 5º Ejército español, ordena al Conde de Penne-Villemur que empuje a las fuerzas del general Latour Maubourg hacia Sierra Morena por la parte  más oriental (Mérida, Usagre, Llerena, Guadalcanal), mientras tanto la caballería anglosajona lo hace por el lado occidental (Albuera, los Santos de Maimona, Fuente de Cantos, Monasterio). El día 1 de abril de 1811 ambas columnas se encontraban en Almendralejo y en Mérida respectivamente.
El Conde de Penne-Villemur obliga al General Latour Maubourg a replegarse hasta Guadalcanal evacuando Llerena. De esta acción da parte el general Castaños al jefe del Estado Mayor General.  Dichos partes fueron publicados por la Gaceta de la Regencia desde Cádiz y dicen así:

Parte del General Castaños del 21 de abril de 1811, publicado en la Gaceta el día 2 de mayo de 1811.

            El Capitán General don Francisco Xavier de Castaños, General en jefe del 5º Ejército, desde el Cuartel General de Fuente del Maestre, con fecha de 21 de abril, dice al Sr. Jefe del estado mayor general lo que sigue:

“Excmo. Sr. el día 17 del corriente el Mariscal Beresford encargó al conde de Penne que desde Villafranca fuese con la caballería española de su mando a hacer un reconocimiento a Usagre, y aun sobre Villagarcía, en caso de no hallar enemigos en el primer pueblo.
            Salió de Villafranca con este objeto el conde de Penne a la 11 de la mañana, y antes de llegar a Usagre supo que estaba allí el General Latour Maubourg con 3000 hombres de infantería, 500 caballos y 3 piezas de artillería. Con esta noticia se propuso aparentar al enemigo mayores fuerzas de las que llevaba con ánimo de arrojarle de Usagre. Dividió su caballería en 5 columnas y marcho así hasta media legua de Usagre, donde estaba el enemigo en posición militar con puestos avanzados en todas las avenidas; apenas descubrió sus centinelas mando hacer alto y luego ejecutó varios movimientos, con el cuidado de no descubrir el fondo de sus columnas, envió los tiradores de su vanguardia con algunos oficiales a reconocer la posición del enemigo, y hora y media antes del anochecer ( en que empezó a llover fuertemente) mando al Tte. Coronel don Juan de Soto que con sus tiradores atacase resueltamente las grandes guardias enemigas; rechazándolas hasta el pueblo pero sin pasar el puente para no caer en alguna emboscada; el regimiento de caballería de Borbón al mando del Coronel D. Juan Casquero debía sostener a los tiradores, y las columnas cubrían camino de Zafra para tener segura la retirada, a medida que las tropas de vanguardia arrojaban al enemigo de sus puestos iban avanzando de cerca las demás tropas de batalla, y de este modo no solo se consiguió desalojar de sus puestos las grandes guardias, sino las tropas que en número considerable guardaban el puente. El general enemigo, sorprendido sin duda de este ataque, formó unida toda su caballería para proteger la retirada de su infantería y artillería que hizo desfilar en buen orden por el camino de
Villagarcía; entonces el conde de Penne dispuso seguir al enemigo, pero con la prudencia de no acercarse demasiado al fuego de la infantería, pues que se tiroteaba muy cerca, y el temporal apenas permitía distinguir unos cuerpos de otros. Estas disposiciones unidas al valor y constancia con que procedieron nuestras tropas de caballería por sí solas y en tan corta fuerza respecto a las del enemigo, las puso en posesión de un triunfo tan glorioso y recomendable como vergonzoso para el célebre Latour Maubourg, con la satisfacción de haber hallado prevenido en Usagre los ranchos del enemigo que se aprovecharon muy oportunamente, así como la comida de Latour Maubourg, que fue atacado 2 minutos antes de sentarse a la mesa.

            Al día siguiente 18 muy temprano siguieron los tiradores la dirección del enemigo que aquella noche se marchó de Villagarcía, y al dejarse ver aquellos sobre las alturas de Llerena la abandonaron los franceses, dirigiendo una parte a Guadalcanal y la otra a Azuaga; el conde de Penne entró en Llerena con su caballería a las tres y media de la tarde.
            Así la caballería española ha demostrado lo que puede y lo que vale, dando honor a nuestras armas, y asegurando el justo crédito que merece, cuando es bien dirigida. El conde de Penne supo aprovechar la ocasión para una empresa tan arrojada que en otras circunstancias hubiese sido temeraria y absurda; pero los enemigos que el día anterior habían visto y probado la mano de la caballería inglesa, no podían persuadirse de que un puñado de españoles les atacase tan resueltamente sino estuviese sostenido muy inmediatamente el ejercito aliado que a la sazón se hallaba a siete leguas de distancia.
            Por eso el conde de Penne cuyos talentos militares y práctica de la guerra le han puesto (digámoslo así) en posesión de adivinar los pensamientos del enemigo que tiene a su frente, sacó todo el partido posible de las circunstancias, consiguiendo con la estratagema y sabias maniobras un resultado que de otro modo hubiera costado mucha perdida; enterraron tres en Usagre, y algunos otros en Llerena, llevando en su retirada muchos heridos.
            Me he extendido en esta relación porque tengo una particularísima satisfacción en poder recomendar cono recomiendo a V.E. un arma del ejército que ha sido tan injustamente vilipendiada generalmente, sin examinar los hechos, las circunstancias, y el verdadero origen de los defectos que se han notado.
            Yo me doy el mas lisonjero parabién por haber acertado a poner a la caballería de este quinto ejercito al mando de tan digno jefe como el conde de Penne.”

Parte del General Castaños del 1 de mayo de 1811, publicado en la Gaceta el día 23 de mayo de 1811

            El General Jefe del quinto ejército con fecha del cuartel general de Santa Marta de primero de mayo da el siguiente parte al jefe del Estado Mayor General:


            “Excmo. Sr. el día 28 de abril último a las once de la mañana, se dirigió la caballería de Latour Maubourg hacía Llerena en dos columnas por el camino real de Guadalcanal y el de Reina; la fuerza del enemigo, según los partes que recibió el conde de Penne, se graduaba de 150 a 200 caballos, bajo cuyo concepto se dispuso que el coronel de Borbón, D. Juan Casquero con 100 caballos fuese inmediatamente a sostener  a los tiradores sobre el camino real, y cargar también  a los franceses, si no se retiraban; destacó también el escuadrón del Algarbe hacia Reina, para contenerles por aquella parte, y el conde con el resto de la caballería, fue a tomar posición en el punto que debía guardar para el caso de retirada ( pues que estaba a siete leguas avanzado el grueso de la caballería aliada), y para acudir a donde le indicasen los movimientos de enemigo. Estos eran en número de 600 caballos formados en escalones en el camino real en vez de 200 que se había dicho; y hubo quien advirtió al coronel Casquero sería conveniente advertir de estas circunstancias al conde, para que no ignorase la exorbitante superioridad del enemigo, pero aquel bizarro jefe solo oía las advertencias de su valor, y la orden que llevaba, respondiendo, “se me ha mandado cargar”, e hizo tocar a degüello en aquel momento. Nuestros valientes soldados de Borbón y un destacamento de escuadrón de Pantigoso  con los tiradores al flanco izquierdo penetraron por las primeras tropas enemigas; estas reforzadas por el segundo escalón, atacaron a las nuestras, que recibieron la carga con el mismo valor que la primera; el animoso coronel de Borbón herido de una cuchillada en el muslo, se defendió sable en mano y la pistola en la otra, hasta que cayó de caballo y fue hecho prisionero de guerra; su tropa obligada a retirarse por el excesivo número de caballería que la cargaba lo ejecutó de una en otra altura, teniendo que pasar algunas zanjas, en que sufrió alguna perdida, pues cayeron entre ellos el teniente de dragones de lusitania D. Antonio Pizarro, oficial de gran valor y de reputación bien acreditada, que después de hecho prisionero fue asesinado con otros 7 u 8 soldados. Mientras esto sucedía, el conde de Penne acudió con la reserva formada en dos columnas, pero ocultando su verdadera fuerza siempre muy inferior a la del enemigo; los tiradores marcharon de nuevo adelante ,volvieron a tomar se primera posición, y el enemigo se retiró inmediatamente por escalones en diversas columnas.

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