martes, 23 de abril de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 8

Fotografía de Julia Mensaque Urbano

a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                           Salvador Hernández González 
                            Revista Guadalcanal año 2004

Sobre los restantes edificios religiosos de la localidad contamos con algunas pocas  aportaciones, aunque se recogen en ellas datos de interés. Así, abriendo el siglo XX contamos con la clásica obra de Muñoz Torrado sobre el Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, en la que con gran acopio de noticias documentales se traza la historia de este templo, verdadero epicentro de la religiosidad popular de Guadalcanal. Más recientemente, en la década de los 70 Porras Ibáñez repasa la historia de Guaditoca, partiendo de las aportaciones de Muñoz Torrado y con un sentido más literario y divulgativo. Una visión muy panorámica y apretada, en cortas páginas, se recoge en la colectiva Guía para visitar los Santuarios Marianos de Andalucía Occidental, en la que se sintetizan los datos aportados por Muñoz Torrado .
            Por otra parte, el convento del Espíritu Santo ha sido estudiado en la década de los 80 por Julia Mensaque Urbano, quien a la luz de los archivos parroquial y de protocolos notariales de Guadalcanal narra su fundación gracias a la iniciativa del indiano Alonso González de la Pava y traza el proceso constructivo – a cargo de los maestros Pedro Montes y Cristóbal Hernández Cano – de este edificio, del que igualmente acomete su reseña artística, describiendo su iglesia, claustro y patrimonio de obras de arte mueble, reducido al retablo mayor, del que esta investigadora documenta su autoría a cargo de los artistas llerenenses Mateo Méndez en la parte de ensamblaje y Manuel Rodríguez en cuanto a las pinturas que ocupan sus registros . La personalidad artística de este ensamblador, a quien también se debían los desaparecidos retablos mayores de las parroquias de Santa María y San Sebastián, ha sido revalorizada, desde la investigación extremeña, por Tejada Vizuete, quien subraya el clasicismo de su lenguaje expresivo. Igualmente Gordón Bernabé se ha ocupado de este antiguo convento de monjas clarisas, del que traza su semblanza histórica a la luz de diversas fuentes documentales.
La capilla de San Vicente, muestra de la arquitectura barroca dieciochesca, ha sido objeto de un breve artículo nuestro en el que aportamos una visión panorámica de su historia en relación con la de la Hermandad del Rosario que en ella tuvo su sede.
La arquitectura civil es la gran olvidada, a excepción de la Almona, por lo que sólo podemos citar, por su contribución a la definición de la morfología urbana en virtud de su protagonismo visual, el interés de las fuentes de Guadalcanal, que si bien no poseen la monumentalidad de la arquitectura religiosa, muestran la gracia y encanto de lo popular, como se ha encargado de poner de manifiesto el antropólogo Pedro Cantero, dentro del estudio que realiza sobre la arquitectura del agua en nuestra provincia .

Estudios sobre otras manifestaciones artísticas: escultura, pintura y artes suntuarias.
            Mucho más corto es este apartado, si tenemos en cuenta la prácticamente total destrucción del patrimonio artístico de los templos de la localidad en 1936, catástrofe que se ha intentado paliar con la adquisición de nuevas obras  – especialmente por parte de las cofradías – que si bien ya forman parte de la historia del arte del siglo XX, indudablemente no pueden compensarnos de las pérdidas sufridas.
            Recogiendo las noticias documentales suministradas a comienzos del siglo XX por López Martínez, a las que nos hemos referido páginas atrás, Palomero Páramo en su tesis doctoral sobre el retablo sevillano del Renacimiento  elabora las fichas de los que existieron en Guadalcanal, igualmente ya citados anteriormente, como el realizado en 1585 por Juan Bautista Vázquez el Viejo para la iglesia de Santa María; el de la capilla funeraria de Alonso de Ramos en la iglesia de San Sebastián, obra de Juan Bautista Vázquez el Mozo en 1585; y el de la Asunción, para el templo de Santa María, a cargo de Diego López Bueno y Francisco Pacheco en 1595. De este último retablo también se han ocupado Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso en su estudio sobre la pintura sevillana del primer tercio del siglo XVII, planteando la distribución e iconografía de sus lienzos en base a la documentación del conjunto, del que en opinión de estos autores parece que llegó a nuestro siglo un lienzo de San Antonio de Padua, colgado en una de las capillas del templo hasta su destrucción en la Guerra Civil. El retablo de la ermita de Guaditoca es descrito por Hernández Núñez como ejemplo del interés que guardan las piezas artísticas dispersas por las ermitas de la provincia de Sevilla.

No hay comentarios: