lunes, 30 de junio de 2014

Movimientos de tropas a través de la ruta de Guadalcanal en la campaña de 1811 de la Guerra de la Independencia Española (1 de 3)

          Por Rafael Ángel Rivero del Castillo – Revista Guadalcanal 2008

“A los soldados de todos los tiempos que dieron su vida por España”

En este año 2008 se conmemora a nivel nacional el Bicentenario de la Guerra de la Independencia Española contra la Francia Imperialista de Napoleón, que se inició en 1808 y finalizó en 1814, y que unió a todos los españoles como una nación.
En aquel tiempo ocupaba el trono español el Rey Carlos IV, sus últimos años de reinado estuvieron marcados por el gobierno de Manuel Godoy, quien primero combatió contra la Francia revolucionaria y luego se alió con ella. Esta alianza hispano-francesa obliga a España a luchar contra el Reino Unido en la Batalla de Trafalgar donde murieron más de 1000 españoles y perdimos gran parte de nuestra flota. Además permitió la entrada masiva de franceses en la península con la excusa de invadir Portugal, aliado de Reino Unido.
En marzo de 1808 el descontento popular y las intrigas de palacio hacen que caiga Manuel Godoy y que Carlos IV abdique en el Príncipe de Asturias que sube al trono como Fernando VII. Napoleón reúne en Bayona a la familia real española consiguiendo que Fernando devuelva el trono a su padre y que este a su vez abdique en el propio Napoleón que más tarde nombrará Rey a su hermano, conocido como José I.
El pueblo español, mientras tanto, está harto de la presencia de tropas extranjeras y del intervencionismo de Francia en la política nacional. La tensión aumenta y el 2 de mayo de 1808 el pueblo se alza contra el invasor francés. ¡La guerra ha estallado!

A mediados de enero de 1811 la situación en la península es la siguiente: las tropas francesas ocupan la mayor parte de territorio español y una porción del lusitano distribuido de la forma siguiente:
§         Ejercito del Norte: A base de las guarniciones de Navarra, Vascongadas, Santander, Burgos, Soria, Valladolid, Palencia, Toro, León y Asturias. Bajo el Mando del Mariscal Bessieres, Duque de Istria.
§         Ejercito del Centro: A base de las guarniciones de Madrid, Guadalajara, Toledo y Ciudad Real. A las ordenes directas de José I
§         Ejército de Aragón: dirigido por el General Suchet con las guarniciones de Aragón, Leriza, Mequinenza y Tortosa.
§         Ejército de Cataluña: mandado por el Mariscal Macdonald, Duque de Tarento con las guarniciones de Cataluña, excepto Tarragona.
§         Ejército de Portugal: dirigido por el Mariscal Massena, Príncipe de Essling. Replegado en la región de Santarem, Torres Novas y Tomar en espera de refuerzos para atacar a Wellington (aliado de España) situado en Lisboa.
§         Ejercito del Mediodía: Acaudillado por el Mariscal Soult, Duque de Dalmacia repartido por Andalucía. Manteniendo el asedio a la fortaleza gaditana.

Frente a los franceses las tropas españolas están organizadas en siete ejércitos:
§         1 er   Ejército: Cataluña.            
§         2º   Ejército: Valencia.
§         3 er   Ejército: Murcia.
§         4º   Ejercito: Isla de León (Cádiz)
§         5º   Ejército: Extremadura.
§         6º   Ejército: Galicia.
§     7º Ejército: Guerrillas de Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y tierras del Ebro y Duero.

En mayo de 1810 la idea de Napoleón era que las tropas del Mariscal Massena, (ejercito francés en Portugal) eran suficientes para acabar con Wellington en Lisboa. Napoleón, sin embargo se entera a través de la prensa británica que el Duque De la Romana, con fuerzas del ejército español de Extremadura marcha hacia Lisboa para reunirse con Wellington. Ante esta información Napoleón ordena al Mariscal Soult que cierre sobre el ejército del Duque De la Romana desde Andalucía.
Soult propone otra alternativa, un plan con un objetivo más ambicioso: la toma de Badajoz, posterior conquista de Extremadura y destrucción del 5º ejército español allí estacionado. Este plan además favorece al Mariscal Massena ya que obligaría al Duque de la Romana a acudir desde Lisboa a socorrer Badajoz.
El mariscal Soult basa su campaña en dos ideas principales:
1.      Que Extremadura era una comarca densamente provista de fortalezas.
2.      Que una vez salvadas las estribaciones de Sierra Morena abundaban las zonas extensas de llanura o terreno ondulado suave favorable a la caballería.

Soult logra reunir el 5º Cuerpo con 13060 infantes, 5387 jinetes y 1954 artilleros y zapadores con los que parte de Sevilla el último día de año 1810.
La invasión de Extremadura fue emprendida en dos columnas de fuerzas equivalentes, utilizando los principales pasos que conducen desde Andalucía occidental hacia el valle de Guadiana. Por el este la columna Mandada por el General Latour Maubourg siguió el itinerario Guadalcanal, Llerena, Usagre con 4 regimientos de caballería del 1er Cuerpo francés y de la división de infantería Girard del 5º Cuerpo que había permanecido acantonado en Llerena desde el otoño de 1810.
Al oeste la columna mandada por el propio Soult y Portier, avanzó por la carretera que trascurre por el Ronquillo, Santa Olalla y Monesterio, mas transitable que la de Guadalcanal, pero más larga. Estaba compuesta por la brigada de caballería Bride y la división Gazan.
Ambas columna tenían que reunirse entre los Santos de Maimona y Almendralejo, en plena llanura extremeña para desde allí iniciar el cerco a Badajoz.
Ante esta situación el Marques de la Romana se dispone a partir desde Portugal a Extremadura para socorrer Badajoz, pero fallece repentinamente de un neurisma.                    Es sustituido en el mando del 5º Ejército español por el héroe de Bailen, el Capitán General Francisco Javier Castaños, Duque de Bailen. Mientras tanto Badajoz es tomada a principios de marzo por las fuerzas de Soult. Wellington desde Lisboa envía al General Beresford para socorrer Badajoz, pero ya es tarde.
A finales de marzo Beresford constata que los franceses se han retirado al sur del Guadiana salvo del Fuerte de San Cristóbal y la cabeza de puente de Badajoz. Soult vuelve con parte de su ejército a Andalucía quedando al mando del ejército francés en Extremadura al General Latour Maubourg. Beresford logra cruzar el rió Guadiana con sus 20.000 hombres de forma que el 11 de abril toda la infantería aliada (salvo la 4ª división británica) estaba en La Albuera. Una gran parte de Extremadura central quedaba en manos de Beresford.

sábado, 28 de junio de 2014

GUADALCANAL CULTURAL DEL 5 AL 19 DE JULIO


Programa de "GUADALCANAL CULTURAL"  del Ayuntamiento de Guadalcanal, durante los día 5 al 19 de julio de 2014.

jueves, 26 de junio de 2014

Las exploraciones españolas del Pacífico (1521-1606): ¿éxito o fracaso? (7 de 7)


Por la Dra. Annie Baert, hispanista, profesora de español y especialista en Estudios Ibéricos, en la Universidad de la Polinesia francesa, En Tahití.

                                                        Traducción de José Mª Álvarez Blanco.

De hecho, fue necesario que transcurrieran 20 años para que una nueva expedición fuera enviada hacia el oeste del Pacífico, con la misión de ir a las Filipinas, sin tocar en las Molucas, y descubrir finalmente el medio de volver a México, como precisan las instrucciones enviadas a Miguel López de Legazpi, nombrado «Gobernador y Capitán General de las Islas del Poniente». Se sabe que los dos navíos partieron hacia el este — el de Alonso de Arellano, parece que sin autorización expresa y el de Fray Andrés de Urdaneta, debidamente misionado — alcanzaron su objetivo, y Legazpi pudo ejercer en la nueva colonia las funciones que le habían sido atribuidas.

Nuestro centro de interés se desplaza ahora hacia el sur, con las expediciones organizadas desde el Perú. A partir de 1563, Felipe II dirigió «Instrucciones sobre los nuevos descubrimientos marítimos» a su representante en Lima, el gobernador Lope García de Castro. Si bien en dichas instrucciones se encuentran los habituales consejos para la navegación o las tomas de posesión, difieren de las del periodo precedente porque traducen preocupaciones de orden «etnológico»: los navegantes debían informarse sobre las costumbres de las poblaciones encontradas, su religión, su gobierno o su agricultura[1]. Estas fueron las instrucciones que se aplicarían para el primer viaje de de Mendaña (1567-1569), completadas sin duda por órdenes expresadas al menos oralmente, de las que se encuentra mención indirecta en los numerosos documentos que tratan del descubrimiento y eventualmente, de la colonización — que se denominaba en la época «población», y que no habría que confundir con la «colonización de la población», empleada más tarde en Australia o en Nueva Caledonia. El propio Lope de Castro escribió: «Conforme a las órdenes de Su Majestad de proceder al descubrimiento de ciertas islas del Mar del Sur de las que he tenido conocimiento […], he nombrado a  Álvaro de Mendaña capitán general de estos navíos y gobernador de las tierras que descubrirá y poblará». En el relato de Gallego leemos: «El gobernador Lope García de Castro hizo armar dos navíos para el descubrimiento de ciertas islas que Su Majestad Felipe II había ordenado… ». O en el relato de Mendaña se lee: «Vuestra Señoría hizo armar una flota para el descubrimiento de nuevas tierras en el Mar del Sur, de la cual me encargó … ». Sarmiento precisó que el gobernador «había dado las mismas Instrucciones que las que Vuestra Majestad da para los descubrimientos marítimos y las instalaciones en tierra», Pedro de Ortega declaró que el gobernador Lope de Castro había enviado a Mendaña «al descubrimiento de las Islas Occidentales», el relato denominado «de la Plata» indica que «la instrucción dada a Mendaña era "poblar" la tierra que descubriera». Se conocían entonces tres documentos en los que las islas a descubrir  se denominan claramente «de Salomón»: una carta del Procurador del Tribunal de Lima, Juan Bautista Monzón, según la cual Lope de Castro había nombrado a Mendaña gobernador «de las islas que se llaman aquí de Salomón», un correo de Felipe II, que escribía al virrey Toledo que Lope de Castro había «confiado el descubrimiento y la colonización de las islas  de Salomón» a Mendaña, o incluso un texto del juez Barros que habla «del descubrimiento de las islas de Poniente de la Mar del Sur comúnmente llamada islas de Salomón[2]». Queda claro que la principal misión de esta expedición era encontrar islas todavía desconocidas, situadas en el Pacífico, al oeste del Perú, y que algunos llamaban las «islas Salomón». Por tanto, se puede admitir que dicha misión se cumplió, aun cuando antes de esta fecha ningún archipiélago llevaba el nombre de Salomón, y que si el viento y el azar hubieran conducido a  Mendaña a otro grupo de islas, las hubiera llamado igualmente «de Salomón».

Las Instrucciones de 1563 fueron precisadas por otros dos textos de 1573, más largos y detallados, expedidos por Felipe II. Una novedad que aportaban era que la Corona no financiaría más ningún viaje, los cuales serían confiados en lo sucesivo de preferencia a religiosos o, en su defecto, a hombres «buenos cristianos y amigos de la paz», y el recordatorio de las obligaciones de los pilotos y del comandante de informarse de las costumbres, creencias y recursos de las islas, y de escribir cada día el relato fiel de los acontecimientos, de hacerlo firmar por varios testigos y de rendir debida cuenta[3]. Mendaña estuvo pues sometido a las condiciones de estos documentos, así como a otro titulado, «Capitulación que hizo el Rey Felipe II con Álvaro de Mendaña para descubrir y poblar las islas occidentales que están en el paraje del Mar del Sur», firmado el año siguiente, para su segundo viaje. Se trata de un tipo de contrato que precisaba en primer lugar que era él quien había solicitado la autorización de llevar a cabo esta empresa, y quien exponía los «compromisos» de las dos partes. El rey le concedía el monopolio del proyecto «para dos vidas», y le nombraba marqués de la Mar del Sur. Por su parte, debía financiar toda la operación y depositar una fianza que garantizara el éxito la instalación de una colonia española, donde fundaría tres ciudades[4]. Este texto no menciona expresamente las Islas Salomón, ni la de San Cristóbal, pero si «las islas que haya descubierto y otras que pudiera descubrir». Quirós, en el comienzo de su relato, expone claramente que este era el objeto de la expedición: «Dios permitió que en la Ciudad de los Reyes [Lima] residencia de los vice-reyes del Perú, Álvaro de Mendaña, adelantado, anunciara el viaje que, por orden de su Majestad, se disponía a hacer a las Islas Salomón». También lo confirma cuando cuenta que, el 17 de noviembre de 1595, « la gobernadora anunció a los pilotos que quería abandonar esta isla y buscar San Cristóbal», el punto de cita donde podía encontrarse la Santa Isabel desaparecida[5]. Se comprueba en consecuencia que Mendaña no cumplió ninguna de sus misiones: no fundó una colonia española en las Salomón, que incluso no volvió a encontrar  — aunque se puede admitir que al menos si lo consiguió al menos una de sus naves, la Santa Isabel.

Si, en la isla de Santo, en mayo de 1606, Quirós declaró a sus compañeros que el rey no le había dado «ninguna instrucción», no se le creerá completamente porque el mismo insertó en su relato cédulas reales que pueden ser leídas como una orden de misión: « …que vaya inmediatamenteal descubrimiento de las tierras australes.... Espero [de este descubrimiento] que expanda nuestra santa fe en poblaciones lejanas…». Además, en su correo al vice-rey Monterrey, Felipe III precisaba incluso más claramente: «va por orden mía al descubrimiento de la zona desconocida del sur y otras regiones (como está precisado en las órdenes de misión que le he remitido para este fin)… », documentos que no se han encontrado. Se tiene también la carta dirigida por el conde de Monterrey al conjunto de la flota el día de sus partida del puerto del Callao, que recuerda que su fin es «la salud de numerosas almas […] y el aumento de los Estados» de la Corona de Castilla. Se dispone también de las Instrucciones que dio Quirós a su tripulación y en particular a su segundo, Luis Váez de Torres, en la mar, el 25 de enero de 1606, que evocan su «encargo de descubrir las regiones australes desconocidas… [6]». Así pues, ¿se cumplió que esta fuera una expedición con fines principalmente geográficos?. Los términos «descubrimiento de tierras australes» o «descubrimiento de la zona desconocida del sur» son suficientemente imprecisos para que se puede responder afirmativamente, como hizo por otra parte el propio Quirós en la primera Petición que dirigió a la Corona después de este viaje en diciembre de 1607 : « …he descubierto 23 islas y tres grandes partes de tierra que, en mi opinión, no forman más que una, y que sin duda son un continente…[7] », afirmación que no cesó de repetir hasta su muerte. Por el contrario, si por «tierras australes», se entiende «continente austral», es evidente que Quirós no cumplió — y no pudo cumplir — este objetivo, pero fue preciso esperar casi dos siglos para estar seguros. Cabe preguntarse si su empresa tenía también un fin misionero o evangelizador. Nos está permitido considerar que, que incluso si se trataba de una preocupación sincera del  Descubridor, las condiciones del viaje y en particular, la corta duración de las estancias en las diferentes islas (la máxima fue un mes en Santo), las hacía perfectamente ilusorias. Ello no impide que la preocupación evangelizadora fuera recogida por numerosos eclesiásticos del comienzo del siglo XVII, que ya no se interesaban por la cuestión geográfica, considerando que ya se habían «descubierto 3000 islas», y que «pudieran ser 11000», sino únicamente en la «conversión apostólica de las Tierras Australes[8]».

En cuanto a las observaciones, sobre los habitantes de las islas Salomón, Marquesas, Tuamotu o Vanuatu, que estos navegantes relataron con la intención de ser conocidas por sus lectores europeos, fueron las primeras que recibieron y son siempre extremadamente valiosas, sobre los ornamentos corporales, las diferentes clases de embarcaciones, el modo construir las casas, los lugares de culto, etc., hasta tal punto que actualmente son los propios habitantes del Pacífico lo que solicitan tener acceso a ellas y está a punto de aparecer un programa de publicaciones y de traducciones sistemáticas de todo lo que concierne a su pasado.


En conclusión, no es este el momento de preguntarse, por ejemplo, si hay que lamentar que Mendaña no hubiera llevado a cabo la colonización de las Islas Salomón, o que la ciudad de Nueva Jerusalén que fundó Quirós en Santo no hubiera tenido más que una existencia virtual. La historia no es un juez. Por esto no se puede hablar de «éxito», a la vista del espantoso precio humano de las exploraciones españolas de este «largo siglo XVI», o de las imprecisiones de las posiciones geográficas, pero tampoco se hablará de «fracaso» del objeto de estas expediciones, habida cuenta de los descubrimientos realizados, en condiciones que es difícil de imaginar y de las perspectivas que abrieron a sus sucesores, que las conocían tan bien que las llevaban en sus bibliotecas de a bordo..

No se podía esperar más de viajes realizados en una época que para los franceses se extiende desde el comienzo del reinado de Francisco I hasta el final del de Enrique IV, en la que las ideas, el conocimiento y las técnicas balbucían e incluso luchaban contra numerosos prejuicios que, si bien tuvieron una larga duración, habían comenzado por otra parte a ceder terreno al bien denominado Siglo de las Luces.



[1]«La orden que se ha de tener en los nuevos descubrimientos por mar, instrucción al licenciado Castro», en Austrialia Franciscana, op. cit., III, pp. 249-251.
[2]Austrialia Franciscana, op. cit., III, pp. 3-62, 95, 181 ; IV, p. 262, 300, 333, 345, 421, 480, 482. 
[3]Ordenanzas de descubrimientos, nuevas poblaciones y pacificaciones, ed. de Antonio Muro Orejón, CSIC, Sevilla, 1967 (148 artículos, 39 páginas), y la Instrucción para hacer las descripciones, ed. de Ismael Sánchez Bella, en Dos estudios sobre el Código de Ovando, Pamplona, 1987, Ediciones Universidad de Navarra, (135 articles, pp. 140-211).
[4]Madrid, 27-4-1574, en Austrialia Franciscana, op. cit., V, pp. 62-82
[5]Histoire de la Découverte…, op. cit., pp. 41, 125. Allen & Green : «Mendaña 1595 and the Fate of the Lost Almiranta», The Journal of Pacific History, vol. VII, 1972, p. 73-91. 
[6]Histoire de la Découverte…, op. cit., pp. 257, 180-186, 193 y 196.
[7]Petición nº 16, en Memoriales de las Indias Australes, op. cit., p. 136.
[8]Véanse los dos breves del papa Clemente VIII, y la Petición del Dr Sebastián Clemente al papa Gregorio XV, en Austrialia Franciscana, op. cit., I, pp. 5-8 et 214-216. Véase también a este respecto Annie Baert: «Prémices de l’évangélisation dans le Pacifique», in Claire Laux (s.d.) : Les écritures de la mission dans l’Outre-Mer insulaire (Bruxelles, Brepols Publisher, 2006).

domingo, 22 de junio de 2014

VÍDEO DE LA PROCESIÓN DEL CORPUS


Les ofrecemos el vídeo que hemos realizado de la Procesión del Corpus, en la mañana de este domingo 22 de junio de 2014.

Lo pueden ver pulsando en la flecha a la derecha.



PROCESIÓN DEL CORPUS - 2

De nuevo les ofrecemos fotografías durante la Procesión del Corpus, realizadas en la mañana de hoy en Guadalcanal.

Las fotografías son de Úrsula Gómez Miguélez.


















































PROCESIÓN DEL CORPUS EN GUADALCANAL

Para los que no pueden estar este día en Guadalcanal, a continuación les ofrecemos una serie de fotografías de las calles engalanadas para este evento.

Esta tarde les ofreceremos un vídeo con el resumen de la procesión.

Fachada convento de la Concepción

calle Ntra. Sra. de Guaditoca

calle Dr. Antonio Porras

calle Ntra. Sra. de Guaditoca


calle Ntra. Sra. de Guaditoca



calle Tres Cruces


calle Tres Cruces


calle Tres Cruces


calle Tres Cruces


calle Tres Cruces



calle Tres Cruces


calle Andrés Mirón


calle Milagros



calle Milagros


calle Milagros




Plaza de España









calle Juan Campos



Iglesia San Sebastián

calle Santiago


calle Dr. Antonio Porras





calle Dr. Antonio Porras


Custodia de plata


Virgen de Guaditoca, Patrona de Guadalcanal


Niños primera comunión que acompañan a la Custodia


Entrada de la Virgen de Guaditoca, en la iglesia Parroquial de Santa María