a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
Salvador
Hernández González
Revista de Guadalcanal año 2004
Abriendo esta corriente de
encargos en el Quinientos, Gestoso refiere como en 1515 el escultor Jorge
Fernández concierta la ejecución de un Crucifijo para Pedro Ramírez, vecino de
Guadalcanal, obra hasta ahora no identificada.
A
mediados de la centuria, concretamente en 1564, el pintor Antón Pérez se compromete
a ejecutar las labores de pintura y dorado del retablo que el entallador
Francisco de Vega había realizado para una capilla “ que está en la iglesia
de la villa de Guadalcanal “, templo que debe ser el de Santa María. El
retablo en cuestión, de estilo renacentista, contaba con seis registros u
hornacinas separadas por balaustres, por las que se repartían, en el primer
cuerpo, las pinturas de San Juan Bautista acompañado por dos donantes, San
Andrés y Santa Ana con la
Virgen y el Niño, mientras que en el segundo figuraba el
Calvario al centro y a los lados Santa Catalina y el apóstol Santiago.
Dos
décadas después, en 1584, el escultor Juan de Salcedo contrata la hechura de
una Virgen con el Niño para la cofradía de la Vera – Cruz, que tampoco se ha identificado .
Al año siguiente Antonio Rodríguez
de Cabrera concertaba con el renombrado escultor Juan Bautista Vázquez el Viejo
la ejecución de un retablo destinado a la iglesia de Santa María compuesto por
banco, un cuerpo articulado por pilares de orden corintio y ático. La hornacina
del único cuerpo albergaría una pintura de la Anunciación , mientras
que el ático estaría presidido por la figura de Dios Padre.
El
hijo y homónimo del citado escultor, denominado “ el Mozo “ para distinguirlo
de su progenitor, recibe en 1587 por parte de Alonso de Ramos, en
representación del difunto Fernando de Ramos, el encargo de otro retablo,
destinado para la capilla funeraria donde reposaban los restos del finado en la
iglesia de San Sebastián, conjunto compuesto por banco, un cuerpo y ático,
presidido por un grupo escultórico del Calvario acompañado, en las calles
laterales, por las efigies de San Juan Bautista y San Benito . En opinión de
Palomero Páramo, los únicos elementos conservados de este retablo son dos
relieves con las figuras de los santos citados y un Crucificado, que hoy día
forman parte de un retablo recompuesto con piezas de acarreo y conservado a los
pies de la nave de la parroquia de Santiago en la vecina localidad de Llerena.
Y
cerrando este ciclo retablístico quinientista, en 1591 Luis de Porres, Abogado
de la Real Audiencia
de Sevilla y tutor de García Díaz de Villarrubia de Ortega, concertaba con
Diego López Bueno y Francisco Pacheco, quienes se ocuparían de la parte arquitectónica
y escultórica respectivamente, un retablo compuesto por banco, un cuerpo compuesto
por banco, un cuerpo articulado en tres calles por columnas y pilastras
estriadas, y ático. En el banco se representaba a los Evangelistas, flanqueando
el tema de la Sagrada
Cena , mientras que en la hornacina central figuraba la Asunción de la Virgen , acompañada en las
hornacinas de las calles laterales por Santo Domingo y San Francisco, cuyas
efigies eran rematadas por los bustos de la Magdalena Penitente
y Santa Catalina Mártir, apareciendo la Trinidad en el ático y la figura de Jesús en el
remate del retablo.
Otro
importante retablo documentado por estos investigadores sevillanos de comienzos
del siglo XX e igualmente desaparecido fue el mayor del convento de Nuestra
Señora de la Piedad
o de San Francisco, contratado en 1702 con el ensamblador Cristóbal de Guadix y
que articulado por columnas salomónicas, albergaría en sus hornacinas las
imágenes de San Buenaventura, San Francisco, Nuestra Señora de la Piedad , el Ecce Homo y
Cristo Crucificado. El artista se comprometía además a realizar otro retablo
lateral en el que se colocaría la imagen del Santo Cristo Crucificado procedente
de la ermita de San Benito.
Siguiendo
esta línea de investigación archivística, en la pasada década de los noventa la
colección de Fuentes para la
Historia del arte andaluz, retomando la tradición documentalista
del universitario Laboratorio de Arte, ahora convertido en departamento
de la Facultad
de Geografía e Historia, no ha dejado de brindar referencias sobre intervenciones
en el patrimonio monumental de Guadalcanal. Así, podemos citar el dorado del
primitivo retablo mayor de Santa María entre 1703 y 1707 por Antonio Gallardo,
maestro dorador vecino de Sevilla . En la misma tónica de exhumación
documental, los Documentos inéditos para la Historia del Arte en la
provincia de Sevilla publicados en 1993 por Fernando de la Villa Nogales y
Esteban Mira Caballos aportan algunas noticia documental sobre el patrimonio de
nuestra localidad, a saber: el retablo mayor de la ermita de Nuestra Señora de
Guaditoca, obra realizada en 1675 por los maestros Francisco de Saavedra Roldán
y Juan de Vargas, vecinos de Zafra; la pintura y dorado del mismo retablo por
parte del pintor y dorador Antonio de Granada en 1678; el dorado del retablo
mayor de Santa María, que como ya vimos se encomendó a Antonio Gallardo en
1703; otro retablo para la capilla de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario
en Santa María, concertado en 1712 con José García Zambrano, maestro escultor
vecino de Llerena; las reparaciones emprendidas en 1719 en la parroquia de
Santa María por los también llerenenses Francisco del Toro y Antonio Gonzalez,
maestros de albañilería y de carpintería, respectivamente; y el arreglo del
artesonado y unas puertas nuevas para la capilla del bautismo de la iglesia de
San Sebastián, tarea que se encomienda al maestro carpintero local Jerónimo
Espino en 1778, emprendiéndose en el mismo año y para el mismo templo la
reparación de la bóveda del baptisterio y otras obras menores por parte del
alarife Francisco de Ávila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario