Por la Dra. Annie
Baert, hispanista, profesora de español y especialista en Estudios Ibéricos, en
la Universidad
de la Polinesia
francesa, en Tahití.
Traducción de José Mª Álvarez Blanco.
Cuando un francés curioso piensa en la exploración del
Pacífico el primer nombre que le viene a la mente es probablemente el de
Bougainville, y no estaría equivocado, porque este eminente marino hizo mucho
por el renombrado Gran Océano y sus habitantes. Sin embargo solo pasó nueve
días en Tahití en 1768, donde llegó un año después del «descubridor» británicos Wallis, quien permaneció allí cinco semanas
y un año antes que el famoso capitán Cook, que estuvo allí en tres ocasiones en
1769, 1774 y 1776[1]. Así comenzó una nueva era,
donde los navegantes procedentes de Europa se sucedieron a intervalos más
frecuentes, y luego dieron paso a misioneros, comerciantes, soldados, colonos y
funcionarios.
Sin embargo, en sólo tres años, entre 1767 y 1769, los
tahitianos habían visto llegar a su tierra tres expediciones dirigidas por los
europeos. Si bien se trataba de seres y naves que nunca habían visto antes, lo
más probable es que ya habían oído hablar[2] de ellos, porque dos islas
cercanas a la «Nueva Citera», las
Marquesas y Tuamotu (que son parte de la actual Polinesia Francesa), habían
recibido casi dos siglos antes la visitas de otros «hombres blancos», españoles, y no es concebible que los grandes
marinos que eran los polinesios no hubieran compartido noticias tan extraordinarias,
con motivo de sus viajes regulares entre las islas.
Además los navegantes del siglo XVIII sabían, que habían
partido en busca del "Continente
Austral", la mítica tierra que algunos afirmaban haber visto, y que incluso
figuraba en los mapas[3]. Etienne Taillemite recuerda
por ejemplo que Bougainville había sido informado de los «debates
que había entonces sobre su existencia» y cita la enumeración hecha en 1742
por el geógrafo Langlet Fresnoy de tierras de la Mar del Sur[4] - «Nueva Guinea, el país de los papúes, la Carpentaria , las Islas
Salomón, que están hacia el sur, la tierra austral del Espíritu Santo ... » - y evoca un memorial redactado en 1754 por Jean-Baptiste Bénard de la Harpe , cuyos proyectos convencerían
a Bougainville de que «era necesario
volver a las investigaciones sobre el Mar del Sur hacia las islas encantadas descubiertas
por Mendaña [sic[5]] y Quirós .... » Pero añade que «la geografía del océano Pacífico era todavía
un área casi desconocida porque los descubrimientos esporádicos realizados en
los siglos XVI y principios del XVII no pudieron ser identificados con precisión
debido a la falta de rigor en los métodos de navegación» y subraya «las inexactitudes de las indicaciones, dadas
de forma deliberada o no[6]». Parece, pues, que los viajes
realizados por los españoles en lo que podríamos llamar el «largo siglo XVI» deben ser considerados «fracasos». Esta es la idea que el presente
trabajo intenta abordar.
Obviamente, evocaremos el viaje de Magallanes, a quien
hay que asociar sus compañeros Juan Sebastián Elcano[7] y Gonzalo Gómez de Espinosa
(1519-1522). Luego hubo algunas expediciones de «pioneros», que habían llegado a las Marianas, las Carolinas o Nueva
Guinea, además de las Filipinas (que, hablando estrictamente, no son un
archipiélago del Pacífico), primeramente desde España - García Jofre de Loaisa,
desde 1525 hasta 1526 - y luego desde México - Álvaro de Saavedra, 1527 -1529,
Hernando de Grijalva, 1537-1538; Ruy López de Villalobos, Bernardo de la Torre e
Iñigo Ortiz de Retes 1542-1546, Miguel López de Legazpi, Alonso de Arellano,
Fray Andrés de Urdaneta y Pero Sánchez Picón, 1564 - 1566[8]. Pero nos centraremos principalmente
en tres grandes viajes organizados desde Perú, y dirigido por Mendaña y Quirós[9], entre 1567 y 1606, gracias al
cual, en los mapas y en las mentes, figuraban las Islas Salomón, Marquesas,
Tuamotu, Cook del Norte y Vanuatu, sin olvidar a Luis Váez de Torres, quien para
acudir desde Santo (Vanuatu) a Manila, lo hizo pasando por el famoso estrecho
entre Nueva Guinea y Australia, que hoy lleva su nombre[10]. Finalmente solo mencionaremos las
expediciones españolas del siglo XVIII: las de Domingo Bonechea y Tomás de
Gayangos, que llegaron a Tuamotu y Tahití en 1772-1775, la de Francisco Antonio
de la Rúa Mourelle que arribaron a las islas Tonga, Salomón, Marshall y Mariana
en 1781, o la expedición de fines científicos de Alejandro Malaspina
(1789-1794), todas posteriores a las de Bougainville y Cook[11].
¿En qué criterios podemos basar el "fracaso" o
"éxito" de una travesía del océano?
Es lógico pensar que el éxito se mide en relación con el objetivo marcado, como escribe Taillemite, «tomando punto por punto los datos esenciales de las instrucciones», añadiendo que también deben examinarse los «resultados obtenidos en los campos que probablemente no están sin duda previstos por los organizadores de la expedición[12]». Si se pueden evaluar los diferentes aspectos, náuticos, políticos o etnográficos, por el comandante de la expedición, para tener éxito es necesario reunir todas sus naves y todos sus hombres en el puerto de salida, lo que, independientemente de la época no es tan fácil.
Es lógico pensar que el éxito se mide en relación con el objetivo marcado, como escribe Taillemite, «tomando punto por punto los datos esenciales de las instrucciones», añadiendo que también deben examinarse los «resultados obtenidos en los campos que probablemente no están sin duda previstos por los organizadores de la expedición[12]». Si se pueden evaluar los diferentes aspectos, náuticos, políticos o etnográficos, por el comandante de la expedición, para tener éxito es necesario reunir todas sus naves y todos sus hombres en el puerto de salida, lo que, independientemente de la época no es tan fácil.
[1]John Dunmore: Who’s who in Pacific navigation, University of Hawaii Press ,
1991, pp. 35-37 (Bougainville ), 64-67 (Cook) y
262-263 (Wallis).
[2]Lamentablemente,
y sin duda a causa de los cambios que se han producido, la memoria colectiva
parece no haber conservado ningún rastro de estos primeros navegantes europeos.
[3]Citemos entre los más bellos
los de los atlas Theatrum orbis terrarum
de Abraham Ortelius, para el siglo XVI,
o los de Novus atlas de Willem
Janszoon Blaeu, en el siglo XVII, o incluso para el siglo XVIII, el Mappe-Monde Géo-Hydrographique de
Nicolas Sanson & Alexis-Hubert Jaillot, y el Hémisphère Méridional pour voir plus distinctement les Terres Australes, de Guillaume de l’Isle (Ivan Kupcik:
Cartes géographiques anciennes, Paris, 1981, Grund, pp. XV et XXI ; Robert Clancy : The Mapping
of Terra Australis , Australia , 1995, Universal Press,
pp. 17 y 92).
[4]Recuérdese que este nombre «Mar del Sur» le fue dado por Vasco Núñez
de Balboa al océano que descubrió en septiembre de 1513 después de haber
atravesado a pie el istmo de Panamá, simplemente porque se encontraba al sur de
su punto de partida, y que el nombre «Mar
Pacífico» se originó en la expedición de Magallanes, como refiere en su
crónica Pigafetta, que lo explica del siguiente modo: «porque mientras hicimos nuestra travesía no hubo la menor tempestad»,
en «La primera vuelta al mundo»,
Madrid, 2003, ed. Miraguano/Polifemo, p. 222).
[5]El apellido se
escribe «Mendaña», si bien los
autores franceses y británicos omiten habitualmente la tilde de la letra
española eñe de la que carecen sus idiomas.
[6]Etienne Taillemite: Bougainville et ses compagnons autour du monde, Paris, Imprimerie
Nationale, 1977, I, pp. 4-8.
[7]Frecuentemente nombrado Juan Sebastíán Elcano, sin la preposición «de», que indica el origen. La Real Academia de la Historia se ha decantado
por «de Elcano», que es el nombre que desde hace 80 años lleva el buque-escuela
de la Marina Española
(Carlos Barreda Aldámiz-Echevarría, Nova
Imago Mundi. La imagen del mundo
después de la primera navegación alrededor del globo», Madrid, 2002, pp.
123-125).
[8]Estas expediciones han sido
estudiadas en la obra colectiva Descubrimientos
españoles en el mar del sur, Madrid, 1991, Editorial Naval, 3 vol., pp.
89-534. Véase también en lengua
francesa «Les résumés des voyages de
Magellan-Elcano et de Urdaneta» en la página de Internet http://www.lehman.cuny.edu/ile.en.ile
[9]Su nombre exacto es Pedro Fernández de Quirós. Navegante de origen portugués en cuya
lengua se escribe «Fernandes de Queiros»
que es como se encuentra frecuentemente, pero que no usaremos en lo sucesivo,
porque al servicio del rey de España toda su vida firmó como «Fernández de Quirós».
[10]Véase Descubrimientos españoles…, op. cit., pp. 537- 723; Biografía de
Mendaña en la página de Internet antes citada: http://www.lehman.cuny.edu/ile.en.ile;
Annie Baert: Le Paradis terrestre, un
mythe espagnol en Océanie. Les voyages de Mendaña et de Quirós, 1567-1606,
Paris, 1999, L’Harmattan.
[11]Descubrimientos españoles, op. cit., pp. 727-844; Véase también Carlos
Martínez Shaw (ed): El Pacífico español,
de Magallanes a Malaspina, Madrid, 1988, Ministerio de Asuntos
Exteriores/Lunwerg.
[12]Taillemite, op. cit., p. 96.
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