Por Salvador Hernández González
Revista Guadalcanal año 2005
Un nuevo
intento de revitalización de la ermita de San Benito se produjo a finales de la
centuria por medio de la fundación, el 24 de marzo de 1886, de una cofradía con
el título de la Divina
Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, a la que se hallaba
vinculada la imagen del Cristo de la Humildad (Señor sentado en la Peña ), hoy venerada por la Hermandad del Costalero
en la parroquia de Santa María de la Asunción. Igualmente
esta ermita fue la primera sede canónica de la Hermandad del Santísimo
Cristo de las Aguas, también conocida como la de las Tres Horas, fundada en
1867, desde donde hacía estación de penitencia el Domingo de Ramos para
retornar a ella el Domingo de Resurrección . Esta revitalización devocional se
mantendría hasta ya entrado el siglo XX. Como recuerda Gordón Bernabé, “hasta
los años veinte se venía de romería a esta ermita. Se recogía el 21 de marzo al
Señor sentado en la Peña
y a la Virgen
de los Dolores y se llevaban a la iglesia de Santa María, y regresaban el
Domingo de Resurrección “ . Un
inventario redactado en 1924 por el párroco Don Pedro Carballo recoge la
existencia de cuatro altares . En el
mayor se veneraba las imágenes de la Asunción , Santa Eusebia y Santa Macrina. Los tres
restantes eran los de San Pedro, Cristo de la Humildad y Paciencia y
Virgen de los Dolores (acompañados por las efigies de Santa Águeda y Santa
Lucía) y el de San Antonio Abad, en el que se veneraba también una pequeña
imagen de la Virgen
del Rosario. Saqueado su patrimonio en los sucesos de 1936, acabó siendo
desacralizada y vendida el 11 de abril de 1977 a Antonio Fontán Pérez
. Finalmente señalaremos que por resolución de 12 de diciembre de 1996 de la Dirección General
de Bienes Culturales se inscribe el edificio de que tratamos en el Catálogo General
del Patrimonio Histórico Andaluz.
3. El patrimonio
artístico: valores arquitectónicos de la ermita de San Benito.
De resultas
de este cúmulo de vicisitudes históricas, la ermita de San Benito nos ha
llegado desprovista de su patrimonio mobiliario, por lo que sólo nos podemos
referir aquí a sus valores arquitectónicos, como expresiva muestra de la
combinación de elementos de diversos estilos y cronología. Ya nos hemos
referido, al hilo de las noticias documentales de los siglos XV y XVI, a la
tipología del edificio, que constituye un buen ejemplo de aquellas ermitas
mudéjares medievales que todavía hoy se reparten por las sierras de Sevilla,
Huelva y Córdoba, todas bajo el denominador común de pertenecer al modelo ya
citado de iglesias de arcos transversales, que la historiografía artística
considera como distintivo de Sierra Morena. En el caso de San Benito de
Guadalcanal tal esquema ha quedado totalmente desvirtuado a consecuencia de las
profundas intervenciones acometidas en época barroca. Tales transformaciones,
hasta el momento sin documentar ni en su autoría ni en su cronología, aunque
Hernández Díaz y Sancho Corbacho las relacionan, por su composición y
elementos, con la ermita de Guaditoca, son las responsables de la actual
impronta estética del edificio, en el que algunos de los elementos de la primitiva
construcción medieval conviven en sugerente simbiosis con los añadidos
barrocos.
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