sábado, 7 de junio de 2014

Las exploraciones españolas del Pacífico (1521-1606): ¿éxito o fracaso? (2 de 7)


Por la Dra. Annie Baert, hispanista, profesora de español y especialista en Estudios Ibéricos, en la Universidad de la Polinesia francesa, en Tahití.
                                                            Traducción de José Mª Álvarez Blanco.

Sabemos lo que sucedió a Magallanes, sus cinco barcos y 243 de sus hombres: él murió en Filipinas el 27 de abril de 1521; sólo la Victoria volvió a España, al mando de Elcano, llevando sólo 17 marineros. Sin embargo, fue vendida a su llegada y continuó navegando, haciendo dos viajes más a Santo Domingo. Gómez de Espinosa fracasó en volver con la Trinidad y solo tres de sus hombres pudieron volver a Europa.

Uno solo de los siete barcos de Jofre de Loaisa, el Santa María de la Victoria, llegó a las Molucas, dos terminaron su vida en las rocas - el Sancti Spiritus, en el Estrecho de Magallanes, y el Santa María del Parral en Filipinas - dos desaparecieron con hombres y bienes - el Anunciata en el Atlántico Sur y el San Lesmes, en el Pacífico Sur - y otros dos se separaron más o menos voluntariamente de sus compañeros - el San Gabriel subió por el Atlántico y regresó a España, y el Santiago llegó a México. Loaisa y después Elcano, que le sucedió como jefe de la expedición solo cinco días, murieron en el camino, y muy pocos de los 450 hombres embarcados volvieron a España diez años más tarde, en 1536.

De las tres naves de la expedición de Álvaro de Saavedra, la Florida llegó a las Molucas, pero no regresó a México, mientras que la Santiago y la Espíritu Santo - desaparecieron en el mar, y sólo sobrevivieron unos pocos de sus 110 hombres.

Hernando de Grijalva había salido de México para socorrer a Pizarro, que se encontraba en dificultades en el Perú, pero, después de haber comprobado que la situación de este último ya no requería su concurso, envió el patache Trinidad a Acapulco y se dirigió al oeste para "descubrir nuevas tierras" - ¿por orden de Cortés o por su cuenta?. Las opiniones difieren. Aún así, durante un interminable vagar alrededor de 10 meses, fue asesinado por su tripulación amotinada, que embarrancó la Santiago en la costa norte de Nueva Guinea y que se encontró más tarde en las Molucas con solo dos supervivientes.

Los seis barcos que mandaba Ruy López de Villalobos llegaron bien a Mindanao, Filipinas. Llevaban entre 370 y 400 hombres, y más de la mitad de ellos, incluido el propio Villalobos murió durante la expedición, contándose 145 supervivientes en 1548. En el archipiélago, cuatro navíos fueron destruidos por las tempestades, la Santiago fue vendida y volvió a la mar bajo bandera portuguesa, pero hay que resaltar la hermosa carrera náutica de la San Juan, que intentó dos veces regresar a México sin éxito y terminó su vida en Tidore.

Se sabe que Miguel López de Legazpi fundó la colonia española de Filipinas, que está fuera de nuestra área geográfica, sin embargo, nos ocupamos de ella en este estudio debido a que la travesía del Pacífico de este a oeste, se había convertido en un especie de «clásico» y se llevó a cabo sin incidentes notables. Legazpi se embarcó con 350 hombres a bordo de cuatro barcos, uno de los cuales remolcaba un pequeño bergantín en el que viajaban cuatro marineros. Pero fueron sobre todo dos de sus subordinados, Don Alonso de Arellano y Fray Andrés de Urdaneta,  uno a bordo del pequeño patache San Lucas y el otro de la gran nave San Pedro, quienes abrieron por separado la ruta de regreso a México, abriendo el camino de la primera línea comercial regular, el llamado «Galeón de Manila». No sólo no perdieron ningún barco, sino que hay que destacar su larga vida y el gran número de travesías por el Pacífico que realizaron después. En cuanto a las pérdidas humanas, además de tres ejecuciones en Filipinas por intentos de amotinamiento, sabemos que tres de los 20 hombres del San Juan y 16 de los 200 marineros del San Lucas murieron durante tempestades cuando regresaba a México. A estas cifras totalmente aceptables, hay que añadir, sin embargo, las de la San Jerónimo, enviado desde que México informara del éxito de Urdaneta, así como suministros y refuerzos a Legazpi, pero el barco llegó a Manila en tan malas condiciones que tuvieron que resignarse a desguazarla. En cuanto a sus 170 tripulantes, que estaba previsto que se unieran a las tropas de la joven colonia, más de 10 (entre ellos el capitán Pero Sánchez Picón) fueron asesinados por sus compañeros y otros treinta fueron abandonados y represaliados en el atolón de Ujelang en las Islas Marshall.

El Pacífico Norte fue luego surcado regularmente desde México a Filipinas sin grandes descubrimientos, por lo que no nos detendremos en este asunto. Sin embargo, hay que recordar que el llamado tornaviaje hacia el oeste, nunca fue seguro. Salvador Bernabeu escribió que en 50 años, desde 1580 hasta 1630, los barcos que no llegaron a buen puerto eran más que los que lograron este retorno, y que a lo largo de toda la historia de la ruta transpacífica, se tienen noticias de la pérdida de una treintena de galeones y miles de vidas[1]. La exploración del Gran Océano experimentó luego una nueva etapa en el hemisferio sur, con tres expediciones desde Perú[2].

En su primera misión, Álvaro de Mendaña y Neira se hizo a la mar con dos barcos, que reunió en el puerto de El Callao, y cerca de 160 hombres, de los cuales 35 perecieron en enfrentamientos con los nativos, por fiebres tropicales o escorbuto. La flota de su segundo viaje constaba de cuatro barcos, ninguno de los cuales volvería al puerto de El Callao. Se perdieron dos el Santa Isabel y sus 182 pasajeros a corta distancia de la isla de Santa Cruz, al sureste de las Salomón, y la fragata Santa Catalina, durante la travesía entre Santa Cruz y Filipinas; en ella se habían embarcado en el Perú 32 personas, pero no está claro cuantas se encontraban a bordo cuando desapareció - sólo se sabe que se encontró varado en la costa, con las velas desplegadas y los pasajeros «muertos y descompuestos». La galera San Felipe llegó a las Filipinas y, al parecer, allí se quedó; la nave San Jerónimo llegó a Manila, y luego volvió a atravesar el Pacífico hasta Acapulco, de donde partió de nuevo hacia el oeste y acabó con su vida en un arrecife de Luzón en 1600. Aproximadamente el 75% de las 430 personas de a bordo perdieron la vida en esta aventura: unos murieron con su barco, otras de fiebres tropicales, de escorbuto o en la represión de una tentativa de amotinamiento. Pedro Fernández de Quirós tenía 140 a 160 compañeros cuando salió en 1605 para dirigir una flota de dos barcos y un patache; el 16 de Diciembre de 1606, él personalmente entregó el San Pedro y el San Pablo a las autoridades españolas en el puerto de Acapulco, desde donde regresó rápidamente a Filipinas; Váez de Torres condujo el patache los Tres Reyes Magos a Fort Ternate, en las Molucas, y el San Pedro a Manila. Las únicas pérdidas humanas fueron un viejo fraile franciscano, Fray Martín de Munilla, que tenía casi 80 años y la de otro hombre de a bordo de la San Pedro, que murió en Santo herido por una «flecha envenenada», pero esta vez no hubo crímenes ni ejecuciones ni víctimas del escorbuto.




[1]Salvador Bernabeu, El Pacífico ilustrado: del lago español a las grandes expediciones, Madrid, 1992, Editorial Mapfre, p. 67-70.
[2]Véase el relato de estas tres expediciones de Pedro Fernández de Quirós: Histoire de la découverte des Régions  Australes: Îles Salomon, Marquises, Santa Cruz, Tuamotu, Cook du Nord et Vanuatu, Paris, 2001, L’Harmattan.

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