miércoles, 4 de junio de 2014

Las exploraciones españolas del Pacífico (1521-1606): ¿éxito o fracaso? (1 de 7)


Por la Dra. Annie Baert, hispanista, profesora de español y especialista en Estudios Ibéricos, en la Universidad de la Polinesia francesa, en Tahití.
                                                            Traducción de José Mª Álvarez Blanco.
  
Cuando un francés curioso piensa en la exploración del Pacífico el primer nombre que le viene a la mente es probablemente el de Bougainville, y no estaría equivocado, porque este eminente marino hizo mucho por el renombrado Gran Océano y sus habitantes. Sin embargo solo pasó nueve días en Tahití en 1768, donde llegó un año después del «descubridor» británicos Wallis, quien permaneció allí cinco semanas y un año antes que el famoso capitán Cook, que estuvo allí en tres ocasiones en 1769, 1774 y 1776[1]. Así comenzó una nueva era, donde los navegantes procedentes de Europa se sucedieron a intervalos más frecuentes, y luego dieron paso a misioneros, comerciantes, soldados, colonos y funcionarios.

Sin embargo, en sólo tres años, entre 1767 y 1769, los tahitianos habían visto llegar a su tierra tres expediciones dirigidas por los europeos. Si bien se trataba de seres y naves que nunca habían visto antes, lo más probable es que ya habían oído hablar[2] de ellos, porque dos islas cercanas a la «Nueva Citera», las Marquesas y Tuamotu (que son parte de la actual Polinesia Francesa), habían recibido casi dos siglos antes la visitas de otros «hombres blancos», españoles, y no es concebible que los grandes marinos que eran los polinesios no hubieran compartido noticias tan extraordinarias, con motivo de sus viajes regulares entre las islas.

Además los navegantes del siglo XVIII sabían, que habían partido en busca del "Continente Austral", la mítica tierra que algunos afirmaban haber visto, y que incluso figuraba en los mapas[3]. Etienne Taillemite recuerda por ejemplo que Bougainville había sido informado de los  «debates que había entonces sobre su existencia» y cita la enumeración hecha en 1742 por el geógrafo Langlet Fresnoy de tierras de la Mar del Sur[4] - «Nueva Guinea, el país de los papúes, la Carpentaria, las Islas Salomón, que están hacia el sur, la tierra austral del Espíritu Santo ... » - y evoca un memorial redactado en 1754 por Jean-Baptiste Bénard de la Harpe, cuyos proyectos convencerían a Bougainville de que «era necesario volver a las investigaciones sobre el Mar del Sur hacia las islas encantadas descubiertas por Mendaña [sic[5]] y Quirós  .... » Pero añade que «la geografía del océano Pacífico era todavía un área casi desconocida porque los descubrimientos esporádicos realizados en los siglos XVI y principios del XVII no pudieron ser identificados con precisión debido a la falta de rigor en los métodos de navegación» y subraya «las inexactitudes de las indicaciones, dadas de forma deliberada o no[6]». Parece, pues, que los viajes realizados por los españoles en lo que podríamos llamar el «largo siglo XVI» deben ser considerados «fracasos». Esta es la idea que el presente trabajo intenta abordar.

Obviamente, evocaremos el viaje de Magallanes, a quien hay que asociar sus compañeros Juan Sebastián Elcano[7] y Gonzalo Gómez de Espinosa (1519-1522). Luego hubo algunas expediciones de «pioneros», que habían llegado a las Marianas, las Carolinas o Nueva Guinea, además de las Filipinas (que, hablando estrictamente, no son un archipiélago del Pacífico), primeramente desde España - García Jofre de Loaisa, desde 1525 hasta 1526 - y luego desde México - Álvaro de Saavedra, 1527 -1529, Hernando de Grijalva, 1537-1538; Ruy López de Villalobos, Bernardo de la Torre e Iñigo Ortiz de Retes 1542-1546, Miguel López de Legazpi, Alonso de Arellano, Fray Andrés de Urdaneta y Pero Sánchez Picón, 1564 - 1566[8]. Pero nos centraremos principalmente en tres grandes viajes organizados desde Perú, y dirigido por Mendaña y Quirós[9], entre 1567 y 1606, gracias al cual, en los mapas y en las mentes, figuraban las Islas Salomón, Marquesas, Tuamotu, Cook del Norte y Vanuatu, sin olvidar a Luis Váez de Torres, quien para acudir desde Santo (Vanuatu) a Manila, lo hizo pasando por el famoso estrecho entre Nueva Guinea y Australia, que hoy lleva su nombre[10]. Finalmente solo mencionaremos las expediciones españolas del siglo XVIII: las de Domingo Bonechea y Tomás de Gayangos, que llegaron a Tuamotu y Tahití en 1772-1775, la de Francisco Antonio de la Rúa Mourelle que arribaron a las islas Tonga, Salomón, Marshall y Mariana en 1781, o la expedición de fines científicos de Alejandro Malaspina (1789-1794), todas posteriores a las de Bougainville y Cook[11].

¿En qué criterios podemos basar el "fracaso" o "éxito" de una travesía del océano?
Es lógico pensar que el éxito se mide en relación con el objetivo marcado, como escribe Taillemite, «tomando punto por punto los datos esenciales de las instrucciones», añadiendo que también deben examinarse los «resultados obtenidos en los campos que probablemente no están sin duda previstos por los organizadores de la expedición
[12]». Si se pueden evaluar los diferentes aspectos, náuticos, políticos o etnográficos, por el comandante de la expedición, para tener éxito es necesario reunir todas sus naves y todos sus hombres en el puerto de salida, lo que, independientemente de la época no es tan fácil.





[1]John Dunmore: Who’s who in Pacific navigation, University of Hawaii Press, 1991, pp. 35-37 (Bougainville), 64-67 (Cook) y 262-263 (Wallis).
[2]Lamentablemente, y sin duda a causa de los cambios que se han producido, la memoria colectiva parece no haber conservado ningún rastro de estos primeros navegantes europeos.
[3]Citemos entre los más bellos los de los atlas Theatrum orbis terrarum de Abraham Ortelius, para el siglo  XVI, o los de Novus atlas de Willem Janszoon Blaeu, en el siglo XVII, o incluso para el siglo XVIII, el Mappe-Monde Géo-Hydrographique de Nicolas Sanson & Alexis-Hubert Jaillot, y el Hémisphère Méridional pour voir plus distinctement les Terres Australes, de Guillaume de l’Isle (Ivan Kupcik: Cartes géographiques anciennes, Paris, 1981, Grund, pp. XV et XXI ; Robert Clancy : The Mapping of Terra Australis, Australia, 1995, Universal Press, pp. 17 y 92).
[4]Recuérdese que este nombre «Mar del Sur» le fue dado por Vasco Núñez de Balboa al océano que descubrió en septiembre de 1513 después de haber atravesado a pie el istmo de Panamá, simplemente porque se encontraba al sur de su punto de partida, y que el nombre «Mar Pacífico» se originó en la expedición de Magallanes, como refiere en su crónica Pigafetta, que lo explica del siguiente modo: «porque mientras hicimos nuestra travesía no hubo la menor tempestad», en «La primera vuelta al mundo», Madrid, 2003, ed. Miraguano/Polifemo, p. 222). 
[5]El apellido se escribe «Mendaña», si bien los autores franceses y británicos omiten habitualmente la tilde de la letra española eñe de la que carecen sus idiomas.
[6]Etienne Taillemite: Bougainville et ses compagnons autour du monde, Paris, Imprimerie Nationale, 1977, I, pp. 4-8.
[7]Frecuentemente nombrado Juan Sebastíán Elcano, sin la preposición «de», que indica el origen. La Real Academia de la Historia se ha decantado por «de Elcano», que es el nombre que desde hace 80 años lleva el buque-escuela de la Marina Española (Carlos Barreda Aldámiz-Echevarría, Nova Imago Mundi. La imagen del mundo después de la primera navegación alrededor del globo», Madrid, 2002, pp. 123-125). 
[8]Estas expediciones han sido estudiadas en la obra colectiva Descubrimientos españoles en el mar del sur, Madrid, 1991, Editorial Naval, 3 vol., pp. 89-534. Véase también en lengua francesa «Les résumés des voyages de Magellan-Elcano et de Urdaneta» en la página de Internet  http://www.lehman.cuny.edu/ile.en.ile
[9]Su nombre exacto es Pedro Fernández de Quirós. Navegante de origen portugués en cuya lengua se escribe «Fernandes de Queiros» que es como se encuentra frecuentemente, pero que no usaremos en lo sucesivo, porque al servicio del rey de España toda su vida firmó como «Fernández de Quirós».
[10]Véase Descubrimientos españoles…, op. cit., pp. 537- 723; Biografía de Mendaña en la página de Internet antes citada: http://www.lehman.cuny.edu/ile.en.ile; Annie Baert: Le Paradis terrestre, un mythe espagnol en Océanie. Les voyages de Mendaña et de Quirós, 1567-1606, Paris, 1999, L’Harmattan.
[11]Descubrimientos españoles, op. cit., pp. 727-844; Véase también Carlos Martínez Shaw (ed): El Pacífico español, de Magallanes a Malaspina, Madrid, 1988, Ministerio de Asuntos Exteriores/Lunwerg. 
[12]Taillemite, op. cit., p. 96.

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